Publicado en el Semanario Punto
Toluca, México, 22 de mayo, 2008
En Alemania, anualmente 100 mil jóvenes menores de 18 años se someten a operaciones de cirugía plástica, de acuerdo con un artículo publicado esta semana por el diario italiano Corriere della Sera. Por esta razón, el gobierno germano ha decidido establecer una ley para que antes de someter al bisturí a un menor de edad, sea necesaria la opinión de dos médicos, además de la autorización de los padres.
En Italia, la situación relativa al auge de la cirugía plástica no es menos alarmante. La Sociedad Italiana de Cirugía Plástica refiere que la lipoescultura, el aumento del seno, la cirugía a la nariz o a las orejas son las intervenciones más solicitadas por los jóvenes menores de 18 años.
Según Maurizio Priori, presidente de la mencionada Sociedad, la cirugía plástica en personas tan jóvenes se justifica porque pueden “liberarlas de serios complejos psicológicos”.
Muchos conocemos casos de personas más o menos cercanas a nosotros, que han recurrido al bisturí bajo mil argumentos distintos: “mejorar su aspecto físico” “sentirse mejor consigo mismas” y demás justificaciones que nadie les pide pero que se esmeran en hacer públicas.
Cuando la intervención es hecha a una persona adulta, no hay más que hacer, sino respetar su voluntad y su libre albedrío, porque sinceramente cada quien tiene derecho de hacer con su cuerpo lo que mejor le parezca.
Cierto que en ocasiones se exagera, al grado que quienes deciden darse una retocadita, se convierten en una especie de seres plastificados cuyo cuerpo magnifico no se van a comer los gusanos cuando pasen a mejor vida, dado que las prótesis no entran en proceso de descomposición.
Lo malo es pensar que las nuevas generaciones, que deberían teóricamente ser mejores que nosotros en todos aspectos, están creciendo con la obsesión de ser físicamente perfectos, tratando desesperadamente de copiar los cánones de belleza establecidos quién sabe cuándo por quién sabe quién,
Así, es posible observar cómo en el país de la bota los jóvenes caen en la trampa, en gran parte gracias al bombardeo de programas televisivos que han causado no pocas polémicas, como Bisturí, Cambio vita... mi trasformo y el importado Extreme makeover.
Dichos programas muestran cómo un físico perfecto, un buen corte de cabello, la ropa y el maquillaje adecuados pueden convertir una persona normal en un ser envidiable, amado, respetado, digno de todas las oportunidades. En pocas palabras: la belleza física equivale a triunfo y si ésta no viene dada por la madre naturaleza, es imprescindible buscarla a cualquier costo.
No se trata de ser hipócritas. A todos nos gusta vernos bien y quien no lo acepte se engaña a sí mismo. Pero hay una diferencia entre querer lucir mejor y transformarse hasta llegar a la perfección. No es lo mismo hacer ejericio, comer bien y llenarse de cremas y pociones varias para conservarse en condiciones de presentarse en sociedad, que recurrir a una riesgosa operación y a sus probables consecuencias con tal de tener el rostro sin arrugas y la nariz socialmente aceptada, el seno más generoso, el vientre más plano y el trasero más duro y de proporciones adecuadas.
En Italia comienza a estar de moda que los padres regalen a las chicas una operación para mejorar el seno como premio por haber aprobado el esame di maturità, es decir, con 19 años apenas cumplidos, justo antes de iniciar los estudios universitarios.
Tal vez esas chicas no terminarán la Universidad, probablemente antes de eso se convertirán en modelos, en bailarinas de Tv, en conductoras y si tienen suerte, a lo mejor llegan a ser diputadas o ministras.
Y es que el punto por criticar es exactamente ese: al parecer, para tener éxito profesional es necesario ser físicamente atractiva. Hay un promocional de televisión en que una mujer embarazada está elaborando una lista de los beneficios que quiere dar a su bebé, que es una niña. Comienza a enumerarlos: licenciatura en Física, dos maestrías, de las cuales una en física cuántica, inglés, alemán, chino y japonés escritos y hablados y demás conocimientos. La señora termina diciendo a la bebé que está gestando: “de tu currículum, me ocupo yo, pero tú ocúpate de ser figa (término coloquial para definir una mujer bellísima) si no, el resto no te sirve de nada”.
En un spot banal y ligero, se plasma una realidad seria y muy pesada de la sociedad italiana: sin belleza, no hay talento que valga. Y no se habla de belleza como término relativo. Hay estándares tan definidos que hasta en certámenes tradicionales como Miss Italia, las chicas -por supuesto, todas retocadas- parecen haber sido fabricadas en serie.
Se es bella si se tienen ciertas características: una cierta estatura, un tipo determinado de rasgos y de cuerpo, y obviamente para adecuarse a las exigencias, además de la cirugía plástica, las jóvenes terminan por caer en situaciones graves como la bulimia y la anorexia, con tal de mantener su imagen.
Sin embargo, hay que reconocer que la obsesión de las chicas por ser físicamente atractivas no nace sin el apoyo decisivo de sus propias madres. Siendo Italia uno de los países con mayor esperanza de vida, hay una especie de fiebre por conservar la eterna juventud. De ahí que tantas señoras maduras se esfuerzan hasta lo inimaginable con tal de conservar sus atractivos, y conscientemente o no, heredan a sus hijas sus mismas fijaciones..
En resumen: cuando se lleva a la exageración la necesidad de ser físicamente atractivo, se pasa por alto la importancia de cultivar otros valores. Si a esto agregamos la falsa idea que se da a las nuevas generaciones acerca de la importancia de la apariencia por encima de la esencia, vemos como resultado una sociedad altamente consumista, preocupada por lo superfluo y con pocas posibilidades de desarrollo real.
Poco se puede esperar de una Italia en la que, curiosamente, el mismísimo presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi, es un personaje que abiertamente ha reconocido su debilidad por las cirugías -por cuestión de imagen, dice- y que a sus setenta años pasaditos no se resigna a tener arrugas ni a perder el cabello, sometiéndose contínuamente a liftings y luciendo sus costosísimos implantes capilares, además de ocultar sus canas.
Tampoco hay mucho que decir sobre las diputadas y ministras que alguna vez fueron vedettes de televisión y que francamente no tienen mucho que aportar en términos de gobierno, pero sí mucho que lucir y presumir.
Es una pena que el concepto de belleza se haya distorsionado y se haya reducido solamente a ciertos pobres parámetros.
Una mujer, la escritora francesa del siglo XIX George Sand, (Amandine-Aurore-Lucille Dupin )resumió en una frase un principio que quizá en pleno siglo XXI serviría para aclarar un poco las ideas en las algunas sociedades confusas: “la belleza exterior no es más que el encanto de un instante. La apariencia del cuerpo no siempre es el reflejo del alma”. Recordarlo más seguido probablemente no nos haría mal, especialmente si se trata de orientar a las nuevas generaciones hacia los verdaderos valores universales.
jueves, 29 de diciembre de 2011
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Calladito se ve más bonito
Publicado en el semanario Punto
Toluca, México
14 diciembre 2011
A estas alturas creo que quienes tienen la paciencia de leer este espacio estarán pensando que hablar mal de Enrique Peña Nieto se ha convertido en una verdadera obsesión para mí. Lo digo porque ultimamente en la red social que utilizo he recibido mensajes que van desde el “¡ay, yaa!” hasta el “ya suéltalo, ya déjalo”.
Los simpatizantes del casi-candidato están enojados. Se nota. Lo que no entiendo es por qué canalizan su rabia contra quienes simplemente damos cuenta de los errores de su ídolo. Si acaso deberían organizarse para hablar con él y decirle que si no tiene la capacidad de improvisar, mejor ni lo intente y que si sus cuarenta y tantos años no le han servido para informarse y formarse como debe hacerlo quien aspira a ser un jefe de Estado, debería reflexionar y desistir, porque “errar es humano, pero perseverar es maléfico”.
Sin embargo, por desgracia a estas alturas el priísta se ha convertido en casi un semidios a los ojos de sus seguidores que lo consideran no solamente infalible, sino también intocable. De la admiración están pasando a la veneración y la verdad es que lo más absurdo del caso es que su héroe se encarga solito de mostrarse como lo que es: un personaje “inflado” por la propaganda de la que ha abusado durante los últimos años.
Posiblemente la estrategia de hacer que Peña Nieto aparezca hasta en la sopa se le está saliendo de las manos a su equipo.
Lo cierto es que la carrera por la presidencia de México se está complicando en gran parte gracias a los medios tradicionales que en combinación con las redes sociales en este momento son una mezcla explosiva que contribuye en modo bastante efectivo a arruinar la imagen del representante del tricolor.
Han bastado dos errores (eso sí, tremendos) para que tanto los periodistas como los usuarios de las redes sociales se mantengan al pendiente de cualquier movimiento, declaración y/o resbalón de Peña que, por fortuna para sus detractores, está sacando lo peor que tiene y mostrando que sencillamente es uno de esos personajes que “calladito se ve más bonito”.
Pero en honor de quienes me reclaman y se molestan hoy deseo hablar del contenido de un libro llamado Negocios de familia. Biografía no autorizada de Enrique Peña Nieto y el grupo Atlacomulco, escrito por Francisco Cruz y Jorge Toribio Montiel.
El libro, publicado por Editorial Planeta en el 2009 vale la pena como documento que, tomado con las reservas del caso, habla no solamente de la historia del aspirante a la presidencia, sino también del famoso Grupo Atlacomulco.
Y tocar el asunto es de verdad importante, especialmente para quienes tienen la memoria corta o para aquellos que simplemente no conocen el caso de una familia que desde 1942 ha buscado por todos los medios tener el control político de México.
Su primer intento serio por colocar un mexiquense en la presidencia de la república fue en los años 80, cuando Alfredo del Mazo González se quedó en la orilla. Lo mismo sucedió con Arturo Montiel Rojas, que de flamante aspirante a la candidatura se convirtió en practicamente un fugitivo que no terminó en la cárcel de puro milagro.
El grupo Atlacomulco ha dado personajes tan poderosos como Carlos Hank González que de maestro rural llegó a convertirse en uno de los hombres más poderosos de México. Uno que decía que un político pobre es un pobre político. El líder de un grupo de gente acostumbrada a vivir del erario público y a enriquecerse a partir de acuerdos obscuros con los grandes empresarios.
El libro trata con lujo de detalles una historia que el mismísimo Mario Puzo, el autor de El Padrino envidiaría. Lástima que este es un caso de la vida real y que no obstante haya iniciado en 1942 no parece tener un final. Por el contrario. Todo nos hace pensar que esa familia está cada vez más cerca de lograr su objetivo de llegar a los Pinos.
En el relato de los periodistas Cruz y Montiel se da cuenta del modo en que inicia el ascenso del grupo Atlacomulco, a partir del asesinato del gobernador mexiquense Alfredo Zárate Albarrán. Fue entonces que llegó a la gubernatura Isidro Fabela Alfaro, el primer gobernador del mencionado grupo, que habría llegado arbitrariamente a ocupar el cargo, apoyado por el entonces presidente de México, Manuel Ávila Camacho.
Una serie interminable de negocios sucios, maniobras extrañas. Sesenta años de porquerías. Lo curioso del caso es pensar que oficialmente el Grupo Atlacomulco no existe y que -también oficialmente- Enrique Peña Nieto no pertenece a él. Con tal de limpiar su imagen el engelado aspirante fue capaz de negar hasta su parentesco con el ex gobernador Arturo Montiel, retando a todos a armar su árbol genealógico.
A partir de ahí los periodistas decidieron ir a fondo para comprobar que las familias Peña, Nieto, Del Mazo, Fabela y Montiel se habrían aliado para controlar el territorio conformado por los municipios de Atlacomulco y Acambay.
El libro hace una descripción detallada del personaje. Su relación con el Opus Dei, con Carlos Salinas de Gortari y con Televisa. La muerte de su esposa, Mónica Pretelini. En fin, describe al candidato y su pasado de pies a cabeza.
Se narra incluso una historia por demás extraña, que incluye hasta la “profecía” de una vidente llamada Francisca Castro Montiel, que habría anunciado que seis gobernadores mexiquenses habrían sido de Atlacomulco y uno de ellos habría llegado a la presidencia de la República.
No es por asustarlos, estimados lectores, pero Enrique Peña fue precisamente el sexto gobernador mexiquense originario de Atlacomulco... ¡Que Dios nos agarre confesados!
Recomiendo la lectura de este libro. Tal vez no sea uno de los tres que pueden cambiar la vida de nadie, pero sinceramente es importante conocerlo, para tener una idea más clara de lo que podría ocurrir en el caso de que mister simpatía llegue a gobernar nuestro país.
Toluca, México
14 diciembre 2011
A estas alturas creo que quienes tienen la paciencia de leer este espacio estarán pensando que hablar mal de Enrique Peña Nieto se ha convertido en una verdadera obsesión para mí. Lo digo porque ultimamente en la red social que utilizo he recibido mensajes que van desde el “¡ay, yaa!” hasta el “ya suéltalo, ya déjalo”.
Los simpatizantes del casi-candidato están enojados. Se nota. Lo que no entiendo es por qué canalizan su rabia contra quienes simplemente damos cuenta de los errores de su ídolo. Si acaso deberían organizarse para hablar con él y decirle que si no tiene la capacidad de improvisar, mejor ni lo intente y que si sus cuarenta y tantos años no le han servido para informarse y formarse como debe hacerlo quien aspira a ser un jefe de Estado, debería reflexionar y desistir, porque “errar es humano, pero perseverar es maléfico”.
Sin embargo, por desgracia a estas alturas el priísta se ha convertido en casi un semidios a los ojos de sus seguidores que lo consideran no solamente infalible, sino también intocable. De la admiración están pasando a la veneración y la verdad es que lo más absurdo del caso es que su héroe se encarga solito de mostrarse como lo que es: un personaje “inflado” por la propaganda de la que ha abusado durante los últimos años.
Posiblemente la estrategia de hacer que Peña Nieto aparezca hasta en la sopa se le está saliendo de las manos a su equipo.
Lo cierto es que la carrera por la presidencia de México se está complicando en gran parte gracias a los medios tradicionales que en combinación con las redes sociales en este momento son una mezcla explosiva que contribuye en modo bastante efectivo a arruinar la imagen del representante del tricolor.
Han bastado dos errores (eso sí, tremendos) para que tanto los periodistas como los usuarios de las redes sociales se mantengan al pendiente de cualquier movimiento, declaración y/o resbalón de Peña que, por fortuna para sus detractores, está sacando lo peor que tiene y mostrando que sencillamente es uno de esos personajes que “calladito se ve más bonito”.
Pero en honor de quienes me reclaman y se molestan hoy deseo hablar del contenido de un libro llamado Negocios de familia. Biografía no autorizada de Enrique Peña Nieto y el grupo Atlacomulco, escrito por Francisco Cruz y Jorge Toribio Montiel.
El libro, publicado por Editorial Planeta en el 2009 vale la pena como documento que, tomado con las reservas del caso, habla no solamente de la historia del aspirante a la presidencia, sino también del famoso Grupo Atlacomulco.
Y tocar el asunto es de verdad importante, especialmente para quienes tienen la memoria corta o para aquellos que simplemente no conocen el caso de una familia que desde 1942 ha buscado por todos los medios tener el control político de México.
Su primer intento serio por colocar un mexiquense en la presidencia de la república fue en los años 80, cuando Alfredo del Mazo González se quedó en la orilla. Lo mismo sucedió con Arturo Montiel Rojas, que de flamante aspirante a la candidatura se convirtió en practicamente un fugitivo que no terminó en la cárcel de puro milagro.
El grupo Atlacomulco ha dado personajes tan poderosos como Carlos Hank González que de maestro rural llegó a convertirse en uno de los hombres más poderosos de México. Uno que decía que un político pobre es un pobre político. El líder de un grupo de gente acostumbrada a vivir del erario público y a enriquecerse a partir de acuerdos obscuros con los grandes empresarios.
El libro trata con lujo de detalles una historia que el mismísimo Mario Puzo, el autor de El Padrino envidiaría. Lástima que este es un caso de la vida real y que no obstante haya iniciado en 1942 no parece tener un final. Por el contrario. Todo nos hace pensar que esa familia está cada vez más cerca de lograr su objetivo de llegar a los Pinos.
En el relato de los periodistas Cruz y Montiel se da cuenta del modo en que inicia el ascenso del grupo Atlacomulco, a partir del asesinato del gobernador mexiquense Alfredo Zárate Albarrán. Fue entonces que llegó a la gubernatura Isidro Fabela Alfaro, el primer gobernador del mencionado grupo, que habría llegado arbitrariamente a ocupar el cargo, apoyado por el entonces presidente de México, Manuel Ávila Camacho.
Una serie interminable de negocios sucios, maniobras extrañas. Sesenta años de porquerías. Lo curioso del caso es pensar que oficialmente el Grupo Atlacomulco no existe y que -también oficialmente- Enrique Peña Nieto no pertenece a él. Con tal de limpiar su imagen el engelado aspirante fue capaz de negar hasta su parentesco con el ex gobernador Arturo Montiel, retando a todos a armar su árbol genealógico.
A partir de ahí los periodistas decidieron ir a fondo para comprobar que las familias Peña, Nieto, Del Mazo, Fabela y Montiel se habrían aliado para controlar el territorio conformado por los municipios de Atlacomulco y Acambay.
El libro hace una descripción detallada del personaje. Su relación con el Opus Dei, con Carlos Salinas de Gortari y con Televisa. La muerte de su esposa, Mónica Pretelini. En fin, describe al candidato y su pasado de pies a cabeza.
Se narra incluso una historia por demás extraña, que incluye hasta la “profecía” de una vidente llamada Francisca Castro Montiel, que habría anunciado que seis gobernadores mexiquenses habrían sido de Atlacomulco y uno de ellos habría llegado a la presidencia de la República.
No es por asustarlos, estimados lectores, pero Enrique Peña fue precisamente el sexto gobernador mexiquense originario de Atlacomulco... ¡Que Dios nos agarre confesados!
Recomiendo la lectura de este libro. Tal vez no sea uno de los tres que pueden cambiar la vida de nadie, pero sinceramente es importante conocerlo, para tener una idea más clara de lo que podría ocurrir en el caso de que mister simpatía llegue a gobernar nuestro país.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Pura "face" y nada de "book"
Publicado en el Semanario Punto
Toluca, 07 diciembre, 2011.
Es necesario que advierta a quienes tienen la paciencia de leer estas líneas que esta vez mientras escribo estoy completamente indignada. Y no solamente indignada, Escandalizada, que a mi edad es mucho decir.
El pasado domingo me desperté con una gran novedad que las redes sociales difundían. El aspirante priísta a la presidencia de México, Enrique Peña Nieto, había cometido un error grave, mostrando al mundo su verdadera cara: la de la ignorancia.
Ni más ni menos que el diario español El país daba cuenta de lo ocurrido. Y sin medios términos. “¿Cuáles son los tres libros que han marcado la vida del candidato puntero de todas las encuestas en México, Enrique Peña Nieto? La respuesta tendrá que esperar a mejor ocasión, porque el aspirante priista a la presidencia no supo contestar de manera clara a esa pregunta que le hizo la prensa...”
De inmediato comenzaron los comentarios. Me di cuenta de que en realidad somos muchos los que no soportamos la idea de que el priísta se convierta en el presidente de México.
Y también pude comprobar que sus incondicionales no razonan. Hubo quien me dijo que se trataba simplemente de un “craso error mediático”. Tengo la sospecha de que cada vez que el engelado y copetudo candidato meta la pata van a tratar de echarle la culpa a los medios. Y no. Esta vez no se vale. Sobre todo porque un periodista (que al parecer es español) tuvo una idea genial. No necesitó más que formular una pregunta inteligente para conseguir que el casi-candidato exhibiera toda su ignorancia y demostrara que sin un guión preestablecido no puede ir muy lejos. Que su cabecita tiene gel por fuera y poco o nada dentro.
Hay quien dice que el presidente de la República no debe necesariamente ser culto. Difiero absolutamente de ese “no-razonamiento”. He pensado siempre que quien dirige, quien gobierna está obligado a mantener un nivel de excelencia en todos los ámbitos. Aún no creyendo en la existencia de súper hombres, espero por el bien de mi país que quien lo dirija sea de los mejores.
En todo caso y siendo condescendiente con Peña, me atrevo a culpar de lo ocurrido a su equipo, a su brillante staff que no calculó la posibilidad de que en un acto dedicado a las letras alguien pudiera preguntar a su jefe un asunto relacionado con el tema. Una falla tremenda que sin duda demuestra que los incompetentes se rodean de incompetentes. Posiblemente una tarjetita con la ficha de algunos títulos lo habría sacado del apuro, visto que si no le dicen lo que debe declarar el priísta se arruina solito tratando de improvisar.
No hay que olvidar que el político mexiquense se presentó también en calidad de autor de un libro que a estas alturas queda claro a todos que fue escrito por una o varias personas más. Porque para crear una obra literaria se requiere una cultura aceptable o al menos y ya sin ponernos exigentes, se necesita al menos saber hablar bien, elementos de los cuales Peña demostró carecer.
Es de los que literalmente calladitos se ven más bonitos. Pura “face” y nada de “book”.
Hablando con ciertos amigos que están involucrados de alguna manera en la precampaña del priísta, he notado la gran ilusión, la enorme esperanza que tienen. Quieren que les vaya bien. Por ser personas cercanas a mí, lo deseo de todo corazón.
Pero por el bien de México, espero que la mayoría de mis compatriotas no caiga en la trampa, que demuestre un poquito, nada más un poquito de sensatez y no beneficie con su voto a un personaje tan pobre como Enrique Peña.
Comparto la reflexión del columnista de El Gráfico, Raúl Rodríguez Cortés respecto a que “para ser un buen político quizás no se requiera una cultura enciclopédica, pero es preciso tener referentes mínimos de conocimientos para la correcta toma de decisiones, además de la lucidez para salir de atolladeros como el narrado sin cantinflear tanto.”
A decir verdad el resbalón de Peña ha dado a sus detractores una posibilidad inmejorable para exhibirlo como lo que es: un hombre ignorante, un producto de la mercadotecnia, un títere incapaz de hilar sus ideas, en el caso rarísimo de que las tenga.
En resumen: una pésima opción que las televisoras quieren imponer como gobierno, para seguir protegiendo sus millonarios intereses y manteniendo en la ignorancia a más de cien millones de mexicanos.
A Enrique Peña le falta no solamente lucidez, también humildad. Sencillamente no puede reconocer que está muy lejos de contar con la capacidad necesaria para gobernar un país tan complejo como México, especialmente con la herencia que le tocaría recibir en el caso de salir victorioso en las elecciones del 2012.
Para colmo de mi indignación, el asunto no paró en la metida de pata del copetudo político. En la escena apareció también su hijita Paulina, a quien gracias a Dios no tengo el gusto de conocer, pero que en Twitter demostró que lo que se hereda, no se hurta.
Para comenzar simplemente publicó un comentario que no era suyo, sino de su novio. Obviamente, no podía pensar por sí misma. Desplegando clase y educación, la señorita copió: “un saludo a toda la bola de pendejos, que forman parte de la prole y sólo critican a quien envidian”. Espero que alguien le explique el significado de “prole”. Porque en todo caso es ella la “prole” -la familia- de Peñita. A lo mejor lo que Pau quería decir era “plebe” o en todo caso “el proletariado”.
