Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
05 de abril, 2011
Esta semana me he detenido un poco a reflexionar, a propósito de los últimos acontecimientos ocurridos en todo el mundo. Desde el sismo de Japón hasta la guerra en Libia, pasando por los asuntos locales tanto de México como de Italia.
Debo decir que sinceramente cada una de las situaciones que se viven en el planeta son importantes y causan serios efectos, algunas veces a nivel global y especialmente en materia económica. Pero también es necesario agregar que cobran mayor o menor importacia de acuerdo con el interés que reciben de parte de los medios de comunicación.
Es casi sistemático. Cada hecho “vive” en la memoria colectiva, alcanza un grado de importancia determinado de acuerdo con la atención que provoca. Si la radio y la televisión le dan un peso específico importante, seguramente los receptores, el público, la masa, la sociedad o como se nos ocurra llamar a quienes vienen bombardeados de información se sentirán involucrados y afectados, por lejano a su vida cotidiana que la situación parezca.
Por eso me doy cuenta de que los medios de comunicación no son otra cosa que creadores de la realidad, a conveniencia de un sistema que incluye principalmente intereses económicos. De repente, la atención se concentra en la desgracia de los japoneses, y la reacción es inmediata: se dejan sentir la solidaridad y la preocupación, y se despierta una tremenda conciencia colectiva que es capaz de solidarizarse con un pueblo que horas antes era simplemente considerado como lejano.
Los hechos han despertado una especie de reconocimiento y casi pánico colectivo hacia los riesgos que representa el manejo inadecuado de la energía nuclear. En este lado del Atlántico he podido ver cómo un sector importante de la población se manifiesta preocupado porque considera que si hasta los japoneses, reconocidos mundialmente como un pueblo ordenado y con bajísimos niveles de corrupción y un alto sentido de responsabilidad social han fallado y ante la catástrofe se han descubierto sus carencias en cuanto al manejo de la energía alternativa, entonces el pueblo italiano, que no se caracteriza precisamente por su capacidad de organización, será inadecuado para gestir plantas nucleares.
Y el tema ha sido indudablemente uno de los más difundidos en los últimos tiempos. Debates, gritos y sombrerazos han sido el pan cotidiano que los medios de comunicación del país de la bota han dado al pueblo.
Luego se han ocupado de hablar de la guerra en Libia. Días enteros de transmisiones ininterrumpidas que narraban los bombardeos al país gobernado por Gheddafi. Hasta en la sopa tuvimos que ver los pleitos internos de las fuerzas de occidente que peleaban por el control de la misión.
Pero hace ya una semana que no se dice practicamente nada. Al menos en Italia nadie se preocupa más por los ataques a Libia y las posibles víctimas civiles. Y el bombardeo no ha cesado. Existe, pero al mismo tiempo no, porque los medios casi ya no hablan de esto.
El tema de hoy en los medios es la llegada constante de inmigrantes ilegales que desde Túnez y la misma Libia están llegando a las costas de la isla siciliana de Lampedusa. Ha habido necesidad de llevarlos hacia otros puntos de Italia mientras la comunidad europea hace oídos sordos y Francia cierra descaradamente sus fronteras, para de esta manera dejar todo el paquete a las autoridades italianas, que luchan desesperadamente para frenar la llegada masiva que el presidente del consejo, Silvio Berlusconi ha llamado “el tsunami humano”.
Pero seguramente dentro de poco no será importante tampoco la llegada de los inmigrantes, porque algún otro tema ocupará su lugar. A fin de cuentas, ese es el sentido de los medios de comunicación: hacer que los hechos existan o desaparezcan.
Cuando estas líneas serán publicadas, el seis de abril habrá pasado y seguramente no habrá ocurrido absolutamente nada respecto al famoso caso “Ruby”, que en su momento ha ocupado todos los espacios de los medios italianos. Me refiero al proceso que involucra Berlusconi, acusado de fomentar la prostitución de una menor de edad y de haber abusado de su autoridad al exigir la inmediata liberación de la joven Karima El Maroug, conocida como Ruby roba corazones.
