Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
01 junio, 2011
Esta semana sinceramente debo decir que de todas las noticias que he tenido la oportunidad de leer, hay una que me ha conmovido particularmente. Se trata del premio que recibió hace algunos días la profesora regiomontana Martha Rivera.
Todo comenzó cuando a través de Youtube, fue posible ver en un video cómo esta maestra de un Kínder ubicado en Monterrey encontró la forma de mantener en calma a sus alumnos mientras cerca de la escuela había una balacera.
El video lo vi varias veces. Debo ser honesta. Me quedé con la boca abierta al inicio y después no pude contener las lágrimas.
¿Qué fue lo que provocó una reacción emotiva tan fuerte en mi persona? Simplemente el hecho de que no concibo, no imagino, no acepto bajo ninguna circunstancia el hecho que un grupo de niños tan pequeños y su profesora deban estar preparados para afrontar con calma una situación violenta.
Me siento simplemente ofendida por saber que el México de hoy vive un momento particularmente delicado.
Es una realidad dolorosa que posiblemente quienes vivimos en el extranjero y añoramos la patria no podemos aceptar tan facilmente.
Posiblemente quienes habitan en el país se han ido habituando paulatinamente a las circunstancias. A lo mejor se han resignado.
Desde mi humilde punto de vista, la violencia es consecuencia de muchos factores. Yo lo resumo en dos grandes causas: la economía que es un desastre y aumenta las diferencias sociales, por una parte y por otra la guerra contra el narcotráfico que ya no hace diferencia entre los civiles, los criminales y la autoridad.
El problema es que sea cual sea la causa, los mexicanos nos estamos acostumbrando a vivir con el miedo, a prevenir los atentados más inverosímiles a nuestra integridad física y a nuestra serenidad, y esto no es absolutamente aceptable.
Es indignante pensar en un grupo de niños pecho a tierra, cantando junto a su maestra para distraerse, mientras se escuchan disparos en el exterior. Se trata de una escena surreal, pero sobre todo debería ser un motivo más para que la sociedad se despiertara, se movilizara, exigiera, se hiciera sentir con toda su fuerza.
Después de conocer este caso, me parece todavía más ofensiva la declaración reciente del presidente Felipe Calderón, que durante la reciente cumbre mundial de viajes y turismo dijo que “la violencia en México se circunscribe sólo a algunos puntos y el resto del país se encuentra apacible”.
Dijo nuestro presidente “yo vi a miles, miles de spring breakers en México divirtiéndose y tengo entendido que los únicos disparos que recibieron eran de tequila, a muchos de ellos y nada pasó”.
Si el mismísimo titular del Ejecutivo hace como que no ve lo que está ocurriendo, las cosas están mucho más graves de lo que se piensa. Es como si quisiera negar los males que aquejan a la sociedad mexicana, como si de pronto se le ocurriera que es mejor tapar el sol con un dedo.
Y no se vale. O el presidente está mintiendo con alevosía o sencillamente ignora la realidad. O vive y gobierna otro país.
Pienso en los niños y en los adolescentes mexicanos. Acostumbrados a vivir en un clima violento, se están convirtiendo en víctimas de las circunstancias. Están aprendiendo a considerar la violencia como algo natural.
Curioseando en la red encontré algunos datos escalofriantes, siempre hablando de las nuevas generaciones de mexicanos.
“Las organizaciones civiles de México contabilizan aproximadamente 25.mil menores que están vinculados con el crimen organizado. Los niños que trabajan para el narco mexicano son víctimas del agresivo entorno social en el que se desenvuelven, según los expertos.”
De acuerdo con el sitio, investigaciones de algunos centros de estudios superiores arrojan que los adolescentes son víctimas del entorno agresivo en el que viven e ingresan a las organizaciones delictivas por seguir un ideal, por ignorancia o simplemente en busca de empleo.
Nada que ver con la realidad en que vive nuestro presidente, que parece no saber que los jóvenes mexicanos están creciendo antes de tiempo, que se están acostumbrando al miedo y no solamente eso, que muchos de ellos se están involucrando seriamente con la delincuencia.
Siempre en la red se reporta que el profesor de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez Víctor Manuel Quintana considera que “los adolescentes enrolados en los carteles pueden cumplir diversas funciones. En primer lugar, son vigilantes que se ponen en las estaciones de gasolina y en las entradas y salidas de las carreteras para avisar a los narcotraficantes quién llega y quién sale de la zona de su influencia, pero el mayor problema es que está incrementándose el empleo de los niños como ejecutores”.
Creo que llegar al punto en que los pequeños se ven despojados de su infancia por culpa de la violencia, saber que desde edad temprana se pueden convertir ya sea en víctimas o protagonistas de la delincuencia debe ser un serio punto de reflexión para la sociedad mexicana, que está pasando por uno de los momentos más negros de su historia.
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Creo que si estariamos mejor con Lopez Obrador.
ResponderBorrarEspero que la sociedad recuerde quienes son los jueces que le dieron el discutido triunfo al borracho espurio.