Y eso que su papi la defendió y se disculpó por ella. Pero palo dado, ni Dios lo quita. Los comentarios de su hija no son sino el reflejo del modo en que ha crecido gracias a su padre: ignorando que quienes ella erróneamente llama “prole” son los mismos que han llevado a su familia a una posición de privilegio. Es lo malo de nacer en pañales de seda y de tener todo sin el menor esfuerzo. Es la escuela del poder.
Alguien me pidió que si no le daba mi voto a Peña “por lo menos” no hiciera que otros no voten por él. Francamente me pareció una exageración. Ojalá yo tuviera la capacidad de influir sobre las decisiones de las personas, pues de seguro haría exactamente lo contrario de lo que me pidieron. Porque son años que estudio al personaje y porque sé que no es la solución a ninguno de los problemas de nuestro país. Por eso lo seguiré diciendo hasta el cansancio con todas sus letras: señores: reflexionen, analicen, evalúen, piensen y después de hacerlo, decidan no votar por Enrique Peña Nieto. México no se merece tener como presidente a un personaje de esa calaña.
Toluca, 07 diciembre, 2011.
Es necesario que advierta a quienes tienen la paciencia de leer estas líneas que esta vez mientras escribo estoy completamente indignada. Y no solamente indignada, Escandalizada, que a mi edad es mucho decir.
El pasado domingo me desperté con una gran novedad que las redes sociales difundían. El aspirante priísta a la presidencia de México, Enrique Peña Nieto, había cometido un error grave, mostrando al mundo su verdadera cara: la de la ignorancia.
Ni más ni menos que el diario español El país daba cuenta de lo ocurrido. Y sin medios términos. “¿Cuáles son los tres libros que han marcado la vida del candidato puntero de todas las encuestas en México, Enrique Peña Nieto? La respuesta tendrá que esperar a mejor ocasión, porque el aspirante priista a la presidencia no supo contestar de manera clara a esa pregunta que le hizo la prensa...”
De inmediato comenzaron los comentarios. Me di cuenta de que en realidad somos muchos los que no soportamos la idea de que el priísta se convierta en el presidente de México.
Y también pude comprobar que sus incondicionales no razonan. Hubo quien me dijo que se trataba simplemente de un “craso error mediático”. Tengo la sospecha de que cada vez que el engelado y copetudo candidato meta la pata van a tratar de echarle la culpa a los medios. Y no. Esta vez no se vale. Sobre todo porque un periodista (que al parecer es español) tuvo una idea genial. No necesitó más que formular una pregunta inteligente para conseguir que el casi-candidato exhibiera toda su ignorancia y demostrara que sin un guión preestablecido no puede ir muy lejos. Que su cabecita tiene gel por fuera y poco o nada dentro.
Hay quien dice que el presidente de la República no debe necesariamente ser culto. Difiero absolutamente de ese “no-razonamiento”. He pensado siempre que quien dirige, quien gobierna está obligado a mantener un nivel de excelencia en todos los ámbitos. Aún no creyendo en la existencia de súper hombres, espero por el bien de mi país que quien lo dirija sea de los mejores.
En todo caso y siendo condescendiente con Peña, me atrevo a culpar de lo ocurrido a su equipo, a su brillante staff que no calculó la posibilidad de que en un acto dedicado a las letras alguien pudiera preguntar a su jefe un asunto relacionado con el tema. Una falla tremenda que sin duda demuestra que los incompetentes se rodean de incompetentes. Posiblemente una tarjetita con la ficha de algunos títulos lo habría sacado del apuro, visto que si no le dicen lo que debe declarar el priísta se arruina solito tratando de improvisar.
No hay que olvidar que el político mexiquense se presentó también en calidad de autor de un libro que a estas alturas queda claro a todos que fue escrito por una o varias personas más. Porque para crear una obra literaria se requiere una cultura aceptable o al menos y ya sin ponernos exigentes, se necesita al menos saber hablar bien, elementos de los cuales Peña demostró carecer.
Es de los que literalmente calladitos se ven más bonitos. Pura “face” y nada de “book”.
Hablando con ciertos amigos que están involucrados de alguna manera en la precampaña del priísta, he notado la gran ilusión, la enorme esperanza que tienen. Quieren que les vaya bien. Por ser personas cercanas a mí, lo deseo de todo corazón.
Pero por el bien de México, espero que la mayoría de mis compatriotas no caiga en la trampa, que demuestre un poquito, nada más un poquito de sensatez y no beneficie con su voto a un personaje tan pobre como Enrique Peña.
Comparto la reflexión del columnista de El Gráfico, Raúl Rodríguez Cortés respecto a que “para ser un buen político quizás no se requiera una cultura enciclopédica, pero es preciso tener referentes mínimos de conocimientos para la correcta toma de decisiones, además de la lucidez para salir de atolladeros como el narrado sin cantinflear tanto.”
A decir verdad el resbalón de Peña ha dado a sus detractores una posibilidad inmejorable para exhibirlo como lo que es: un hombre ignorante, un producto de la mercadotecnia, un títere incapaz de hilar sus ideas, en el caso rarísimo de que las tenga.
En resumen: una pésima opción que las televisoras quieren imponer como gobierno, para seguir protegiendo sus millonarios intereses y manteniendo en la ignorancia a más de cien millones de mexicanos.
A Enrique Peña le falta no solamente lucidez, también humildad. Sencillamente no puede reconocer que está muy lejos de contar con la capacidad necesaria para gobernar un país tan complejo como México, especialmente con la herencia que le tocaría recibir en el caso de salir victorioso en las elecciones del 2012.
Para colmo de mi indignación, el asunto no paró en la metida de pata del copetudo político. En la escena apareció también su hijita Paulina, a quien gracias a Dios no tengo el gusto de conocer, pero que en Twitter demostró que lo que se hereda, no se hurta.
Para comenzar simplemente publicó un comentario que no era suyo, sino de su novio. Obviamente, no podía pensar por sí misma. Desplegando clase y educación, la señorita copió: “un saludo a toda la bola de pendejos, que forman parte de la prole y sólo critican a quien envidian”. Espero que alguien le explique el significado de “prole”. Porque en todo caso es ella la “prole” -la familia- de Peñita. A lo mejor lo que Pau quería decir era “plebe” o en todo caso “el proletariado”.
Y eso que su papi la defendió y se disculpó por ella. Pero palo dado, ni Dios lo quita. Los comentarios de su hija no son sino el reflejo del modo en que ha crecido gracias a su padre: ignorando que quienes ella erróneamente llama “prole” son los mismos que han llevado a su familia a una posición de privilegio. Es lo malo de nacer en pañales de seda y de tener todo sin el menor esfuerzo. Es la escuela del poder.
Alguien me pidió que si no le daba mi voto a Peña “por lo menos” no hiciera que otros no voten por él. Francamente me pareció una exageración. Ojalá yo tuviera la capacidad de influir sobre las decisiones de las personas, pues de seguro haría exactamente lo contrario de lo que me pidieron. Porque son años que estudio al personaje y porque sé que no es la solución a ninguno de los problemas de nuestro país. Por eso lo seguiré diciendo hasta el cansancio con todas sus letras: señores: reflexionen, analicen, evalúen, piensen y después de hacerlo, decidan no votar por Enrique Peña Nieto. México no se merece tener como presidente a un personaje de esa calaña.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
México en la indefensión
Publicado en el Semanario Punto
Toluca, México
30 de noviembre, 2011.
En los últimos días me he encontrado con una importante información que se refiere a la denuncia presentada por un grupo de ciudadanos mexicanos ante la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, contra el presidente Felipe Calderón.
La verdad es sorprendente y realmente triste que se haya llegado al extremo de recurrir a las autoridades más allá de la frontera. Me parece que es un grito desesperado y considero que no debería ser ignorado y mucho menos minimizado.
Honestamente lo que he leído respecto a las razones que harían de Calderón responsable de crímenes de guerra y lesa humanidad es escalofriante.
En alrededor de 700 páginas, los denunciantes exponen cifras impresionantes: 50 mil personas asesinadas, 10 mil casos de desaparecidos y 230 mil desplazados por el clima de inseguridad.
Ni más ni menos.
No pienso que los integrantes de las organizaciones no gubernamentales que se decidieron a denunciar tan graves hechos hayan intentado dar un golpe político al presidente de México.
Más bien creo que se trata de un intento desesperado de los ciudadanos indignados y temerosos para llamar la atención del mundo. Y hacen bien.
Porque a fin de cuentas, hay que reconocer que en nuestro país están ocurriendo cosas serias y es justo que alguien pague. No importa si ese alguien ostenta el título de presidente de la República.
Durante una entrevista simultánea realizada por la periodista Carmen Aristegui a los denunciantes y al gobierno, el abogado Netzaí Sandoval justificó la denuncia hecha ante CPI diciendo que “en México hay un contexto generalizado de violencia muy preocupante en el que se están presentando violaciones muy puntuales al derecho internacional humanitario de parte del narcotráfico y del gobierno federal.”
Seamos honestos. Tiene razón. Si alguien se atreve a negarlo o argumenta que hay mala fe o intenciones políticas en sus argumentos, o bien que la ropa sucia se lava en casa, habría que abrirle los ojos a la realidad.
De acuerdo, yo no vivo en México. Pero gracias a la maravilla que es Internet tengo la posibilidad de estar en contacto contínuo con familiares y amigos que hablan conmigo y me describen el ambiente de violencia que se vive allá. A veces simplemente me vienen escalofríos. En ocasiones me indigno. Casi siempre me preocupo. Invariablemente lo lamento profundamente.
Es por esto que me pregunto por qué razón el gobierno de Calderón no reconoce sus culpas y en lugar de amenazar a los ciudadanos que lo denunciaron no hace un análisis de conciencia, tiene un arranque de inusitada dignidad y decide admitir que hay al menos algo (si no es que mucho) de verdad en lo expresado.
“De parte de los soldados, las fuerzas de seguridad han cometido violaciones sexuales contra mujeres e incluso niñas, han realizado homicidios contra civiles, desapariciones forzadas, tortura sistemática para conseguir autoinculpaciones, ejecuciones y perjuicio.”, ha denunciado Sandoval a nombre de las ONG's involucradas en la denuncia.
Y el gobierno mexicano ha hecho una sola cosa: rechazar sus culpas. A nombre suyo, Gerardo Laveaga, denominado voz oficial para el caso y director de Instituto Nacional de Ciencias Penales, se limitó a “felicitar” a Netzaí Sandoval “por su idealismo”, pero le aclaró que “está equivocado en su proceder”, pues la CPI “le entra cuando ya se agotaron las instancias nacionales, cuando ya se denunció al presidente o a los secretarios ante los tribunales nacionales y estos no pudieron o no quisieron atender el asunto. La CPI, según el gobierno mexicano, “no es el órgano adecuado, o por lo menos, no hasta haber agotado las instancias.”
Me pregunto si son o se hacen. Personalmente me parece que no quieren comprender que haber llegado hasta La Haya es una medida normal en un Estado donde se sabe de antemano que ninguna de las instancias nacionales hará nada.
Sin embargo, en una cosa doy toda razón a Laveaga. Se trata de un acto de idealismo puro. Por desgracia. Especialmente si se considera que la denuncia ante la CPI incluye también a los narcotraficantes, de quienes dice: “atacan hospitales donde asesinan a personas, atacan centros de rehabilitación donde hay enfermos, realizan amputaciones, atacan a civiles, reclutan a niños menores de quince años para convertirlos en sicarios.”
Me pregunto qué tan factible es que estos grupos que viven al margen de la ley respondan ante la justicia internacional. Espero que los denunciantes comprendan que en un mundo donde un narcotraficante aparece en la lista Forbes como uno de los hombres más ricos del mundo, hacer que los delincuentes de cierto nivel paguen por sus actos es practicamente imposible.
Digamos que la esperanza de los denunciantes de ser escuchados es practicamente una utopía. El riesgo que corren es hacer un tremendo ridículo porque simplemente están luchando como Don Quijote, contra molinos de viento.
Me basta leer el comunicado del gobierno mexicano para entender cómo terminará este asunto: “...México que tiene una democracia vibrante, con poderes independientes y equilibrados entre sí, con instituciones de derechos humanos autónomas y un sistema de libertades y garantías y vigencia de derechos humanos como pocas naciones en desarrollo".
En pocas palabras: ciudadanos mitoteros, nada hay que denunciar en un país que vive una realidad practicamente de cuento de hadas.
Y para colmo, si continúan con su inútil denuncia, los 23 mil ciudadanos involucrados en ésta tendrán que atenerse a las consecuencias, porque la autoridad nacional considera que “Las imputaciones al Gobierno de México son claramente infundadas e improcedentes y constituyen en sí mismas verdaderas calumnias, acusaciones temerarias que dañan no sólo a personas e instituciones, sino que afectan terriblemente el buen nombre de México”.
Y agárrense porque nuestro pobre e incomprendido gobierno “explorará todas las alternativas para proceder legalmente contra las personas que acusan temerariamente a su administración de abusos y violaciones a los derechos humanos.”
Muy bien. Tomemos nota. Y no olvidemos tampoco la postura al respecto de los flamantes casi-candidatos a la presidencia. Enrique Peña Nieto afirmó: "no estoy de acuerdo, descalifico y, por supuesto, no respaldo ese tipo de denuncias que me parece carecen de sustento y que evidentemente el Estado está y debería estar para respaldar y apoyar el proceso que se siga ante esa Corte en defensa del Jefe de Estado". Ya sabemos lo que haría el priísta en el caso de que algún ciudadano se atreviera a denunciar alguna irregularidad.
Por su parte el amoroso de izquierda, Andrés Manuel López Obrador se concretó a una respuesta vaga y tibia: “van a ser los jueces los que van decidir si procede o no procede, pero hay que esperar a que se den esos veredictos resoluciones, lo que tenemos que procurar todos es que haya un cambio de fondo en el país para cambiar la estrategia”.
Total, que de nuevo y ante un caso concreto, los mexicanos no tenemos ni para dónde hacernos. Lo más penoso es que ya ni siquiera nos queda la ilusión de pensar que un súper tribunal extranjero nos puede defender... A estas alturas creo que no lo hará ni siquiera el Chapulín Colorado.
Toluca, México
30 de noviembre, 2011.
En los últimos días me he encontrado con una importante información que se refiere a la denuncia presentada por un grupo de ciudadanos mexicanos ante la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, contra el presidente Felipe Calderón.
La verdad es sorprendente y realmente triste que se haya llegado al extremo de recurrir a las autoridades más allá de la frontera. Me parece que es un grito desesperado y considero que no debería ser ignorado y mucho menos minimizado.
Honestamente lo que he leído respecto a las razones que harían de Calderón responsable de crímenes de guerra y lesa humanidad es escalofriante.
En alrededor de 700 páginas, los denunciantes exponen cifras impresionantes: 50 mil personas asesinadas, 10 mil casos de desaparecidos y 230 mil desplazados por el clima de inseguridad.
Ni más ni menos.
No pienso que los integrantes de las organizaciones no gubernamentales que se decidieron a denunciar tan graves hechos hayan intentado dar un golpe político al presidente de México.
Más bien creo que se trata de un intento desesperado de los ciudadanos indignados y temerosos para llamar la atención del mundo. Y hacen bien.
Porque a fin de cuentas, hay que reconocer que en nuestro país están ocurriendo cosas serias y es justo que alguien pague. No importa si ese alguien ostenta el título de presidente de la República.
Durante una entrevista simultánea realizada por la periodista Carmen Aristegui a los denunciantes y al gobierno, el abogado Netzaí Sandoval justificó la denuncia hecha ante CPI diciendo que “en México hay un contexto generalizado de violencia muy preocupante en el que se están presentando violaciones muy puntuales al derecho internacional humanitario de parte del narcotráfico y del gobierno federal.”
Seamos honestos. Tiene razón. Si alguien se atreve a negarlo o argumenta que hay mala fe o intenciones políticas en sus argumentos, o bien que la ropa sucia se lava en casa, habría que abrirle los ojos a la realidad.
De acuerdo, yo no vivo en México. Pero gracias a la maravilla que es Internet tengo la posibilidad de estar en contacto contínuo con familiares y amigos que hablan conmigo y me describen el ambiente de violencia que se vive allá. A veces simplemente me vienen escalofríos. En ocasiones me indigno. Casi siempre me preocupo. Invariablemente lo lamento profundamente.
Es por esto que me pregunto por qué razón el gobierno de Calderón no reconoce sus culpas y en lugar de amenazar a los ciudadanos que lo denunciaron no hace un análisis de conciencia, tiene un arranque de inusitada dignidad y decide admitir que hay al menos algo (si no es que mucho) de verdad en lo expresado.
“De parte de los soldados, las fuerzas de seguridad han cometido violaciones sexuales contra mujeres e incluso niñas, han realizado homicidios contra civiles, desapariciones forzadas, tortura sistemática para conseguir autoinculpaciones, ejecuciones y perjuicio.”, ha denunciado Sandoval a nombre de las ONG's involucradas en la denuncia.
Y el gobierno mexicano ha hecho una sola cosa: rechazar sus culpas. A nombre suyo, Gerardo Laveaga, denominado voz oficial para el caso y director de Instituto Nacional de Ciencias Penales, se limitó a “felicitar” a Netzaí Sandoval “por su idealismo”, pero le aclaró que “está equivocado en su proceder”, pues la CPI “le entra cuando ya se agotaron las instancias nacionales, cuando ya se denunció al presidente o a los secretarios ante los tribunales nacionales y estos no pudieron o no quisieron atender el asunto. La CPI, según el gobierno mexicano, “no es el órgano adecuado, o por lo menos, no hasta haber agotado las instancias.”
Me pregunto si son o se hacen. Personalmente me parece que no quieren comprender que haber llegado hasta La Haya es una medida normal en un Estado donde se sabe de antemano que ninguna de las instancias nacionales hará nada.
Sin embargo, en una cosa doy toda razón a Laveaga. Se trata de un acto de idealismo puro. Por desgracia. Especialmente si se considera que la denuncia ante la CPI incluye también a los narcotraficantes, de quienes dice: “atacan hospitales donde asesinan a personas, atacan centros de rehabilitación donde hay enfermos, realizan amputaciones, atacan a civiles, reclutan a niños menores de quince años para convertirlos en sicarios.”
Me pregunto qué tan factible es que estos grupos que viven al margen de la ley respondan ante la justicia internacional. Espero que los denunciantes comprendan que en un mundo donde un narcotraficante aparece en la lista Forbes como uno de los hombres más ricos del mundo, hacer que los delincuentes de cierto nivel paguen por sus actos es practicamente imposible.
Digamos que la esperanza de los denunciantes de ser escuchados es practicamente una utopía. El riesgo que corren es hacer un tremendo ridículo porque simplemente están luchando como Don Quijote, contra molinos de viento.
Me basta leer el comunicado del gobierno mexicano para entender cómo terminará este asunto: “...México que tiene una democracia vibrante, con poderes independientes y equilibrados entre sí, con instituciones de derechos humanos autónomas y un sistema de libertades y garantías y vigencia de derechos humanos como pocas naciones en desarrollo".
En pocas palabras: ciudadanos mitoteros, nada hay que denunciar en un país que vive una realidad practicamente de cuento de hadas.
Y para colmo, si continúan con su inútil denuncia, los 23 mil ciudadanos involucrados en ésta tendrán que atenerse a las consecuencias, porque la autoridad nacional considera que “Las imputaciones al Gobierno de México son claramente infundadas e improcedentes y constituyen en sí mismas verdaderas calumnias, acusaciones temerarias que dañan no sólo a personas e instituciones, sino que afectan terriblemente el buen nombre de México”.
Y agárrense porque nuestro pobre e incomprendido gobierno “explorará todas las alternativas para proceder legalmente contra las personas que acusan temerariamente a su administración de abusos y violaciones a los derechos humanos.”
Muy bien. Tomemos nota. Y no olvidemos tampoco la postura al respecto de los flamantes casi-candidatos a la presidencia. Enrique Peña Nieto afirmó: "no estoy de acuerdo, descalifico y, por supuesto, no respaldo ese tipo de denuncias que me parece carecen de sustento y que evidentemente el Estado está y debería estar para respaldar y apoyar el proceso que se siga ante esa Corte en defensa del Jefe de Estado". Ya sabemos lo que haría el priísta en el caso de que algún ciudadano se atreviera a denunciar alguna irregularidad.
Por su parte el amoroso de izquierda, Andrés Manuel López Obrador se concretó a una respuesta vaga y tibia: “van a ser los jueces los que van decidir si procede o no procede, pero hay que esperar a que se den esos veredictos resoluciones, lo que tenemos que procurar todos es que haya un cambio de fondo en el país para cambiar la estrategia”.
Total, que de nuevo y ante un caso concreto, los mexicanos no tenemos ni para dónde hacernos. Lo más penoso es que ya ni siquiera nos queda la ilusión de pensar que un súper tribunal extranjero nos puede defender... A estas alturas creo que no lo hará ni siquiera el Chapulín Colorado.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
México 2012, panorama desolador...
Publicado en el Semanario Punto, Toluca.
23 noviembre 2011
Esta semana, después de leer las novedades electorales en México, no tengo otro remedio que hablar de lo mucho que me preocupa lo que ocurre y de lo difícil que se presenta el panorama para nuestro país.
No quiero pecar de pesimista. Simplemente estoy buscando de analizar la situación con la mayor objetividad posible. Dicen que observar los problemas desde afuera, sin estar involucrado en ellos, permite una visión amplia de los elementos que lo componen.
Y desde afuera, honestamente, creo que México en este momento no cuenta con una posibilidad real, con una opción que le pueda ayudar seriamente a mejorar.
Vayamos por partes. Hace algunos días empezaron las descepciones. Para quienes pensábamos que la izquierda mexicana había aprendido algo de sus últimas derrotas, para quienes creímos que había quedado claro que la propuesta del PRD debe ser concreta, el golpe fue bastante serio.
El pasado 15 de noviembre, el partido del sol azteca determinó luego de realizar encuestas entre la militancia, que Andrés Manuel López Obrador participará en la contienda electoral de 2012.
Me sigo preguntando qué ha hecho López Obrador en los últimos años, si no criticar al gobierno por él denominado “espurio” y emitir juicios y sentencias contra toda la clase política mexicana, sin importar a qué partido o corriente pertenezca.
Otra de mis interrogantes es saber cómo le hizo para sobrevivir sin tener un trabajo formal y por último, quisiera saber si por lo menos se preparó mejor en materias fundamentales para poder aspirar seriamente a convertirse en el presidente de México.
Dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios y sin duda la democracia es la máxima manifestación de la voluntad popular. Las encuestas realizadas por la izquierda seguramente arrojaron como resultado la preferencia de la mayoría por López Obrador, por encima de Marcelo Ebrard. Pero sinceramente creo que muchas veces el pueblo se equivoca y que los perredistas no consideraron que AMLO es una figura desgastada, bizarra y añeja.
López Obrador es el perdedor que no se resigna, el eterno derrotado que no reconoce su verdadera situación. Pretende ser como el ave fénix y resurgir de sus cenizas sin considerar que muy probablemente su tiempo ya pasó y que en este momento lo mejor para su corriente política es proponer caras nuevas, si quiere de veras competir y sobre todo, triunfar.
Se ve que AMLO tuvo mucho tiempo libre en estos años y que ha preparado un discurso que desde su punto de vista puede llegar a la ciudadanía. “construir una República amorosa, más humana e igualitaria, con dimensión social y grandeza espiritual.” Suena bonito. Nada más suena bonito.
Y a propósito de “bonito”... Está listo el otro aspirante a gobernar México a partir del 2012. Quién lo hubiera dicho hace solamente diez años. De Secretario de Administración en un gabinete de dudosa reputación a presidente de la República. Ni más ni menos.