La atención de los medios ha estado puesta en otros casos, pero el seis de abril es la fecha que se había fijado para la primera audiencia y seguramente de nuevo regresará el escándalo a ocupar planas y planas, tiempo en radio y en televisión y obviamente también en la red. Pero sin duda, algo ocurrirá y será posible distraer de nuevo la atención hacia otros temas.
Los medios son poder, tienen la capacidad de actuar a modo de intervenir en los acontecimientos, Callan o hablan. Ignoran o difunden y en eso radica su impresionante capacidad de crear la realidad. Los medios manipulan, y aunque suena más bien a lugar común, es inegable que hay una acción a nivel macro que mueve a la masa y determina su opinión y hasta su acción de frente a los acontecimientos que no serían importantes naturalmente, si no fueran tratados y difundidos por los medios.
Los fines de los medios pueden ser políticos, bélicos o económicos. La realidad existe, aunque nosotros no la conozcamos. El punto es cuando esa realidad se convierte en una parte de nuestra percepción cotidiana. Y aunque los medios no hablan de la realidad total, se ocupan de algunos fragmentos de ésta y la transforman en una verdad absoluta, manipulada de acuerdo con las diferentes ideologías y los distintos intereses.
Y aquí vale la pena considerar el nivel de ética y de responsabilidad de cada medio. Me atrevo a decir que ese nivel es en muchas ocasiones nulo. No perdamos de vista que los medios de comunicación son ante todo un negocio. Son empresas que viven de la difusión de los hechos, de esas pequeñas partes de realidad de acuerdo con su propia conveniencia.
En un mundo ideal, el papel de los medios sería el de el grupo crítico que contrastara al poder. En el mundo verdadero, los medios se han convertido en difusores de ideología, creadores de miedos, explotadores de morbo.
Hay una colección infinita de frases para definir el papel de los medios. Desde “reflejo de la realidad”, hasta “periodismo objetivo”, “periodismo independiente” o “periodismo puro”. Pero todas estas no son sino frases de venta, pura mercadotecnia que nada tiene que ver con el verdadero debate que los medios de comunicación debería tener con el poder, si cumpliera con su misión fundamental.
Vamos pensando un poco en hablar de lo que nadie habla, de proponer lo que nadie propone y dejemos a un lado esa exasperante “uniformidad” que hace que los medios simplemente digan lo mismo en diferentes maneras, sin proponer la verdadera investigación y sin ser auténticos cuestionadores del ejercicio del poder.
Esto implica acabar con privilegios, luchar contra la corriente. Pero posiblemente vale la pena, si es que se decide de una vez por todas aportar algo verdaderamente importante a la sociedad y no sólo a los bolsillos de unos cuantos.
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Platon decia que si se cae un arbol en el bosque y nadie lo vé y nadie lo oye, es como si no hubiera caido.
ResponderBorrarEso es lo que hacen los medios, no dicen que arboles caen y frecuentemente hacen parecer que la caida de un arbusto es equivalente a la caida de un arbol centenario.
Sin embargo, ¿quien quiere dejar el poder? Porque la verdad es que los medios de comunicación no cuestionan al poder porque forman parte de él. Por algo tambien se les llama "el cuarto poder".
En muchos aspectos Aldous Huxley describió este mundo en su novela "Un mundo feliz", en otros tantos aspectos fue George Orwell en "1984". En ambas novelas los medios de comunicación juegan un papel importante.
¿Que se puede hacer? No lo sé, pero sí sé que hago yo. No tengo televición, no tengo radio y leer tres o más fuentes de información para poder constrastar la información. Por fuentes de información entiendo, por ejemplo, un periodico, una revista cientifica y las declaraciones de varios gobiernos, leer tres periodicos o solo revistas cientificas no sirve de nada.