Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
08 diciembre, 2010.
Mientras escribo estas líneas, reviso los diarios y los noticiarios y encuentro que en los últimos días hay un tema recurrente: Julian Assange y su sitio web, Wikileaks.
El asunto me parece más que interesante, sobre todo por lo que ha ocurrido en las últimas horas. Assange se presentó ante las autoridades en Londres y fue detenido a raíz de una orden de captura emitida por las autoridades suecas "por sospecha de violación".
Es decir, el espía número uno del mundo, que ha metido en aprietos ni más ni menos que a la potencia más importante del planeta, posiblemente permanecerá en una celda por motivos que nada tienen que ver con su incómoda actividad.
Todo comenzó cuando Wikileaks, el sitio creado por Assange publicó unos 92 mil documentos de inteligencia estadounidense sobre la guerra en Afganistán desde 2004 a la fecha. Los documentos, que contienen informes secretos de agencias de inteligencia, de colaboradores afganos de la embajada de EU en Kabul y otras fuentes, fueron publicados por el diaro inglés The Guardian, el estadunidense The New York Times y el alemán Der Spiegel.
Y de ahí sin detenerse, Wikileaks ha llegado al punto máximo ultimamente cuando ha publicado sin ningún miramiento los reportes de los embajadores norteamericanos de distintos países, que se ocupan de definir ya sea a los gobernantes que a los sistemas de gobierno de muchos países del mundo.
Sinceramente he leído con mayor atención los cables referentes a los dos países que me interesan: México e Italia.
Del país de la bota, Wikileaks ha revelado que los Estados Unidos “ven con preocupación el estado salud del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ya que sus análisis médicos son un completo desastre, apenas duerme y tiene tendencia a las fiestas salvajes”, a decir del embajador de EU en Roma, David H. Thorne, en octubre de 2009.
De acuerdo con lo publicado, el diplomático habría reportado a su gobierno que “los escándalos sexuales, las investigaciones criminales, los problemas familiares y las preocupaciones financieras parecen estar afectando seriamente a la salud política y personal de Berlusconi, así como a su capacidad de tomar decisiones".
Al leer la información publicada, no puedo sino coincidir por primera vez con el premier, quien dijo que tales declaraciones lo “hacen reir”. Sí, también a mí me hace reir que se tome tan en serio lo que dice el embajador americano, por una sencilla razón: no se trata de una novedad. Se trata de un secreto a voces, con la diferencia que al parecer el embajador ha confirmado la información a través de algunos incondicionales de Berlusca, que con tal de pararse el cuello con los americanos, se dedicaron a balconear a su patrón.
Si acaso las novedades interesantes que Wikileaks ha dado a conocer son las negras intenciones de Berlusconi respecto a sus sociedades con el ruso Vladimir Putin, con quien se estaría asociando para comercializar el gas y obviamente, aumentar su riqueza personal.
En cuanto a México, creo que no es un secreto y mucho menos una novedad que la preocupación del gobierno por la pérdida de control de ciertas regiones del país a manos de narcotraficantes. Según Wikileaks los diplomáticos estadounidenses calificaron a las fuerzas armadas mexicanas de “torpes, descoordinadas, anticuadas, burocráticas, parroquiales y con aversión al riesgo” y consideran que “el presidente Felipe Calderón enfrenta un complicado ambiente político y económico, así como la incapacidad de frenar la violencia del narcotráfico y la visible tensión entre la las ramas castrenses”.
¿Novedades? Ninguna, creo. No pienso que todavía exista un mexicano con dos dedos de frente que no se haya dado cuenta de la incapacidad del gobierno para controlar la situación.
En realidad la “incomodidad” de Wikileaks no ha sido lo que se dice, sino revelar quién lo dice. A este punto habría que preguntar por qué motivo el gobierno norteamericano ha mostrado su total indignación por el hecho de que hayan sido publicadas ciertas frases dichas por sus espías disfrazados de personajes diplomáticos, pero en realidad, hasta este momento no he escuchado que Hillary Clinton diga o al menos insinúe que los documentos son falsos o que sea mentira que sus embajadores emitieron los hoy famosos documentos.
La novedad es que existe en este momento en alguna parte del mundo alguien que se atreve a acusar directamente a quienes se sienten los reyes del planeta y van por ahí fingiendo ser amigos de todos, aunque en realidad consideran a cada nación con que tratan una pieza más en su tablero de ajedrez.
Revelar la prepotencia y la hipocresía de los Estados Unidos es lo que da validez a Wikileaks. Es precisamente esa actitud la que los hace incómodos. Lástima que a pesar de todo, nada cambiará porque saber lo que los americanos hacen y la manera en que lo hacen no provocará ningún movimiento significativo. Lo sabemos todos que todo quedará en un mero escándalo y que por desgracia en este caso la verdad no nos hará libres.
Tiene razón el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, cuando dice que la Clinton “debería renunciar tras la filtración de documentos secretos por parte de Wikileaks, que pusieron al desnudo al "imperio".
Lo malo es que no ocurrirá y que a fin de cuentas lo que se está revelando no es sino la prueba de que “el lobo pierde el pelo, pero no el vicio”, como dice un refrán italiano. Lo digo simplemente porque creo que con Obama, con Bush o con quien sea, demócratas o republicanos, los Estados Unidos son lo que son y el resto de los mortales no tenemos alternativa.
Si Assange tendrá que ir a la cárcel o no, se verá más adelante. Si está protegido y financiado por fuerzas “obscuras” antiamericanas, seguramente lo vamos a saber. Pero lo que vale es su actitud que refrenda una sola cosa: su intención de llevar a la práctica lo que parecía solamente un ideal, que “la función del periodismo es cuestionar el poder”. ¡A cualquier costo! Ojalá más de uno siguiera su ejemplo.
miércoles, 8 de diciembre de 2010
jueves, 25 de noviembre de 2010
Violencia contra las mujeres...
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
23 novembre, 2010.
Escribo estas líneas justamente dos días antes de que se celebre el Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas, promovido por la Organización de las Naciones Unidas.
De acuerdo con la información publicada on line, “la violencia contra la mujer adopta formas diversas, incluidas la violencia en el hogar; las violaciones; la trata de mujeres y niñas; la prostitución forzada; la violencia en situaciones de conflicto armado, como los asesinatos, las violaciones sistemáticas, la esclavitud sexual y el embarazo forzado; los asesinatos por razones de honor; la violencia por causa de la dote; el infanticidio femenino y la selección prenatal del sexo del feto en favor de bebés varones; el no reconocimiento de las expresiones e identidades de género; la mutilación genital femenina y otras prácticas y tradiciones perjudiciales.”
El tema es sin duda extenso y difícil de tratar y es aún más complicado comprenderlo. Personalmente me parece increíble que en pleno siglo XXI sea necesario luchar contra una situación de desigualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo sé que pienso así porque me ha tocado vivir una situación privilegiada.
Pero miro a mi alrededor y me doy perfecta cuenta de que no todas las mujeres pueden considerarse emancipadas, y veo con desilusión que por desgracia muchas están todavía sufriendo tremendas injusticias que en la mayoría de los casos inician en el seno familiar y a edad muy temprana.
Ni siquiera estoy pensando en las mujeres del islam, que alguna vez me parecían tan lejanas a mi realidad y que sin embargo hoy veo pasear por las calles de la ciudad donde trabajo.
Cuando las miro me pregunto si realmente son felices cubriéndose con un velo de los pies a la cabeza, pero hablando con ellas me doy cuenta que muy probablemente viven contentas o al menos resignadas porque no conocen otra realidad o simplemente no la conciben.
Y aún así, no son ellas las que me preocupan. Pienso más bien en muchas mujeres occidentales que a pesar de no portar un velo viven una situación igualmente difícil e indignate y ni siquiera se dan cuenta.
Y es que precisamente en los últimos días he tenido la oportunidad de observar en el país de la bota un espectáculo cómico-político-mediático de esos a los que ya estamos acostumbrados que sin embargo no por eso deja de ser penoso,
Esta vez, la pequeña diferencia es que el nuevo show lo protagonizan dos mujeres que todavía no termino de comprender por cuál extraña broma del del destino están metidas en la política.
Por una parte, aparece la flamante ministro para la Igualdad de Oportunidades, Mara Carfagna. La señora ha sido mencionada más de una vez en este espacio simplemente porque se trata de una ex-vedette que, siendo una amiga entrañable del presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi, lha llegado a ocupar un puesto importantísimo. Claro que de la Mara de los calendarios que en Italia todos conocen y recuerdan ha desaparecido para dar paso a una nueva Mara, con el cabello corto al más puro estilo monástico y rígidos trajes sastre con largas faldas o pantalones que cubren su cuerpo de cualquier mirada libidinosa.
Hoy, la Carfagna es una mujer de la política capaz de indignarse y de enfrentar sin temor al mismísimo Berlusca, a quien ha amenazado con retirarse del partido y del gobierno si no le pone el alto a sus enemigos políticos, a esos malosos que la difaman y que -sin ningún fundamento, claro está- la acusan de ser una mujer de cascos ligeros.
En el otro extremo del ring aparece ni más ni menos que Alessandra Mussolini, la nieta del tristemente célebre Benito del mismo apellido. La Mussolini, diputada por el llamado Pueblo de la Libertad, es una de las principales críticas de la Carfagna, y ha expresado sus opiniones que tienen que ver no solamente con el comportamiento público de la ministra, a quien acusa de traicionar al partido al que ambas pertenecen y tener tratos con el “enemigo”.
La Mussolini, aparte de haber causado furor por haber posado desnuda en agosto de 1983 para la revista Playboy, es famosa por haber gritado durante una transmisión televisiva, dirigiéndose al entonces diputado transgénero Vladimir Luxuria que es “mejor ser fascista que maricón”.
Haciendo a un lado el pleito que de por sí es ya motivo de vergüenza, porque no puedo concebir que una diputada y una ministra se intercambien contínuamente el epíteto “prostituta”, lo que me sorprende, me molesta y me ofende es que nadie parezca darse cuenta que hay circunstancias en que las mujeres resultan ofendidas tanto como las pobres a las que tanto defendemos. Porque no puedo comprender que en un país de primer mundo todavía resulte válida la actitud machista de dar cargos importantes a las mujeres solamente por su linda cara o por su disponibilidad sexual.
Yo no me rasgo las vestiduras, cada quien hace con su vida y con su cuerpo lo que le da la gana y si hay quien sabe aprovechar su belleza para llegar lejos, la culpa no es suya, sino de quien la apoya. Pero sinceramente me gustaría que quienes obtienen un lugar importante en el gobierno italiano fueran mujeres que valen por su capacidad intelectual.
A fin de cuentas la discriminación hacia las mujeres menos agraciadas existe, lo sabemos todos y nadie hace nada por combatirla. Parece casi natural. Pero es también una forma de humillar a las mujeres.
Este tipo de violencia hacia el género femenino se nos olvida o parece que no le damos importancia. Pero de agresión hacia las mujeres se trata también cuando los medios de comunicación difunden contínuamente los modelos que la publicidad promueve como válidos para dar a la mujer la posibilidad de obtener éxito personal y profesional.
Es agredir a la mujer hacerla pensar que si no es hermosa, alta, delgada y sus rasgos corresponden a ciertos cánones no podrá tener acceso a ciertos privilegios. Es violencia, no nos hagamos de la vista gorda, ya basta.
Si a eso sumamos lo que en la realidad se ve, que no es más que una muestra práctica de que “cada mujer está sentada encima de su propia fortuna”, y vemos que los modelos Carfagna y Mussolini se repiten, entonces estamos delante de una situación que ofende y agrede a las mujeres que tratamos de luchar por obtener un mejor lugar en la sociedad utilizando la cabeza y no otras partes de nuestra anatomía.
Por eso insisto, antes de pensar en los graves problemas de las mujeres de otras sociedades bien podríamos ocuparnos de los ejemplos que tenemos en casa.
Y ya que estamos en eso, preguntémonos hasta dónde llegará -o llega ya - el poder de la señora que a partir del 27 de noviembre vivirá en la casa de Paseo Colón en Toluca. Y preguntémonos también cuáles son sus méritos y sus valores. No nos sorprendamos si su popularidad como heroína de telenovelas le ayuda a procurar votos a su flamante marido, a fin de cuentas ese es el modelo femenino que estamos acostumbrados a ver y a seguir.
23 novembre, 2010.
Escribo estas líneas justamente dos días antes de que se celebre el Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas, promovido por la Organización de las Naciones Unidas.
De acuerdo con la información publicada on line, “la violencia contra la mujer adopta formas diversas, incluidas la violencia en el hogar; las violaciones; la trata de mujeres y niñas; la prostitución forzada; la violencia en situaciones de conflicto armado, como los asesinatos, las violaciones sistemáticas, la esclavitud sexual y el embarazo forzado; los asesinatos por razones de honor; la violencia por causa de la dote; el infanticidio femenino y la selección prenatal del sexo del feto en favor de bebés varones; el no reconocimiento de las expresiones e identidades de género; la mutilación genital femenina y otras prácticas y tradiciones perjudiciales.”
El tema es sin duda extenso y difícil de tratar y es aún más complicado comprenderlo. Personalmente me parece increíble que en pleno siglo XXI sea necesario luchar contra una situación de desigualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo sé que pienso así porque me ha tocado vivir una situación privilegiada.
Pero miro a mi alrededor y me doy perfecta cuenta de que no todas las mujeres pueden considerarse emancipadas, y veo con desilusión que por desgracia muchas están todavía sufriendo tremendas injusticias que en la mayoría de los casos inician en el seno familiar y a edad muy temprana.
Ni siquiera estoy pensando en las mujeres del islam, que alguna vez me parecían tan lejanas a mi realidad y que sin embargo hoy veo pasear por las calles de la ciudad donde trabajo.
Cuando las miro me pregunto si realmente son felices cubriéndose con un velo de los pies a la cabeza, pero hablando con ellas me doy cuenta que muy probablemente viven contentas o al menos resignadas porque no conocen otra realidad o simplemente no la conciben.
Y aún así, no son ellas las que me preocupan. Pienso más bien en muchas mujeres occidentales que a pesar de no portar un velo viven una situación igualmente difícil e indignate y ni siquiera se dan cuenta.
Y es que precisamente en los últimos días he tenido la oportunidad de observar en el país de la bota un espectáculo cómico-político-mediático de esos a los que ya estamos acostumbrados que sin embargo no por eso deja de ser penoso,
Esta vez, la pequeña diferencia es que el nuevo show lo protagonizan dos mujeres que todavía no termino de comprender por cuál extraña broma del del destino están metidas en la política.
Por una parte, aparece la flamante ministro para la Igualdad de Oportunidades, Mara Carfagna. La señora ha sido mencionada más de una vez en este espacio simplemente porque se trata de una ex-vedette que, siendo una amiga entrañable del presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi, lha llegado a ocupar un puesto importantísimo. Claro que de la Mara de los calendarios que en Italia todos conocen y recuerdan ha desaparecido para dar paso a una nueva Mara, con el cabello corto al más puro estilo monástico y rígidos trajes sastre con largas faldas o pantalones que cubren su cuerpo de cualquier mirada libidinosa.