La vida da sorpresas. Hace años Enrique Peña Nieto no era otra cosa que un muchachito fresa y guapillo que a parte de utilizar sus encantos para ligarse a las edecanes en los actos de gobierno, no tenía la mínima presencia pública.
Ahora el flamante casi candidato del tricolor a la presidencia se da el lujo de criticar el “Estado disfuncional” y afirma en su nuevo libro “que en estos años” precisamente ese “Estado disfuncional ha arrastrado a los mexicanos por una pendiente al ser incapaz de crear las condiciones mínimas de seguridad, crecimiento económico, empleo digno, educación y una seguridad social de calidad.”
Nada más para comenzar, digo con toda franqueza que dudo que el libro lo haya realmente escrito él, por la sencilla razón que no veo a qué hora haya podido sentarse con calma a teclear sus ideas. A menos que no se trate de un súper héroe. Porque entre giras, pachangas y cumplimiento de sus obligaciones matrimoniales, a menos que no se haya dedicado a escribir su best seller durante muchos años, pues no veo cómo le pudo hacer. Si estoy blasfemando y fue él y solamente él quien escribió todo, le pido con toda humildad que nos pase la receta a quienes no estamos tan atareados como él y apenas podemos darle un espacio a la escritura.
Haciendo a un lado el detalle de la autoría, todavía estoy no solamente sorprendida, sino hasta indignada porque no puedo comprender cómo un priísta de pura cepa, uno que nació en el merito Atlacomulco, uno que creció y estudió y vivió gracias al sistema, tiene el descaro de criticar lo que el mismísimo PRI ha provocado.
Ya sé que los priístas van a comenzar a desgarrarse las vestiduras, pero ojalá fueran lo suficientemente humildes para reconocer que el “Estado disfuncional” del que habla Peña no tiene su origen 11 años atrás, cuando la derecha llegó al poder. En México nada funciona desde el momento en que por setenta años se vivió una dictadura de partido que hizo de nosotros una sociedad pobre, ignorante y reprimida.
Y lo más indignante es que el PRI quiere volver a las andadas, y pretende recetarnos otra vez sus viejas fórmulas, con la diferencia que ahora le apuesta todo a la imagen de niño bonito de un candidato hueco. Y ni siquiera Manlio Fabio Beltrones pudo con el paquete de enfrentarse al nuevo galán de telenovelas.
Por eso personalmente me da aún más rabia que el elegido del PRD no haya sido Marcelo Ebrard. Porque la carencia de un candidato fuerte, un candidato propositivo de la izquierda le da todavía más ventajas a Enrique Peña que como he dicho contínuamente en este espacio no es absolutamente una posibilidad de gobierno serio para nuestro país.
Del PAN ni hablar. Dos sexenios han sido suficientes para que los mexicanos no vuelvan a ceder a la tentación del “cambio” irracional. No se necesita mucho para saber que en la verdadera contienda por la presidencia el PAN no va a figurar, simplemente porque los miles de muertos provocados por la guerra al narcotráfico pesan demasiado en el ánimo popular.
Como dije al inicio, la situación vista desde afuera se puede analizar mejor. Y sin querer aparecer simplemente como una “contreras” más, me siento obligada a decir el panorama político mexicano se ve simplemente desolador. El problema es que cuando la democracia no es la solución, los caminos que llevan a las respuestas no son precisamente los más fáciles ni los más adecuados. Dejémoslo al tiempo pero no perdamos de vista que México, el verdadero, el del ciudadano de a pie simplemente ya no da para más.
23 noviembre 2011
Esta semana, después de leer las novedades electorales en México, no tengo otro remedio que hablar de lo mucho que me preocupa lo que ocurre y de lo difícil que se presenta el panorama para nuestro país.
No quiero pecar de pesimista. Simplemente estoy buscando de analizar la situación con la mayor objetividad posible. Dicen que observar los problemas desde afuera, sin estar involucrado en ellos, permite una visión amplia de los elementos que lo componen.
Y desde afuera, honestamente, creo que México en este momento no cuenta con una posibilidad real, con una opción que le pueda ayudar seriamente a mejorar.
Vayamos por partes. Hace algunos días empezaron las descepciones. Para quienes pensábamos que la izquierda mexicana había aprendido algo de sus últimas derrotas, para quienes creímos que había quedado claro que la propuesta del PRD debe ser concreta, el golpe fue bastante serio.
El pasado 15 de noviembre, el partido del sol azteca determinó luego de realizar encuestas entre la militancia, que Andrés Manuel López Obrador participará en la contienda electoral de 2012.
Me sigo preguntando qué ha hecho López Obrador en los últimos años, si no criticar al gobierno por él denominado “espurio” y emitir juicios y sentencias contra toda la clase política mexicana, sin importar a qué partido o corriente pertenezca.
Otra de mis interrogantes es saber cómo le hizo para sobrevivir sin tener un trabajo formal y por último, quisiera saber si por lo menos se preparó mejor en materias fundamentales para poder aspirar seriamente a convertirse en el presidente de México.
Dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios y sin duda la democracia es la máxima manifestación de la voluntad popular. Las encuestas realizadas por la izquierda seguramente arrojaron como resultado la preferencia de la mayoría por López Obrador, por encima de Marcelo Ebrard. Pero sinceramente creo que muchas veces el pueblo se equivoca y que los perredistas no consideraron que AMLO es una figura desgastada, bizarra y añeja.
López Obrador es el perdedor que no se resigna, el eterno derrotado que no reconoce su verdadera situación. Pretende ser como el ave fénix y resurgir de sus cenizas sin considerar que muy probablemente su tiempo ya pasó y que en este momento lo mejor para su corriente política es proponer caras nuevas, si quiere de veras competir y sobre todo, triunfar.
Se ve que AMLO tuvo mucho tiempo libre en estos años y que ha preparado un discurso que desde su punto de vista puede llegar a la ciudadanía. “construir una República amorosa, más humana e igualitaria, con dimensión social y grandeza espiritual.” Suena bonito. Nada más suena bonito.
Y a propósito de “bonito”... Está listo el otro aspirante a gobernar México a partir del 2012. Quién lo hubiera dicho hace solamente diez años. De Secretario de Administración en un gabinete de dudosa reputación a presidente de la República. Ni más ni menos.
La vida da sorpresas. Hace años Enrique Peña Nieto no era otra cosa que un muchachito fresa y guapillo que a parte de utilizar sus encantos para ligarse a las edecanes en los actos de gobierno, no tenía la mínima presencia pública.
Ahora el flamante casi candidato del tricolor a la presidencia se da el lujo de criticar el “Estado disfuncional” y afirma en su nuevo libro “que en estos años” precisamente ese “Estado disfuncional ha arrastrado a los mexicanos por una pendiente al ser incapaz de crear las condiciones mínimas de seguridad, crecimiento económico, empleo digno, educación y una seguridad social de calidad.”
Nada más para comenzar, digo con toda franqueza que dudo que el libro lo haya realmente escrito él, por la sencilla razón que no veo a qué hora haya podido sentarse con calma a teclear sus ideas. A menos que no se trate de un súper héroe. Porque entre giras, pachangas y cumplimiento de sus obligaciones matrimoniales, a menos que no se haya dedicado a escribir su best seller durante muchos años, pues no veo cómo le pudo hacer. Si estoy blasfemando y fue él y solamente él quien escribió todo, le pido con toda humildad que nos pase la receta a quienes no estamos tan atareados como él y apenas podemos darle un espacio a la escritura.
Haciendo a un lado el detalle de la autoría, todavía estoy no solamente sorprendida, sino hasta indignada porque no puedo comprender cómo un priísta de pura cepa, uno que nació en el merito Atlacomulco, uno que creció y estudió y vivió gracias al sistema, tiene el descaro de criticar lo que el mismísimo PRI ha provocado.
Ya sé que los priístas van a comenzar a desgarrarse las vestiduras, pero ojalá fueran lo suficientemente humildes para reconocer que el “Estado disfuncional” del que habla Peña no tiene su origen 11 años atrás, cuando la derecha llegó al poder. En México nada funciona desde el momento en que por setenta años se vivió una dictadura de partido que hizo de nosotros una sociedad pobre, ignorante y reprimida.
Y lo más indignante es que el PRI quiere volver a las andadas, y pretende recetarnos otra vez sus viejas fórmulas, con la diferencia que ahora le apuesta todo a la imagen de niño bonito de un candidato hueco. Y ni siquiera Manlio Fabio Beltrones pudo con el paquete de enfrentarse al nuevo galán de telenovelas.
Por eso personalmente me da aún más rabia que el elegido del PRD no haya sido Marcelo Ebrard. Porque la carencia de un candidato fuerte, un candidato propositivo de la izquierda le da todavía más ventajas a Enrique Peña que como he dicho contínuamente en este espacio no es absolutamente una posibilidad de gobierno serio para nuestro país.
Del PAN ni hablar. Dos sexenios han sido suficientes para que los mexicanos no vuelvan a ceder a la tentación del “cambio” irracional. No se necesita mucho para saber que en la verdadera contienda por la presidencia el PAN no va a figurar, simplemente porque los miles de muertos provocados por la guerra al narcotráfico pesan demasiado en el ánimo popular.
Como dije al inicio, la situación vista desde afuera se puede analizar mejor. Y sin querer aparecer simplemente como una “contreras” más, me siento obligada a decir el panorama político mexicano se ve simplemente desolador. El problema es que cuando la democracia no es la solución, los caminos que llevan a las respuestas no son precisamente los más fáciles ni los más adecuados. Dejémoslo al tiempo pero no perdamos de vista que México, el verdadero, el del ciudadano de a pie simplemente ya no da para más.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Era solamente un dictador soft...
Publicado en el Semanario Punto, Toluca.
16 noviembre 2011
Después de meses de ausencia retomo este espacio, no sin antes agradecer a mi amigo Guillermo Romero Zarazúa por la paciencia que me ha demostrado. Ninguna razón particular, ningún motivo grave me ha hecho dejar de escribir durante tanto tiempo.
Se ha tratado simplemente de una especie de hastío, un estado de ánimo que simplemente me ha impedido expresarme, por una sencilla razón: no tenía absolutamente nada que decir.
Simplemente los acontecimientos me rebasaron y francamente ver que la situación no cambiaba provocó en mi persona una especie de rabia, de impotencia. Ni en Italia ni en México parecía ocurrir nada.
Fueron días y meses decididamente estériles, y naturalmente, la situación me ponía en riesgo de parecer repetitiva. Pensé que seguir escribiendo era simplemente desperdiciar tinta y energía.
Hoy me siento casi aliviada y sobre todo contenta. Lo confieso, ya era una situación personal. Irracionalmente personal, Mi aversión hacia Silvio Berlusconi -confieso- llegó a la exageración. No es bueno, no es coherente, no es normal. Pero así ocurría.
Posiblemente mi odio hacia el personaje es el reflejo de mi aversión a lo que representa: la mentira, la hipocresía, el afán de vivir bien sin mucho esfuerzo a costillas de los demás.
Cuando llegué a vivir a Italia, hace ocho años, fue difícil comprender el sistema de gobierno. Acostumbrada a un país donde vaya como vaya los sexenios terminan, a pesar de obtener pésimos resultados, me resultaba francamente complicado concebir la posibilidad de que un gobierno pueda caer sin llegar a completar el tiempo por el cual teoricamente es electo.
En pocas palabras, a diferencia de lo que ocurre en México, siendo Italia una república parlamentaria, son precisamente las cámaras quienes dan o quitan la “confianza” al presidente del Consejo de Ministros, que sin una mayoría contundente simplemente tiene que hacer las maletas e irse a su casa sin chistar.
Eso fue precisamente lo que le sucedió a Berlusca. Su gobierno, cada vez más débil y desgastado llegó al punto en el que hasta sus mismos incondicionales decidieron abandonarlo y decidió renunciar, consciente de que no podría continuar porque no tenía a su favor el número necesario de diputados que le dieran estabilidad y le permitieran llegar hasta el final de su mandato, que estaba programado hasta el 2013.
Se tardaron los diputados. No obstante el hartazgo de la sociedad italiana, a pesar del ridículo constante en que Berlusconi expuso al país frente a la comunidad internacional, sus aliados continuaron a sostenerlo, hasta que un hecho particular propició su caída definitiva.
La situación económica italiana, que hasta el momento corre el serio riesgo de ir a la bancarrota, propició la presión extrema de la Unión Europea. Solamente así comenzaron a cambiar las circunstancias y Berlusconi se fue.
Sus seguidores todavía se están quejando por el modo en que miles de personas festejaron la renuncia del hoy ex premier. Personalmente creo que hasta le fue bien, porque sinceramente de continuar así probablemente el descontento social habría llegado a extremos inimaginables. Por lo menos no terminó como otros dictadores. Quizá porque en el fondo Berlusca era solamente un dictador soft.
Quienes hoy se rasgan las vestiduras son seguramente aquellos que por años -para ser precisos, 17- vivieron encantados, o mejor dicho, manipulados con la idea de un “cambio” que nunca llegó.
Honestamente comienzo a sospechar que cuando un político propone grandes novedades, cambios arrolladores y maravillas varias, apoyándose sobre todo en los medios de comunicación y desplegando campañas innovadoras, posiblemente está buscando convencernos de votar por él para terminar dándonos más de lo mismo.
Encuentro elocuente el artículo pulicado por el diario español El País y firmado por Roberto Saviano, uno de los grandes opositores al gobierno berlusconiano. señala: “Los casi 20 años del Gobierno de Berlusconi han sido un arabesco: la línea más larga posible entre lo viejo y lo viejo que se hacía pasar por nuevo. Entre Democracia Cristiana y democracia cristiana. Cuántas mentiras en estos 20 años, cuántas mistificaciones.”
Nadie mejor que Saviano, un escritor y periodista importante para describir lo que Berlusconi ha sido, ha representado.
He siempre dicho que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Es evidente que Berlusconi no habría llegado al poder sin el apoyo de la mayoría de los ciudadanos. Desafortunadamente los 17 años de berlusconismo no son sino el reflejo de la decadencia de un país que, pudiendo mantenerse a la vanguardia, ha frenado su crecimiento postguerra y de ser considerado el “milagro italiano” ha dado marcha atrás y hoy está a un paso del desastre.
Retomo a Saviano: “En Italia, el sector público está en la ruina, la sanidad no tiene unos estándares dignos de Europa, la escuela, la Universidad y la investigación renquean. Durante años el Parlamento se ha dedicado a discutir, enmendar y votar leyes ad personam y leyes que hemos denominado ad aziendam”.
Me he siempre preguntado por qué Alemania y Japón, los otros dos países perdedores de la Segunda Guerra Mundial lograron levantarse de sus cenizas y superando derrotas dolorosas se convirtieron en pocas décadas en potencias económicas. Italia a fin de cuentas fue el país del Eje menos penalizado.
Ni le pusieron un muro ni le lanzaron dos bombas atómicas. Partió en ventaja y tuvo todo para crecer. Sin embargo sufrió y sigue sufriendo las consecuencias de elecciones equivocadas.
¿Acaso tendrá que ver la naturaleza desordenada, pasional, irracional de los pueblos latinos? ¿Será esta la causa de los sufrimientos del país? Como teoría me parece arriesgada, pero no la veo lejana de la realidad.
El punto es que el panorama italiano es triste. Desolador.
Aunque duela pensarlo, Berlusconi se fue pero el berlusconismo no. Y seguramente no faltarà quien diga que la situación era mejor cuando él ostentaba el poder, así como no falta quien todavía sostiene que eran mejores los tiempos de Mussolini.
El nuevo premier, Mario Monti no la tiene fácil. De él se dicen muchas cosas. Hay quien sostiene que trabajará para favorecer a las obscuras fuerzas financieras y que nada bueno puede traer a los italianos. Hay quien piensa que su gobierno durará poco y dará paso a unas elecciones donde de cualquier manera no hay mucho de dónde escoger.
Los más optimistas ven con buenos ojos que Italia tenga un gobierno “técnico” y no político, quizá porque de políticos es precisamente de lo que estamos hartos en el mundo, no solamente en el país de la bota.
Como sea, todo lo que se diga por el momento corresponde solamente al mundo de las especulaciones. La única situación seria y concreta es que Berlusconi se fue, para satisfacción de los seres pensantes de Italia y de cualquier manera estamos hablando de un país al borde del precipicio económico.
Vienen días intensos e interesantes. No olvidemos que Europa entera está en riesgo y que después de Italia, Francia y España podrían caer. No perdamos de vista que en este momento histórico hay solamente un Dios que exige sacrificios: se llama dinero y reina soberano entre todos los pueblos de la tierra. A fin de cuentas, librándonos de Berlusconi simplemente salimos de Guatepeor... pero no nos libramos de quedar en Guatemala... El mundo está así, y poco se puede hacer.
16 noviembre 2011
Después de meses de ausencia retomo este espacio, no sin antes agradecer a mi amigo Guillermo Romero Zarazúa por la paciencia que me ha demostrado. Ninguna razón particular, ningún motivo grave me ha hecho dejar de escribir durante tanto tiempo.
Se ha tratado simplemente de una especie de hastío, un estado de ánimo que simplemente me ha impedido expresarme, por una sencilla razón: no tenía absolutamente nada que decir.
Simplemente los acontecimientos me rebasaron y francamente ver que la situación no cambiaba provocó en mi persona una especie de rabia, de impotencia. Ni en Italia ni en México parecía ocurrir nada.
Fueron días y meses decididamente estériles, y naturalmente, la situación me ponía en riesgo de parecer repetitiva. Pensé que seguir escribiendo era simplemente desperdiciar tinta y energía.
Hoy me siento casi aliviada y sobre todo contenta. Lo confieso, ya era una situación personal. Irracionalmente personal, Mi aversión hacia Silvio Berlusconi -confieso- llegó a la exageración. No es bueno, no es coherente, no es normal. Pero así ocurría.
Posiblemente mi odio hacia el personaje es el reflejo de mi aversión a lo que representa: la mentira, la hipocresía, el afán de vivir bien sin mucho esfuerzo a costillas de los demás.
Cuando llegué a vivir a Italia, hace ocho años, fue difícil comprender el sistema de gobierno. Acostumbrada a un país donde vaya como vaya los sexenios terminan, a pesar de obtener pésimos resultados, me resultaba francamente complicado concebir la posibilidad de que un gobierno pueda caer sin llegar a completar el tiempo por el cual teoricamente es electo.
En pocas palabras, a diferencia de lo que ocurre en México, siendo Italia una república parlamentaria, son precisamente las cámaras quienes dan o quitan la “confianza” al presidente del Consejo de Ministros, que sin una mayoría contundente simplemente tiene que hacer las maletas e irse a su casa sin chistar.
Eso fue precisamente lo que le sucedió a Berlusca. Su gobierno, cada vez más débil y desgastado llegó al punto en el que hasta sus mismos incondicionales decidieron abandonarlo y decidió renunciar, consciente de que no podría continuar porque no tenía a su favor el número necesario de diputados que le dieran estabilidad y le permitieran llegar hasta el final de su mandato, que estaba programado hasta el 2013.
Se tardaron los diputados. No obstante el hartazgo de la sociedad italiana, a pesar del ridículo constante en que Berlusconi expuso al país frente a la comunidad internacional, sus aliados continuaron a sostenerlo, hasta que un hecho particular propició su caída definitiva.
La situación económica italiana, que hasta el momento corre el serio riesgo de ir a la bancarrota, propició la presión extrema de la Unión Europea. Solamente así comenzaron a cambiar las circunstancias y Berlusconi se fue.
Sus seguidores todavía se están quejando por el modo en que miles de personas festejaron la renuncia del hoy ex premier. Personalmente creo que hasta le fue bien, porque sinceramente de continuar así probablemente el descontento social habría llegado a extremos inimaginables. Por lo menos no terminó como otros dictadores. Quizá porque en el fondo Berlusca era solamente un dictador soft.
Quienes hoy se rasgan las vestiduras son seguramente aquellos que por años -para ser precisos, 17- vivieron encantados, o mejor dicho, manipulados con la idea de un “cambio” que nunca llegó.
Honestamente comienzo a sospechar que cuando un político propone grandes novedades, cambios arrolladores y maravillas varias, apoyándose sobre todo en los medios de comunicación y desplegando campañas innovadoras, posiblemente está buscando convencernos de votar por él para terminar dándonos más de lo mismo.
Encuentro elocuente el artículo pulicado por el diario español El País y firmado por Roberto Saviano, uno de los grandes opositores al gobierno berlusconiano. señala: “Los casi 20 años del Gobierno de Berlusconi han sido un arabesco: la línea más larga posible entre lo viejo y lo viejo que se hacía pasar por nuevo. Entre Democracia Cristiana y democracia cristiana. Cuántas mentiras en estos 20 años, cuántas mistificaciones.”
Nadie mejor que Saviano, un escritor y periodista importante para describir lo que Berlusconi ha sido, ha representado.
He siempre dicho que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Es evidente que Berlusconi no habría llegado al poder sin el apoyo de la mayoría de los ciudadanos. Desafortunadamente los 17 años de berlusconismo no son sino el reflejo de la decadencia de un país que, pudiendo mantenerse a la vanguardia, ha frenado su crecimiento postguerra y de ser considerado el “milagro italiano” ha dado marcha atrás y hoy está a un paso del desastre.
Retomo a Saviano: “En Italia, el sector público está en la ruina, la sanidad no tiene unos estándares dignos de Europa, la escuela, la Universidad y la investigación renquean. Durante años el Parlamento se ha dedicado a discutir, enmendar y votar leyes ad personam y leyes que hemos denominado ad aziendam”.
Me he siempre preguntado por qué Alemania y Japón, los otros dos países perdedores de la Segunda Guerra Mundial lograron levantarse de sus cenizas y superando derrotas dolorosas se convirtieron en pocas décadas en potencias económicas. Italia a fin de cuentas fue el país del Eje menos penalizado.
Ni le pusieron un muro ni le lanzaron dos bombas atómicas. Partió en ventaja y tuvo todo para crecer. Sin embargo sufrió y sigue sufriendo las consecuencias de elecciones equivocadas.
¿Acaso tendrá que ver la naturaleza desordenada, pasional, irracional de los pueblos latinos? ¿Será esta la causa de los sufrimientos del país? Como teoría me parece arriesgada, pero no la veo lejana de la realidad.
El punto es que el panorama italiano es triste. Desolador.
Aunque duela pensarlo, Berlusconi se fue pero el berlusconismo no. Y seguramente no faltarà quien diga que la situación era mejor cuando él ostentaba el poder, así como no falta quien todavía sostiene que eran mejores los tiempos de Mussolini.
El nuevo premier, Mario Monti no la tiene fácil. De él se dicen muchas cosas. Hay quien sostiene que trabajará para favorecer a las obscuras fuerzas financieras y que nada bueno puede traer a los italianos. Hay quien piensa que su gobierno durará poco y dará paso a unas elecciones donde de cualquier manera no hay mucho de dónde escoger.
Los más optimistas ven con buenos ojos que Italia tenga un gobierno “técnico” y no político, quizá porque de políticos es precisamente de lo que estamos hartos en el mundo, no solamente en el país de la bota.
Como sea, todo lo que se diga por el momento corresponde solamente al mundo de las especulaciones. La única situación seria y concreta es que Berlusconi se fue, para satisfacción de los seres pensantes de Italia y de cualquier manera estamos hablando de un país al borde del precipicio económico.
Vienen días intensos e interesantes. No olvidemos que Europa entera está en riesgo y que después de Italia, Francia y España podrían caer. No perdamos de vista que en este momento histórico hay solamente un Dios que exige sacrificios: se llama dinero y reina soberano entre todos los pueblos de la tierra. A fin de cuentas, librándonos de Berlusconi simplemente salimos de Guatepeor... pero no nos libramos de quedar en Guatemala... El mundo está así, y poco se puede hacer.
miércoles, 8 de junio de 2011
Libertad de expresión y espíritu crítico
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
08 junio, 2011
Escribo estas líneas mientras en México se celebra el día de la Libertad de Expresión. Sin duda, es un tema importante sobre todo si se considera la caótica situación actual de nuestro país. Es un momento crítico en el cual resulta no solamente necesaria, sino obligatoria la libertad de expresarnos, y como consecuencia, también la libertad de informar y ser informados.
Que quede claro: expresarse no es una libertad exclusiva de los medios de comunicación, sino un derecho fundamental de todos los seres humanos. Sin embargo, queda claro que son precisamente los medios los encargados de evidenciar y ejercer esa libertad.
El problema es cuando se abusa del privilegio de informar. Y la cosa se pone peor si en lugar de informar, se desperdicia la posibilidad de funcionar como contrapeso del poder.
Quiero dar un ejemplo que si bien no puedo mencionar como la situación general de los medios, es significativo. Lo encontré curioseando en la red. Se trata de una nota publicada por el diario online El Universal, que en su sección dedicada al estado de México da cuenta de que el candidato priísta a la gubernatura, Eruviel Avila Villegas, “disfruta de una quesadilla en Toluca”. Y completa: “Tras encabezar un mitin en la Alameda Central de la capital mexiquense, el candidato de la coalición "Unidos por Ti" comió en el puesto de "Doña Ofe" antes de continuar sus actividades de campaña”.
La nota está firmada por la reportera Denise Mackenzie. Y me sigo preguntando quién fue el valiente jefe de redacción que se atrevió a publicarla, olvidando que el espacio -virtual o real, es lo de menos- de un diario o de cualquier medio de comunicación debe ser aprovechado porque es precioso.
Quisiera saber si quienes son responsables de los contenidos en los medios han olvidado los conceptos fundamentales del periodismo. La noticia, definida como “una redacción o un relato que informa al público sobre un hecho novedoso o atípico, ocurrido dentro de una comunidad... es un hecho periodístico y constituye un recorte de la realidad que merece ser informado por su relevancia social.”
Relevancia social. Me gustaría saber realmente cuál es el porcentaje de información publicada que tiene seriamente relevancia social. Supongo que la cantidad es ridícula y que sin duda los periódicos y los noticiarios de los medios electrónicos de llenan de información intrascendente, porque a fin de cuentas se trata de llenar espacios con el fin de continuar a recibir ganancias económicas.
Volvemos al viejo tema: la información es un negocio y así se entiende. Obviamente el comportamiento de los medios responde sencillamente a las necesidades de consumo y venta de espacios.
Resulta difícil pensar en la libertad de expresión como un derecho de quienes en los últimos tiempos se han convertido simplemente en mercenarios de la información. Muy probablemente publicar que el candidato priísta se come una quesadilla en la Alameda de Toluca forma parte de un paquete especial hecho por el diario que obtendrá óptimas comisiones que quién sabe si llegarán a la reportera, que mientras tanto firma y con ello pone su nombre en evidencia como autora de una de las notas más insulsas y sin sentido que hayan sido publicadas.
Y mientras tanto, no se ve claro el ejercicio de la libertad de expresión en la mayor parte de los medios, sobre todo en los que son más populares. Hay una complicidad que se percibe. Yo no hablo de represión.
Checando conceptos he encontrado uno del premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa, que dice que “todas las dictaduras, de derechas y de izquierdas, practican la censura y usan el chantaje, la intimidación o el soborno para controlar el flujo de información. Se puede medir la salud democrática de un país evaluando la diversidad de opiniones, la libertad de expresión y el espíritu crítico de sus diversos medios de comunicación".
En México creo que ya pasaron los tiempos de la censura y el chantaje. Hoy cada medio es libre d e publicar lo que se le da la gana. La autoridad ha tenido el cuidado y la capacidad de poner un disfraz de democracia a los medios.
Se puede hablar de presidentes espurios y alcohólicos, se puede decir que hay complicidad con el crimen organizado. Claro que se puede. Mientras no se enteren las mayorías no hay problema. Pero si se trata de medios más importantes por su popularidad, entonces la cosa cambia.
Ahí se nota la complicidad de la que hablo. Y se ve que es el soborno, y no la intimidación la
estrategia que está funcionando.
Es la posibilidad de ganancias económicas la que permite el no-ejercicio pleno de la libertad de expresión en México. Es la asociación en busca el poder que prevalece. Por eso un medio “importante” por sus alcances no puede hacer otra cosa que publicar que el candidato priísta mexiquense es un ejemplo de sencillez y come quesadillas como cualquier hijo de vecino, mientras otras publicaciones mucho menos importantes no encuentran la forma de hacer entender a la sociedad que Eruviel Ávila no es precisamente la mejor solución para gobernar una entidad llena de problemas de todo tipo.
No es que no se pueda expresar lo que se quiere. Es simplemente que no se quiere expresar lo que se puede. Simplemente porque los medios son un negocio y para que un negocio funcione, se mantenga y eventualmente crezca, es necesario ceder.
08 junio, 2011
Escribo estas líneas mientras en México se celebra el día de la Libertad de Expresión. Sin duda, es un tema importante sobre todo si se considera la caótica situación actual de nuestro país. Es un momento crítico en el cual resulta no solamente necesaria, sino obligatoria la libertad de expresarnos, y como consecuencia, también la libertad de informar y ser informados.
Que quede claro: expresarse no es una libertad exclusiva de los medios de comunicación, sino un derecho fundamental de todos los seres humanos. Sin embargo, queda claro que son precisamente los medios los encargados de evidenciar y ejercer esa libertad.
El problema es cuando se abusa del privilegio de informar. Y la cosa se pone peor si en lugar de informar, se desperdicia la posibilidad de funcionar como contrapeso del poder.
Quiero dar un ejemplo que si bien no puedo mencionar como la situación general de los medios, es significativo. Lo encontré curioseando en la red. Se trata de una nota publicada por el diario online El Universal, que en su sección dedicada al estado de México da cuenta de que el candidato priísta a la gubernatura, Eruviel Avila Villegas, “disfruta de una quesadilla en Toluca”. Y completa: “Tras encabezar un mitin en la Alameda Central de la capital mexiquense, el candidato de la coalición "Unidos por Ti" comió en el puesto de "Doña Ofe" antes de continuar sus actividades de campaña”.
La nota está firmada por la reportera Denise Mackenzie. Y me sigo preguntando quién fue el valiente jefe de redacción que se atrevió a publicarla, olvidando que el espacio -virtual o real, es lo de menos- de un diario o de cualquier medio de comunicación debe ser aprovechado porque es precioso.
Quisiera saber si quienes son responsables de los contenidos en los medios han olvidado los conceptos fundamentales del periodismo. La noticia, definida como “una redacción o un relato que informa al público sobre un hecho novedoso o atípico, ocurrido dentro de una comunidad... es un hecho periodístico y constituye un recorte de la realidad que merece ser informado por su relevancia social.”
Relevancia social. Me gustaría saber realmente cuál es el porcentaje de información publicada que tiene seriamente relevancia social. Supongo que la cantidad es ridícula y que sin duda los periódicos y los noticiarios de los medios electrónicos de llenan de información intrascendente, porque a fin de cuentas se trata de llenar espacios con el fin de continuar a recibir ganancias económicas.
Volvemos al viejo tema: la información es un negocio y así se entiende. Obviamente el comportamiento de los medios responde sencillamente a las necesidades de consumo y venta de espacios.
Resulta difícil pensar en la libertad de expresión como un derecho de quienes en los últimos tiempos se han convertido simplemente en mercenarios de la información. Muy probablemente publicar que el candidato priísta se come una quesadilla en la Alameda de Toluca forma parte de un paquete especial hecho por el diario que obtendrá óptimas comisiones que quién sabe si llegarán a la reportera, que mientras tanto firma y con ello pone su nombre en evidencia como autora de una de las notas más insulsas y sin sentido que hayan sido publicadas.
Y mientras tanto, no se ve claro el ejercicio de la libertad de expresión en la mayor parte de los medios, sobre todo en los que son más populares. Hay una complicidad que se percibe. Yo no hablo de represión.
Checando conceptos he encontrado uno del premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa, que dice que “todas las dictaduras, de derechas y de izquierdas, practican la censura y usan el chantaje, la intimidación o el soborno para controlar el flujo de información. Se puede medir la salud democrática de un país evaluando la diversidad de opiniones, la libertad de expresión y el espíritu crítico de sus diversos medios de comunicación".
En México creo que ya pasaron los tiempos de la censura y el chantaje. Hoy cada medio es libre d e publicar lo que se le da la gana. La autoridad ha tenido el cuidado y la capacidad de poner un disfraz de democracia a los medios.
Se puede hablar de presidentes espurios y alcohólicos, se puede decir que hay complicidad con el crimen organizado. Claro que se puede. Mientras no se enteren las mayorías no hay problema. Pero si se trata de medios más importantes por su popularidad, entonces la cosa cambia.
Ahí se nota la complicidad de la que hablo. Y se ve que es el soborno, y no la intimidación la
estrategia que está funcionando.
Es la posibilidad de ganancias económicas la que permite el no-ejercicio pleno de la libertad de expresión en México. Es la asociación en busca el poder que prevalece. Por eso un medio “importante” por sus alcances no puede hacer otra cosa que publicar que el candidato priísta mexiquense es un ejemplo de sencillez y come quesadillas como cualquier hijo de vecino, mientras otras publicaciones mucho menos importantes no encuentran la forma de hacer entender a la sociedad que Eruviel Ávila no es precisamente la mejor solución para gobernar una entidad llena de problemas de todo tipo.
No es que no se pueda expresar lo que se quiere. Es simplemente que no se quiere expresar lo que se puede. Simplemente porque los medios son un negocio y para que un negocio funcione, se mantenga y eventualmente crezca, es necesario ceder.
miércoles, 1 de junio de 2011
Cuando la violencia toca a los más débiles...
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
01 junio, 2011
Esta semana sinceramente debo decir que de todas las noticias que he tenido la oportunidad de leer, hay una que me ha conmovido particularmente. Se trata del premio que recibió hace algunos días la profesora regiomontana Martha Rivera.
Todo comenzó cuando a través de Youtube, fue posible ver en un video cómo esta maestra de un Kínder ubicado en Monterrey encontró la forma de mantener en calma a sus alumnos mientras cerca de la escuela había una balacera.
El video lo vi varias veces. Debo ser honesta. Me quedé con la boca abierta al inicio y después no pude contener las lágrimas.
¿Qué fue lo que provocó una reacción emotiva tan fuerte en mi persona? Simplemente el hecho de que no concibo, no imagino, no acepto bajo ninguna circunstancia el hecho que un grupo de niños tan pequeños y su profesora deban estar preparados para afrontar con calma una situación violenta.
Me siento simplemente ofendida por saber que el México de hoy vive un momento particularmente delicado.
Es una realidad dolorosa que posiblemente quienes vivimos en el extranjero y añoramos la patria no podemos aceptar tan facilmente.
Posiblemente quienes habitan en el país se han ido habituando paulatinamente a las circunstancias. A lo mejor se han resignado.
Desde mi humilde punto de vista, la violencia es consecuencia de muchos factores. Yo lo resumo en dos grandes causas: la economía que es un desastre y aumenta las diferencias sociales, por una parte y por otra la guerra contra el narcotráfico que ya no hace diferencia entre los civiles, los criminales y la autoridad.
El problema es que sea cual sea la causa, los mexicanos nos estamos acostumbrando a vivir con el miedo, a prevenir los atentados más inverosímiles a nuestra integridad física y a nuestra serenidad, y esto no es absolutamente aceptable.
Es indignante pensar en un grupo de niños pecho a tierra, cantando junto a su maestra para distraerse, mientras se escuchan disparos en el exterior. Se trata de una escena surreal, pero sobre todo debería ser un motivo más para que la sociedad se despiertara, se movilizara, exigiera, se hiciera sentir con toda su fuerza.
Después de conocer este caso, me parece todavía más ofensiva la declaración reciente del presidente Felipe Calderón, que durante la reciente cumbre mundial de viajes y turismo dijo que “la violencia en México se circunscribe sólo a algunos puntos y el resto del país se encuentra apacible”.
Dijo nuestro presidente “yo vi a miles, miles de spring breakers en México divirtiéndose y tengo entendido que los únicos disparos que recibieron eran de tequila, a muchos de ellos y nada pasó”.
Si el mismísimo titular del Ejecutivo hace como que no ve lo que está ocurriendo, las cosas están mucho más graves de lo que se piensa. Es como si quisiera negar los males que aquejan a la sociedad mexicana, como si de pronto se le ocurriera que es mejor tapar el sol con un dedo.
Y no se vale. O el presidente está mintiendo con alevosía o sencillamente ignora la realidad. O vive y gobierna otro país.
Pienso en los niños y en los adolescentes mexicanos. Acostumbrados a vivir en un clima violento, se están convirtiendo en víctimas de las circunstancias. Están aprendiendo a considerar la violencia como algo natural.
Curioseando en la red encontré algunos datos escalofriantes, siempre hablando de las nuevas generaciones de mexicanos.
“Las organizaciones civiles de México contabilizan aproximadamente 25.mil menores que están vinculados con el crimen organizado. Los niños que trabajan para el narco mexicano son víctimas del agresivo entorno social en el que se desenvuelven, según los expertos.”
De acuerdo con el sitio, investigaciones de algunos centros de estudios superiores arrojan que los adolescentes son víctimas del entorno agresivo en el que viven e ingresan a las organizaciones delictivas por seguir un ideal, por ignorancia o simplemente en busca de empleo.
Nada que ver con la realidad en que vive nuestro presidente, que parece no saber que los jóvenes mexicanos están creciendo antes de tiempo, que se están acostumbrando al miedo y no solamente eso, que muchos de ellos se están involucrando seriamente con la delincuencia.
Siempre en la red se reporta que el profesor de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez Víctor Manuel Quintana considera que “los adolescentes enrolados en los carteles pueden cumplir diversas funciones. En primer lugar, son vigilantes que se ponen en las estaciones de gasolina y en las entradas y salidas de las carreteras para avisar a los narcotraficantes quién llega y quién sale de la zona de su influencia, pero el mayor problema es que está incrementándose el empleo de los niños como ejecutores”.
Creo que llegar al punto en que los pequeños se ven despojados de su infancia por culpa de la violencia, saber que desde edad temprana se pueden convertir ya sea en víctimas o protagonistas de la delincuencia debe ser un serio punto de reflexión para la sociedad mexicana, que está pasando por uno de los momentos más negros de su historia.
01 junio, 2011
Esta semana sinceramente debo decir que de todas las noticias que he tenido la oportunidad de leer, hay una que me ha conmovido particularmente. Se trata del premio que recibió hace algunos días la profesora regiomontana Martha Rivera.
Todo comenzó cuando a través de Youtube, fue posible ver en un video cómo esta maestra de un Kínder ubicado en Monterrey encontró la forma de mantener en calma a sus alumnos mientras cerca de la escuela había una balacera.
El video lo vi varias veces. Debo ser honesta. Me quedé con la boca abierta al inicio y después no pude contener las lágrimas.
¿Qué fue lo que provocó una reacción emotiva tan fuerte en mi persona? Simplemente el hecho de que no concibo, no imagino, no acepto bajo ninguna circunstancia el hecho que un grupo de niños tan pequeños y su profesora deban estar preparados para afrontar con calma una situación violenta.
Me siento simplemente ofendida por saber que el México de hoy vive un momento particularmente delicado.
Es una realidad dolorosa que posiblemente quienes vivimos en el extranjero y añoramos la patria no podemos aceptar tan facilmente.
Posiblemente quienes habitan en el país se han ido habituando paulatinamente a las circunstancias. A lo mejor se han resignado.
Desde mi humilde punto de vista, la violencia es consecuencia de muchos factores. Yo lo resumo en dos grandes causas: la economía que es un desastre y aumenta las diferencias sociales, por una parte y por otra la guerra contra el narcotráfico que ya no hace diferencia entre los civiles, los criminales y la autoridad.
El problema es que sea cual sea la causa, los mexicanos nos estamos acostumbrando a vivir con el miedo, a prevenir los atentados más inverosímiles a nuestra integridad física y a nuestra serenidad, y esto no es absolutamente aceptable.
Es indignante pensar en un grupo de niños pecho a tierra, cantando junto a su maestra para distraerse, mientras se escuchan disparos en el exterior. Se trata de una escena surreal, pero sobre todo debería ser un motivo más para que la sociedad se despiertara, se movilizara, exigiera, se hiciera sentir con toda su fuerza.
Después de conocer este caso, me parece todavía más ofensiva la declaración reciente del presidente Felipe Calderón, que durante la reciente cumbre mundial de viajes y turismo dijo que “la violencia en México se circunscribe sólo a algunos puntos y el resto del país se encuentra apacible”.
Dijo nuestro presidente “yo vi a miles, miles de spring breakers en México divirtiéndose y tengo entendido que los únicos disparos que recibieron eran de tequila, a muchos de ellos y nada pasó”.
Si el mismísimo titular del Ejecutivo hace como que no ve lo que está ocurriendo, las cosas están mucho más graves de lo que se piensa. Es como si quisiera negar los males que aquejan a la sociedad mexicana, como si de pronto se le ocurriera que es mejor tapar el sol con un dedo.
Y no se vale. O el presidente está mintiendo con alevosía o sencillamente ignora la realidad. O vive y gobierna otro país.
Pienso en los niños y en los adolescentes mexicanos. Acostumbrados a vivir en un clima violento, se están convirtiendo en víctimas de las circunstancias. Están aprendiendo a considerar la violencia como algo natural.
Curioseando en la red encontré algunos datos escalofriantes, siempre hablando de las nuevas generaciones de mexicanos.
“Las organizaciones civiles de México contabilizan aproximadamente 25.mil menores que están vinculados con el crimen organizado. Los niños que trabajan para el narco mexicano son víctimas del agresivo entorno social en el que se desenvuelven, según los expertos.”
De acuerdo con el sitio, investigaciones de algunos centros de estudios superiores arrojan que los adolescentes son víctimas del entorno agresivo en el que viven e ingresan a las organizaciones delictivas por seguir un ideal, por ignorancia o simplemente en busca de empleo.
Nada que ver con la realidad en que vive nuestro presidente, que parece no saber que los jóvenes mexicanos están creciendo antes de tiempo, que se están acostumbrando al miedo y no solamente eso, que muchos de ellos se están involucrando seriamente con la delincuencia.
Siempre en la red se reporta que el profesor de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez Víctor Manuel Quintana considera que “los adolescentes enrolados en los carteles pueden cumplir diversas funciones. En primer lugar, son vigilantes que se ponen en las estaciones de gasolina y en las entradas y salidas de las carreteras para avisar a los narcotraficantes quién llega y quién sale de la zona de su influencia, pero el mayor problema es que está incrementándose el empleo de los niños como ejecutores”.
Creo que llegar al punto en que los pequeños se ven despojados de su infancia por culpa de la violencia, saber que desde edad temprana se pueden convertir ya sea en víctimas o protagonistas de la delincuencia debe ser un serio punto de reflexión para la sociedad mexicana, que está pasando por uno de los momentos más negros de su historia.
miércoles, 4 de mayo de 2011
Los norteamericanos y sus fantasmas
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
04 mayo, 2011
Después de una larga pausa vacacional, es un verdadero placer escribir de nuevo. Lo mejor del caso es que esta semana hay asuntos importantes a nivel internacional. Desde la enorme tontería llamada boda real, pasando por la beatificación del papa Juan Pablo II.
Pero definitivamente los dos asuntos quedan en segundo plano y personalmente no puedo evitar hablar del caso más importante del momento: la muerte de Osama Bin Laden.
Hay mucho por decir, indudablemente, pero en realidad considero verdaderamente significativo observar la actitud de los ciudadanos estadounidenses, que salieron a las calles a festejar la muerte del maloso. Cosas que solamente pueden pasar en los Estados Unidos, me parece.
Una auténtica paradoja que un país que ha siempre mantenido una imagen de “justicia y bondad” frente al resto del mundo. Porque sin duda cada acción de los americanos, por bélica o bárbara que sea, ha sido ejecutada bajo el argumento de que todo lo hacen por mantener el equilibrio global.
Saber que ni más ni menos un Premio Nobel de la paz ordenó la muerte del terrorista más buscado del planeta, provoca escalofríos. Se pueden escribir páginas enteras acerca de este detalle.
Pero no hay que olvidar que con todo el perfume de santidad con el que desde el inicio han querido llenar a Barak Obama, éste no deja de ser el presidente de la nación más poderosa, y que sus objetivos serán siempre a favor del sistema del que forma parte.
Por otra parte, otro de los detalles que no se pueden pasar por alto es el modo extraño en que se dieron los acontecimientos. Sencillamente parece que quien se ocupa de la comunicación en el gobierno americano continúa a tratar a los habitantes de la aldea global como si fuéramos ingenuos, olvidando que en esta época cualquier acontecimiento puede ser documentado gracias a la tecnología.
Objetivamente, la más pura tradición indica que la derrota del enemigo debe ser mostrada al mundo, por una parte como advertencia y por otra como ostentación. Desde tiempos inmemoriales, las cabezas de los vencidos eran exhibidas en las plazas públicas.
Por eso no se entiende el motivo por el cual el cadáver de Osama Bin Laden fue “arrojado al mar” sin que por lo menos antes se hubieran capturado las imágenes como prueba contundente e inequívoca de su derrota.
Error garrafal. Porque a partir de esa carencia ha sido posible desencadenar toda la rumorología posible y porque además, la acción de los estadounidenses queda incompleta.
Aún cuando en los próximos días se publiquen fotografías y videos para demostrar lo ocurrido, seguramente el efecto no será el mismo, y continuarán a generarse más y más leyendas acerca de la presunta muerte del maloso.
El maloso... Es digno de considerar el modo en que durante los últimos diez años Osama Bin Laden se convirtió en la personificación misma de todos los males.
Su imagen y sus apariciones desencadenaban la más pura de las paranoias. Todos en alerta, todos en espera de posibles acciones terroristas. El mundo occidental completo se puso de rodillas y se llenó de miedo.
Desde entonces, comenzaron a acuñarse conceptos como “fundamentalismo islámico”, “kamikase”, “jihad”. En diez años el mundo se transformó y acciones tan simples como viajar en avión o hasta en metro en las grandes ciudades europeas se convirtieron en motivo de alerta. Lo dicho. Pura paranoia.
A partir de los atentados del 11 de septiembre del 2001, el mundo cambió y los países occidentales se pusieron más que nunca a disposición de los Estados Unidos. El cuento del terrorismo caló hondo y el miedo se apoderó de los ciudadanos.
Por miedo se inició en Iraq una de las guerras más estúpidas de los últimos tiempos. El miedo ha justificado acciones que han costado la muerte de muchos inocentes. Vivimos en una sociedad global asustada.
“El mundo está más tranquilo” a partir de la muerte de Bin Laden, dice Obama. Será por eso que los festejos multitudinarios parecen justificarse. Insisto en lo increíble que resulta observar cómo los americanos se reunían para festejar la muerte.
La muerte no se festeja. No es cristiano, dice la Iglesia católica. Yo creo que no es humano, así como creo que hay algo de “montaje” casi cinematográfico en toda la historia de Bin Laden, cuya muerte llega casualmente en un momento en que la popularidad de Obama necesita urgentemente reforzarse.