Hoy, la Carfagna es una mujer de la política capaz de indignarse y de enfrentar sin temor al mismísimo Berlusca, a quien ha amenazado con retirarse del partido y del gobierno si no le pone el alto a sus enemigos políticos, a esos malosos que la difaman y que -sin ningún fundamento, claro está- la acusan de ser una mujer de cascos ligeros.
En el otro extremo del ring aparece ni más ni menos que Alessandra Mussolini, la nieta del tristemente célebre Benito del mismo apellido. La Mussolini, diputada por el llamado Pueblo de la Libertad, es una de las principales críticas de la Carfagna, y ha expresado sus opiniones que tienen que ver no solamente con el comportamiento público de la ministra, a quien acusa de traicionar al partido al que ambas pertenecen y tener tratos con el “enemigo”.
La Mussolini, aparte de haber causado furor por haber posado desnuda en agosto de 1983 para la revista Playboy, es famosa por haber gritado durante una transmisión televisiva, dirigiéndose al entonces diputado transgénero Vladimir Luxuria que es “mejor ser fascista que maricón”.
Haciendo a un lado el pleito que de por sí es ya motivo de vergüenza, porque no puedo concebir que una diputada y una ministra se intercambien contínuamente el epíteto “prostituta”, lo que me sorprende, me molesta y me ofende es que nadie parezca darse cuenta que hay circunstancias en que las mujeres resultan ofendidas tanto como las pobres a las que tanto defendemos. Porque no puedo comprender que en un país de primer mundo todavía resulte válida la actitud machista de dar cargos importantes a las mujeres solamente por su linda cara o por su disponibilidad sexual.
Yo no me rasgo las vestiduras, cada quien hace con su vida y con su cuerpo lo que le da la gana y si hay quien sabe aprovechar su belleza para llegar lejos, la culpa no es suya, sino de quien la apoya. Pero sinceramente me gustaría que quienes obtienen un lugar importante en el gobierno italiano fueran mujeres que valen por su capacidad intelectual.
A fin de cuentas la discriminación hacia las mujeres menos agraciadas existe, lo sabemos todos y nadie hace nada por combatirla. Parece casi natural. Pero es también una forma de humillar a las mujeres.
Este tipo de violencia hacia el género femenino se nos olvida o parece que no le damos importancia. Pero de agresión hacia las mujeres se trata también cuando los medios de comunicación difunden contínuamente los modelos que la publicidad promueve como válidos para dar a la mujer la posibilidad de obtener éxito personal y profesional.
Es agredir a la mujer hacerla pensar que si no es hermosa, alta, delgada y sus rasgos corresponden a ciertos cánones no podrá tener acceso a ciertos privilegios. Es violencia, no nos hagamos de la vista gorda, ya basta.
Si a eso sumamos lo que en la realidad se ve, que no es más que una muestra práctica de que “cada mujer está sentada encima de su propia fortuna”, y vemos que los modelos Carfagna y Mussolini se repiten, entonces estamos delante de una situación que ofende y agrede a las mujeres que tratamos de luchar por obtener un mejor lugar en la sociedad utilizando la cabeza y no otras partes de nuestra anatomía.
Por eso insisto, antes de pensar en los graves problemas de las mujeres de otras sociedades bien podríamos ocuparnos de los ejemplos que tenemos en casa.
Y ya que estamos en eso, preguntémonos hasta dónde llegará -o llega ya - el poder de la señora que a partir del 27 de noviembre vivirá en la casa de Paseo Colón en Toluca. Y preguntémonos también cuáles son sus méritos y sus valores. No nos sorprendamos si su popularidad como heroína de telenovelas le ayuda a procurar votos a su flamante marido, a fin de cuentas ese es el modelo femenino que estamos acostumbrados a ver y a seguir.
sábado, 20 de noviembre de 2010
Revolución sin evolución...
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
16 novembre, 2010.
Escribir esta semana no es sencillo, porque he decidido -para recordar la fecha que se avecina- hablar de la Revolución mexicana. No es simple hacerlo por obvias razones.
Se ha comentado mucho y se sigue comentando. Se analiza, se especula, se sacan conclusiones y sin embargo, la revolución me parece -a cien años de su inicio- lejana y practicamente inexistente.
Haciendo historia, el inicio del movimiento se entiende fundamentalmente como el deseo de concretar una democracia en el país.
La intención primordial, si la historia no miente, fue derrocar al dictador Porfirio Díaz y llevar a la práctica el principio claro del “sufragio efectivo, no reeleción”.
Seré simplista y trataré de dejar claro que a pesar de haber estudiado el movimiento -oficial y extraoficialmente- todavía no termino de comprender por qué, no obstante que en mayo de 1911 Porfirio Díaz presentó su renuncia a la presidencia, la situación no fue resuelta y la lucha armada continuó, más sangrienta que al inicio.
Reconozco que mi razonamiento es simplista. Pero en realidad esta idea casi superflua de la revolución como un movimiento con un objetivo claro y definido desde el principio me ha siempre inquietado.
Si lo que Madero y sus todos los demás buscaban realmente era terminar con las injusticias de un gobierno, entonces ¿por qué “la lucha” no terminó cuando el dictador se fue? Quizá porque desde aquellos días, como ahora, gobernar México era casi como sacarse la lotería, como garantizar una existencia tranquila para unos cuantos y para sus familias durante muchas generaciones.
Por eso la lucha por el poder se volvió cruel, sangrienta, larga, casi indecente. Todos contra todos con tal de ocupar una silla y con ello, tener la posibilidad de gobernar en el caos una nación joven y necesitada de todo, enriqueciéndose gracias a la ingenuidad de un pueblo ignorante y desesperado.
Han pasado cien años y francamente hasta ahora nadie se pone de acuerdo acerca del fin de la revolución. Hay quien dice que terminó cuando fue promulgada la constitución en 1917. Otros piensan que acabó cuando Plutarco Elías Calles llegó al poder, en 1924, -¡14 años después del inicio de la lucha armada!-.
Y por supuesto, existen quienes sostienen que la revolución no terminó nunca. Sin contar por supuesto a quienes no han hecho otra cosa que uso y abuso de la palabra revolución.
La revolución ha sido “auténtica”, “institucional”, “democrática” y no recuerdo cuántos epitetos más.
El concepto se ha transformado a través de la historia mexicana, a conveniencia sobre todo de quienes queriendo o no cambiaron la dictadura de un solo hombre -por cierto excesivamente satanizado- en una dictadura de partido.
Pero dije “sobre todo”, porque no ha sido solamente el PRI el culpable de la ausencia de democracia en México. Los culpables hemos sido también nosotros, el resto de los mexicanos, que simplemente no permitimos, por ignorancia o por comodidad, que la revolución se transformara en evolución.
Reconozcamos que sencillamente estos cien años han sido dolorosos, tristes, preocupantes, difíciles y que -sobre todo últimamente- han marcado un retroceso en todos los ámbitos.
Los mexicanos somos inocentes, nobles, crédulos. De otra forma no me explico la manera en que los diferentes caudillos del movimiento revolucionario manipularon a la masa hasta llevarla a la muerte.
La “bola” no fue sino el resultado de la desesperación de un pueblo literalmente muerto de hambre, que vivía en condiciones tan precarias que simplemente sabía que las cosas no podrían irle peor. Un pueblo ignorante, fácil de manipular, sencillo de engañar.
Me pregunto si en realidad las circunstancias han cambiado y pienso en qué podría suceder si en pleno siglo XXI surgieran por ahí nuevos líderes que convocaran a una nueva lucha armada. Creo que la situación de millones de personas que viven en la pobreza extrema, -a quienes de plano no les hizo justicia la famosa revolución- provocaría el éxito de una nueva “bola”.
Pero viendo con tristeza la ignorancia que reina soberana, me temo que cualquier intento terminaría igual o peor que hace cien años.
No es el uso de las armas lo que mejoraría las circunstancias de vida en nuestra nación. Lo sé, lo sabemos todos. Pero la fórmula tampoco está en los discursos huecos y exaltados de quienes pretenden cambiar -sin saber siquiera cómo empezar a hacerlo- un sistema que ya llegó a la fecha de caducidad.
Digámoslo claramente: la situación es desesperante, angustiosa, dramática. Nuestro país está pasando por uno de sus momentos más negros en todos los campos. Social, política y económicamente no hay soluciones a corto, mediano o largo plazo.
La crisis global unida a las carencias propias de un México con un sistema donde unos cuantos se reparten el pastel y se burlan y aprovechan de los pobres gobernados hace que el panorama no pueda ser más desolador.
No hay motivos reales de festejo. Cien años del inicio de una revolución sin evolución son una tristeza tan grande, que lo único que los mexicanos podemos hacer para -como siempre- tapar el sol con un dedo es pensar en hacer un puente vacacional que permita olvidar una vez más que como nación estamos yendo directamente al fracaso.
¡Que Viva México! Sí. Es necesario decirlo y pronunciarlo fuerte, como un augurio, porque es precisamente lo que en cada rincón de nuesto país se necesita: comenzar a vivir de veras.
16 novembre, 2010.
Escribir esta semana no es sencillo, porque he decidido -para recordar la fecha que se avecina- hablar de la Revolución mexicana. No es simple hacerlo por obvias razones.
Se ha comentado mucho y se sigue comentando. Se analiza, se especula, se sacan conclusiones y sin embargo, la revolución me parece -a cien años de su inicio- lejana y practicamente inexistente.
Haciendo historia, el inicio del movimiento se entiende fundamentalmente como el deseo de concretar una democracia en el país.
La intención primordial, si la historia no miente, fue derrocar al dictador Porfirio Díaz y llevar a la práctica el principio claro del “sufragio efectivo, no reeleción”.
Seré simplista y trataré de dejar claro que a pesar de haber estudiado el movimiento -oficial y extraoficialmente- todavía no termino de comprender por qué, no obstante que en mayo de 1911 Porfirio Díaz presentó su renuncia a la presidencia, la situación no fue resuelta y la lucha armada continuó, más sangrienta que al inicio.
Reconozco que mi razonamiento es simplista. Pero en realidad esta idea casi superflua de la revolución como un movimiento con un objetivo claro y definido desde el principio me ha siempre inquietado.
Si lo que Madero y sus todos los demás buscaban realmente era terminar con las injusticias de un gobierno, entonces ¿por qué “la lucha” no terminó cuando el dictador se fue? Quizá porque desde aquellos días, como ahora, gobernar México era casi como sacarse la lotería, como garantizar una existencia tranquila para unos cuantos y para sus familias durante muchas generaciones.
Por eso la lucha por el poder se volvió cruel, sangrienta, larga, casi indecente. Todos contra todos con tal de ocupar una silla y con ello, tener la posibilidad de gobernar en el caos una nación joven y necesitada de todo, enriqueciéndose gracias a la ingenuidad de un pueblo ignorante y desesperado.
Han pasado cien años y francamente hasta ahora nadie se pone de acuerdo acerca del fin de la revolución. Hay quien dice que terminó cuando fue promulgada la constitución en 1917. Otros piensan que acabó cuando Plutarco Elías Calles llegó al poder, en 1924, -¡14 años después del inicio de la lucha armada!-.
Y por supuesto, existen quienes sostienen que la revolución no terminó nunca. Sin contar por supuesto a quienes no han hecho otra cosa que uso y abuso de la palabra revolución.
La revolución ha sido “auténtica”, “institucional”, “democrática” y no recuerdo cuántos epitetos más.
El concepto se ha transformado a través de la historia mexicana, a conveniencia sobre todo de quienes queriendo o no cambiaron la dictadura de un solo hombre -por cierto excesivamente satanizado- en una dictadura de partido.
Pero dije “sobre todo”, porque no ha sido solamente el PRI el culpable de la ausencia de democracia en México. Los culpables hemos sido también nosotros, el resto de los mexicanos, que simplemente no permitimos, por ignorancia o por comodidad, que la revolución se transformara en evolución.
Reconozcamos que sencillamente estos cien años han sido dolorosos, tristes, preocupantes, difíciles y que -sobre todo últimamente- han marcado un retroceso en todos los ámbitos.
Los mexicanos somos inocentes, nobles, crédulos. De otra forma no me explico la manera en que los diferentes caudillos del movimiento revolucionario manipularon a la masa hasta llevarla a la muerte.
La “bola” no fue sino el resultado de la desesperación de un pueblo literalmente muerto de hambre, que vivía en condiciones tan precarias que simplemente sabía que las cosas no podrían irle peor. Un pueblo ignorante, fácil de manipular, sencillo de engañar.
Me pregunto si en realidad las circunstancias han cambiado y pienso en qué podría suceder si en pleno siglo XXI surgieran por ahí nuevos líderes que convocaran a una nueva lucha armada. Creo que la situación de millones de personas que viven en la pobreza extrema, -a quienes de plano no les hizo justicia la famosa revolución- provocaría el éxito de una nueva “bola”.
Pero viendo con tristeza la ignorancia que reina soberana, me temo que cualquier intento terminaría igual o peor que hace cien años.
No es el uso de las armas lo que mejoraría las circunstancias de vida en nuestra nación. Lo sé, lo sabemos todos. Pero la fórmula tampoco está en los discursos huecos y exaltados de quienes pretenden cambiar -sin saber siquiera cómo empezar a hacerlo- un sistema que ya llegó a la fecha de caducidad.
Digámoslo claramente: la situación es desesperante, angustiosa, dramática. Nuestro país está pasando por uno de sus momentos más negros en todos los campos. Social, política y económicamente no hay soluciones a corto, mediano o largo plazo.
La crisis global unida a las carencias propias de un México con un sistema donde unos cuantos se reparten el pastel y se burlan y aprovechan de los pobres gobernados hace que el panorama no pueda ser más desolador.
No hay motivos reales de festejo. Cien años del inicio de una revolución sin evolución son una tristeza tan grande, que lo único que los mexicanos podemos hacer para -como siempre- tapar el sol con un dedo es pensar en hacer un puente vacacional que permita olvidar una vez más que como nación estamos yendo directamente al fracaso.
¡Que Viva México! Sí. Es necesario decirlo y pronunciarlo fuerte, como un augurio, porque es precisamente lo que en cada rincón de nuesto país se necesita: comenzar a vivir de veras.
miércoles, 3 de noviembre de 2010
Berlusconi: un payaso con demencia senil
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
02 novembre, 2010
Inicio a escribir hoy con un cierto dejo de amargura. Estoy sinceramente triste, enojada, preocupada. El país en el que elegí vivir hace ya siete años y que considero mi segunda patria, está hoy en la boca de todo el mundo por una patética razón. Pocas naciones en el mundo pueden soportar que al frente de su gobierno se encuentre un personaje tan nefasto como el presidente del Consejo de Ministros de Italia, Silvio Berlusconi.
He dedicado frecuentemente este espacio a las andanzas del premier, a sus contínuas caídas de estilo, a sus preocupantes movimientos institucionales que han servido exclusivamente para beneficiarse personalmente.