A fin de cuentas lo único que hay que agregar es después de la supuesta eliminación de un presunto terrorista, -y recalco: “supuesta” y“presunto”- habrá que esperar el próximo capítulo, porque será necesario encontrar un nuevo maloso que sirva de contrapeso e involuntariamente permita exaltar la figura de los buenos de la película: los gringos que, como siempre, no hacen otra cosa que preocuparse por la paz y la democracia del planeta, fungiendo como la policía del mundo y haciéndonos el favor de protegernos a todos, pobres indefensos que lo único que podemos y debemos hacer es agradecerles en todo momento su inmerecida protección.
04 mayo, 2011
Después de una larga pausa vacacional, es un verdadero placer escribir de nuevo. Lo mejor del caso es que esta semana hay asuntos importantes a nivel internacional. Desde la enorme tontería llamada boda real, pasando por la beatificación del papa Juan Pablo II.
Pero definitivamente los dos asuntos quedan en segundo plano y personalmente no puedo evitar hablar del caso más importante del momento: la muerte de Osama Bin Laden.
Hay mucho por decir, indudablemente, pero en realidad considero verdaderamente significativo observar la actitud de los ciudadanos estadounidenses, que salieron a las calles a festejar la muerte del maloso. Cosas que solamente pueden pasar en los Estados Unidos, me parece.
Una auténtica paradoja que un país que ha siempre mantenido una imagen de “justicia y bondad” frente al resto del mundo. Porque sin duda cada acción de los americanos, por bélica o bárbara que sea, ha sido ejecutada bajo el argumento de que todo lo hacen por mantener el equilibrio global.
Saber que ni más ni menos un Premio Nobel de la paz ordenó la muerte del terrorista más buscado del planeta, provoca escalofríos. Se pueden escribir páginas enteras acerca de este detalle.
Pero no hay que olvidar que con todo el perfume de santidad con el que desde el inicio han querido llenar a Barak Obama, éste no deja de ser el presidente de la nación más poderosa, y que sus objetivos serán siempre a favor del sistema del que forma parte.
Por otra parte, otro de los detalles que no se pueden pasar por alto es el modo extraño en que se dieron los acontecimientos. Sencillamente parece que quien se ocupa de la comunicación en el gobierno americano continúa a tratar a los habitantes de la aldea global como si fuéramos ingenuos, olvidando que en esta época cualquier acontecimiento puede ser documentado gracias a la tecnología.
Objetivamente, la más pura tradición indica que la derrota del enemigo debe ser mostrada al mundo, por una parte como advertencia y por otra como ostentación. Desde tiempos inmemoriales, las cabezas de los vencidos eran exhibidas en las plazas públicas.
Por eso no se entiende el motivo por el cual el cadáver de Osama Bin Laden fue “arrojado al mar” sin que por lo menos antes se hubieran capturado las imágenes como prueba contundente e inequívoca de su derrota.
Error garrafal. Porque a partir de esa carencia ha sido posible desencadenar toda la rumorología posible y porque además, la acción de los estadounidenses queda incompleta.
Aún cuando en los próximos días se publiquen fotografías y videos para demostrar lo ocurrido, seguramente el efecto no será el mismo, y continuarán a generarse más y más leyendas acerca de la presunta muerte del maloso.
El maloso... Es digno de considerar el modo en que durante los últimos diez años Osama Bin Laden se convirtió en la personificación misma de todos los males.
Su imagen y sus apariciones desencadenaban la más pura de las paranoias. Todos en alerta, todos en espera de posibles acciones terroristas. El mundo occidental completo se puso de rodillas y se llenó de miedo.
Desde entonces, comenzaron a acuñarse conceptos como “fundamentalismo islámico”, “kamikase”, “jihad”. En diez años el mundo se transformó y acciones tan simples como viajar en avión o hasta en metro en las grandes ciudades europeas se convirtieron en motivo de alerta. Lo dicho. Pura paranoia.
A partir de los atentados del 11 de septiembre del 2001, el mundo cambió y los países occidentales se pusieron más que nunca a disposición de los Estados Unidos. El cuento del terrorismo caló hondo y el miedo se apoderó de los ciudadanos.
Por miedo se inició en Iraq una de las guerras más estúpidas de los últimos tiempos. El miedo ha justificado acciones que han costado la muerte de muchos inocentes. Vivimos en una sociedad global asustada.
“El mundo está más tranquilo” a partir de la muerte de Bin Laden, dice Obama. Será por eso que los festejos multitudinarios parecen justificarse. Insisto en lo increíble que resulta observar cómo los americanos se reunían para festejar la muerte.
La muerte no se festeja. No es cristiano, dice la Iglesia católica. Yo creo que no es humano, así como creo que hay algo de “montaje” casi cinematográfico en toda la historia de Bin Laden, cuya muerte llega casualmente en un momento en que la popularidad de Obama necesita urgentemente reforzarse.
A fin de cuentas lo único que hay que agregar es después de la supuesta eliminación de un presunto terrorista, -y recalco: “supuesta” y“presunto”- habrá que esperar el próximo capítulo, porque será necesario encontrar un nuevo maloso que sirva de contrapeso e involuntariamente permita exaltar la figura de los buenos de la película: los gringos que, como siempre, no hacen otra cosa que preocuparse por la paz y la democracia del planeta, fungiendo como la policía del mundo y haciéndonos el favor de protegernos a todos, pobres indefensos que lo único que podemos y debemos hacer es agradecerles en todo momento su inmerecida protección.
miércoles, 13 de abril de 2011
E lustroso oficio del periodista
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
13 de abril, 2011
Esta semana he decidido tratar un asunto que aparentemente afecta solamente a un gremio, a un reducido número de profesionistas, pero que en realidad tiene que ver también con la sociedad en general y la calidad de la información que recibe.
Conversando con algunas personas que se dedican al periodismo, -amigos y colegas- me he quedado sorprendida porque he descubierto que la situación laboral del gremio no ha cambiado e incluso ha empeorado. Los salarios que perciben los profesionales de los medios de comunicación son simplemente vergonzosos.
Hay quien me dice que algunos periódicos, entre semanarios y diarios de los llamados locales contratan a sus periodistas pagandoles hasta dos mil quinientos pesos al mes. Por otro lado, he sabido que algunos medios electrónicos se dan el lujo de retribuir con sólo ocho mil pesos mensuales a sus trabajadores. No tengo palabras.
Evidentemente se trata de un caso claro de explotación. Esto explica la causa por la que muchos reporteros se ven obligados a “dobletear” y hasta “tripletear”. Difícilmente se encuentran personas que trabajen para un solo medio de comunicación, lo que evidentemente se ve reflejado en la calidad de su desempeño y por ello las publicaciones y los medios electrónicos simple y sencillamente carecen de información válida, útil para formar lo que se llama opinión pública.
Resulta obvio que este es uno de los motivos por los que los receptores difícilmente encontramos información exclusiva y bien trabajada. Cero periodismo de investigación, poca profundidad.
Si revisamos los diarios y escuchamos los noticiarios de radio y televisión, nos podemos dar cuenta de que las noticias simplemente se repiten, todos hablan de lo mismo en diferente tono, obedeciendo a las propias líneas editoriales, pero no hay siquiera una novedad que valga la pena.
Que quede claro: no quiero con esto decir que los periodistas son todos unos auténticos mártires, víctimas de la explotación de los empresarios de la información. Pero sí deseo hacer patente que una de las principales causas por los que no hay propuestas serias, especialmente en los medios locales, es la poca motivación económica hacia los reporteros.
Porque parece que a los empresarios de la comunicación se les olvida de repente que el periodismo es un trabajo y que quienes laboran en este ramo son personas con deseos, aspiraciones y necesidades como cualquier otra. Son trabajadores como todos, que tienen familias por mantener y simple y sencillamente deben ser retribuidos dignamente.
Quiero referirme a una experiencia personal. Hace algunos años, precisamente en 1998, en la ciudad de Toluca hubo un proyecto interesantísimo llamado Liberación, generación del cambio. Quienes tuvimos la fortuna de participar en él, nos dimos cuenta de la diferencia enorme que hay entre trabajar a destajo y sin motivación y hacerlo con entusiasmo por el gusto de dar calidad a los lectores, aprendiendo contínuamente y tratando de dar el máximo esfuerzo.
Evidentemente el proyecto no funcionó. Fueron miles las circunstancias que lo llevaron al fracaso, Pero seguramente una de las principales cualidades de aquel diario fue que quienes ahí trabajamos recibimos -mientras se pudo- un salario digno y prestaciones sociales. Todavía me está resonando en la cabeza el comentario hecho por el director de un diario local a un reportero gráfico salido de aquel proyecto: “Liberación les hizo daño a ustedes, porque con lo que pagaban a uno solo, yo puedo contratar a cuatro fotógrafos... en mi periódico lo primero que cuenta es el negocio, el periodismo pasa a segundo y hasta a tercer plano”.
Anécdota que describe tal cual la situación por la cual por desgráia todavía atraviesan mis colegas. Parece que son trabajadores de segunda categoría y que están obligados a laborar como obreros, por pieza, casi a destajo.
Todavía recuerdo mis inicios como reportera, cuando tuve la desvergüenza de presentar tres notas al director del diario para el que colaboraba. ¡Toda una osadía! Era un domingo por la tarde y recuerdo claramente que mi entoces jefe decidió que yo estaba obligada a presentar una nota más a cualquier costo. Me mandó a la calle a buscar la nota.
Recuerdo que escribí acerca de los comerciantes de la Alameda de Toluca. Todo era improvisado, incompleto, mal fundamentado. ¡Ah, pero eso sí, mi cuota la había cumplido! Y aunque resulte difícil creerlo, esa nota se publicó. Hay veces que lo importante para los diarios es llenar espacio, no cuenta realmente lo que se diga. Total, a nadie le interesa leer el periódico, que creo que aparte de servir como medio de comunicación entre políticos tiene más bien la función de madurar los aguacates, recoger la basura, limpiar los vidrios, pegarle al perro, recortar letras y fotos para las tareas de los niños, elaborar títeres y piñatas, hacer barcos de papel mil tareas más, según un divertido -y realista- correo electrónico que recibí hace algunos días.
De la radio y la tele, mejor ni hablamos. Tienen más atención los programas dedicados a la crónica rosa que los noticiarios.
De ahí que lo que les paguen a los pobres reporteros no importa. Su trabajo sigue siempre malbaratado y continúan así, cumpliendo su deber como pueden, sin la pasión ni el entusiasmo que requiere el oficio que una vez fue el más hermoso del mundo.
Se trata de un problema serio, que sin embargo no encuentra una solución inmediata porque tampoco es sencillo encontrar en el gremio la cohesión necesaria, la solidaridad y la capacidad de organización suficientes para exigir a los empresarios un trato digno. Pensar en un sindicato es sencillamente imposible. No hay líderes y tampoco hay interés.
Insisto en que tampoco estoy buscando canonizar a los reporteros, porque hay entre ellos también quienes con el pretexto de que ganan poco se venden al mejor postor, aceptan todo tipo de regalos y favorecen a quienes los tratan bien, olvidando todo principio de objetividad.
Pero por alguna parte debería comenzar una especie de dignificación de la actividad periodística. Una organización real que permita dignificar un trabajo pesado que requiere energía física y mental, una preparación intelectual importante, agilidad de pensamiento y de acción, en ocasiones espíritu de sacrificio y mucha, pero en verdad mucha vocación.
13 de abril, 2011
Esta semana he decidido tratar un asunto que aparentemente afecta solamente a un gremio, a un reducido número de profesionistas, pero que en realidad tiene que ver también con la sociedad en general y la calidad de la información que recibe.
Conversando con algunas personas que se dedican al periodismo, -amigos y colegas- me he quedado sorprendida porque he descubierto que la situación laboral del gremio no ha cambiado e incluso ha empeorado. Los salarios que perciben los profesionales de los medios de comunicación son simplemente vergonzosos.
Hay quien me dice que algunos periódicos, entre semanarios y diarios de los llamados locales contratan a sus periodistas pagandoles hasta dos mil quinientos pesos al mes. Por otro lado, he sabido que algunos medios electrónicos se dan el lujo de retribuir con sólo ocho mil pesos mensuales a sus trabajadores. No tengo palabras.
Evidentemente se trata de un caso claro de explotación. Esto explica la causa por la que muchos reporteros se ven obligados a “dobletear” y hasta “tripletear”. Difícilmente se encuentran personas que trabajen para un solo medio de comunicación, lo que evidentemente se ve reflejado en la calidad de su desempeño y por ello las publicaciones y los medios electrónicos simple y sencillamente carecen de información válida, útil para formar lo que se llama opinión pública.
Resulta obvio que este es uno de los motivos por los que los receptores difícilmente encontramos información exclusiva y bien trabajada. Cero periodismo de investigación, poca profundidad.
Si revisamos los diarios y escuchamos los noticiarios de radio y televisión, nos podemos dar cuenta de que las noticias simplemente se repiten, todos hablan de lo mismo en diferente tono, obedeciendo a las propias líneas editoriales, pero no hay siquiera una novedad que valga la pena.
Que quede claro: no quiero con esto decir que los periodistas son todos unos auténticos mártires, víctimas de la explotación de los empresarios de la información. Pero sí deseo hacer patente que una de las principales causas por los que no hay propuestas serias, especialmente en los medios locales, es la poca motivación económica hacia los reporteros.
Porque parece que a los empresarios de la comunicación se les olvida de repente que el periodismo es un trabajo y que quienes laboran en este ramo son personas con deseos, aspiraciones y necesidades como cualquier otra. Son trabajadores como todos, que tienen familias por mantener y simple y sencillamente deben ser retribuidos dignamente.
Quiero referirme a una experiencia personal. Hace algunos años, precisamente en 1998, en la ciudad de Toluca hubo un proyecto interesantísimo llamado Liberación, generación del cambio. Quienes tuvimos la fortuna de participar en él, nos dimos cuenta de la diferencia enorme que hay entre trabajar a destajo y sin motivación y hacerlo con entusiasmo por el gusto de dar calidad a los lectores, aprendiendo contínuamente y tratando de dar el máximo esfuerzo.
Evidentemente el proyecto no funcionó. Fueron miles las circunstancias que lo llevaron al fracaso, Pero seguramente una de las principales cualidades de aquel diario fue que quienes ahí trabajamos recibimos -mientras se pudo- un salario digno y prestaciones sociales. Todavía me está resonando en la cabeza el comentario hecho por el director de un diario local a un reportero gráfico salido de aquel proyecto: “Liberación les hizo daño a ustedes, porque con lo que pagaban a uno solo, yo puedo contratar a cuatro fotógrafos... en mi periódico lo primero que cuenta es el negocio, el periodismo pasa a segundo y hasta a tercer plano”.
Anécdota que describe tal cual la situación por la cual por desgráia todavía atraviesan mis colegas. Parece que son trabajadores de segunda categoría y que están obligados a laborar como obreros, por pieza, casi a destajo.
Todavía recuerdo mis inicios como reportera, cuando tuve la desvergüenza de presentar tres notas al director del diario para el que colaboraba. ¡Toda una osadía! Era un domingo por la tarde y recuerdo claramente que mi entoces jefe decidió que yo estaba obligada a presentar una nota más a cualquier costo. Me mandó a la calle a buscar la nota.
Recuerdo que escribí acerca de los comerciantes de la Alameda de Toluca. Todo era improvisado, incompleto, mal fundamentado. ¡Ah, pero eso sí, mi cuota la había cumplido! Y aunque resulte difícil creerlo, esa nota se publicó. Hay veces que lo importante para los diarios es llenar espacio, no cuenta realmente lo que se diga. Total, a nadie le interesa leer el periódico, que creo que aparte de servir como medio de comunicación entre políticos tiene más bien la función de madurar los aguacates, recoger la basura, limpiar los vidrios, pegarle al perro, recortar letras y fotos para las tareas de los niños, elaborar títeres y piñatas, hacer barcos de papel mil tareas más, según un divertido -y realista- correo electrónico que recibí hace algunos días.
De la radio y la tele, mejor ni hablamos. Tienen más atención los programas dedicados a la crónica rosa que los noticiarios.
De ahí que lo que les paguen a los pobres reporteros no importa. Su trabajo sigue siempre malbaratado y continúan así, cumpliendo su deber como pueden, sin la pasión ni el entusiasmo que requiere el oficio que una vez fue el más hermoso del mundo.
Se trata de un problema serio, que sin embargo no encuentra una solución inmediata porque tampoco es sencillo encontrar en el gremio la cohesión necesaria, la solidaridad y la capacidad de organización suficientes para exigir a los empresarios un trato digno. Pensar en un sindicato es sencillamente imposible. No hay líderes y tampoco hay interés.
Insisto en que tampoco estoy buscando canonizar a los reporteros, porque hay entre ellos también quienes con el pretexto de que ganan poco se venden al mejor postor, aceptan todo tipo de regalos y favorecen a quienes los tratan bien, olvidando todo principio de objetividad.
Pero por alguna parte debería comenzar una especie de dignificación de la actividad periodística. Una organización real que permita dignificar un trabajo pesado que requiere energía física y mental, una preparación intelectual importante, agilidad de pensamiento y de acción, en ocasiones espíritu de sacrificio y mucha, pero en verdad mucha vocación.
martes, 12 de abril de 2011
Todos los partidos son una maravilla...
Publicado en el diario online Primero estado de México. 10 de abril, 2011.
Hace algunos días, un hecho ocurrido en la red social me dejó mucho para pensar y reflexionar. Fue una de esas discusiones bizantinas que de pronto se inician gracias a la magia de Internet, que permite expresar ideas y posiciones en modo espontáneo y sin que intervenga ningún tipo de censura.
En realidad, creo que de alguna manera son las redes sociales las que están sustituyendo las muchas veces inútiles pero divertidísimas charlas de café, que no llevan a ninguna parte y en muchas ocasiones terminan con la paciencia de quienes participan, pero que en el fondo sirven como desahogo.
Esta vez, me topé con una persona clara, profunda y descaradamente priísta. Que quede claro: nada tiene de negativo militar en un partido político. Es un derecho fundamental asociarse y creer en lo que a cada quién se le pegue la gana. Si no, la libertad de expresión por la que tanto peleo sencillamente no existiría.
Lo que me dejó pensando fue darme cuenta de la postura de alguien que decididamente forma parte del “voto duro” del partidazo. En realidad, no es el único y obviamente su posición contrasta con la de quienes por fortuna no tenemos una militancia y no estamos interesados en comprometernos con ninguna expresión política.
En este momento seguramente los ánimos están encendidos y parece que los simpatizantes mexiquenses del PRI se sienten más que nunca llenos de energía y no solamente esperanzados, sino hasta confiados en que el partido de sus amores podrá retener la gubernatura de la entidad y con ello preparar un regreso triunfal a los Pinos.
De acuerdo. Todos tenemos derecho a esperar y a creer. Nadie niega a los simpatizantes del tricolor la posibilidad de creer. Pero cuando leo o escucho ciertos comentarios radicales, honestamente se me pone la carne de gallina.
“Mexico el pais de los dos presidentes violadores: uno ("el espurio") viola la Constitucion al mandar al ejercito a las calles; el otro ("el legitimo") se quiere reelegir. Conclusion: Mexico no merece algo asi, votemos por el PRI” Se dice el pecado, más no el pecador, sentencian en mi pueblo. No tengo intención de revelar quién es el autor de semejante exhorto.
Pero no puedo contener mi deseo profundo de que su invitación sea solamente producto de un momento de pasión política y que no sean muchos los seguidores de tal idea.
Mi razonamiento es simple: los tricolores tienen la memoria corta. Pero los azules tienen la visión corta y los amarillos tienen la capacidad de organización corta.
Puras carencias, por no decir puras vergüenzas.
El problema es que con tales carencias gobiernan o pretenden llegar a gobernar. Son pocas sus ideas y de sus acciones mejor ni hablamos. Todos parecen bien intencionados. Recordemos sin embargo que la conseja popular dice que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.
Me viene a la memoria la entrevista que hice hace muchos años a un priísta de la vieja guardia. Uno de esos que no conocía otra forma de vida política y social que no estuviera relacionada con el tricolor. Entoces me dijo: “el PRI es perfecto; su doctrina es perfecta, Lo que carece de perfección es su manera de gobernar.”
Nada más cierto. Que levante la mano quien no esté de acuerdo con la idea de justicia social que el PRI ha promovido durante décadas. Entendida como “la búsqueda de equilibrio entre partes desiguales, por medio de la creación de protecciones.... a favor de los más débiles”. El concepto es profundo y francamente no creo que haya una sola persona civilizada que no comparta la idea de que es necesario eliminar las profundas diferencias sociales que hay en nuestro país.
Pero objetivamente, todo ha quedado plasmado en los inútiles discursos de los políticos priístas que sin embargo, en 70 años de gobierno no supieron, no quisieron o no pudieron acabar con la tremenda polarización de clases que hoy nos hace lamentar profundamente que mientras el hombre más rico del mundo es mexicano, al menos el diez por ciento de la población vive en la pobreza extrema.
Esto no quiere decir que personalmente considere que las demás propuestas políticas son mejores. O mejor dicho: mientras se trata de proponer y no de actuar, la perfección de la que hablaba aquel viejo priísta vale también para el resto de los partidos.
Díganme por favor si alguien escaparía de una “patria ordenada y generosa”. Obviamente no. Porque si recordamos lo que el PAN propone a sus electores, nos daremos cuenta de que es simplemente razonable: “dignidad de la persona humana, bien común, solidaridad y subsidiariedad.” ¿Alguien podría decir que son principios equivocados? Evidentemente no.
Pero si nos remitimos a lo que hasta ahora han hecho los gobernantes panistas, está claro que sentimos una especie de pena ajena por personajes como Vicente Fox y Felipe Calderón y ya de rebote también por quienes inocentemente les dieron su voto.
¿Y los perredistas? Otra maravillosa propuesta: “el respeto a la voluntad ciudadana expresada en las urnas, la libertad de expresión, la defensa de los derechos civiles y el combate a la corrupción.” Lástima que hasta ahora ni siquiera entre ellos han logrado ponerse de acuerdo y viven más bien una especie de guerra de tribus, lo que los convierte en una fuerza política tan poco confiable que resulta complicado pensar en ellos como una posibilidad coherente.
El problema es serio. Refleja simplemente las carencias de una democracia incipiente que por desgracia da como resultado una clase política donde se lucha exclusivamente por llegar a gobernar sin saber exactamente cómo ejercer el poder para favorecer a los millones de mexicanos que están reclamando a gritos justicia social en una patria ordenada y generosa libre de expresarse, donde la corrupción no tenga lugar.
Por eso pienso que el voto duro es una de las posiciones más absurdas. No da la posibilidad de observar objetivamente a los candidatos, a las personas que aspiran a gobernar.
¿Qué sucedería si de alguna parte saliera un ciudadano capaz de proponer y hacer, sin abanderar ninguna de las desgastadas causas de los partidos políticos? A lo mejor dar paso a los ciudadanos que no abanderan viejas causas podría darnos la posibilidad de salir de la inercia que por desgracia nos mantiene viviendo mal y sin esperanzas.
Ojalá en alguna parte de nuestro México hubiera un líder en grado de llevar a la práctica al menos el diez por ciento de los principios maravillosos de las principales fuerzas políticas del país. Depende solamente de la capacidad de la sociedad civil, que necesita despertar y dejar de pensar que hasta antes del 2000 estábamos mal, pero ahora estamos peor y es necesario meter reversa. Me sigo preguntando ¿qué se necesita para despertar?