Y sin embargo, creo que nunca antes había hablado de Berlusca sintiendo tanto asco y tanta vergüenza, porque esta vez el premier ha exagerado no solamente en sus acciones, que a fin de cuentas todo el país conoce desde hace un tiempo.
Ha exagerado además en su modo de mostrarse como un viejo asustado, como un hombre que a una cierta edad comete errores tremendos y en lugar de reconocer su falta, simplemente continúa a ofender la inteligencia de los ciudadanos justificando sus ridículas y viles acciones.
Lo que hace Berlusconi es simplemente mostrar su verdadera naturaleza. Es un hombre enfermo de poder cuyo único objetivo es satisfacer sus caprichos, pasando por alto que como Jefe de Estado debería observar una conducta intachable y preocuparse realmente por el bienestar de sus gobernados.
Parece ignorar el decoro que merece su investidura y sobre todo, pasa por encima de las mínimas reglas del respeto.
Esta vez Berlusconi enfrenta un nuevo escándalo sexual, pues se ha visto involucrado con Rubí, una menor de edad marroquina -presuntamente una prostituta- a quien habría no solamente dado dinero, sino ayudado liberándola de la policía usando su posición para obligar a las autoridades a liberarla y mintiendo, haciéndola pasar por sobrina del presidente egipcio, Hosni Mubarak.
Hoy mismo el premier ha perdido la cabeza. En los días que siguieron al descubrimiento de la historia de Rubí, se limitó a decir que la había ayudado porque él es “un hombre de gran corazón”. Sin embargo, este día sencillamente fue más allá y afirmó que lo que ocurre no es sino una “tormenta de papel”, refiriéndose al hecho de que es un asunto que se ventila solamente en la prensa escrita y que no pasará a mayores y mucho menos hará caer su gobierno.
Pero no se limitó a despreciar el papel que los medios de comunicación pueden tener difundiendo la información, sino que, paradójicamente hizo uso de ellos para decirle al mundo: “tengo un ritmo de trabajo infernal y me ocurre de vez en cuando lanzar una mirada a las mujeres bellas... Es mejor ser apasionado por mujeres que ser gay”.
Por supuesto que es precisamente este el comentario que me avergüenza y me hace pensar en lo terriblemente bochornoso que es para el pueblo italiano que el hombre que fue elegido para gobernarlo pierda los estribos al grado de demostrar sin la mínima consideración que no es otra cosa que un macho homofóbico lleno de poder y de dinero.
Buscando una explicación para semejantes actitudes, encontré la entrevista hecha por la publicación on line Articolo 21.it hace más de un año al prestigiado psiquiatra Luigi Cancrini.
El profesionista afirmó entonces que “Silvio Berlusconi es un personaje de un egocentrismo desmesurado. Mientras esto sucedía siendo él un empresario, todo iba bien. El problema nace con la adquisición de poder político. Cuando un narcisismo normal viene fuertemente alimentado y se conjuga con el exceso de poder, el resultado es una patología, un verdadero disturbo de la personalidad.”
El psiquiatra hizo entonces una afirmación escalofriante: “conozco este tipo de patologías, he dedicado el capítulo de un libro mío a Hitler y a Stalin.... Tal vez Berlusconi, por fortuna todavía no tiene estos rasgos tan 'grandiosos”, pero el riesgo de la progresiva pérdida del contacto con la realidad puede ser fuertemente dañino para los demás”.
El problema es que “los demás” son los ciudadanos comunes, que mientras observan los desfiguros del premier sufren cotidianamente una situación desastroza, en una sociedad que no da oportunidades de desarrollo ni de bienestar para nadie, especialmente para las nuevas generaciones.
El psiquiatra señaló además en aquella entrevista que Berlusconi está “convencido de poder hacer cualquier cosa sin ser disturbado y las personas que están a su alrededor lo aprueban y lo siguen”.
Asimismo, dijo que “la condición indispensable para que un disturbo de la personalidad no se expanda está ligada inevitablemente a la presencia de contrapesos representados por la magistratura (la ley) y la información (la libertad de prensa). Estudiando a Hitler, por ejemplo, es fácil recordar que su primera acción fue contra los magistrados, al igual que Mussolini. El equilibrio de poderes en este contexto es indispensable. Si una democracia es suficientemente fuerte este plan no se lleva a cabo y en un cierto momento la persona cae. Si en cambio caen los contrapesos se va hacia un desastre. La dictadura. Con la masa siguiendo el personaje carismárico de turno. Por eso es necesario mantener la democracia.”
La situación es preocupante sobre todo si recordamos que Berlusconi ataca en continuación precisamente a los magistrados a quienes acusa de participar en un complot en su contra, y aconseja a los ciudadanos evitar leer los diarios que lo acusan, a los que llama “basura mediática”.
Creo que a estas alturas todo el mundo ha comprendido lo que el premier italiano está haciendo y lo que podría suceder si continúa en el poder como pretende, por los próximos tres años, hasta el final de su mandato.
Por ahora las condiciones para que el gobierno berlusconiano caiga están dadas. Es este el mejor momento para que los italianos se deshagan de un personaje que no hace otra cosa que trabajar para sí mismo y para sus amigos, olvidando sus obligaciones principales.
Sin embargo, ante la falta de alternativa, dado que Italia tiene una izquierda débil y desorganizada, es posible que en el caso de convocar a nuevos comicios en las que por supuesto Berlusconi volvería a ser el candidato, éste podría resultar de nuevo electo.
Entonces, sinceramente, con todo respeto, quien estas líneas escribe no tendría otro remedio que irse a vivir a Costa Rica, porque sinceramente con Berlusconi en el poder por más tiempo no puede llevar a nada bueno al sufrido país de la bota que sin embargo, como todos los pueblos, tiene el gobierno que se merece.
02 novembre, 2010
Inicio a escribir hoy con un cierto dejo de amargura. Estoy sinceramente triste, enojada, preocupada. El país en el que elegí vivir hace ya siete años y que considero mi segunda patria, está hoy en la boca de todo el mundo por una patética razón. Pocas naciones en el mundo pueden soportar que al frente de su gobierno se encuentre un personaje tan nefasto como el presidente del Consejo de Ministros de Italia, Silvio Berlusconi.
He dedicado frecuentemente este espacio a las andanzas del premier, a sus contínuas caídas de estilo, a sus preocupantes movimientos institucionales que han servido exclusivamente para beneficiarse personalmente.
Y sin embargo, creo que nunca antes había hablado de Berlusca sintiendo tanto asco y tanta vergüenza, porque esta vez el premier ha exagerado no solamente en sus acciones, que a fin de cuentas todo el país conoce desde hace un tiempo.
Ha exagerado además en su modo de mostrarse como un viejo asustado, como un hombre que a una cierta edad comete errores tremendos y en lugar de reconocer su falta, simplemente continúa a ofender la inteligencia de los ciudadanos justificando sus ridículas y viles acciones.
Lo que hace Berlusconi es simplemente mostrar su verdadera naturaleza. Es un hombre enfermo de poder cuyo único objetivo es satisfacer sus caprichos, pasando por alto que como Jefe de Estado debería observar una conducta intachable y preocuparse realmente por el bienestar de sus gobernados.
Parece ignorar el decoro que merece su investidura y sobre todo, pasa por encima de las mínimas reglas del respeto.
Esta vez Berlusconi enfrenta un nuevo escándalo sexual, pues se ha visto involucrado con Rubí, una menor de edad marroquina -presuntamente una prostituta- a quien habría no solamente dado dinero, sino ayudado liberándola de la policía usando su posición para obligar a las autoridades a liberarla y mintiendo, haciéndola pasar por sobrina del presidente egipcio, Hosni Mubarak.
Hoy mismo el premier ha perdido la cabeza. En los días que siguieron al descubrimiento de la historia de Rubí, se limitó a decir que la había ayudado porque él es “un hombre de gran corazón”. Sin embargo, este día sencillamente fue más allá y afirmó que lo que ocurre no es sino una “tormenta de papel”, refiriéndose al hecho de que es un asunto que se ventila solamente en la prensa escrita y que no pasará a mayores y mucho menos hará caer su gobierno.
Pero no se limitó a despreciar el papel que los medios de comunicación pueden tener difundiendo la información, sino que, paradójicamente hizo uso de ellos para decirle al mundo: “tengo un ritmo de trabajo infernal y me ocurre de vez en cuando lanzar una mirada a las mujeres bellas... Es mejor ser apasionado por mujeres que ser gay”.
Por supuesto que es precisamente este el comentario que me avergüenza y me hace pensar en lo terriblemente bochornoso que es para el pueblo italiano que el hombre que fue elegido para gobernarlo pierda los estribos al grado de demostrar sin la mínima consideración que no es otra cosa que un macho homofóbico lleno de poder y de dinero.
Buscando una explicación para semejantes actitudes, encontré la entrevista hecha por la publicación on line Articolo 21.it hace más de un año al prestigiado psiquiatra Luigi Cancrini.
El profesionista afirmó entonces que “Silvio Berlusconi es un personaje de un egocentrismo desmesurado. Mientras esto sucedía siendo él un empresario, todo iba bien. El problema nace con la adquisición de poder político. Cuando un narcisismo normal viene fuertemente alimentado y se conjuga con el exceso de poder, el resultado es una patología, un verdadero disturbo de la personalidad.”
El psiquiatra hizo entonces una afirmación escalofriante: “conozco este tipo de patologías, he dedicado el capítulo de un libro mío a Hitler y a Stalin.... Tal vez Berlusconi, por fortuna todavía no tiene estos rasgos tan 'grandiosos”, pero el riesgo de la progresiva pérdida del contacto con la realidad puede ser fuertemente dañino para los demás”.
El problema es que “los demás” son los ciudadanos comunes, que mientras observan los desfiguros del premier sufren cotidianamente una situación desastroza, en una sociedad que no da oportunidades de desarrollo ni de bienestar para nadie, especialmente para las nuevas generaciones.
El psiquiatra señaló además en aquella entrevista que Berlusconi está “convencido de poder hacer cualquier cosa sin ser disturbado y las personas que están a su alrededor lo aprueban y lo siguen”.
Asimismo, dijo que “la condición indispensable para que un disturbo de la personalidad no se expanda está ligada inevitablemente a la presencia de contrapesos representados por la magistratura (la ley) y la información (la libertad de prensa). Estudiando a Hitler, por ejemplo, es fácil recordar que su primera acción fue contra los magistrados, al igual que Mussolini. El equilibrio de poderes en este contexto es indispensable. Si una democracia es suficientemente fuerte este plan no se lleva a cabo y en un cierto momento la persona cae. Si en cambio caen los contrapesos se va hacia un desastre. La dictadura. Con la masa siguiendo el personaje carismárico de turno. Por eso es necesario mantener la democracia.”
La situación es preocupante sobre todo si recordamos que Berlusconi ataca en continuación precisamente a los magistrados a quienes acusa de participar en un complot en su contra, y aconseja a los ciudadanos evitar leer los diarios que lo acusan, a los que llama “basura mediática”.
Creo que a estas alturas todo el mundo ha comprendido lo que el premier italiano está haciendo y lo que podría suceder si continúa en el poder como pretende, por los próximos tres años, hasta el final de su mandato.
Por ahora las condiciones para que el gobierno berlusconiano caiga están dadas. Es este el mejor momento para que los italianos se deshagan de un personaje que no hace otra cosa que trabajar para sí mismo y para sus amigos, olvidando sus obligaciones principales.
Sin embargo, ante la falta de alternativa, dado que Italia tiene una izquierda débil y desorganizada, es posible que en el caso de convocar a nuevos comicios en las que por supuesto Berlusconi volvería a ser el candidato, éste podría resultar de nuevo electo.
Entonces, sinceramente, con todo respeto, quien estas líneas escribe no tendría otro remedio que irse a vivir a Costa Rica, porque sinceramente con Berlusconi en el poder por más tiempo no puede llevar a nada bueno al sufrido país de la bota que sin embargo, como todos los pueblos, tiene el gobierno que se merece.
miércoles, 27 de octubre de 2010
Los límites en el ejercicio del periodismo
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
26 octubre, 2010
El argumento por tratar esta semana no es sencillo. Hablar de ética y sobre todo, mencionar la posibilidad de poner “límites” en el ejercicio de la labor periodística decididamente es un argumento complicado.
Sin embargo, en los últimos días he tenido la posibilidad de observar en Italia un caso que sencillamente considero digno de atención y de análisis porque representa una novedad absoluta, no obstante se trate de una situación que esencialmente no es novedosa en cuanto a los hechos ocurridos.
Trataré de hacer un resumen del asunto. En agosto pasado, una joven de 15 años, llamada Sarah Scazzi, desapareció misteriosamente mientras se dirigía a la casa de su prima, Sabrina Misseri, con quien se había puesto de acuerdo para ir a la playa.
El caso comenzó cuando después de un día, los medios de comunicación comenzaron a difundir la imagen de la chica, que habitaba en Avetrana, un pequeño poblado de la provincia de Taranto, al sur de Italia.
La repetición constante del caso en la televisión, la radio y los medios escritos llamó la atención de todo el país de la bota, especialmente cuando pasado un mes de la desaparición, la madre de la joven hizo un llamado público al presidente de la república, Giorgio Napolitano, para que las autoridades se movilizaran y la ayudaran a encontrar a su hija.
Presionado por las circunstancias y con la lógica intención de demostrar que en Italia se hace justicia, el presidente ofreció todos los esfuerzos posibles para encontrar a Sarah. De esta manera, a principios de octubre, el tío de la adolescente, Michele Misseri, confesó haberla asesinado.
Esto ocurría en la oficina de los carabineros, mientras la esposa y las hijas del presunto asesino participaban en una transmisión en directa, junto a la mamá de la víctima. Fue precisamente a través del programa de la televisión estatal “¿Quién lo ha visto?” que todo el país pudo observar en primerísimo plano la expresión atónita de la madre de Sarah, quien se enteraba en directo de que la joven había muerto a manos de su proprio tío.
Fue en ese momento que el caso se convirtió en una especie de “reality show” que a partir de entonces ha tenido un desarrollo caracterizado por el factor sorpresa. Desde el seis de octubre, todos los medios de comunicación han enviado a sus representantes a montar guardia permanente a Avetrana, y de esta manera, especialmente a través de la televisión, el pueblo italiano se ha enterado de los horrores de un drama que bien podría haber quedado como la historia terrible de una familia de pueblo, sin la menor trascendencia no obstante los escalofriantes detalles que encierra.
Gracias a una verdadera persecusión llevada a cabo por los periodistas, se ha seguido prácticamente en tiempo real el descubrimiento de todos los detalles del asunto. Porque las cosas no terminaron en la confesión del tío de la chica, sino que continuaron cuando éste acusó a su propia hija, Sabrina, de haberlo ayudado a matar a Sarah. Esto sin contar detalles como las molestias sexuales del tío a su víctima, o la relación extraña entre éste y su propia hija.
El caso continúa y sus detalles se difunden a todas las horas posibles y en todos los canales de televisión existentes, además de lo que publican las revistas y diarios de toda Italia, que como mencionaba hace algunas semanas, es el país europeo donde la nota roja tiene mayor relevancia.