Hace algunos días, un hecho ocurrido en la red social me dejó mucho para pensar y reflexionar. Fue una de esas discusiones bizantinas que de pronto se inician gracias a la magia de Internet, que permite expresar ideas y posiciones en modo espontáneo y sin que intervenga ningún tipo de censura.
En realidad, creo que de alguna manera son las redes sociales las que están sustituyendo las muchas veces inútiles pero divertidísimas charlas de café, que no llevan a ninguna parte y en muchas ocasiones terminan con la paciencia de quienes participan, pero que en el fondo sirven como desahogo.
Esta vez, me topé con una persona clara, profunda y descaradamente priísta. Que quede claro: nada tiene de negativo militar en un partido político. Es un derecho fundamental asociarse y creer en lo que a cada quién se le pegue la gana. Si no, la libertad de expresión por la que tanto peleo sencillamente no existiría.
Lo que me dejó pensando fue darme cuenta de la postura de alguien que decididamente forma parte del “voto duro” del partidazo. En realidad, no es el único y obviamente su posición contrasta con la de quienes por fortuna no tenemos una militancia y no estamos interesados en comprometernos con ninguna expresión política.
En este momento seguramente los ánimos están encendidos y parece que los simpatizantes mexiquenses del PRI se sienten más que nunca llenos de energía y no solamente esperanzados, sino hasta confiados en que el partido de sus amores podrá retener la gubernatura de la entidad y con ello preparar un regreso triunfal a los Pinos.
De acuerdo. Todos tenemos derecho a esperar y a creer. Nadie niega a los simpatizantes del tricolor la posibilidad de creer. Pero cuando leo o escucho ciertos comentarios radicales, honestamente se me pone la carne de gallina.
“Mexico el pais de los dos presidentes violadores: uno ("el espurio") viola la Constitucion al mandar al ejercito a las calles; el otro ("el legitimo") se quiere reelegir. Conclusion: Mexico no merece algo asi, votemos por el PRI” Se dice el pecado, más no el pecador, sentencian en mi pueblo. No tengo intención de revelar quién es el autor de semejante exhorto.
Pero no puedo contener mi deseo profundo de que su invitación sea solamente producto de un momento de pasión política y que no sean muchos los seguidores de tal idea.
Mi razonamiento es simple: los tricolores tienen la memoria corta. Pero los azules tienen la visión corta y los amarillos tienen la capacidad de organización corta.
Puras carencias, por no decir puras vergüenzas.
El problema es que con tales carencias gobiernan o pretenden llegar a gobernar. Son pocas sus ideas y de sus acciones mejor ni hablamos. Todos parecen bien intencionados. Recordemos sin embargo que la conseja popular dice que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.
Me viene a la memoria la entrevista que hice hace muchos años a un priísta de la vieja guardia. Uno de esos que no conocía otra forma de vida política y social que no estuviera relacionada con el tricolor. Entoces me dijo: “el PRI es perfecto; su doctrina es perfecta, Lo que carece de perfección es su manera de gobernar.”
Nada más cierto. Que levante la mano quien no esté de acuerdo con la idea de justicia social que el PRI ha promovido durante décadas. Entendida como “la búsqueda de equilibrio entre partes desiguales, por medio de la creación de protecciones.... a favor de los más débiles”. El concepto es profundo y francamente no creo que haya una sola persona civilizada que no comparta la idea de que es necesario eliminar las profundas diferencias sociales que hay en nuestro país.
Pero objetivamente, todo ha quedado plasmado en los inútiles discursos de los políticos priístas que sin embargo, en 70 años de gobierno no supieron, no quisieron o no pudieron acabar con la tremenda polarización de clases que hoy nos hace lamentar profundamente que mientras el hombre más rico del mundo es mexicano, al menos el diez por ciento de la población vive en la pobreza extrema.
Esto no quiere decir que personalmente considere que las demás propuestas políticas son mejores. O mejor dicho: mientras se trata de proponer y no de actuar, la perfección de la que hablaba aquel viejo priísta vale también para el resto de los partidos.
Díganme por favor si alguien escaparía de una “patria ordenada y generosa”. Obviamente no. Porque si recordamos lo que el PAN propone a sus electores, nos daremos cuenta de que es simplemente razonable: “dignidad de la persona humana, bien común, solidaridad y subsidiariedad.” ¿Alguien podría decir que son principios equivocados? Evidentemente no.
Pero si nos remitimos a lo que hasta ahora han hecho los gobernantes panistas, está claro que sentimos una especie de pena ajena por personajes como Vicente Fox y Felipe Calderón y ya de rebote también por quienes inocentemente les dieron su voto.
¿Y los perredistas? Otra maravillosa propuesta: “el respeto a la voluntad ciudadana expresada en las urnas, la libertad de expresión, la defensa de los derechos civiles y el combate a la corrupción.” Lástima que hasta ahora ni siquiera entre ellos han logrado ponerse de acuerdo y viven más bien una especie de guerra de tribus, lo que los convierte en una fuerza política tan poco confiable que resulta complicado pensar en ellos como una posibilidad coherente.
El problema es serio. Refleja simplemente las carencias de una democracia incipiente que por desgracia da como resultado una clase política donde se lucha exclusivamente por llegar a gobernar sin saber exactamente cómo ejercer el poder para favorecer a los millones de mexicanos que están reclamando a gritos justicia social en una patria ordenada y generosa libre de expresarse, donde la corrupción no tenga lugar.
Por eso pienso que el voto duro es una de las posiciones más absurdas. No da la posibilidad de observar objetivamente a los candidatos, a las personas que aspiran a gobernar.
¿Qué sucedería si de alguna parte saliera un ciudadano capaz de proponer y hacer, sin abanderar ninguna de las desgastadas causas de los partidos políticos? A lo mejor dar paso a los ciudadanos que no abanderan viejas causas podría darnos la posibilidad de salir de la inercia que por desgracia nos mantiene viviendo mal y sin esperanzas.
Ojalá en alguna parte de nuestro México hubiera un líder en grado de llevar a la práctica al menos el diez por ciento de los principios maravillosos de las principales fuerzas políticas del país. Depende solamente de la capacidad de la sociedad civil, que necesita despertar y dejar de pensar que hasta antes del 2000 estábamos mal, pero ahora estamos peor y es necesario meter reversa. Me sigo preguntando ¿qué se necesita para despertar?
Los medios que construyen la realidad
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
05 de abril, 2011
Esta semana me he detenido un poco a reflexionar, a propósito de los últimos acontecimientos ocurridos en todo el mundo. Desde el sismo de Japón hasta la guerra en Libia, pasando por los asuntos locales tanto de México como de Italia.
Debo decir que sinceramente cada una de las situaciones que se viven en el planeta son importantes y causan serios efectos, algunas veces a nivel global y especialmente en materia económica. Pero también es necesario agregar que cobran mayor o menor importacia de acuerdo con el interés que reciben de parte de los medios de comunicación.
Es casi sistemático. Cada hecho “vive” en la memoria colectiva, alcanza un grado de importancia determinado de acuerdo con la atención que provoca. Si la radio y la televisión le dan un peso específico importante, seguramente los receptores, el público, la masa, la sociedad o como se nos ocurra llamar a quienes vienen bombardeados de información se sentirán involucrados y afectados, por lejano a su vida cotidiana que la situación parezca.
Por eso me doy cuenta de que los medios de comunicación no son otra cosa que creadores de la realidad, a conveniencia de un sistema que incluye principalmente intereses económicos. De repente, la atención se concentra en la desgracia de los japoneses, y la reacción es inmediata: se dejan sentir la solidaridad y la preocupación, y se despierta una tremenda conciencia colectiva que es capaz de solidarizarse con un pueblo que horas antes era simplemente considerado como lejano.
Los hechos han despertado una especie de reconocimiento y casi pánico colectivo hacia los riesgos que representa el manejo inadecuado de la energía nuclear. En este lado del Atlántico he podido ver cómo un sector importante de la población se manifiesta preocupado porque considera que si hasta los japoneses, reconocidos mundialmente como un pueblo ordenado y con bajísimos niveles de corrupción y un alto sentido de responsabilidad social han fallado y ante la catástrofe se han descubierto sus carencias en cuanto al manejo de la energía alternativa, entonces el pueblo italiano, que no se caracteriza precisamente por su capacidad de organización, será inadecuado para gestir plantas nucleares.
Y el tema ha sido indudablemente uno de los más difundidos en los últimos tiempos. Debates, gritos y sombrerazos han sido el pan cotidiano que los medios de comunicación del país de la bota han dado al pueblo.
Luego se han ocupado de hablar de la guerra en Libia. Días enteros de transmisiones ininterrumpidas que narraban los bombardeos al país gobernado por Gheddafi. Hasta en la sopa tuvimos que ver los pleitos internos de las fuerzas de occidente que peleaban por el control de la misión.
Pero hace ya una semana que no se dice practicamente nada. Al menos en Italia nadie se preocupa más por los ataques a Libia y las posibles víctimas civiles. Y el bombardeo no ha cesado. Existe, pero al mismo tiempo no, porque los medios casi ya no hablan de esto.
El tema de hoy en los medios es la llegada constante de inmigrantes ilegales que desde Túnez y la misma Libia están llegando a las costas de la isla siciliana de Lampedusa. Ha habido necesidad de llevarlos hacia otros puntos de Italia mientras la comunidad europea hace oídos sordos y Francia cierra descaradamente sus fronteras, para de esta manera dejar todo el paquete a las autoridades italianas, que luchan desesperadamente para frenar la llegada masiva que el presidente del consejo, Silvio Berlusconi ha llamado “el tsunami humano”.
Pero seguramente dentro de poco no será importante tampoco la llegada de los inmigrantes, porque algún otro tema ocupará su lugar. A fin de cuentas, ese es el sentido de los medios de comunicación: hacer que los hechos existan o desaparezcan.
Cuando estas líneas serán publicadas, el seis de abril habrá pasado y seguramente no habrá ocurrido absolutamente nada respecto al famoso caso “Ruby”, que en su momento ha ocupado todos los espacios de los medios italianos. Me refiero al proceso que involucra Berlusconi, acusado de fomentar la prostitución de una menor de edad y de haber abusado de su autoridad al exigir la inmediata liberación de la joven Karima El Maroug, conocida como Ruby roba corazones.
La atención de los medios ha estado puesta en otros casos, pero el seis de abril es la fecha que se había fijado para la primera audiencia y seguramente de nuevo regresará el escándalo a ocupar planas y planas, tiempo en radio y en televisión y obviamente también en la red. Pero sin duda, algo ocurrirá y será posible distraer de nuevo la atención hacia otros temas.
Los medios son poder, tienen la capacidad de actuar a modo de intervenir en los acontecimientos, Callan o hablan. Ignoran o difunden y en eso radica su impresionante capacidad de crear la realidad. Los medios manipulan, y aunque suena más bien a lugar común, es inegable que hay una acción a nivel macro que mueve a la masa y determina su opinión y hasta su acción de frente a los acontecimientos que no serían importantes naturalmente, si no fueran tratados y difundidos por los medios.
Los fines de los medios pueden ser políticos, bélicos o económicos. La realidad existe, aunque nosotros no la conozcamos. El punto es cuando esa realidad se convierte en una parte de nuestra percepción cotidiana. Y aunque los medios no hablan de la realidad total, se ocupan de algunos fragmentos de ésta y la transforman en una verdad absoluta, manipulada de acuerdo con las diferentes ideologías y los distintos intereses.
Y aquí vale la pena considerar el nivel de ética y de responsabilidad de cada medio. Me atrevo a decir que ese nivel es en muchas ocasiones nulo. No perdamos de vista que los medios de comunicación son ante todo un negocio. Son empresas que viven de la difusión de los hechos, de esas pequeñas partes de realidad de acuerdo con su propia conveniencia.
En un mundo ideal, el papel de los medios sería el de el grupo crítico que contrastara al poder. En el mundo verdadero, los medios se han convertido en difusores de ideología, creadores de miedos, explotadores de morbo.
Hay una colección infinita de frases para definir el papel de los medios. Desde “reflejo de la realidad”, hasta “periodismo objetivo”, “periodismo independiente” o “periodismo puro”. Pero todas estas no son sino frases de venta, pura mercadotecnia que nada tiene que ver con el verdadero debate que los medios de comunicación debería tener con el poder, si cumpliera con su misión fundamental.
Vamos pensando un poco en hablar de lo que nadie habla, de proponer lo que nadie propone y dejemos a un lado esa exasperante “uniformidad” que hace que los medios simplemente digan lo mismo en diferentes maneras, sin proponer la verdadera investigación y sin ser auténticos cuestionadores del ejercicio del poder.
Esto implica acabar con privilegios, luchar contra la corriente. Pero posiblemente vale la pena, si es que se decide de una vez por todas aportar algo verdaderamente importante a la sociedad y no sólo a los bolsillos de unos cuantos.
05 de abril, 2011
Esta semana me he detenido un poco a reflexionar, a propósito de los últimos acontecimientos ocurridos en todo el mundo. Desde el sismo de Japón hasta la guerra en Libia, pasando por los asuntos locales tanto de México como de Italia.
Debo decir que sinceramente cada una de las situaciones que se viven en el planeta son importantes y causan serios efectos, algunas veces a nivel global y especialmente en materia económica. Pero también es necesario agregar que cobran mayor o menor importacia de acuerdo con el interés que reciben de parte de los medios de comunicación.
Es casi sistemático. Cada hecho “vive” en la memoria colectiva, alcanza un grado de importancia determinado de acuerdo con la atención que provoca. Si la radio y la televisión le dan un peso específico importante, seguramente los receptores, el público, la masa, la sociedad o como se nos ocurra llamar a quienes vienen bombardeados de información se sentirán involucrados y afectados, por lejano a su vida cotidiana que la situación parezca.
Por eso me doy cuenta de que los medios de comunicación no son otra cosa que creadores de la realidad, a conveniencia de un sistema que incluye principalmente intereses económicos. De repente, la atención se concentra en la desgracia de los japoneses, y la reacción es inmediata: se dejan sentir la solidaridad y la preocupación, y se despierta una tremenda conciencia colectiva que es capaz de solidarizarse con un pueblo que horas antes era simplemente considerado como lejano.
Los hechos han despertado una especie de reconocimiento y casi pánico colectivo hacia los riesgos que representa el manejo inadecuado de la energía nuclear. En este lado del Atlántico he podido ver cómo un sector importante de la población se manifiesta preocupado porque considera que si hasta los japoneses, reconocidos mundialmente como un pueblo ordenado y con bajísimos niveles de corrupción y un alto sentido de responsabilidad social han fallado y ante la catástrofe se han descubierto sus carencias en cuanto al manejo de la energía alternativa, entonces el pueblo italiano, que no se caracteriza precisamente por su capacidad de organización, será inadecuado para gestir plantas nucleares.
Y el tema ha sido indudablemente uno de los más difundidos en los últimos tiempos. Debates, gritos y sombrerazos han sido el pan cotidiano que los medios de comunicación del país de la bota han dado al pueblo.
Luego se han ocupado de hablar de la guerra en Libia. Días enteros de transmisiones ininterrumpidas que narraban los bombardeos al país gobernado por Gheddafi. Hasta en la sopa tuvimos que ver los pleitos internos de las fuerzas de occidente que peleaban por el control de la misión.
Pero hace ya una semana que no se dice practicamente nada. Al menos en Italia nadie se preocupa más por los ataques a Libia y las posibles víctimas civiles. Y el bombardeo no ha cesado. Existe, pero al mismo tiempo no, porque los medios casi ya no hablan de esto.
El tema de hoy en los medios es la llegada constante de inmigrantes ilegales que desde Túnez y la misma Libia están llegando a las costas de la isla siciliana de Lampedusa. Ha habido necesidad de llevarlos hacia otros puntos de Italia mientras la comunidad europea hace oídos sordos y Francia cierra descaradamente sus fronteras, para de esta manera dejar todo el paquete a las autoridades italianas, que luchan desesperadamente para frenar la llegada masiva que el presidente del consejo, Silvio Berlusconi ha llamado “el tsunami humano”.
Pero seguramente dentro de poco no será importante tampoco la llegada de los inmigrantes, porque algún otro tema ocupará su lugar. A fin de cuentas, ese es el sentido de los medios de comunicación: hacer que los hechos existan o desaparezcan.
Cuando estas líneas serán publicadas, el seis de abril habrá pasado y seguramente no habrá ocurrido absolutamente nada respecto al famoso caso “Ruby”, que en su momento ha ocupado todos los espacios de los medios italianos. Me refiero al proceso que involucra Berlusconi, acusado de fomentar la prostitución de una menor de edad y de haber abusado de su autoridad al exigir la inmediata liberación de la joven Karima El Maroug, conocida como Ruby roba corazones.
La atención de los medios ha estado puesta en otros casos, pero el seis de abril es la fecha que se había fijado para la primera audiencia y seguramente de nuevo regresará el escándalo a ocupar planas y planas, tiempo en radio y en televisión y obviamente también en la red. Pero sin duda, algo ocurrirá y será posible distraer de nuevo la atención hacia otros temas.
Los medios son poder, tienen la capacidad de actuar a modo de intervenir en los acontecimientos, Callan o hablan. Ignoran o difunden y en eso radica su impresionante capacidad de crear la realidad. Los medios manipulan, y aunque suena más bien a lugar común, es inegable que hay una acción a nivel macro que mueve a la masa y determina su opinión y hasta su acción de frente a los acontecimientos que no serían importantes naturalmente, si no fueran tratados y difundidos por los medios.
Los fines de los medios pueden ser políticos, bélicos o económicos. La realidad existe, aunque nosotros no la conozcamos. El punto es cuando esa realidad se convierte en una parte de nuestra percepción cotidiana. Y aunque los medios no hablan de la realidad total, se ocupan de algunos fragmentos de ésta y la transforman en una verdad absoluta, manipulada de acuerdo con las diferentes ideologías y los distintos intereses.
Y aquí vale la pena considerar el nivel de ética y de responsabilidad de cada medio. Me atrevo a decir que ese nivel es en muchas ocasiones nulo. No perdamos de vista que los medios de comunicación son ante todo un negocio. Son empresas que viven de la difusión de los hechos, de esas pequeñas partes de realidad de acuerdo con su propia conveniencia.
En un mundo ideal, el papel de los medios sería el de el grupo crítico que contrastara al poder. En el mundo verdadero, los medios se han convertido en difusores de ideología, creadores de miedos, explotadores de morbo.
Hay una colección infinita de frases para definir el papel de los medios. Desde “reflejo de la realidad”, hasta “periodismo objetivo”, “periodismo independiente” o “periodismo puro”. Pero todas estas no son sino frases de venta, pura mercadotecnia que nada tiene que ver con el verdadero debate que los medios de comunicación debería tener con el poder, si cumpliera con su misión fundamental.
Vamos pensando un poco en hablar de lo que nadie habla, de proponer lo que nadie propone y dejemos a un lado esa exasperante “uniformidad” que hace que los medios simplemente digan lo mismo en diferentes maneras, sin proponer la verdadera investigación y sin ser auténticos cuestionadores del ejercicio del poder.
Esto implica acabar con privilegios, luchar contra la corriente. Pero posiblemente vale la pena, si es que se decide de una vez por todas aportar algo verdaderamente importante a la sociedad y no sólo a los bolsillos de unos cuantos.
martes, 29 de marzo de 2011
Eruviel... desconocido, homofóbico, metrosexual... y ¿futuro gobernador?
Publicado en el diario online Primero estado de México. 27 marzo, 2011.
Esta semana no creo que haya una noticia más importante para la sociedad mexiquense que lo ocurrido en las filas del PRI de la entidad. Una verdadera sorpresa para sus simpatizantes que muy posiblemente esperaban una muestra de democracia y pluralidad en su partido y que sin embargo, una vez más se quedaron en ayunas.
Es cierto que los procesos internos en general dejan fracturas. Es también una realidad que el priísmo no la tiene fácil y que posiblemente las altas esferas del partidazo decidieron que era mejor convencer por las buenas a los aspirantes y demostrar “unidad” antes de enfrentar una selección desgastante y costosa no solamente en términos económicos, sino principalmente morales, políticos y electorales.
Pero también es cierto que de todas maneras, la imposición de Eruviel Avila Villegas -disfrazada de declinación de los demás posibles candidatos- habla de que el PRI pierde el pelo, pero no el vicio, y que no deja de ser un partido en el que la autoridad es ejercida por unos cuantos.
Visto desde lejos, observado desde muy afuera, la extraña forma en que Eruviel Avila se convierte de repente en un líder carismático, capaz de ocupar tan importante cargo de elección popular, se antoja más bien una de esas formas antipáticas de imposición.
Ya de por sí los nombres que se barajeaban no prometían muchos aires de democracia. Basta recordar que hasta el último momento Alfredo Del Mazo Maza, -joven de gran alcurnia política- era el precandidato con más posibilidades.
La presencia de Del Mazo nos llevaba sin duda a pensar que el Revolucionario Institucional sigue representando el partido poderoso y limitado, impositivo y cerrado. Su tradición en la entidad mexiquense lógicamente no se ha perdido, visto que hasta ahora ha mantenido su hegemonía y no ha tenido problemas para vencer las elecciones, ni siquiera en el 2000, cuando la ola del “cambio” blanquiazul se convirtió en un verdadero maremoto para el tricolor a nivel nacional.
Será por eso que el PRI mexiquense se ha cocinado siempre aparte, ha mantenido su influencia al grado que su presencia a niver nacional ha sido determinante en muchos procesos electorales del país. No hay que olvidar nunca la llamada “fuerza mexiquense”, las playeras rojas y todos los trucos que a través del tiempo los tricolores del estado de México han exportado a toda la república.
Por eso es que el PRI mexiquense puede darse el lujo de elegir a su candidato al viejo estilo. Aunque en realidad otra manera de interpretar los acontecimientos es sencillamente entender que antes que debilitarse en una lucha interna inútil, la cúpula priísta se vío en la necesidad de ceder ante las presiones de algunos grupos, esperando obviamente retener el voto duro y exorcizando cualquier intento de los inconformes por abandonar las filas del tricolor para unirse a una eventual alianza entre el PRD y el PAN.
A partir de ahora, todos los esfuerzos del tricolor serán dirigidos hacia la promoción de la imagen de Eruviel Avila como la del hombre capaz de gobernar la entidad más importante del país. Por primera vez en muchos sexenios, el candidato es un hombre cuya carrera política se ha desarrollado principalmente en el Valle de México, región que por años ha sido discriminada y que también durante mucho tiempo ha exigido ser tomada en cuenta como protagonista de primera línea de la vida política estatal.
Convencer de que Eruviel es el bueno no es una tarea sencilla. Para comenzar, deberá, quiera o no, luchar contra el fantasma de su predecesor. Y no la tiene fácil. La figura de Peña va a pesar mucho y seguramente no será sencillo para el partidazo vender un producto cuya “envoltura” no es tan agradable a la vista como la del actual gobernador.
Seamos sinceros: gran parte de éxito de Peña Nieto ha sido el manejo de la imagen de galán de telenovelas que gusta mucho, especialmente a las mujeres. Eruviel -dicen por ahí- es simplemente un hombre “metrosexual”, con una vanidad importante que lo ha llevado a someterse a más de una cirugía plástica. Aparte de poca presencia estética, Eruviel tiene en su contra un currículum que no a todos agrada.
Para muchos ciudadanos, Avila Villegas es un perfecto desconocido, para otros es un político de poca altura y para otros un hombre de poca calidad moral. Por todo esto, no se ve un panorama muy halagador para los priístas.
Francamente, no hay nada nuevo bajo el sol. Todos los procesos electorales son iguales. Cambian solamente los contendientes pero la esencia es la misma. Durante meses, los candidatos y sus simpatizantes hacen su mejor esfuerzo por descalificare, por ponerse mil trampas, por mostrar las debilidades del rival en lugar de las virtudes propias.
Seguramente Eruviel tendrá de su lado el voto duro de sus correligionarios. La pregunta es si realmente será capaz de conquistar la simpatía de los indecisos y sobre todo, si tanto él como los demás aspirantes a gobernar el estado de México podrán contrarrestar el abstencionismo y legitimar unas elecciones costosas cuyos resultados benefician solamente a unos cuantos.
Un detalle me viene a la mente cuando pienso en Eruviel Avila. Hace casi un año, en mayo de 2010, un profesor homosexual denunció ser víctima de una especie de “conspiración homofóbica”. Agustín Humberto Estrada Negrete, despedido de los Centros de Atención Múltiple 33 y 34, y que luego fuera llevado preso por protestar frente al Palacio de gobierno del Estado de México, declaró estar seguro de ser víctima de una campaña homofóbica de desprestigio, por el solo hecho de mostrar su homosexualidad públicamente. Entonces aseguró que el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda Silva y el entonces alcalde Eruviel Ávila habrían sido los orquestadores del linchamiento social en su contra
Qué tanto de cierto hay en aquellos hechos, no lo podemos saber. Lo que es cierto es que el nombre de Eruviel, como el de muchos otros políticos priístas mexiquenses no resulta del todo limpio, mucho menos cuando se le asoció al del nefasto Onésimo Cepeda, cuyas andanzas en el mundo de los poderosos son bien conocidas.
Es un hecho que el nuevo virtual candidato no es monedita de oro, y pensar que viene desacreditado hasta por los priístas de su municipio no es un buen antecedente. Muchos son los comentarios que he encontrado que no lo dejan muy bien parado.
Creo que a este punto el PRI y sus cerebros de mercadotecnia política tendrán que trabajar mucho más de lo previsto para convencer a los ciudadanos de la capacidad del elegido.
Pero creo también que a estas alturas lo único que queda por pensar es que una vez más el PRI ha dado una muestra clara de que sus métodos siguen siendo los mismos y que “cambia” siempre para quedar igual...
Esta semana no creo que haya una noticia más importante para la sociedad mexiquense que lo ocurrido en las filas del PRI de la entidad. Una verdadera sorpresa para sus simpatizantes que muy posiblemente esperaban una muestra de democracia y pluralidad en su partido y que sin embargo, una vez más se quedaron en ayunas.
Es cierto que los procesos internos en general dejan fracturas. Es también una realidad que el priísmo no la tiene fácil y que posiblemente las altas esferas del partidazo decidieron que era mejor convencer por las buenas a los aspirantes y demostrar “unidad” antes de enfrentar una selección desgastante y costosa no solamente en términos económicos, sino principalmente morales, políticos y electorales.
Pero también es cierto que de todas maneras, la imposición de Eruviel Avila Villegas -disfrazada de declinación de los demás posibles candidatos- habla de que el PRI pierde el pelo, pero no el vicio, y que no deja de ser un partido en el que la autoridad es ejercida por unos cuantos.
Visto desde lejos, observado desde muy afuera, la extraña forma en que Eruviel Avila se convierte de repente en un líder carismático, capaz de ocupar tan importante cargo de elección popular, se antoja más bien una de esas formas antipáticas de imposición.
Ya de por sí los nombres que se barajeaban no prometían muchos aires de democracia. Basta recordar que hasta el último momento Alfredo Del Mazo Maza, -joven de gran alcurnia política- era el precandidato con más posibilidades.
La presencia de Del Mazo nos llevaba sin duda a pensar que el Revolucionario Institucional sigue representando el partido poderoso y limitado, impositivo y cerrado. Su tradición en la entidad mexiquense lógicamente no se ha perdido, visto que hasta ahora ha mantenido su hegemonía y no ha tenido problemas para vencer las elecciones, ni siquiera en el 2000, cuando la ola del “cambio” blanquiazul se convirtió en un verdadero maremoto para el tricolor a nivel nacional.
Será por eso que el PRI mexiquense se ha cocinado siempre aparte, ha mantenido su influencia al grado que su presencia a niver nacional ha sido determinante en muchos procesos electorales del país. No hay que olvidar nunca la llamada “fuerza mexiquense”, las playeras rojas y todos los trucos que a través del tiempo los tricolores del estado de México han exportado a toda la república.
Por eso es que el PRI mexiquense puede darse el lujo de elegir a su candidato al viejo estilo. Aunque en realidad otra manera de interpretar los acontecimientos es sencillamente entender que antes que debilitarse en una lucha interna inútil, la cúpula priísta se vío en la necesidad de ceder ante las presiones de algunos grupos, esperando obviamente retener el voto duro y exorcizando cualquier intento de los inconformes por abandonar las filas del tricolor para unirse a una eventual alianza entre el PRD y el PAN.
A partir de ahora, todos los esfuerzos del tricolor serán dirigidos hacia la promoción de la imagen de Eruviel Avila como la del hombre capaz de gobernar la entidad más importante del país. Por primera vez en muchos sexenios, el candidato es un hombre cuya carrera política se ha desarrollado principalmente en el Valle de México, región que por años ha sido discriminada y que también durante mucho tiempo ha exigido ser tomada en cuenta como protagonista de primera línea de la vida política estatal.
Convencer de que Eruviel es el bueno no es una tarea sencilla. Para comenzar, deberá, quiera o no, luchar contra el fantasma de su predecesor. Y no la tiene fácil. La figura de Peña va a pesar mucho y seguramente no será sencillo para el partidazo vender un producto cuya “envoltura” no es tan agradable a la vista como la del actual gobernador.
Seamos sinceros: gran parte de éxito de Peña Nieto ha sido el manejo de la imagen de galán de telenovelas que gusta mucho, especialmente a las mujeres. Eruviel -dicen por ahí- es simplemente un hombre “metrosexual”, con una vanidad importante que lo ha llevado a someterse a más de una cirugía plástica. Aparte de poca presencia estética, Eruviel tiene en su contra un currículum que no a todos agrada.
Para muchos ciudadanos, Avila Villegas es un perfecto desconocido, para otros es un político de poca altura y para otros un hombre de poca calidad moral. Por todo esto, no se ve un panorama muy halagador para los priístas.
Francamente, no hay nada nuevo bajo el sol. Todos los procesos electorales son iguales. Cambian solamente los contendientes pero la esencia es la misma. Durante meses, los candidatos y sus simpatizantes hacen su mejor esfuerzo por descalificare, por ponerse mil trampas, por mostrar las debilidades del rival en lugar de las virtudes propias.
Seguramente Eruviel tendrá de su lado el voto duro de sus correligionarios. La pregunta es si realmente será capaz de conquistar la simpatía de los indecisos y sobre todo, si tanto él como los demás aspirantes a gobernar el estado de México podrán contrarrestar el abstencionismo y legitimar unas elecciones costosas cuyos resultados benefician solamente a unos cuantos.
Un detalle me viene a la mente cuando pienso en Eruviel Avila. Hace casi un año, en mayo de 2010, un profesor homosexual denunció ser víctima de una especie de “conspiración homofóbica”. Agustín Humberto Estrada Negrete, despedido de los Centros de Atención Múltiple 33 y 34, y que luego fuera llevado preso por protestar frente al Palacio de gobierno del Estado de México, declaró estar seguro de ser víctima de una campaña homofóbica de desprestigio, por el solo hecho de mostrar su homosexualidad públicamente. Entonces aseguró que el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda Silva y el entonces alcalde Eruviel Ávila habrían sido los orquestadores del linchamiento social en su contra
Qué tanto de cierto hay en aquellos hechos, no lo podemos saber. Lo que es cierto es que el nombre de Eruviel, como el de muchos otros políticos priístas mexiquenses no resulta del todo limpio, mucho menos cuando se le asoció al del nefasto Onésimo Cepeda, cuyas andanzas en el mundo de los poderosos son bien conocidas.
Es un hecho que el nuevo virtual candidato no es monedita de oro, y pensar que viene desacreditado hasta por los priístas de su municipio no es un buen antecedente. Muchos son los comentarios que he encontrado que no lo dejan muy bien parado.
Creo que a este punto el PRI y sus cerebros de mercadotecnia política tendrán que trabajar mucho más de lo previsto para convencer a los ciudadanos de la capacidad del elegido.
Pero creo también que a estas alturas lo único que queda por pensar es que una vez más el PRI ha dado una muestra clara de que sus métodos siguen siendo los mismos y que “cambia” siempre para quedar igual...
miércoles, 23 de marzo de 2011
Libia: el mundo de cabeza...
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
23 marzo, 2011
Mientras escribo tranquilamente estas líneas y seguramente mientras alguien del otro lado del Atlántico plácidamente las lee, nuestro planeta sigue girando pero al parecer todo está practicamente de cabeza.
Por una parte, no puedo dejar de mencionar -conmovida y preocupada- el terremoto y el tsunami ocurridos en Japón, que además de la terrible desgracia natural han agregado una nueva paranoia al panorama internacional: el manejo de la energía nuclear, que efectivamente constituye un peligro latente para cualquier nación, aún para la más cuidadosa.
Pensar en plantas nucleares ubicadas en lugares que además de las condiciones geográficas poco favorables tienen el peligro de gobiernos negligentes o corruptos, es un asunto preocupante. Está en riesgo la seguridad de todo el mundo.
Para agregar un nuevo problema a la situación de este planeta loco, aparece el terrible fantasma de la guerra. Y una guerra que personalmente me parece no sólo absurda, sino demasiado cercana. Vivir en el país de la bota en este momento tiene sus desventajas, honestamente.
Libia es una nación cuya existencia me resultaba objetivamente indiferente antes de venir a vivir a Italia. Cierto que Ghedaffi tiene al frente de ese país exactamente los mismos años que tengo yo de vida. Y claro que recuerdo algunos de sus arranques y de sus extravagancias. De hecho la imagen del líder líbico era para mí la de un dictador y nada más.
Por eso cuando llegué a Italia y comencé a enterarme de la relación tan estrecha entre los dos países, no dejó de sorprenderme la importancia que se daba al extravagante coronel. No sé si es miedo, o precaución, luego de que en 1986 Ghedaffi tuvo la genial idea de tirar un par de misiles contra la isla de Lampedusa, en Sicilia, como represalia luego de que los Estados Unidos bombardearon Libia en una operación llamada “El Dorado Canyon”.
Y aunque entonces los libios aclararon que no era su intención golpear Italia, sino atacar las bases militares ubicadas en el territorio tricolor, el antecedente quedó registrado.
Hace algunos meses, precisamente en este espacio me permití comentar el exceso de atenciones del gobierno berlusconiano hacia quien hoy resulta el maloso de la película.
En agosto de 2010, este espacio daba cuenta de que el dirigente libio “se presentó en Italia como siempre rodeado de excentricidades. Para empezar, fue montada en la embajada de Libia en Roma una tienda beduina donde pernoctaría, además de que antes de su llegada entraron en el país treinta caballos pura sangre que pertenecen a los caballeros berebere, que realizarían una exhibición ecuestre ante las autoridades y empresarios italianos.
...Días antes de su llegada, los organizadores de la visita se dieron a la tarea de 'reclutar' 500 edecanes ante las cuales el líder realizó una abierta prédica a favor del islam.
Lo que el libio hizo fue ofrecer una conferencia acerca del Corán ante las jóvenes a quienes dijo que 'el islam tiene que convertirse en la religión de Europa.' Señaló además que las mujeres musulmanas tienen mayor libertad y mayor respeto que las europeas e invitó a las chicas a convertirse.”
Por eso no me sorprenden, pero sí me conmocionan las últimas declaraciones de Silvio Berlusconi, quien se dice “adolorido” por lo que le está sucediendo a su amigo el coronel, el mismo a quien atribuye haber aprendido el ritual del Bunga Bunga, que tantos dolores de cabeza le está dando.
Libia fue durante la segunda guerra mundial una colonia italiana y hasta ahora, es uno de los aliados comerciales más importantes del país de la bota. Ghedaffi es entre otras cosas accionista de Unicredit, una de los principales bancos de Europa y de Enel, la empresa energética más importante de Italia.
La situación es clara: Italia ha sido obligada a participar en esta guerra y lo hace no porque las autoridades estén convencidas de hacerlo, o porque realmente tengan interés en derrocar a Ghedaffi. Por el contrario, hay incluso un tratado de “amistad” entre ambas naciones que ha provocado la ira del coronel que se ha sentido traicionado por los italianos, especialmente por Berlusca, que en alguna ocasión incluso públicamente le besó las manos en señal de respeto.
Sin ser una especialista en política internacional, tengo serias dudas acerca de la conveniencia de entrar en una guerra que no resta clara. Atacar por aire Libia es una acción ejercida con la finalidad de ayudar a los rebeldes que buscando liberarse del dictador iniciaron un movimiento hace algunas semanas.
Lo que no comprendo del todo es quiénes son los rebeldes en cuestión. Porque hay que mencionar que el mismo coronel ha dicho repetidamente que detrás del movimiento en su contra está ni más ni menos que Al Qaeda, que habría convencido a los jóvenes a manifestarse.
Sin embargo, parece que el occidente -con Al Qaeda en medio o no- tiene muy claro que debe ayudar a los revoltosos. Queda claro que el dictador se ha valido de todos los medios para ejercer una represión sin precedentes y ha asesinado en pocos días miles de personas contrarias a su régimen.
Pero sinceramente no creo que podamos ser tan inocentes como para creer que el único interés que mueve principalmente a Francia e Inglaterra es ayudar a los libios a liberarse. Sucede lo mismo en Yemen donde un grupo de rebeldes intenta acabar con un régimen y nadie ha movido un dedo.
¿Será porque en Libia hay petróleo y gas y precisamente Francia e Inglaterra han sido casi ignorados como socios potenciales del país nordafricano? Los malpensados como yo estamos convencidos de que franceses, ingleses, estadounidenses y demás luchadores por la democracia tienen puestos sus ojitos en las potencialidades económicas de Libia.
Pero tampoco es tolerable que Berlusconi quiera tener dos veladoras encendidas, por si acaso no se puede derrocar a Ghedaffi. Porque no entiendo cómo se puede ser tan cínico y declarar que los Tornados -los aviones de guerra italianos que han sobrevolado Libia- “no han disparado ni dispararán”. ¿Entonces a qué fueron? ¿Nada más a darse una vueltecita para ver cómo estaban las cosas por allá?
Ni tampoco se puede engañar a la población diciendo como el presidente Giorgio Napolitano que “Italia no está en guerra”, cuando aparte de que se están utilizando las bases militares estadounidenses ubicadas en territorio italiano, se están enviando aviones a colaborar con el bombardeo.
Además de todo, está latente la situación de los aliados. Italia no quiere que sea Francia a tomar el control de la situación y exige que sea la OTAN a coordinar las acciones, mientras Nicolás Sarkozy sencillamente ha decidido ser el nuevo Napoleón.
Quién sabe cuáles son sus intenciones y cuáles sean las ventajas que representa para su país vestirse de héroe libertador de los oprimidos libios.
Hay tanta confusión en la “odisea del alba” que hasta los Estados Unidos se tuvieron que lavar las manos por el ataque a la residencia de Ghedaffi, que fue realizado por los aviones daneses, porque según los norteamericanos no existe la intención de eliminar al coronel libio, pues “se busca solamente su retiro voluntario”.
Y mientras todo esto ocurre, los desesperados civiles están escapando por mar del territorio libio. ¿Hacia dónde? Pues hacia las costas más cercanas, claro está: las de Lampedusa, lo que representa un problema más porque simplemente no hay espacio para recibir a los refugiados y la situación se está saliendo de control.
Las circunstancias son complejas. Hasta ahora no se ve cercano el momento en que Ghedaffi decida irse. Muy probablemente no lo va a hacer por las buenas, pues ya tuvo la posibilidad y no decidió hacerlo.
Es una guerra disfrazada como se usa ultimamente, de “misión de paz”, con el pretexto de defender a la población civil. Pero es además de todo un conflicto desorganizado y confuso, con una lógica que no aparece por ninguna parte y cuyas consecuencias no son misurables.
Lo dicho. El mundo está de cabeza.
23 marzo, 2011
Mientras escribo tranquilamente estas líneas y seguramente mientras alguien del otro lado del Atlántico plácidamente las lee, nuestro planeta sigue girando pero al parecer todo está practicamente de cabeza.
Por una parte, no puedo dejar de mencionar -conmovida y preocupada- el terremoto y el tsunami ocurridos en Japón, que además de la terrible desgracia natural han agregado una nueva paranoia al panorama internacional: el manejo de la energía nuclear, que efectivamente constituye un peligro latente para cualquier nación, aún para la más cuidadosa.
Pensar en plantas nucleares ubicadas en lugares que además de las condiciones geográficas poco favorables tienen el peligro de gobiernos negligentes o corruptos, es un asunto preocupante. Está en riesgo la seguridad de todo el mundo.
Para agregar un nuevo problema a la situación de este planeta loco, aparece el terrible fantasma de la guerra. Y una guerra que personalmente me parece no sólo absurda, sino demasiado cercana. Vivir en el país de la bota en este momento tiene sus desventajas, honestamente.
Libia es una nación cuya existencia me resultaba objetivamente indiferente antes de venir a vivir a Italia. Cierto que Ghedaffi tiene al frente de ese país exactamente los mismos años que tengo yo de vida. Y claro que recuerdo algunos de sus arranques y de sus extravagancias. De hecho la imagen del líder líbico era para mí la de un dictador y nada más.
Por eso cuando llegué a Italia y comencé a enterarme de la relación tan estrecha entre los dos países, no dejó de sorprenderme la importancia que se daba al extravagante coronel. No sé si es miedo, o precaución, luego de que en 1986 Ghedaffi tuvo la genial idea de tirar un par de misiles contra la isla de Lampedusa, en Sicilia, como represalia luego de que los Estados Unidos bombardearon Libia en una operación llamada “El Dorado Canyon”.
Y aunque entonces los libios aclararon que no era su intención golpear Italia, sino atacar las bases militares ubicadas en el territorio tricolor, el antecedente quedó registrado.
Hace algunos meses, precisamente en este espacio me permití comentar el exceso de atenciones del gobierno berlusconiano hacia quien hoy resulta el maloso de la película.
En agosto de 2010, este espacio daba cuenta de que el dirigente libio “se presentó en Italia como siempre rodeado de excentricidades. Para empezar, fue montada en la embajada de Libia en Roma una tienda beduina donde pernoctaría, además de que antes de su llegada entraron en el país treinta caballos pura sangre que pertenecen a los caballeros berebere, que realizarían una exhibición ecuestre ante las autoridades y empresarios italianos.
...Días antes de su llegada, los organizadores de la visita se dieron a la tarea de 'reclutar' 500 edecanes ante las cuales el líder realizó una abierta prédica a favor del islam.
Lo que el libio hizo fue ofrecer una conferencia acerca del Corán ante las jóvenes a quienes dijo que 'el islam tiene que convertirse en la religión de Europa.' Señaló además que las mujeres musulmanas tienen mayor libertad y mayor respeto que las europeas e invitó a las chicas a convertirse.”
Por eso no me sorprenden, pero sí me conmocionan las últimas declaraciones de Silvio Berlusconi, quien se dice “adolorido” por lo que le está sucediendo a su amigo el coronel, el mismo a quien atribuye haber aprendido el ritual del Bunga Bunga, que tantos dolores de cabeza le está dando.
Libia fue durante la segunda guerra mundial una colonia italiana y hasta ahora, es uno de los aliados comerciales más importantes del país de la bota. Ghedaffi es entre otras cosas accionista de Unicredit, una de los principales bancos de Europa y de Enel, la empresa energética más importante de Italia.
La situación es clara: Italia ha sido obligada a participar en esta guerra y lo hace no porque las autoridades estén convencidas de hacerlo, o porque realmente tengan interés en derrocar a Ghedaffi. Por el contrario, hay incluso un tratado de “amistad” entre ambas naciones que ha provocado la ira del coronel que se ha sentido traicionado por los italianos, especialmente por Berlusca, que en alguna ocasión incluso públicamente le besó las manos en señal de respeto.
Sin ser una especialista en política internacional, tengo serias dudas acerca de la conveniencia de entrar en una guerra que no resta clara. Atacar por aire Libia es una acción ejercida con la finalidad de ayudar a los rebeldes que buscando liberarse del dictador iniciaron un movimiento hace algunas semanas.
Lo que no comprendo del todo es quiénes son los rebeldes en cuestión. Porque hay que mencionar que el mismo coronel ha dicho repetidamente que detrás del movimiento en su contra está ni más ni menos que Al Qaeda, que habría convencido a los jóvenes a manifestarse.
Sin embargo, parece que el occidente -con Al Qaeda en medio o no- tiene muy claro que debe ayudar a los revoltosos. Queda claro que el dictador se ha valido de todos los medios para ejercer una represión sin precedentes y ha asesinado en pocos días miles de personas contrarias a su régimen.
Pero sinceramente no creo que podamos ser tan inocentes como para creer que el único interés que mueve principalmente a Francia e Inglaterra es ayudar a los libios a liberarse. Sucede lo mismo en Yemen donde un grupo de rebeldes intenta acabar con un régimen y nadie ha movido un dedo.
¿Será porque en Libia hay petróleo y gas y precisamente Francia e Inglaterra han sido casi ignorados como socios potenciales del país nordafricano? Los malpensados como yo estamos convencidos de que franceses, ingleses, estadounidenses y demás luchadores por la democracia tienen puestos sus ojitos en las potencialidades económicas de Libia.
Pero tampoco es tolerable que Berlusconi quiera tener dos veladoras encendidas, por si acaso no se puede derrocar a Ghedaffi. Porque no entiendo cómo se puede ser tan cínico y declarar que los Tornados -los aviones de guerra italianos que han sobrevolado Libia- “no han disparado ni dispararán”. ¿Entonces a qué fueron? ¿Nada más a darse una vueltecita para ver cómo estaban las cosas por allá?
Ni tampoco se puede engañar a la población diciendo como el presidente Giorgio Napolitano que “Italia no está en guerra”, cuando aparte de que se están utilizando las bases militares estadounidenses ubicadas en territorio italiano, se están enviando aviones a colaborar con el bombardeo.
Además de todo, está latente la situación de los aliados. Italia no quiere que sea Francia a tomar el control de la situación y exige que sea la OTAN a coordinar las acciones, mientras Nicolás Sarkozy sencillamente ha decidido ser el nuevo Napoleón.
Quién sabe cuáles son sus intenciones y cuáles sean las ventajas que representa para su país vestirse de héroe libertador de los oprimidos libios.
Hay tanta confusión en la “odisea del alba” que hasta los Estados Unidos se tuvieron que lavar las manos por el ataque a la residencia de Ghedaffi, que fue realizado por los aviones daneses, porque según los norteamericanos no existe la intención de eliminar al coronel libio, pues “se busca solamente su retiro voluntario”.
Y mientras todo esto ocurre, los desesperados civiles están escapando por mar del territorio libio. ¿Hacia dónde? Pues hacia las costas más cercanas, claro está: las de Lampedusa, lo que representa un problema más porque simplemente no hay espacio para recibir a los refugiados y la situación se está saliendo de control.
Las circunstancias son complejas. Hasta ahora no se ve cercano el momento en que Ghedaffi decida irse. Muy probablemente no lo va a hacer por las buenas, pues ya tuvo la posibilidad y no decidió hacerlo.