Sin duda, la máxima expresión de lo que los medios están haciendo con esta historia, es la publicación del audio de los interrogatorios de las dos personas involucradas en el asesinato. El tío de Sarah, Michele Misseri y su hija Sabrina. Ambos interrogatorios han sido la cereza del pastel para los morbosos expectadores que siguen el caso en un modo casi obsesivo.
Para comprender el alcance que ha tenido este fenómeno, basta decir que un grupo de personas ha ido hasta el lugar de los hechos simplemente para ver de cerca el escenario del crimen, iniciando con ello una especie de “turismo macabro” que no tiene otra explicación que el bombardeo mediático que se ha hecho alrededor del caso de Sarah Scazzi.
Como periodista, creo que me avergüenzo de verdad de lo que observo en los medios italianos. No encuentro una explicación para lo que veo. Pero sobre todo: no encuentro la razón por la cual los colegas del país de la bota se empeñan en informar de cada detalle, de encontrar la manera de filtrar información que no debería salir a la luz pública.
Lo hacen casi con vehemencia, con un interés exagerado porque la sociedad conozca un hecho macabro, mientras lo que cuenta de verdad: la crisis política y económica por la que atraviesa el país simplemente, sencillamente no importa y no hay un solo informador capaz de encontrar detalles importantes que nos sirvan para mantenernos al tanto de lo que verdaderamente ocurre.
El dolor de una familia se ha convertido en un espectáculo capaz de opacar el resto de los hechos que ocurren en Italia. Mover los sentimientos y alimentar el morbo de la sociedad es la mejor manera para ocultar los hechos reales que afectan a millones de personas.
Vivir el reality show de Avetrana resulta más interesante que ocuparse de las carencias cotidianas. Pensar que hay un par de monstruos capaces de asesinar una adolescente hace creer que hay situaciones mucho peores que perder el empleo o no tener dinero para cubrir los gastos a fin de mes. Ese es el objetivo de renovar e inventar cada día el modo de cubrir la información. No porque el morbo sea una novedad, sino porque precisamente el morbo es lo que ayuda a distraer a los ciudadanos comunes de la realidad inmediata y cotidiana, para vivir a distancia una situación en la que son testigos y hasta pueden participar como jueces, policías o lo que más les guste o les acomode.
Por eso me atrevo a preguntar si lo que llamamos “libertad de información” puede y debe regularse y sobre todo limitarse ante ciertas circunstancias. La respuesta la tienen los periodistas, pero la decisión final debería quedar en manos de un público maduro capaz de seleccionar la información que prefiere. Aunque esto último es simplemente una utopía, en un mundo en que sencillamente prevalece la más profunda ignorancia.
26 octubre, 2010
El argumento por tratar esta semana no es sencillo. Hablar de ética y sobre todo, mencionar la posibilidad de poner “límites” en el ejercicio de la labor periodística decididamente es un argumento complicado.
Sin embargo, en los últimos días he tenido la posibilidad de observar en Italia un caso que sencillamente considero digno de atención y de análisis porque representa una novedad absoluta, no obstante se trate de una situación que esencialmente no es novedosa en cuanto a los hechos ocurridos.
Trataré de hacer un resumen del asunto. En agosto pasado, una joven de 15 años, llamada Sarah Scazzi, desapareció misteriosamente mientras se dirigía a la casa de su prima, Sabrina Misseri, con quien se había puesto de acuerdo para ir a la playa.
El caso comenzó cuando después de un día, los medios de comunicación comenzaron a difundir la imagen de la chica, que habitaba en Avetrana, un pequeño poblado de la provincia de Taranto, al sur de Italia.
La repetición constante del caso en la televisión, la radio y los medios escritos llamó la atención de todo el país de la bota, especialmente cuando pasado un mes de la desaparición, la madre de la joven hizo un llamado público al presidente de la república, Giorgio Napolitano, para que las autoridades se movilizaran y la ayudaran a encontrar a su hija.
Presionado por las circunstancias y con la lógica intención de demostrar que en Italia se hace justicia, el presidente ofreció todos los esfuerzos posibles para encontrar a Sarah. De esta manera, a principios de octubre, el tío de la adolescente, Michele Misseri, confesó haberla asesinado.
Esto ocurría en la oficina de los carabineros, mientras la esposa y las hijas del presunto asesino participaban en una transmisión en directa, junto a la mamá de la víctima. Fue precisamente a través del programa de la televisión estatal “¿Quién lo ha visto?” que todo el país pudo observar en primerísimo plano la expresión atónita de la madre de Sarah, quien se enteraba en directo de que la joven había muerto a manos de su proprio tío.
Fue en ese momento que el caso se convirtió en una especie de “reality show” que a partir de entonces ha tenido un desarrollo caracterizado por el factor sorpresa. Desde el seis de octubre, todos los medios de comunicación han enviado a sus representantes a montar guardia permanente a Avetrana, y de esta manera, especialmente a través de la televisión, el pueblo italiano se ha enterado de los horrores de un drama que bien podría haber quedado como la historia terrible de una familia de pueblo, sin la menor trascendencia no obstante los escalofriantes detalles que encierra.
Gracias a una verdadera persecusión llevada a cabo por los periodistas, se ha seguido prácticamente en tiempo real el descubrimiento de todos los detalles del asunto. Porque las cosas no terminaron en la confesión del tío de la chica, sino que continuaron cuando éste acusó a su propia hija, Sabrina, de haberlo ayudado a matar a Sarah. Esto sin contar detalles como las molestias sexuales del tío a su víctima, o la relación extraña entre éste y su propia hija.
El caso continúa y sus detalles se difunden a todas las horas posibles y en todos los canales de televisión existentes, además de lo que publican las revistas y diarios de toda Italia, que como mencionaba hace algunas semanas, es el país europeo donde la nota roja tiene mayor relevancia.
Sin duda, la máxima expresión de lo que los medios están haciendo con esta historia, es la publicación del audio de los interrogatorios de las dos personas involucradas en el asesinato. El tío de Sarah, Michele Misseri y su hija Sabrina. Ambos interrogatorios han sido la cereza del pastel para los morbosos expectadores que siguen el caso en un modo casi obsesivo.
Para comprender el alcance que ha tenido este fenómeno, basta decir que un grupo de personas ha ido hasta el lugar de los hechos simplemente para ver de cerca el escenario del crimen, iniciando con ello una especie de “turismo macabro” que no tiene otra explicación que el bombardeo mediático que se ha hecho alrededor del caso de Sarah Scazzi.
Como periodista, creo que me avergüenzo de verdad de lo que observo en los medios italianos. No encuentro una explicación para lo que veo. Pero sobre todo: no encuentro la razón por la cual los colegas del país de la bota se empeñan en informar de cada detalle, de encontrar la manera de filtrar información que no debería salir a la luz pública.
Lo hacen casi con vehemencia, con un interés exagerado porque la sociedad conozca un hecho macabro, mientras lo que cuenta de verdad: la crisis política y económica por la que atraviesa el país simplemente, sencillamente no importa y no hay un solo informador capaz de encontrar detalles importantes que nos sirvan para mantenernos al tanto de lo que verdaderamente ocurre.
El dolor de una familia se ha convertido en un espectáculo capaz de opacar el resto de los hechos que ocurren en Italia. Mover los sentimientos y alimentar el morbo de la sociedad es la mejor manera para ocultar los hechos reales que afectan a millones de personas.
Vivir el reality show de Avetrana resulta más interesante que ocuparse de las carencias cotidianas. Pensar que hay un par de monstruos capaces de asesinar una adolescente hace creer que hay situaciones mucho peores que perder el empleo o no tener dinero para cubrir los gastos a fin de mes. Ese es el objetivo de renovar e inventar cada día el modo de cubrir la información. No porque el morbo sea una novedad, sino porque precisamente el morbo es lo que ayuda a distraer a los ciudadanos comunes de la realidad inmediata y cotidiana, para vivir a distancia una situación en la que son testigos y hasta pueden participar como jueces, policías o lo que más les guste o les acomode.
Por eso me atrevo a preguntar si lo que llamamos “libertad de información” puede y debe regularse y sobre todo limitarse ante ciertas circunstancias. La respuesta la tienen los periodistas, pero la decisión final debería quedar en manos de un público maduro capaz de seleccionar la información que prefiere. Aunque esto último es simplemente una utopía, en un mundo en que sencillamente prevalece la más profunda ignorancia.
Mi admiración hacia el pueblo chileno
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
19 octubre, 2010
Esta semana quiero hablar de un hecho importantísimo ocurrido hace unos días y que me ha hecho reflexionar acerca de diversas situaciones.ó
El cinco de agosto de este 2010, 33 mineros chilenos que trabajaban en la mina San José, de la empresa San Esteban, a 830 kilómetros al norte de Santiago de Chile. El drama de los trabajadores sudamericanos fue de inmediato reportado por los medios de comunicación de todo el mundo.
A 700 metros de profundidad, en las entrañas de la tierra, estos hombres enfrentaron la tremenda situación, mientras afuera las autoridades de su país hacían esfuerzos sobrehumanos para rescatarlos.
Fueron días muy intensos, en los que -para variar- los medios de comunicación difundieron detalles de lo que ocurría, en algunos momentos incluso con una importante dosis de morbo que contribuyó a mantener la atención de millones de personas en todo el planeta, que siguieron atentamente hasta el último momento, cuando los mineros pudieron salir con vida, el pasado 9 de octubre, mucho antes de lo que se esperaba.
Los hechos los conocemos prácticamente todos. La lección ha sido impresionante. La fuerza de voluntad, la solidaridad, la responsabilidad de quienes asumieron el compromiso de ayudar a los mineros. Las palabras salen sobrando ante la lección que el pueblo chileno le dio al mundo entero. Se deben sentir orgullosos los habitantes de aquel país, que han enfrentado momentos verdaderamente difíciles este año. Son un pueblo que francamente merece admiración. Ojalá muchas otras naciones siguieran su ejemplo y afrontaran seriamente los problemas cotidianos.
Debo decir que después del rescate, he encontrado en internet algunos comentarios que el “pueblo de la red” ha hecho circular. Son divertidos, inteligentes, irónicos y muy interesantes, porque reflejan una realidad que francamente me parece digna de analizar.
He recibido dos correos electrónicos. Uno en español titulado “si los mineros hubieran sido mexicanos...” Aparte de comentarios simpatiquísimos, encontré algunos que me hicieron pensar en el modo que los mexicanos percibimos nuestra actual realidad: “ Ebrard los estaría esperando para casarlos porque todos se agarraron cariño dentro de la mina y obvio para salí en la foto; Adal y Lucero estarían conduciendo el programa especial, y llorando mientras cantan el 3-3-3-3-3 de la cuenta para donar para ayudar al rescate; afuera habría vendedores ambulantes; la operación se llamaría 'Rescate Bicentenario'; no los habrían sacado todavía porque estaría en trámite el permiso para cavar en esa zona; no seria posible sacarlos en la capsula Fénix ya que somos el 1 lugar en obesidad a nivel mundial; si algún minero resultara lesionado o muerto el gobierno diría que tenía relación con el narco y lo mataron por ajuste de cuentas”.
Honestamente, además de reir por un buen rato, me quedé pensando en que, en resumidas cuentas, la visión general es que en México sería imposible llevar a buen fin la empresa de rescatar a las víctimas del derrumbe, por el simple motivo que tenemos un gobierno incapaz y porque seguramente la causa habría degenerado en una simple transacción comercial y en un pretexto para explotar al máximo el hecho, llenandolo de publicidad ñoña, tal y como ocurre con otros asuntos.
Además del correo en español, recibí otro en italiano con la misma temática, sólo que éste hablaba del caso en que los mineros fueran italianos.
“Transmisión directa 24 horas contínuas con la presencia de Guido Bertolaso; -el corrupto y desbocado jefe de la protección civil italiana-. A las primeras dificultades, búsqueda de un culpable, y el premier Berlusconi diciendo que es simplemente culpa de los comunistas; el papa orando por los mineros que están muy cerca del diablo. Después de un mes, los mineros habrían salido solos de la mina, excavando con las manos. Un año después, los 33 mineros habrían sido despedidos de su empleo, por haber dañado su lugar de trabajo”,
Creo que a estas alturas, después de leer las suposiciones de lo que habría podido ocurrir en Italia, me queda la idea de que los habitantes del país de la bota manifiestan con sus bromas la sensación de que su gobierno simplemente los ha abandonado. Y no sólo. La idea de que los mineros en Italia podrían salir solamente cavando con sus propias manos y que serían despedidos, no es otra cosa que el mensaje claro de la situación angustiosa de un país donde además de enfrentar la crisis mundial, los trabajadores sufren las condiciones terribles del trabajo precario y viven contínuamente con la angustia de perder su empleo.
Lo que me preocupa realmente es pensar que ni en México ni en Italia -y posiblemente tampoco en otros países- los ciudadanos se sienten capaces de igualar la proeza de lo que Chile hizo con los mineros de San José. No es halagador pensar que la solidaridad, el esfuerzo, el respeto por la vida humana o la lucha contra la adversidad sean considerados lejanos de la realidad inmediata.
Es preocupante. Porque a pesar del tono jocoso, mucho hay de cierto en lo que afirman los internautas respecto a la incapacidad de afrontar situaciones difíciles y salir airosos. Porque falta organización, porque falta voluntad.
Basta recordar a los mineros de Pasta de Conchos, en México, sepultados en una mina sin que a nadie pareciera preocuparle. Asimismo basta ver a los damnificados del terremoto del Aquila, en Italia, que después de un año y medio no tienen una casa decente donde vivir y en cambio deben pagar impuestos a un gobierno que no les ayuda.
Me pregunto cuál es la diferencia con el pueblo chileno. Me gustaría encontrar una respuesta, y sobre todo, preferiría pensar que el gobierno de cada nación es capaz de comportarse a la altura de las circunstancias. Sin embargo, lo único que me queda por decir -no sin una cierta envidia- es que los mineros chilenos tuvieron suerte, mucha suerte, de haber nacido en aquel país.
19 octubre, 2010
Esta semana quiero hablar de un hecho importantísimo ocurrido hace unos días y que me ha hecho reflexionar acerca de diversas situaciones.ó
El cinco de agosto de este 2010, 33 mineros chilenos que trabajaban en la mina San José, de la empresa San Esteban, a 830 kilómetros al norte de Santiago de Chile. El drama de los trabajadores sudamericanos fue de inmediato reportado por los medios de comunicación de todo el mundo.
A 700 metros de profundidad, en las entrañas de la tierra, estos hombres enfrentaron la tremenda situación, mientras afuera las autoridades de su país hacían esfuerzos sobrehumanos para rescatarlos.
Fueron días muy intensos, en los que -para variar- los medios de comunicación difundieron detalles de lo que ocurría, en algunos momentos incluso con una importante dosis de morbo que contribuyó a mantener la atención de millones de personas en todo el planeta, que siguieron atentamente hasta el último momento, cuando los mineros pudieron salir con vida, el pasado 9 de octubre, mucho antes de lo que se esperaba.