Es una guerra disfrazada como se usa ultimamente, de “misión de paz”, con el pretexto de defender a la población civil. Pero es además de todo un conflicto desorganizado y confuso, con una lógica que no aparece por ninguna parte y cuyas consecuencias no son misurables.
Lo dicho. El mundo está de cabeza.
miércoles, 16 de marzo de 2011
La mujer (italiana) en los tiempos de Berlusconi
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
16 marzo, 2011
Escribí este artículo precisamente el ocho de marzo,declarado Día Internacional de la Mujer, según la versión más reconocida, en recuerdo de una huelga, que aconteció en Nueva York, en 1857, en la cual murieron 129 obreras, después que los patrones hubieron incendiado la fábrica ocupada.
Sea cual sea el origen de la celebración, hablar de la mujer tiene un valor simbólico y un peso muy importante en este momento en el país de la bota.
Los hechos recientes han hecho que las italianas y muchos italianos comiencen a despertarse y cuestionen como tal vez nunca antes la posición de las féminas en la sociedad.
La situación es clara. El escándalo más reciente que involucra al presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi acusado de favorecer la prostitución de una chica mientras ésta era todavía menor de edad, Karima El Mahroug, conocida como Ruby Robacorazones.
En realidad hasta hace poco tiempo la situación de la mujer en Italia era aparentemente ventajosa y hasta se hablaba de equidad de género. Sin embargo, fue el
mismo premier quien poco a poco se encargó de dejar claro que para ocupar un lugar destacado no solamenteen la sociedad, sino también en la política, es importante la “bella presencia”.
De ahí que en este país se escuchen discursos que parecen casi increíbles. Como el de Nicchi Vendola,uno de los políticos de oposición más respetados y populares, que ha señalado precisamente en el día de la Mujer: “a Berlusconi le reclamo haber creado un lenguaje, un modelo cultural lleno de machismo y de sexismo, que después se ha convertido en el lenguaje de la clase dirigente: las mujeres como adorno, como
presa de las actividades de cacería de los hombres”.
A decir del mismo Vendola, “una vez Berlusconi dijo que entre los criterios de selección de la clase política debería estar la belleza estética”. Así ha sido.
He dado testimonio a lo largo de mis colaboraciones en Punto. Desde el nombramiento de la exvedette Mara Carfagna como ministro para la Igualdad de Oportunidades, pasando por la asesora de la región Lombardía, Nicole Minetti, quien ahora está acusada junto al Premier de favorecer la prostitución porque presuntamente era ella la encargada de seleccionar e invitar a las chicas del Bunga Bunga, las fiestas privadas de Berlusca que terminaban en orgía.
Definitivamente la imagen de la mujer en Italia dista mucho de ser lo que en una democracia avanzada debería. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, ha expresado hoy mismo su preocupación por lo que la mujer representa en este momento en la vida pública de la nación. “El modelo de consumo reduce demasiado seguido a la mujer de sujeto a objeto. Es una imagen que puede favorecer comportamientos agresivos incluso muy graves, que va rechazada sin medios términos... Se necesita un esfuerzo común para alcanzar una equidad sustancial y es necesario hacer énfasis en la cultura que se difunde acerca del papel que se concede a la mujer, sobre los equilibrios persistentes en las relaciones entre géneros.”
En pocas palabras: las mujeres italianas se ven obligadas cada vez con mayor frecuencia a aparecer y aparentar más que ser… Todas iguales. Labios inflados, senos y traseros retocados, hasta el cabello lo llevan de la misma manera. Se visten igual. Parecen hechas en serie y compiten por un lugar y un reconocimiento social.
Que quede claro: nada tengo contra las mujeres que gustan de vestirse y mostrarse en una cierta manera.Personalmente soy una fanática de la minifalda. Pero no
pienso que el hecho de dejarse ver esté necesariamente relacionado con la búsqueda de beneficios personales o de grandes saltos a nivel profesional o personal.
Me gustaría que en Italia como en todas partes la femineidad y la apariencia fueran simplemente una parte natural del modo de ser de las mujeres y no un
instrumento para alcanzar objetivos.
Estoy en contra de la idea de que ser atractiva es sinónimo de ser tonta, pero también me pone de mal humor pensar que existan mujeres que hacen de la apariencia la
única arma para llegar a ocupar un lugar destacado.
Por eso me preocupa sinceramente lo que ocurre en el país donde vivo. Porque no puedo imaginar que las jóvenes de hoy apuesten todo a la imagen y sim-
plemente se olviden de cultivar otros valores y desarrollar otros talentos.
Es cierto, las que son bellas hasta la exageración no deberían tener necesidad de parecer o ser también inteligentes, ya destacan y tienen un lugar seguro
porque sin duda la belleza excesiva se reconoce.
Pero quienes entramos en el rango de la normalidad estamos obligadas a buscar ser auténticas, a mostrar talento, a luchar por un lugar y un reconocimiento que nada tenga que ver con el aspecto externo.
No son los hombres quienes tienen la culpa de lo que ocurre. En el fondo no es Berlusconi quien con su naturalmente sucia forma de ser fomenta que las
mujeres se concedan a sus deseos. Son las chicas que piensan que concederse les dará la posibilidad de obtener un camino fácil hacia el éxito.
Son los valores equivocados, esos acerca del día Internacional de la Mujer que recientemente pasó y acerca de los cuales los invito a reflexionar.
16 marzo, 2011
Escribí este artículo precisamente el ocho de marzo,declarado Día Internacional de la Mujer, según la versión más reconocida, en recuerdo de una huelga, que aconteció en Nueva York, en 1857, en la cual murieron 129 obreras, después que los patrones hubieron incendiado la fábrica ocupada.
Sea cual sea el origen de la celebración, hablar de la mujer tiene un valor simbólico y un peso muy importante en este momento en el país de la bota.
Los hechos recientes han hecho que las italianas y muchos italianos comiencen a despertarse y cuestionen como tal vez nunca antes la posición de las féminas en la sociedad.
La situación es clara. El escándalo más reciente que involucra al presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi acusado de favorecer la prostitución de una chica mientras ésta era todavía menor de edad, Karima El Mahroug, conocida como Ruby Robacorazones.
En realidad hasta hace poco tiempo la situación de la mujer en Italia era aparentemente ventajosa y hasta se hablaba de equidad de género. Sin embargo, fue el
mismo premier quien poco a poco se encargó de dejar claro que para ocupar un lugar destacado no solamenteen la sociedad, sino también en la política, es importante la “bella presencia”.
De ahí que en este país se escuchen discursos que parecen casi increíbles. Como el de Nicchi Vendola,uno de los políticos de oposición más respetados y populares, que ha señalado precisamente en el día de la Mujer: “a Berlusconi le reclamo haber creado un lenguaje, un modelo cultural lleno de machismo y de sexismo, que después se ha convertido en el lenguaje de la clase dirigente: las mujeres como adorno, como
presa de las actividades de cacería de los hombres”.
A decir del mismo Vendola, “una vez Berlusconi dijo que entre los criterios de selección de la clase política debería estar la belleza estética”. Así ha sido.
He dado testimonio a lo largo de mis colaboraciones en Punto. Desde el nombramiento de la exvedette Mara Carfagna como ministro para la Igualdad de Oportunidades, pasando por la asesora de la región Lombardía, Nicole Minetti, quien ahora está acusada junto al Premier de favorecer la prostitución porque presuntamente era ella la encargada de seleccionar e invitar a las chicas del Bunga Bunga, las fiestas privadas de Berlusca que terminaban en orgía.
Definitivamente la imagen de la mujer en Italia dista mucho de ser lo que en una democracia avanzada debería. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, ha expresado hoy mismo su preocupación por lo que la mujer representa en este momento en la vida pública de la nación. “El modelo de consumo reduce demasiado seguido a la mujer de sujeto a objeto. Es una imagen que puede favorecer comportamientos agresivos incluso muy graves, que va rechazada sin medios términos... Se necesita un esfuerzo común para alcanzar una equidad sustancial y es necesario hacer énfasis en la cultura que se difunde acerca del papel que se concede a la mujer, sobre los equilibrios persistentes en las relaciones entre géneros.”
En pocas palabras: las mujeres italianas se ven obligadas cada vez con mayor frecuencia a aparecer y aparentar más que ser… Todas iguales. Labios inflados, senos y traseros retocados, hasta el cabello lo llevan de la misma manera. Se visten igual. Parecen hechas en serie y compiten por un lugar y un reconocimiento social.
Que quede claro: nada tengo contra las mujeres que gustan de vestirse y mostrarse en una cierta manera.Personalmente soy una fanática de la minifalda. Pero no
pienso que el hecho de dejarse ver esté necesariamente relacionado con la búsqueda de beneficios personales o de grandes saltos a nivel profesional o personal.
Me gustaría que en Italia como en todas partes la femineidad y la apariencia fueran simplemente una parte natural del modo de ser de las mujeres y no un
instrumento para alcanzar objetivos.
Estoy en contra de la idea de que ser atractiva es sinónimo de ser tonta, pero también me pone de mal humor pensar que existan mujeres que hacen de la apariencia la
única arma para llegar a ocupar un lugar destacado.
Por eso me preocupa sinceramente lo que ocurre en el país donde vivo. Porque no puedo imaginar que las jóvenes de hoy apuesten todo a la imagen y sim-
plemente se olviden de cultivar otros valores y desarrollar otros talentos.
Es cierto, las que son bellas hasta la exageración no deberían tener necesidad de parecer o ser también inteligentes, ya destacan y tienen un lugar seguro
porque sin duda la belleza excesiva se reconoce.
Pero quienes entramos en el rango de la normalidad estamos obligadas a buscar ser auténticas, a mostrar talento, a luchar por un lugar y un reconocimiento que nada tenga que ver con el aspecto externo.
No son los hombres quienes tienen la culpa de lo que ocurre. En el fondo no es Berlusconi quien con su naturalmente sucia forma de ser fomenta que las
mujeres se concedan a sus deseos. Son las chicas que piensan que concederse les dará la posibilidad de obtener un camino fácil hacia el éxito.
Son los valores equivocados, esos acerca del día Internacional de la Mujer que recientemente pasó y acerca de los cuales los invito a reflexionar.
lunes, 14 de marzo de 2011
¿Represión a periodistas en el edomex?
Publicado por el diario online Primero estado de México. 14 de marzo de 2011.
Esta semana, como siempre curioseando en la red, particularmente en Facebook, me encontré un interesante texto firmado por el periodista mexiquense Michel Jiménezm quien trabaja para la publicación local Impulso. En la nota publicada en su perfil de la red social, el comunicador habla con fundamentos serios acerca de una nueva realidad que se está viviendo en el estado de México.
Dice Jiménez que el gobernador Enrique Peña Nieto se está comportando en un modo equivocado de frente a los representantes de los medios de comunicación. Habla de trabas que el titular del Ejecutivo estatal está poniendo al trabajo reporteril.
Asegura que ahora hay una especie de “corral” de prensa donde los reporteros esperan “para ver al gobernador Enrique Peña, desde lejos, dar instrucciones”. Y aunque hace muchísimos años que estoy definitivamente fuera del ejercicio periodístico como reportera, no deja de sorprenderme lo que ahora ocurre.
Está claro que los tiempos cambian y que cada gobernante tiene un estilo diferente para convivir con la prensa, pero no puedo concebir, vamos, no imagino siquiera que dentro de esta obligatoria interacción el gobernador de una entidad tan importante se convierta en una especie de soberano aislado, lejano, que pretende simplemente ser contemplado y venerado, aplaudido y consentido.
No es lógico. No es normal en una sociedad que se presume democrática el representante popular más importante se dé aires de excesiva importancia y decida que nadie puede acercarse a él para cuestionar su ejercicio del poder.
Porque a fin de cuentas no creo que el periodista, el reportero común que cumple su labor cotidiana tenga la necesidad de limosnear por una respuesta a las muchas interrogantes que sin duda tiene respecto al trabajo del “poderoso”, que, de acuerdo con los principios básicos de la democracia está simplemente obligado a responder amplia y claramente.
Mi experiencia con los gobernadores se limita a dos casos. Que quede claro: si me permito hablar en primera persona es simplemente porque creo que cada periodista sabe perfectamente en qué términos desarrolla su trabajo y cuál es su relación con el poder.
El primer gobernador con quien tuve contacto directo fue César Camacho. Con él había posibilidad de diálogo. Hábil orador, hombre de cultura, sabía perfectamente responder a cada pregunta y generalmente no perdía la compostura. Cuidaba las formas y no obstante hiciera berrinches de vez en cuando, se mostraba dispuesto a confrontarse, a hablar y despejar dudas.
Con Arturo Montiel, en cambio, las tradicionales conferencias de prensa de los lunes terminaban invariablemente con su molestia. No era brillante, ni hábil para responder. Berrinchudo, colérico, prepotente. Se ponía de malas y generalmente se peleaba con los reporteros. Pero contestaba. No tenía empacho en dar siempre una respuesta aunque a veces se metía en serios problemas. Era el ejemplo más claro de que “el pez por su boca muere”, pero sin duda daba espacio a los periodistas, algunos de los cuales al parecer le inspiraban un cierto miedo.
Hoy Peña Nieto se da el lujo de alejar a la prensa. No quiere enfrentarla. ¿Por qué? Posiblemente porque se cura en salud y sabe que habrá quien le ponga preguntas más que incómodas para las que en definitiva no tiene una respuesta, y porque probablemente tiene una perfecta clasificación que le permite discriminar medios y representantes, dando con ello apertura solamente a aquellos con quienes le conviene realmente platicar.
Precisamente hace una semana comentaba en este espacio la entrevista entre Peña y Carlos Loret de Mola. En esa, como en otras más concedidas a los “monstruos” de los medios “importantes”, Peña llega preparado, con poses de gran gobernante, porque sabe muy bien que lo verán muchos potenciales electores y quiere dar literalmente su mejor cara. Pero generalmente de frente a los “grandes”, mete la pata en una manera impresionante. Su capacidad no le ayuda.
Tal vez por esa poca capacidad, en la actividad cotidiana, Peña evita los contactos incómodos e improvisos con los reporteros que supongo considera incómodos y/o poco importantes.
Pero viendo las cosas con objetividad, es necesario hablar con la verdad. Las entrevistas colectivas y las conferencias de prensa son momentos en que montones de reporteros de los medios serios y de otros mucho menos serios tienen la oportunidad de acercarse al gobernador en turno.
Sinceramente, en los mal llamados “eventos” ni están todos los que son, ni son todos los que están. Digamos que se sabe bien quiénes son las personas realmente interesadas en preguntar para realmente realizar un buen trabajo, y quienes van y preguntan con mala leche o simplemente “hacen presencia” para luego intentar extorsionar solicitando los aberrantes “apoyos”.
Entra de todo cuando se trata de seguir al gobernador. Y no es que lo justifique. Para nada. Estoy convencida que es necesaria la interacción constante entre los medios y los gobernantes, porque como bien dice Michel, el respeto del periodismo hacia las autoridades “es garantía de que existan ciudadanos informados, críticos y conscientes de su momento histórico.”
Pero es también cierto que de cada 100 reporteros que se presentan a las conferencias de prensa o a las actividades públicas, no más de diez son profesionistas serios que buscan sencillamente desarrollar lo que también señala Jiménez en su artículo: el periodismo como “representación impresa de la democracia”.
Por eso considero oportuna una selección de las preguntas y de quiénes las formulan. Pero en el sentido de la seriedad de los cuestionamientos, de la importancia de los planteamientos. Nunca para censurar.
Porque es grave que la oficina de comunicación social se dé el lujo de filtrar preguntas y con ello practicamente amordazar a los periodistas. Dice Jiménez que los fieles guardianes del gobernador “no dan la oportunidad al reportero de enfrentar con sustancia a la autoridad y exigirle una respuesta, no se promueve la práctica periodística, la agilidad mental, la inventiva, la capacidad de sorpresa, se aniquila toda emoción al periodismo.”
Efectivamente tiene razón. Pero debe considerar también que en gran parte la culpa es de los propios reporteros, que podrían -en un mundo ideal, claro está- decidir no seguirle el juego al poder y simplemente ignorarlo, o en todo caso ser directos y como grupo unido plantear seriamente su inconformidad y buscar cambiar las condiciones en su relación con el Ejecutivo estatal.
Pero por desgracia estoy hablando de un mundo ideal, en el cual los medios son el contrapeso del sistema de poder.
En el mundo real por desgracia es precisamente el poder quien tiene en sus manos a los medios, a partir de su capacidad de controlarlos, sobre todo, económicamente. Porque a fin de cuentas, digamoslo directamente, la filosofía de Peña es la del gobernante que sabe que basta llegarle al precio no al periodista común, sino al del dueño del medio para el que dicho periodista colabora.
De esta manera el simple reportero -que no es sino el último, el más humilde participante en la relación entre los medios y el poder- tendrá siempre que soportar que el gobernador haga lo que se le dé la gana con él, incluso humillarlo e ignorarlo. Al fin que el que paga, manda, ¿no es así?
Esta semana, como siempre curioseando en la red, particularmente en Facebook, me encontré un interesante texto firmado por el periodista mexiquense Michel Jiménezm quien trabaja para la publicación local Impulso. En la nota publicada en su perfil de la red social, el comunicador habla con fundamentos serios acerca de una nueva realidad que se está viviendo en el estado de México.
Dice Jiménez que el gobernador Enrique Peña Nieto se está comportando en un modo equivocado de frente a los representantes de los medios de comunicación. Habla de trabas que el titular del Ejecutivo estatal está poniendo al trabajo reporteril.
Asegura que ahora hay una especie de “corral” de prensa donde los reporteros esperan “para ver al gobernador Enrique Peña, desde lejos, dar instrucciones”. Y aunque hace muchísimos años que estoy definitivamente fuera del ejercicio periodístico como reportera, no deja de sorprenderme lo que ahora ocurre.
Está claro que los tiempos cambian y que cada gobernante tiene un estilo diferente para convivir con la prensa, pero no puedo concebir, vamos, no imagino siquiera que dentro de esta obligatoria interacción el gobernador de una entidad tan importante se convierta en una especie de soberano aislado, lejano, que pretende simplemente ser contemplado y venerado, aplaudido y consentido.
No es lógico. No es normal en una sociedad que se presume democrática el representante popular más importante se dé aires de excesiva importancia y decida que nadie puede acercarse a él para cuestionar su ejercicio del poder.
Porque a fin de cuentas no creo que el periodista, el reportero común que cumple su labor cotidiana tenga la necesidad de limosnear por una respuesta a las muchas interrogantes que sin duda tiene respecto al trabajo del “poderoso”, que, de acuerdo con los principios básicos de la democracia está simplemente obligado a responder amplia y claramente.
Mi experiencia con los gobernadores se limita a dos casos. Que quede claro: si me permito hablar en primera persona es simplemente porque creo que cada periodista sabe perfectamente en qué términos desarrolla su trabajo y cuál es su relación con el poder.
El primer gobernador con quien tuve contacto directo fue César Camacho. Con él había posibilidad de diálogo. Hábil orador, hombre de cultura, sabía perfectamente responder a cada pregunta y generalmente no perdía la compostura. Cuidaba las formas y no obstante hiciera berrinches de vez en cuando, se mostraba dispuesto a confrontarse, a hablar y despejar dudas.
Con Arturo Montiel, en cambio, las tradicionales conferencias de prensa de los lunes terminaban invariablemente con su molestia. No era brillante, ni hábil para responder. Berrinchudo, colérico, prepotente. Se ponía de malas y generalmente se peleaba con los reporteros. Pero contestaba. No tenía empacho en dar siempre una respuesta aunque a veces se metía en serios problemas. Era el ejemplo más claro de que “el pez por su boca muere”, pero sin duda daba espacio a los periodistas, algunos de los cuales al parecer le inspiraban un cierto miedo.
Hoy Peña Nieto se da el lujo de alejar a la prensa. No quiere enfrentarla. ¿Por qué? Posiblemente porque se cura en salud y sabe que habrá quien le ponga preguntas más que incómodas para las que en definitiva no tiene una respuesta, y porque probablemente tiene una perfecta clasificación que le permite discriminar medios y representantes, dando con ello apertura solamente a aquellos con quienes le conviene realmente platicar.
Precisamente hace una semana comentaba en este espacio la entrevista entre Peña y Carlos Loret de Mola. En esa, como en otras más concedidas a los “monstruos” de los medios “importantes”, Peña llega preparado, con poses de gran gobernante, porque sabe muy bien que lo verán muchos potenciales electores y quiere dar literalmente su mejor cara. Pero generalmente de frente a los “grandes”, mete la pata en una manera impresionante. Su capacidad no le ayuda.
Tal vez por esa poca capacidad, en la actividad cotidiana, Peña evita los contactos incómodos e improvisos con los reporteros que supongo considera incómodos y/o poco importantes.
Pero viendo las cosas con objetividad, es necesario hablar con la verdad. Las entrevistas colectivas y las conferencias de prensa son momentos en que montones de reporteros de los medios serios y de otros mucho menos serios tienen la oportunidad de acercarse al gobernador en turno.
Sinceramente, en los mal llamados “eventos” ni están todos los que son, ni son todos los que están. Digamos que se sabe bien quiénes son las personas realmente interesadas en preguntar para realmente realizar un buen trabajo, y quienes van y preguntan con mala leche o simplemente “hacen presencia” para luego intentar extorsionar solicitando los aberrantes “apoyos”.
Entra de todo cuando se trata de seguir al gobernador. Y no es que lo justifique. Para nada. Estoy convencida que es necesaria la interacción constante entre los medios y los gobernantes, porque como bien dice Michel, el respeto del periodismo hacia las autoridades “es garantía de que existan ciudadanos informados, críticos y conscientes de su momento histórico.”
Pero es también cierto que de cada 100 reporteros que se presentan a las conferencias de prensa o a las actividades públicas, no más de diez son profesionistas serios que buscan sencillamente desarrollar lo que también señala Jiménez en su artículo: el periodismo como “representación impresa de la democracia”.
Por eso considero oportuna una selección de las preguntas y de quiénes las formulan. Pero en el sentido de la seriedad de los cuestionamientos, de la importancia de los planteamientos. Nunca para censurar.
Porque es grave que la oficina de comunicación social se dé el lujo de filtrar preguntas y con ello practicamente amordazar a los periodistas. Dice Jiménez que los fieles guardianes del gobernador “no dan la oportunidad al reportero de enfrentar con sustancia a la autoridad y exigirle una respuesta, no se promueve la práctica periodística, la agilidad mental, la inventiva, la capacidad de sorpresa, se aniquila toda emoción al periodismo.”
Efectivamente tiene razón. Pero debe considerar también que en gran parte la culpa es de los propios reporteros, que podrían -en un mundo ideal, claro está- decidir no seguirle el juego al poder y simplemente ignorarlo, o en todo caso ser directos y como grupo unido plantear seriamente su inconformidad y buscar cambiar las condiciones en su relación con el Ejecutivo estatal.
Pero por desgracia estoy hablando de un mundo ideal, en el cual los medios son el contrapeso del sistema de poder.
En el mundo real por desgracia es precisamente el poder quien tiene en sus manos a los medios, a partir de su capacidad de controlarlos, sobre todo, económicamente. Porque a fin de cuentas, digamoslo directamente, la filosofía de Peña es la del gobernante que sabe que basta llegarle al precio no al periodista común, sino al del dueño del medio para el que dicho periodista colabora.
De esta manera el simple reportero -que no es sino el último, el más humilde participante en la relación entre los medios y el poder- tendrá siempre que soportar que el gobernador haga lo que se le dé la gana con él, incluso humillarlo e ignorarlo. Al fin que el que paga, manda, ¿no es así?
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