Los hechos los conocemos prácticamente todos. La lección ha sido impresionante. La fuerza de voluntad, la solidaridad, la responsabilidad de quienes asumieron el compromiso de ayudar a los mineros. Las palabras salen sobrando ante la lección que el pueblo chileno le dio al mundo entero. Se deben sentir orgullosos los habitantes de aquel país, que han enfrentado momentos verdaderamente difíciles este año. Son un pueblo que francamente merece admiración. Ojalá muchas otras naciones siguieran su ejemplo y afrontaran seriamente los problemas cotidianos.
Debo decir que después del rescate, he encontrado en internet algunos comentarios que el “pueblo de la red” ha hecho circular. Son divertidos, inteligentes, irónicos y muy interesantes, porque reflejan una realidad que francamente me parece digna de analizar.
He recibido dos correos electrónicos. Uno en español titulado “si los mineros hubieran sido mexicanos...” Aparte de comentarios simpatiquísimos, encontré algunos que me hicieron pensar en el modo que los mexicanos percibimos nuestra actual realidad: “ Ebrard los estaría esperando para casarlos porque todos se agarraron cariño dentro de la mina y obvio para salí en la foto; Adal y Lucero estarían conduciendo el programa especial, y llorando mientras cantan el 3-3-3-3-3 de la cuenta para donar para ayudar al rescate; afuera habría vendedores ambulantes; la operación se llamaría 'Rescate Bicentenario'; no los habrían sacado todavía porque estaría en trámite el permiso para cavar en esa zona; no seria posible sacarlos en la capsula Fénix ya que somos el 1 lugar en obesidad a nivel mundial; si algún minero resultara lesionado o muerto el gobierno diría que tenía relación con el narco y lo mataron por ajuste de cuentas”.
Honestamente, además de reir por un buen rato, me quedé pensando en que, en resumidas cuentas, la visión general es que en México sería imposible llevar a buen fin la empresa de rescatar a las víctimas del derrumbe, por el simple motivo que tenemos un gobierno incapaz y porque seguramente la causa habría degenerado en una simple transacción comercial y en un pretexto para explotar al máximo el hecho, llenandolo de publicidad ñoña, tal y como ocurre con otros asuntos.
Además del correo en español, recibí otro en italiano con la misma temática, sólo que éste hablaba del caso en que los mineros fueran italianos.
“Transmisión directa 24 horas contínuas con la presencia de Guido Bertolaso; -el corrupto y desbocado jefe de la protección civil italiana-. A las primeras dificultades, búsqueda de un culpable, y el premier Berlusconi diciendo que es simplemente culpa de los comunistas; el papa orando por los mineros que están muy cerca del diablo. Después de un mes, los mineros habrían salido solos de la mina, excavando con las manos. Un año después, los 33 mineros habrían sido despedidos de su empleo, por haber dañado su lugar de trabajo”,
Creo que a estas alturas, después de leer las suposiciones de lo que habría podido ocurrir en Italia, me queda la idea de que los habitantes del país de la bota manifiestan con sus bromas la sensación de que su gobierno simplemente los ha abandonado. Y no sólo. La idea de que los mineros en Italia podrían salir solamente cavando con sus propias manos y que serían despedidos, no es otra cosa que el mensaje claro de la situación angustiosa de un país donde además de enfrentar la crisis mundial, los trabajadores sufren las condiciones terribles del trabajo precario y viven contínuamente con la angustia de perder su empleo.
Lo que me preocupa realmente es pensar que ni en México ni en Italia -y posiblemente tampoco en otros países- los ciudadanos se sienten capaces de igualar la proeza de lo que Chile hizo con los mineros de San José. No es halagador pensar que la solidaridad, el esfuerzo, el respeto por la vida humana o la lucha contra la adversidad sean considerados lejanos de la realidad inmediata.
Es preocupante. Porque a pesar del tono jocoso, mucho hay de cierto en lo que afirman los internautas respecto a la incapacidad de afrontar situaciones difíciles y salir airosos. Porque falta organización, porque falta voluntad.
Basta recordar a los mineros de Pasta de Conchos, en México, sepultados en una mina sin que a nadie pareciera preocuparle. Asimismo basta ver a los damnificados del terremoto del Aquila, en Italia, que después de un año y medio no tienen una casa decente donde vivir y en cambio deben pagar impuestos a un gobierno que no les ayuda.
Me pregunto cuál es la diferencia con el pueblo chileno. Me gustaría encontrar una respuesta, y sobre todo, preferiría pensar que el gobierno de cada nación es capaz de comportarse a la altura de las circunstancias. Sin embargo, lo único que me queda por decir -no sin una cierta envidia- es que los mineros chilenos tuvieron suerte, mucha suerte, de haber nacido en aquel país.
Vivir en Italia: ¿ es pasar a mejor vida?
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
12 octubre, 2010
Mientras comienzo a escribir este artículo estoy pensando en muchos de mis paisanos que cada vez que saben que desde hace siete años estoy en Italia se emocionan y piensan que en realidad “pasé a mejor vida” y que un país europeo ofrece oportunidades ilimitadas.
Es verdad, Italia es un país maravilloso, lleno de historia. No es en vano que ocupe el primer lugar a nivel mundial por el número de lugares considerados patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Se trata de 44 sitios culturales y naturales que van desde el centro histórico de Florencia, pasando por la costiera Amalfitana, la zona arqueológica de Pompeya y el centro histórico de Roma.
Italia es hermosa por lo que ofrece. Pero es difícil vivir en este país por la dificultad que representa estar en un lugar que en teoría pertenece al primer mundo, pero que en la práctica presenta problemas serios que no son precisamente los de una nación desarrollada.
Es una crítica dura, lo sé. Especialmente porque aquí vivo y aquí me pienso quedar. Porque además de todo tengo la fortuna de ser ciudadana italiana y me siento orgullosa de haber adquirido la ciudadanía mas por convicción que por real necesidad.
Pero lo mismo que señalo los defectos de mi país de origen, me siento con todo el derecho de expresarme y decir lo que veo cotidianamente en la realidad italiana.
Empiezo obviamente con la vergonzosa situación política y los escándalos constantes de nuestro presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi, famoso a nivel mundial no por ser un gran estadista, sino por comportarse en modo bizarro y despacharse con la cuchara grande, haciendo leyes para favorecer sus intereses personales. Esto, sin contar con la actitud tibia y poco seria de la oposición, que parece hacer todo lo posible por no representar una alternativa importante para los ciudadanos.
Mientras, la gerontocracia predomina y el presidente de la República es un anciano de más de ochenta años, los parlamentarios tienen una edad promedio de “solamente” 54 años, el premier tiene 74 y por lo mismo, los cambios obviamente no se ven porque no se puede pretender que las personas de una cierta generación estén dispuestas realmente a dar una sacudida al sistema que sin embargo, francamente requiere urgentemente modificaciones de fondo y forma.
El pueblo italiano vive de pan y circo. Se regocija semanalmente con el calcio -en el que a veces interviene hasta el gobierno que se sumerge en discusiones bizantinas y controles absurdos de la tifoseria-, se distrae con los reality shows y los chismes del mundo del espectáculo que difunde principalmente Mediaset, la poderosa red de televisión privada que pertenece ni más ni menos que a Berlusconi y su familia.
La formación cultural de los ciudadanos del país de la bota es tan pobre, que Italia ocupa el primer lugar en Europa porque sus noticiarios, a diferencia de los del resto de las naciones del continente, se ocupan principalmente de difundir nota roja en forma no solamente morbosa, sino en cantidad exagerada.
De acuerdo con un estudio presentado a principios de este año, realizado por investigadores europeos “la criminalidad en Italia, respecto a las redes de televisión europea es una página amplia y constante... La presencia de noticias dedicadas al crimen en Italia aparece como una característica estructural”. En naciones como Francia, Alemania, Gran Bretaña y España no se dan a conocer hechos de nota roja por días enteros, mientras que en Italia no pasa un solo día sin noticias de este género, tanto en la televisión privada como en la pública.”
Quiero subrrayar este dato porque resulta interesante saber que el estudio arroja datos importantes como el hecho que “la cantidad de noticias concernientes a la criminalidad común señalan una especial atención a aquellos hechos delictivos que amenazan la seguridad personal”
En Italia no solamente hay una mayor atención a la nota roja respecto al resto de Eurpoa, sino que hay una construcción diferente de las noticias, que en los casos más escandalosos son representados casi como una serie de televisión, agrega el estudio.
Y para quien piense que ver noticias es un hecho poco difuso en el país, debo decir que mirar los noticiarios -locales, regionales y nacionales- es parte de un ritual cotidiano al que los italianos están acostumbrados practicamente desde el arribo de la televisión.
Debo también decir que es precisamente la televisión el medio que ha contribuido en forma decisiva a unificar al país, que hasta antes de contar con esta invención ni siquiera tenía un idioma común, dado que cada región, cada población hablaba su proprio dialecto y contaba con reglas, normas y estilos de vida propios, que poco a poco fueron uniformados por las propuestas de la RAI, el sistema de televisión estatal, que entre paréntesis, viene pagado por todos, dado que hay un impuesto especial que se paga anualmente y que en teoría permite la supervivencia de los canales del Estado.
La influencia de la televisión es seria e importante, motivo por el cual no se puede ignorar o minimizar el hecho que la nota roja ocupe tanto espacio, especialmente porque la sensación de inseguridad cercana que el noticiario da a los televidentes repercute en la forma en que reaccionan, sobre todo cuando generalmente los protagonistas de los casos más crueles y serios son extranjeros, inmigrantes principalmente del este de Europa, sudamericanos, chinos o africanos.
Para quien piensa que vivir en Italia implica estar rodeado de glamour y de cultura, quiero agregar otro dato por demás descepcionante. Para un país de primer mundo, seguramente no es halagador aparecer como número 74 en la lista que enumera las posibilidades que se da a las personas de acuerdo con su género.
La lista de las oportunidades por género del Foro económico mundial, reprueba las políticas de igualdad de oportunidades italianas. Mientras en los primeros lugares aparecen Islandia, Noruega, Finlandia y Suecia, el país de la bota está entre los últimos de Europa y detrás de muchos países del tercer mundo.
El citado elenco evalúa los países de acuerdo con criterios de distribución de los recursos y las oportunidades que se dan a hombres y mujeres. En otras palabras: la igualdad entre los sexos en Italia no es sino un sueño guajiro. Y que conste que la ministra que se ocupa de estos asuntos es la ex vedette Mara Carfagna, una señora a la que el mismísimo premier Berlusconi no podía dar una oportunidad mejor que pasar de los calendarios nudistas a las oficinas del gobierno.
En resumen, lamento desilusionar a quien piensa que vivir en Italia es una maravilla, y sin embargo, con todos sus terribles defectos, debo decir que es un extraordinario país donde habitar.
12 octubre, 2010
Mientras comienzo a escribir este artículo estoy pensando en muchos de mis paisanos que cada vez que saben que desde hace siete años estoy en Italia se emocionan y piensan que en realidad “pasé a mejor vida” y que un país europeo ofrece oportunidades ilimitadas.
Es verdad, Italia es un país maravilloso, lleno de historia. No es en vano que ocupe el primer lugar a nivel mundial por el número de lugares considerados patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Se trata de 44 sitios culturales y naturales que van desde el centro histórico de Florencia, pasando por la costiera Amalfitana, la zona arqueológica de Pompeya y el centro histórico de Roma.
Italia es hermosa por lo que ofrece. Pero es difícil vivir en este país por la dificultad que representa estar en un lugar que en teoría pertenece al primer mundo, pero que en la práctica presenta problemas serios que no son precisamente los de una nación desarrollada.
Es una crítica dura, lo sé. Especialmente porque aquí vivo y aquí me pienso quedar. Porque además de todo tengo la fortuna de ser ciudadana italiana y me siento orgullosa de haber adquirido la ciudadanía mas por convicción que por real necesidad.
Pero lo mismo que señalo los defectos de mi país de origen, me siento con todo el derecho de expresarme y decir lo que veo cotidianamente en la realidad italiana.
Empiezo obviamente con la vergonzosa situación política y los escándalos constantes de nuestro presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi, famoso a nivel mundial no por ser un gran estadista, sino por comportarse en modo bizarro y despacharse con la cuchara grande, haciendo leyes para favorecer sus intereses personales. Esto, sin contar con la actitud tibia y poco seria de la oposición, que parece hacer todo lo posible por no representar una alternativa importante para los ciudadanos.
Mientras, la gerontocracia predomina y el presidente de la República es un anciano de más de ochenta años, los parlamentarios tienen una edad promedio de “solamente” 54 años, el premier tiene 74 y por lo mismo, los cambios obviamente no se ven porque no se puede pretender que las personas de una cierta generación estén dispuestas realmente a dar una sacudida al sistema que sin embargo, francamente requiere urgentemente modificaciones de fondo y forma.
El pueblo italiano vive de pan y circo. Se regocija semanalmente con el calcio -en el que a veces interviene hasta el gobierno que se sumerge en discusiones bizantinas y controles absurdos de la tifoseria-, se distrae con los reality shows y los chismes del mundo del espectáculo que difunde principalmente Mediaset, la poderosa red de televisión privada que pertenece ni más ni menos que a Berlusconi y su familia.
La formación cultural de los ciudadanos del país de la bota es tan pobre, que Italia ocupa el primer lugar en Europa porque sus noticiarios, a diferencia de los del resto de las naciones del continente, se ocupan principalmente de difundir nota roja en forma no solamente morbosa, sino en cantidad exagerada.
De acuerdo con un estudio presentado a principios de este año, realizado por investigadores europeos “la criminalidad en Italia, respecto a las redes de televisión europea es una página amplia y constante... La presencia de noticias dedicadas al crimen en Italia aparece como una característica estructural”. En naciones como Francia, Alemania, Gran Bretaña y España no se dan a conocer hechos de nota roja por días enteros, mientras que en Italia no pasa un solo día sin noticias de este género, tanto en la televisión privada como en la pública.”
Quiero subrrayar este dato porque resulta interesante saber que el estudio arroja datos importantes como el hecho que “la cantidad de noticias concernientes a la criminalidad común señalan una especial atención a aquellos hechos delictivos que amenazan la seguridad personal”
En Italia no solamente hay una mayor atención a la nota roja respecto al resto de Eurpoa, sino que hay una construcción diferente de las noticias, que en los casos más escandalosos son representados casi como una serie de televisión, agrega el estudio.
Y para quien piense que ver noticias es un hecho poco difuso en el país, debo decir que mirar los noticiarios -locales, regionales y nacionales- es parte de un ritual cotidiano al que los italianos están acostumbrados practicamente desde el arribo de la televisión.
Debo también decir que es precisamente la televisión el medio que ha contribuido en forma decisiva a unificar al país, que hasta antes de contar con esta invención ni siquiera tenía un idioma común, dado que cada región, cada población hablaba su proprio dialecto y contaba con reglas, normas y estilos de vida propios, que poco a poco fueron uniformados por las propuestas de la RAI, el sistema de televisión estatal, que entre paréntesis, viene pagado por todos, dado que hay un impuesto especial que se paga anualmente y que en teoría permite la supervivencia de los canales del Estado.
La influencia de la televisión es seria e importante, motivo por el cual no se puede ignorar o minimizar el hecho que la nota roja ocupe tanto espacio, especialmente porque la sensación de inseguridad cercana que el noticiario da a los televidentes repercute en la forma en que reaccionan, sobre todo cuando generalmente los protagonistas de los casos más crueles y serios son extranjeros, inmigrantes principalmente del este de Europa, sudamericanos, chinos o africanos.
Para quien piensa que vivir en Italia implica estar rodeado de glamour y de cultura, quiero agregar otro dato por demás descepcionante. Para un país de primer mundo, seguramente no es halagador aparecer como número 74 en la lista que enumera las posibilidades que se da a las personas de acuerdo con su género.
La lista de las oportunidades por género del Foro económico mundial, reprueba las políticas de igualdad de oportunidades italianas. Mientras en los primeros lugares aparecen Islandia, Noruega, Finlandia y Suecia, el país de la bota está entre los últimos de Europa y detrás de muchos países del tercer mundo.
El citado elenco evalúa los países de acuerdo con criterios de distribución de los recursos y las oportunidades que se dan a hombres y mujeres. En otras palabras: la igualdad entre los sexos en Italia no es sino un sueño guajiro. Y que conste que la ministra que se ocupa de estos asuntos es la ex vedette Mara Carfagna, una señora a la que el mismísimo premier Berlusconi no podía dar una oportunidad mejor que pasar de los calendarios nudistas a las oficinas del gobierno.
En resumen, lamento desilusionar a quien piensa que vivir en Italia es una maravilla, y sin embargo, con todos sus terribles defectos, debo decir que es un extraordinario país donde habitar.
viernes, 1 de octubre de 2010
La pena de muerte no es igual en todas partes...
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
29 septiembre, 2010
Hay momentos en que me resulta tremendamente difícil comenzar a tratar el tema que quiero compartir con quienes tienen la paciencia de seguir este espacio.
Esta vez, encuentro complicado tratar el asunto porque tiene que ver con la difícil, tremenda, impresionante condición de una mujer llamada Sakineh Mohammadi Ashtiani, una iraní que se encuentra encarcelada en su país, sentenciada a muerte después de haber sido sometida a proceso por adulterio y por su presunta participación en el homicidio de su marido.
Al principio, la condena para Sakineh fue la muerte por lapidación, práctica particularmente terrible porque representa una muerte lenta e implica un mayor sufrimiento.
Hay que recordar que en países de África, Asia y medio oriente la lapidación sigue siendo una práctica habitual, especialmente en el caso de personas que mantienen relaciones sexuales ilegales. Y es simplemente escalofriante. De acuerdo con la enciclopedia on line Wikipedia, la
lapidación “suele llevarse a cabo estando el reo tapado por completo con una tela (para no ver los efectos), enterrado hasta el cuello o atado de algún modo mientras una multitud de gente le tira piedras.”
El caso de Sakineh ha tenido una fuerte repercusión en Europa, donde muchas organizaciones defensoras de los derechos humanos alzaron la voz para protestar por la bárbara decisión del tribunal iraní.
La presión ejercida por la opinión pública europea, que se desató en severas críticas hacia el régimen iraní, llevó a una revisión del caso y precisamente hoy, 28 de septiembre, fue anunciado que Sakineh no será lapidada, sino que morirá ahorcada porque, de acuerdo con el tribunal que se ocupa del asunto, la mujer “ha sido acusada de asesinato y la pena por este delito tiene preeminencia sobre el otro de adulterio”.
Seguramente comenzarán de nuevo las movilizaciones. Baste decir que por ejemplo en Italia, al conocerse la situación hace algunos meses -gracias al llamado del hijo de Sakineh- fue exhibido un espectacular con la fotografía de ella en la sede del poder Ejecutivo, mientras que en Francia, la primera dama Carla Bruni manifestó su repudio a la condena, ganándose con ello los comentarios poco agradables de una publicación iraní, que señalaba que una “prostituta” como la Bruni no tenía la calidad moral para protestar contra la decisión de la justicia de aquel país.
Hasta aquí, seguramente quien conoce el caso da la razón a quienes piensan que se trata ni más ni menos que de una muestra más del grado de salvajismo en el que viven los países islámicos. Queda claro también que esta situación no ayuda mínimamente a mejorar la imagen que el mundo tiene del presidente Mahmud Ahmadineyad.
Sin embargo, quiero mencionar que me parece absurdo que mientras el mundo se mueve para defender a Sakineh, mientras los medios de comunicación continúan con la condena hacia el régimen islámico, casi ninguno fuera de los Estados Unidos se ocupó de un caso análogo.
Me refiero a la reciente ejecución de Teresa Lewis, ocurrida en el estado norteamericano de Virginia.
Lewis fue condenada por orquestar hace ocho años el asesinato de su marido e hijastro con el fin de cobrar un seguro de vida. La noche del 30 de octubre del 2002, dos individuos armados irrumpieron en una casa-trailer ocupada por una familia de tres en el condado de Pittsylvania, al sur de Virginia. Los asaltantes ordenaron a Teresa salir del dormitorio donde inmediatamente después su marido Julián era ejecutado, al igual que el hijastro de Teresa. Unos 45 minutos después, ella llamó a la Policía. Sin embargo, el marido agonizante dijo: "Mi mujer sabe quién me ha hecho esto".
Luego fue descubierto que Teresa pagó con sexo y dinero a los dos jóvenes asesinos de su familia. Esto valió para que fuera condenada a la pena capital. No obstante las protestas y las peticiones de clemencia, fue ejecutada hace algunos días.
Lo que sorprende, lo que indigna, lo que molesta, es pensar que nadie ha dicho nada acerca de que en el país que se autoproclama paladín de la democracia, salvador del mundo y ejemplo de civismo, sea todavía válida la pena de muerte.
Nadie lo dice porque a pesar de que las circunstancias son prácticamente las mismas, no es igual hablar de los salvajes iraníes que de los civilizados estadounidenses.
Irán es, junto con Estados Unidos, China y Arabia Saudí, uno de los países que más penas capitales aplica en el mundo. Pero los iraníes, los chinos y los árabes, son “salvajes”. Los americanos son simplemente “justos”. Al menos eso nos quieren hacer creer los medios de comunicación.
Nadie se atreve a criticar a los americanos porque simplemente el occidente sigue empeñado en ver la paja en el ojo ajeno y en señalar los terribles defectos de los otros. Los medios contribuyen a esta idea distorsionada de la realidad. Crean clichés, sostienen ideas que sirven para adoctrinar y fomentar el repudio hacia los países islámicos y nadie tiene el valor de decir que los “civilizados” no son mejores.
Porque se diga lo que se diga, es evidente que el fundamentalismo existe también en la otra parte del mundo. El moralismo excesivo de los cristianos de norteamérica es comparable con el fanatismo religioso de los musulmanes. La situación de las mujeres que deben cubrirse con el burqa no es mejor que la de las féminas occidentales víctimas de la violencia intrafamiliar.
A fin de cuentas, son dos caras de la misma moneda: la intolerancia. Sólo que nadie se atreve a decirlo. No hay quien tenga el valor de emprender una campaña contra el intervencionismo norteamericano, no hay quien critique los defectos de un país que se esfuerza por disfrazar de buenas intenciones su ansia de dominio.
Por eso me indigna la situación. Defiendo a Sakineh pero habría defendido también a Teresa Lewis porque no me parece que valga menos la vida de una o de otra y porque la pena de muerte es la misma salvajada en Irán y en los Estados Unidos.
Y por eso, finalmente, condeno de nuevo a los medios de comunicación que ejercen una terrible manipulación a favor de un sistema que ya está podrido. No abundo más. Solamente digo: eué pena. Qué vergüenza. Qué desfachatez.
29 septiembre, 2010
Hay momentos en que me resulta tremendamente difícil comenzar a tratar el tema que quiero compartir con quienes tienen la paciencia de seguir este espacio.
Esta vez, encuentro complicado tratar el asunto porque tiene que ver con la difícil, tremenda, impresionante condición de una mujer llamada Sakineh Mohammadi Ashtiani, una iraní que se encuentra encarcelada en su país, sentenciada a muerte después de haber sido sometida a proceso por adulterio y por su presunta participación en el homicidio de su marido.
Al principio, la condena para Sakineh fue la muerte por lapidación, práctica particularmente terrible porque representa una muerte lenta e implica un mayor sufrimiento.
Hay que recordar que en países de África, Asia y medio oriente la lapidación sigue siendo una práctica habitual, especialmente en el caso de personas que mantienen relaciones sexuales ilegales. Y es simplemente escalofriante. De acuerdo con la enciclopedia on line Wikipedia, la
lapidación “suele llevarse a cabo estando el reo tapado por completo con una tela (para no ver los efectos), enterrado hasta el cuello o atado de algún modo mientras una multitud de gente le tira piedras.”
El caso de Sakineh ha tenido una fuerte repercusión en Europa, donde muchas organizaciones defensoras de los derechos humanos alzaron la voz para protestar por la bárbara decisión del tribunal iraní.
La presión ejercida por la opinión pública europea, que se desató en severas críticas hacia el régimen iraní, llevó a una revisión del caso y precisamente hoy, 28 de septiembre, fue anunciado que Sakineh no será lapidada, sino que morirá ahorcada porque, de acuerdo con el tribunal que se ocupa del asunto, la mujer “ha sido acusada de asesinato y la pena por este delito tiene preeminencia sobre el otro de adulterio”.
Seguramente comenzarán de nuevo las movilizaciones. Baste decir que por ejemplo en Italia, al conocerse la situación hace algunos meses -gracias al llamado del hijo de Sakineh- fue exhibido un espectacular con la fotografía de ella en la sede del poder Ejecutivo, mientras que en Francia, la primera dama Carla Bruni manifestó su repudio a la condena, ganándose con ello los comentarios poco agradables de una publicación iraní, que señalaba que una “prostituta” como la Bruni no tenía la calidad moral para protestar contra la decisión de la justicia de aquel país.
Hasta aquí, seguramente quien conoce el caso da la razón a quienes piensan que se trata ni más ni menos que de una muestra más del grado de salvajismo en el que viven los países islámicos. Queda claro también que esta situación no ayuda mínimamente a mejorar la imagen que el mundo tiene del presidente Mahmud Ahmadineyad.
Sin embargo, quiero mencionar que me parece absurdo que mientras el mundo se mueve para defender a Sakineh, mientras los medios de comunicación continúan con la condena hacia el régimen islámico, casi ninguno fuera de los Estados Unidos se ocupó de un caso análogo.
Me refiero a la reciente ejecución de Teresa Lewis, ocurrida en el estado norteamericano de Virginia.
Lewis fue condenada por orquestar hace ocho años el asesinato de su marido e hijastro con el fin de cobrar un seguro de vida. La noche del 30 de octubre del 2002, dos individuos armados irrumpieron en una casa-trailer ocupada por una familia de tres en el condado de Pittsylvania, al sur de Virginia. Los asaltantes ordenaron a Teresa salir del dormitorio donde inmediatamente después su marido Julián era ejecutado, al igual que el hijastro de Teresa. Unos 45 minutos después, ella llamó a la Policía. Sin embargo, el marido agonizante dijo: "Mi mujer sabe quién me ha hecho esto".
Luego fue descubierto que Teresa pagó con sexo y dinero a los dos jóvenes asesinos de su familia. Esto valió para que fuera condenada a la pena capital. No obstante las protestas y las peticiones de clemencia, fue ejecutada hace algunos días.
Lo que sorprende, lo que indigna, lo que molesta, es pensar que nadie ha dicho nada acerca de que en el país que se autoproclama paladín de la democracia, salvador del mundo y ejemplo de civismo, sea todavía válida la pena de muerte.
Nadie lo dice porque a pesar de que las circunstancias son prácticamente las mismas, no es igual hablar de los salvajes iraníes que de los civilizados estadounidenses.
Irán es, junto con Estados Unidos, China y Arabia Saudí, uno de los países que más penas capitales aplica en el mundo. Pero los iraníes, los chinos y los árabes, son “salvajes”. Los americanos son simplemente “justos”. Al menos eso nos quieren hacer creer los medios de comunicación.
Nadie se atreve a criticar a los americanos porque simplemente el occidente sigue empeñado en ver la paja en el ojo ajeno y en señalar los terribles defectos de los otros. Los medios contribuyen a esta idea distorsionada de la realidad. Crean clichés, sostienen ideas que sirven para adoctrinar y fomentar el repudio hacia los países islámicos y nadie tiene el valor de decir que los “civilizados” no son mejores.
Porque se diga lo que se diga, es evidente que el fundamentalismo existe también en la otra parte del mundo. El moralismo excesivo de los cristianos de norteamérica es comparable con el fanatismo religioso de los musulmanes. La situación de las mujeres que deben cubrirse con el burqa no es mejor que la de las féminas occidentales víctimas de la violencia intrafamiliar.
A fin de cuentas, son dos caras de la misma moneda: la intolerancia. Sólo que nadie se atreve a decirlo. No hay quien tenga el valor de emprender una campaña contra el intervencionismo norteamericano, no hay quien critique los defectos de un país que se esfuerza por disfrazar de buenas intenciones su ansia de dominio.
Por eso me indigna la situación. Defiendo a Sakineh pero habría defendido también a Teresa Lewis porque no me parece que valga menos la vida de una o de otra y porque la pena de muerte es la misma salvajada en Irán y en los Estados Unidos.
Y por eso, finalmente, condeno de nuevo a los medios de comunicación que ejercen una terrible manipulación a favor de un sistema que ya está podrido. No abundo más. Solamente digo: eué pena. Qué vergüenza. Qué desfachatez.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
Aliados contra las alianzas...
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
22 septiembre, 2010
Hace algunos días, durante el acto sucesivo a la entrega de su penúltimo informe de gobierno, Enrique Peña Nieto se lanzó con toda su fuerza contra las alianzas entre partidos durante los procesos electorales.
Entonces dijo que “la lucha del poder por el poder mediante la alianza de proyectos antagónicos que desvirtúan la democracia, son una amenaza tan grave para el país como las fuerzas criminales que atentan contra la estabilidad, la ley y el estado de derecho”.
Y no paró en esto su no rotundo a la posibilidad de que los partidos políticos unan sus fuerzas y con ello aumenten su capacidad de triunfo en las próximas elecciones del 2011.
En un alarde de poder, el mandatario mexiquense logró que los diputados de su partido hicieran que la Legislatura local aprobara en comisiones el dictamen por el cual se elimina a figura de las “candidaturas comunes”.
De esta manera, si el citado dictamen se aprueba en el pleno legislativo, el PAN y el PRD se pueden ir olvidando de materializar su idea de hacer un frente común para lograr la hazaña de derrotar al PRI y arrebatarle por primera vez en la historia la gubernatura del estado más poblado del país.
Por supuesto que los priístas nuevamente sacaron a relucir una enorme capacidad de imposición disfrazada de concertación. Simplemente usaron sus alianzas con el PVEM y Convergencia para eliminar otras potenciales alianzas. Aliados para que los otros no se puedan aliar. Paradojas de la política.
¿Qué es lo que realmente le incomoda de las alianzas, señor gobernador? ¿Es acaso un temor fundamentado de que sus enemigos le echen montón y que la gente -¡ah! esta gente inconsciente- se deje llevar y vote contra el partidazo?
Si usted está tan orgulloso del trabajo que ha hecho en el estado de México, si está convencido de que los ciudadanos lo estiman y aprecian todo el bien que ha derrochado con un montón de compromisos firmados y cumplidos, ¿qué más le da que los malosos se junten en alianzas bastardas, ilógicas y antinaturales?
¡Qué poca confianza tiene en sí mismo, señor Peña! Quién lo diría de una persona que emana seguridad en sí mismo como usted, que hasta se da el lujo de exhibir siempre su mejor ángulo y nos receta contínuamente su imagen de galanazo.
Lo veo un poquito desdibujado, gobernador. Y la verdad no se me hace que los panistas se puedan de veras unir con los perredistas para quitarle el súper hueso al PRI.
No creo que tengan la capacidad suficiente para ponerse de acuerdo y elegir entre todos sus gallos uno que pueda representar los intereses de la derecha y la izquierda juntas y no solo: dudo sinceramente que en el caso de que una alianza pudiera vencer, sea factible una justa y pacífica repartición del botín.
Sin embargo, el gobernador de la entidad ha decidido que es momento de curarse en salud. Nada de alianzas extrañas. No a las candidaturas comunes. Más vale que digan aquí corrió que aquí murió.
Y no me digan que Peña Nieto no tiene que ver con el asunto, porque en el caso remotísimo de que los diputados hubieran actuado por iniciativa propia, no habrían hecho otra cosa que seguir al pie de la letra la voluntad de su verdadero líder, que fue claro y simplemente comparó las alianzas ni más ni menos que con “fuerzas criminales.”
Pero ahora resulta que los legisladores se mandan solos. ¿Desde cuándo? Y nosotros los ciudadanos comunes seguramente somos tan inocentes que creemos sin una mínima duda que el Ejecutivo y el Legislativo son de veras harina de distintos costales.
“No es más que una posición estrictamente personal y es la representación social la que está acreditada en la Cámara de Diputados, y es la que tiene que hacer valer en razón del peso que tenga esa representación con los temas que mejor convengan para darle mayor transparencia y congruencia a la democracia de los mexiquenses”. Eso dijo Peña Nieto. Todo hecho bolas, como siempre que no trae apuntador, pero palabras más o palabras menos quiso simplemente lavarse las manos con un simple: “yo no fui”.
Vamos pues, la iniciativa no tiene que ver con la voluntad del gobernador. Nada de eso. Es que los diputados de su partido simplemente se despertaron con la idea de que hay que combatir esa terrible amenaza llamada candidatura común.
Una amenaza tan seria, tan tremenda, que le quita el sueño a millones de personas, seguramente. La pesadilla de los mexicanos por patria y provincia ya no es la crisis económica, tampoco es la guerra contra el narco con las terribles consecuencias que todos conocemos.
No. El nuevo enemigo que hay que combatir es el candidato bastardo que obedece a la izquierda y a la derecha, que solamente busca el poder por el poder. Ni más ni menos.
Honestamente no creo que a la gente que trabaja, lucha y se esfuerza todos los días por mejorar su difícil condición le importe un soberano cacahuate si los panuchos se juntan con los del sol azteca para darle en la torre a los tricolores.
¿Es que no se han dado cuenta que la gente ya está harta y que sencillamente ya no le cree a nadie, pero lo que se dice a nadie?
Yo en su lugar me preocuparía más por reducir el presupuesto del inutilísimo IEEM y sobre todo por dejar de desperdiciar valiosos recursos económicos que sirven solamente para mantener en pie la farsa que cada seis años tenemos que soportar.
Parece que entre la clase gobernante nadie quiere ver que la gente tiene hambre de justicia social y que está harta de escuchar mentiras y de sufrir desilusiones.
No se dan cuenta de que la credibilidad gubernamental está por los suelos y que hay una seria posibilidad de que el nivel de abstencionismo sea alto y que gane quien gane nada le importará a la ciudadanía por la sencilla razón de que poco o nada cambiarán sus condiciones de vida.
Da pena ajena ver a los diputados exhibiendo mantas en el Congreso local, declarando a diestra y siniestra su defensa de la democracia, haciendo de todo porque las alianzas sean permitidas. Da vergüenza también que los priístas demuestren con tanto descaro que obedecen sin chistar las indicaciones de su idolatrado patroncito que a fin de cuentas fue quien los palomeó y los llevó a ocupar una curul.
La verdad es que los diputados de todos los partidos mejor se deberían poner a trabajar en serio, que para eso les pagan -y muy bien- los ciudadanos mexiquenses. Para eso sí deberían aliarse los legisladores, para hacer algo por su estado, que por desgracia y aunque se esfuercen por decir lo contrario, se les está desbaratando cada día.
22 septiembre, 2010
Hace algunos días, durante el acto sucesivo a la entrega de su penúltimo informe de gobierno, Enrique Peña Nieto se lanzó con toda su fuerza contra las alianzas entre partidos durante los procesos electorales.
Entonces dijo que “la lucha del poder por el poder mediante la alianza de proyectos antagónicos que desvirtúan la democracia, son una amenaza tan grave para el país como las fuerzas criminales que atentan contra la estabilidad, la ley y el estado de derecho”.
Y no paró en esto su no rotundo a la posibilidad de que los partidos políticos unan sus fuerzas y con ello aumenten su capacidad de triunfo en las próximas elecciones del 2011.
En un alarde de poder, el mandatario mexiquense logró que los diputados de su partido hicieran que la Legislatura local aprobara en comisiones el dictamen por el cual se elimina a figura de las “candidaturas comunes”.
De esta manera, si el citado dictamen se aprueba en el pleno legislativo, el PAN y el PRD se pueden ir olvidando de materializar su idea de hacer un frente común para lograr la hazaña de derrotar al PRI y arrebatarle por primera vez en la historia la gubernatura del estado más poblado del país.
Por supuesto que los priístas nuevamente sacaron a relucir una enorme capacidad de imposición disfrazada de concertación. Simplemente usaron sus alianzas con el PVEM y Convergencia para eliminar otras potenciales alianzas. Aliados para que los otros no se puedan aliar. Paradojas de la política.
¿Qué es lo que realmente le incomoda de las alianzas, señor gobernador? ¿Es acaso un temor fundamentado de que sus enemigos le echen montón y que la gente -¡ah! esta gente inconsciente- se deje llevar y vote contra el partidazo?
Si usted está tan orgulloso del trabajo que ha hecho en el estado de México, si está convencido de que los ciudadanos lo estiman y aprecian todo el bien que ha derrochado con un montón de compromisos firmados y cumplidos, ¿qué más le da que los malosos se junten en alianzas bastardas, ilógicas y antinaturales?
¡Qué poca confianza tiene en sí mismo, señor Peña! Quién lo diría de una persona que emana seguridad en sí mismo como usted, que hasta se da el lujo de exhibir siempre su mejor ángulo y nos receta contínuamente su imagen de galanazo.
Lo veo un poquito desdibujado, gobernador. Y la verdad no se me hace que los panistas se puedan de veras unir con los perredistas para quitarle el súper hueso al PRI.
No creo que tengan la capacidad suficiente para ponerse de acuerdo y elegir entre todos sus gallos uno que pueda representar los intereses de la derecha y la izquierda juntas y no solo: dudo sinceramente que en el caso de que una alianza pudiera vencer, sea factible una justa y pacífica repartición del botín.
Sin embargo, el gobernador de la entidad ha decidido que es momento de curarse en salud. Nada de alianzas extrañas. No a las candidaturas comunes. Más vale que digan aquí corrió que aquí murió.
Y no me digan que Peña Nieto no tiene que ver con el asunto, porque en el caso remotísimo de que los diputados hubieran actuado por iniciativa propia, no habrían hecho otra cosa que seguir al pie de la letra la voluntad de su verdadero líder, que fue claro y simplemente comparó las alianzas ni más ni menos que con “fuerzas criminales.”
Pero ahora resulta que los legisladores se mandan solos. ¿Desde cuándo? Y nosotros los ciudadanos comunes seguramente somos tan inocentes que creemos sin una mínima duda que el Ejecutivo y el Legislativo son de veras harina de distintos costales.
“No es más que una posición estrictamente personal y es la representación social la que está acreditada en la Cámara de Diputados, y es la que tiene que hacer valer en razón del peso que tenga esa representación con los temas que mejor convengan para darle mayor transparencia y congruencia a la democracia de los mexiquenses”. Eso dijo Peña Nieto. Todo hecho bolas, como siempre que no trae apuntador, pero palabras más o palabras menos quiso simplemente lavarse las manos con un simple: “yo no fui”.
Vamos pues, la iniciativa no tiene que ver con la voluntad del gobernador. Nada de eso. Es que los diputados de su partido simplemente se despertaron con la idea de que hay que combatir esa terrible amenaza llamada candidatura común.
Una amenaza tan seria, tan tremenda, que le quita el sueño a millones de personas, seguramente. La pesadilla de los mexicanos por patria y provincia ya no es la crisis económica, tampoco es la guerra contra el narco con las terribles consecuencias que todos conocemos.
No. El nuevo enemigo que hay que combatir es el candidato bastardo que obedece a la izquierda y a la derecha, que solamente busca el poder por el poder. Ni más ni menos.
Honestamente no creo que a la gente que trabaja, lucha y se esfuerza todos los días por mejorar su difícil condición le importe un soberano cacahuate si los panuchos se juntan con los del sol azteca para darle en la torre a los tricolores.
¿Es que no se han dado cuenta que la gente ya está harta y que sencillamente ya no le cree a nadie, pero lo que se dice a nadie?
Yo en su lugar me preocuparía más por reducir el presupuesto del inutilísimo IEEM y sobre todo por dejar de desperdiciar valiosos recursos económicos que sirven solamente para mantener en pie la farsa que cada seis años tenemos que soportar.
Parece que entre la clase gobernante nadie quiere ver que la gente tiene hambre de justicia social y que está harta de escuchar mentiras y de sufrir desilusiones.
No se dan cuenta de que la credibilidad gubernamental está por los suelos y que hay una seria posibilidad de que el nivel de abstencionismo sea alto y que gane quien gane nada le importará a la ciudadanía por la sencilla razón de que poco o nada cambiarán sus condiciones de vida.
Da pena ajena ver a los diputados exhibiendo mantas en el Congreso local, declarando a diestra y siniestra su defensa de la democracia, haciendo de todo porque las alianzas sean permitidas. Da vergüenza también que los priístas demuestren con tanto descaro que obedecen sin chistar las indicaciones de su idolatrado patroncito que a fin de cuentas fue quien los palomeó y los llevó a ocupar una curul.
La verdad es que los diputados de todos los partidos mejor se deberían poner a trabajar en serio, que para eso les pagan -y muy bien- los ciudadanos mexiquenses. Para eso sí deberían aliarse los legisladores, para hacer algo por su estado, que por desgracia y aunque se esfuercen por decir lo contrario, se les está desbaratando cada día.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Enrique Peña: el galán que México esperaba
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
08 septiembre, 2010
Finalmente estamos en el llamado mes de la patria. Los rituales propios de estas fechas comienzan. Se repiten los actos. No hay novedades. Las autoridades pretenden darnos algo más de lo que marca la tradición porque como sabemos, este es el año del Bicentenario y hay que festejar con mayor entusiasmo el inicio de la lucha por la independencia nacional.
En el territorio mexiquense, aparte de la celebración que involucra a todos los mexicanos, el gobierno estatal se luce para demostrar no solamente que trabaja sino que lo hace bien.
Lo sabemos todos. El gobernador Enrique Peña tiene serias intenciones de llegar a ser el nuevo presidente de México, resucitando con ello al partido que durante 70 años ejerció la que el escritor peruano Mario Vargas Llosa definió como “la dictadura perfecta”.
Los tiempos son adecuados para revivir las tradiciones, incluída aquella que señala que el quinto año de gestióno gubernamental en el territorio mexiquense marca el inicio informal de la carrera por la presidencia.
Por mucho tiempo el proceso de elección del gobernador mexiquense fue el “laboratorio político”, el termómetro que permitía al PRI nacional medir la temperatura y definir las estrategias para las elecciones federales del año sucesivo.
Y todo comenzaba precisamente con el penúltimo informe de gobierno de la entidad. Momento clave para demostrar a todos el reconocimiento de la ciudadanía y sobre todo de la clase política hacia el gobernador priísta mexiquense.
Ni el tiempo ni el arribo del Partido Acción Nacional a la presidencia de la República han cambiado la tradición. Ni siquiera cuando el Congreso local no contaba con la mayoría priísta y cambió el ritual. Por el contrario.
Todavía recuerdo aquel 1999, tiempo de tremenda efervescencia política, cuando César Camacho Quiroz, en una brillante interpretación legal decidió que era el momento de no seguir el juego de la oposición y en cambio demostrar todo el arrastre de su partidazo.
En aquellos tiempos, el entonces gobernador decidió hacer un verdadero desaire a los legisladores y simplemente envió por escrito a la Cámara de diputados su último informe, preparando después un verdadero espectáculo en la Plaza de los Mártires, donde envió su mensaje a la población mexiquense.
Luego Arturo Montiel en un alarde de pura demagogia instituyó la aburrida, costosa y populachera gira en que, dividiendo por zonas el territorio mexiquense, se hacía aclamar por los ciudadanos priístas que por supuesto acudían al llamado de su líder aunque en realidad tuvieran problemas para comprender lo que éste decía. Creo que muchos recordamos todavía los terribles problemas de dicción -y no solo- de Montiel que sin embargo, no le impidieron aspirar a ser el candidato presidencial.
En realidad el ritual de la lectura del informe es el mejor pretexto de nuestros gobernadores para sentirse adorados y demostrar que están satisfechos con el trabajo que desarrollan durante su gestión.
Nadie les quita el derecho de cacarear el huevo, claro que no. Lo triste es cuando exageran. Lo malo es cuando maquillan. Lo peor es cuando los gobernados les creen.
Esta vez, durante los días previos al informe, encontré en los diarios online el spot del Quinto informe de Enrique Peña Nieto. Seguramente las mil 400 personas de su club de fans de Facebook no van a estar de acuerdo conmigo, como tampoco lo van estar quienes trabajan para el gobierno mexiquense o para el PRI estatal y algunos periodistas complacientes.
Pero ejerzo mi derecho de libre expresión y digo con toda honestidad que aparte de pensar en lo que cuesta hacer un anuncio en el que se cuida que esté en su lugar hasta el último envaselinado cabello del gobernador, es triste ver cómo el discutible trabajo de un mandatario se promociona como si se tratara de la publicidad de un galán de televisión.
Mucho ruido y pocas nueces, pues. Un hombre en mangas de camisa que habla desde un automóvil a un interlocutor que nunca se ve. Un gobernante joven y atractivo. Un galanazo que arranca suspiros y habla de compromisos cumplidos. Más de una señora quisiera en casa un hombre tan cumplidor como Peña. Porque a fin de cuentas la publicidad del informe de Peña no es otra cosa que la promoción de un personaje de telenovela.
Y que conste que no lo digo por el besote de esos de final feliz que le dio a su prometida, la actriz Angélica Rivera al finalizar su informe.
Lo digo sencillamente porque salta a la vista que los atributos físicos del político en cuestión son el único punto fuerte que éste tiene para encantar a una población ignorante y asustada por la crisis y por la inseguridad.
Peña sin duda nació con suerte, entre pañales de seda hechos ni más ni menos que en Atlacomulco. Es un verdadero político de elevador. De otra manera no entiendo cómo un curriculum tan pobre puede ser la justificación para llevarlo a la presidencia de nuestro país: Peña pasó de puestos de menor relevancia a la secretaría de Administración durante la gestión de Arturo Montiel. De ahí dio el gran salto y se convirtió en diputado local, para pasar de golpe a ser precandidato, luego candidato y finalmente, flamante gobernador mexiquense.
Honestamente lo visto el cinco de septiembre fue un acto de egolatría más en el que lo único que resaltó fue la crítica abierta de Peña Nieto hacia la actuación del gobierno federal.
El mensaje del gobernador me sorprende, especialmente cuando habla de las alianzas entre la derecha y la izquierda contra el PRI. “la lucha del poder por el poder mediante la alianza de proyectos antagónicos que desvirtúan la democracia, son una amenaza tan grave para el país como las fuerzas criminales que atentan contra la estabilidad, la ley y el estado de derecho”.
Ya se le olvidaron los tiempos en que la lucha del poder por el poder consistía en poner a funcionar los peores mecanismos de fraude electoral. Intuyo que desde su punto de vista quienes por décadas mantuvieron un sistema abiertamente antidemocrático no se pueden llamar criminales.
Cierto que se necesita valor para comparar las escaramuzas políticas con la situación terrible que se vive en México. Como también se requiere descaro para decir ante miles de personas que “igualmente autoritario es caer en la tentación de usar a las instituciones públicas para fines particulares o partidistas”.
Francamente el espectáculo penoso con que inicia el mes de septiembre en el estado de México me deja una pésima impresión. Lo siento mucho, pero con todo respeto, creo que el problema no sería siquiera que el PRI regresara a los Pinos, sino más bien que lo hiciera representado por un candidato que funciona mejor como personaje de telenovela que como el gobernante que nuestro país merece y necesita.
08 septiembre, 2010
Finalmente estamos en el llamado mes de la patria. Los rituales propios de estas fechas comienzan. Se repiten los actos. No hay novedades. Las autoridades pretenden darnos algo más de lo que marca la tradición porque como sabemos, este es el año del Bicentenario y hay que festejar con mayor entusiasmo el inicio de la lucha por la independencia nacional.
En el territorio mexiquense, aparte de la celebración que involucra a todos los mexicanos, el gobierno estatal se luce para demostrar no solamente que trabaja sino que lo hace bien.
Lo sabemos todos. El gobernador Enrique Peña tiene serias intenciones de llegar a ser el nuevo presidente de México, resucitando con ello al partido que durante 70 años ejerció la que el escritor peruano Mario Vargas Llosa definió como “la dictadura perfecta”.
Los tiempos son adecuados para revivir las tradiciones, incluída aquella que señala que el quinto año de gestióno gubernamental en el territorio mexiquense marca el inicio informal de la carrera por la presidencia.
Por mucho tiempo el proceso de elección del gobernador mexiquense fue el “laboratorio político”, el termómetro que permitía al PRI nacional medir la temperatura y definir las estrategias para las elecciones federales del año sucesivo.
Y todo comenzaba precisamente con el penúltimo informe de gobierno de la entidad. Momento clave para demostrar a todos el reconocimiento de la ciudadanía y sobre todo de la clase política hacia el gobernador priísta mexiquense.
Ni el tiempo ni el arribo del Partido Acción Nacional a la presidencia de la República han cambiado la tradición. Ni siquiera cuando el Congreso local no contaba con la mayoría priísta y cambió el ritual. Por el contrario.
Todavía recuerdo aquel 1999, tiempo de tremenda efervescencia política, cuando César Camacho Quiroz, en una brillante interpretación legal decidió que era el momento de no seguir el juego de la oposición y en cambio demostrar todo el arrastre de su partidazo.
En aquellos tiempos, el entonces gobernador decidió hacer un verdadero desaire a los legisladores y simplemente envió por escrito a la Cámara de diputados su último informe, preparando después un verdadero espectáculo en la Plaza de los Mártires, donde envió su mensaje a la población mexiquense.
Luego Arturo Montiel en un alarde de pura demagogia instituyó la aburrida, costosa y populachera gira en que, dividiendo por zonas el territorio mexiquense, se hacía aclamar por los ciudadanos priístas que por supuesto acudían al llamado de su líder aunque en realidad tuvieran problemas para comprender lo que éste decía. Creo que muchos recordamos todavía los terribles problemas de dicción -y no solo- de Montiel que sin embargo, no le impidieron aspirar a ser el candidato presidencial.
En realidad el ritual de la lectura del informe es el mejor pretexto de nuestros gobernadores para sentirse adorados y demostrar que están satisfechos con el trabajo que desarrollan durante su gestión.
Nadie les quita el derecho de cacarear el huevo, claro que no. Lo triste es cuando exageran. Lo malo es cuando maquillan. Lo peor es cuando los gobernados les creen.
Esta vez, durante los días previos al informe, encontré en los diarios online el spot del Quinto informe de Enrique Peña Nieto. Seguramente las mil 400 personas de su club de fans de Facebook no van a estar de acuerdo conmigo, como tampoco lo van estar quienes trabajan para el gobierno mexiquense o para el PRI estatal y algunos periodistas complacientes.
Pero ejerzo mi derecho de libre expresión y digo con toda honestidad que aparte de pensar en lo que cuesta hacer un anuncio en el que se cuida que esté en su lugar hasta el último envaselinado cabello del gobernador, es triste ver cómo el discutible trabajo de un mandatario se promociona como si se tratara de la publicidad de un galán de televisión.
Mucho ruido y pocas nueces, pues. Un hombre en mangas de camisa que habla desde un automóvil a un interlocutor que nunca se ve. Un gobernante joven y atractivo. Un galanazo que arranca suspiros y habla de compromisos cumplidos. Más de una señora quisiera en casa un hombre tan cumplidor como Peña. Porque a fin de cuentas la publicidad del informe de Peña no es otra cosa que la promoción de un personaje de telenovela.
Y que conste que no lo digo por el besote de esos de final feliz que le dio a su prometida, la actriz Angélica Rivera al finalizar su informe.
Lo digo sencillamente porque salta a la vista que los atributos físicos del político en cuestión son el único punto fuerte que éste tiene para encantar a una población ignorante y asustada por la crisis y por la inseguridad.
Peña sin duda nació con suerte, entre pañales de seda hechos ni más ni menos que en Atlacomulco. Es un verdadero político de elevador. De otra manera no entiendo cómo un curriculum tan pobre puede ser la justificación para llevarlo a la presidencia de nuestro país: Peña pasó de puestos de menor relevancia a la secretaría de Administración durante la gestión de Arturo Montiel. De ahí dio el gran salto y se convirtió en diputado local, para pasar de golpe a ser precandidato, luego candidato y finalmente, flamante gobernador mexiquense.
Honestamente lo visto el cinco de septiembre fue un acto de egolatría más en el que lo único que resaltó fue la crítica abierta de Peña Nieto hacia la actuación del gobierno federal.
El mensaje del gobernador me sorprende, especialmente cuando habla de las alianzas entre la derecha y la izquierda contra el PRI. “la lucha del poder por el poder mediante la alianza de proyectos antagónicos que desvirtúan la democracia, son una amenaza tan grave para el país como las fuerzas criminales que atentan contra la estabilidad, la ley y el estado de derecho”.
Ya se le olvidaron los tiempos en que la lucha del poder por el poder consistía en poner a funcionar los peores mecanismos de fraude electoral. Intuyo que desde su punto de vista quienes por décadas mantuvieron un sistema abiertamente antidemocrático no se pueden llamar criminales.
Cierto que se necesita valor para comparar las escaramuzas políticas con la situación terrible que se vive en México. Como también se requiere descaro para decir ante miles de personas que “igualmente autoritario es caer en la tentación de usar a las instituciones públicas para fines particulares o partidistas”.
Francamente el espectáculo penoso con que inicia el mes de septiembre en el estado de México me deja una pésima impresión. Lo siento mucho, pero con todo respeto, creo que el problema no sería siquiera que el PRI regresara a los Pinos, sino más bien que lo hiciera representado por un candidato que funciona mejor como personaje de telenovela que como el gobernante que nuestro país merece y necesita.
viernes, 3 de septiembre de 2010
Islam: enemigo o amigo a conveniencia
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
31 agosto, 2010
Cuando esta semana comencé a revisar la información cotidiana, mi atención se desvió hacia un par de hechos que aparentemente no tendrían relación entre sí, pero que me llevaron a reflexionar seriamente.
Por una parte, me encontré con la intransigencia del alcalde de una población del norte de Italia. Marco Colombo, gobernante del municipio de Sesto Calende, provincia de Varese, quien pertenece al partido de extrema derecha de Italia, la Liga del Norte, (Lega nord) señaló al periódico on line varesenews.it que los musulmanes no podrán reunirse para celebrar sus ritos religiosos semanales mientras él esté al frente del gobierno municipal.
De esta forma, ha prohibido que los miembros de la comunidad islámica hagan la oración colectiva que su religión les impone realizar los viernes. Los musulmanes solicitaron se les permitiera utilizar un campo deportivo para reunirse. Sin embargo el edil decidió negárselos con el pretexto de que la unidad deportiva no es un sitio idóneo para rezar. Simplemente decidió,, pasando por alto que la libertad de culto es un principio que debe prevalecer en Italia, que los ciudadanos pueden orar todo lo que quieran, pero cada quién en su propia casa.
Y es que la intolerancia hacia el islam en este país, especialmente en algunas regiones, es evidente. La ignorancia sumada a un contínuo bombardeo mediático ha hecho pensar a muchos ciudadanos del país de la bota que quienes profesan el islamismo son necesariamente fundamentalistas y que además representan un peligro potencial porque tienen casi siempre relación con el terrorismo.
De ahí que en algunas localidades, especialmente en aquellas donde gobierna la Liga del Norte, sea evidente el rechazo hacia los migrantes que de alguna manera desean mantener su cultura y quieren seguir viviendo su religión, tal vez pensando que un país democrático y de primer mundo les ofrece sin condiciones la libertad de profesar la religión que mejor les acomode.
El gran problema es que pertenecen a una minoría que no es bien vista... Al menos no en todos los casos.
Porque para mi sorpresa, un día después de haber leído la información que acabo de comentar, me encontré con que en Roma se esperaba la visita de Muammar al-Gaddafi, el controvertido líder de la República Árabe de Libia.
El dirigente libio se presentó en Italia como siempre rodeado de excentricidades. Para empezar, fue montada en la embajada de Libia en Roma una tienda beduina donde Gaddafi pernoctaría, además de que antes de su llegada entraron en el país treinta caballos pura sangre que pertenecen a los caballeros berebere, que realizarían una exhibición ecuestre ante las autoridades y empresarios italianos.
Pero lo mejor de todo fue que Gaddafi demostró que la tolerancia tiene un precio. Días antes de su llegada, los organizadores de la visita se dieron a la tarea de “reclutar” 500 edecanes ante las cuales el líder realizó una abierta prédica a favor del islam.
Lo que el libio hizo fue ofrecer una conferencia acerca del Corán ante las jóvenes a quienes dijo que “el islam tiene que convertirse en la religión de Europa.” Señaló además que las mujeres musulmanas tienen mayor libertad y mayor respeto que las europeas e invitó a las chicas a convertirse.
Claramente el escándalo se desató inmediatamente, sobre todo después de que Gedaffi exigió a la unión europea que su país reciba anualmente cinco mil millones de dólares para poder combatir la onda de inmigrantes africanos clandestinos que se embarcan en Libia con destino a las costas italianas y desde ahí invaden el continente europeo, con las consecuencias sociales y económicas que esto implica.
Lo sorprendente es pensar que Gadaffi haya podido hacer declaraciones tan serias y que además se haya dado el lujo de proponer una “Europa islámica” precisamente en el país en cuyo territorio se encuentra la sede del Vaticano.
Simplemente Gadaffi vino a presentar su show sin temor alguno, porque fue avalado por el presidente del consejo, Silvio Berlusconi, quien defendió a capa y espada la amistad entre Italia y Libia y minimizó las extravagancias de su invitado diciendo que se trata de “puro folklore”.
Efectivamente, Gadaffi puede si así lo desea no solamente rezar en público, sino además predicar su religión y buscar la conversión de las jóvenes italianas. Esto, a diferencia de los pobres inmigrantes de Sesto Calende, que no pueden siquiera reunirse para orar.
¿Será porque a diferencia de los musulmanes comunes, Gaddafi es entre otras cosas accionista de Unicredit, una de los principales bancos de Europa y de Enel, la empresa energética más importante de Italia? ¿Será también porque uno de los principales recursos de Libia es el gas natural, que interesa sobremanera a los países de occidente, al grado de soportar cualquier cantidad de extravagancias que vengan de parte de su líder revolucionario?
Posiblemente un musulmán como Gaddafi no inspira miedo ni desconfianza a los 800 importantes políticos y empresarios que el martes pasado se reunieron con él.
Y sobre todo, es ya evidente que en Italia, por encima de cualquier credo antiguo, más allá de la Biblia o el Corán hay una nueva religión que cada día cobra mayor fuerza: la que venera el poder económico por encima de todo.
Quien tiene las posibilidades de hacer negocio es de repente bien recibido sin que nadie haga una pregunta ni ponga la mínima objeción.
Es vergonzoso, sin duda descepcionante que un país de primer mundo, donde deberían prevalecer los principios de la democracia, se discrimine y reprima a algunos y se privilegie a otros porque representan la posibilidad de realizar negocios jugosos e importantes.
Lo ocurrido en los últimos días es la muestra más clara de cómo los intereses económicos hacen ignorar la “incomodidad” de un personaje que no tiene uno de los mejores historiales y que sin embargo, es llamado y reconocido como “líder revolucionario” por un Estado donde por otra parte se cierran las mínimas posibilidades de libertad a un grupo de personas que buscan simplemente mantener su identidad religiosa y cultural. Pura hipocresía, pura conveniencia. Ni hablar. Es el mundo en el que hoy nos toca vivir.
31 agosto, 2010
Cuando esta semana comencé a revisar la información cotidiana, mi atención se desvió hacia un par de hechos que aparentemente no tendrían relación entre sí, pero que me llevaron a reflexionar seriamente.
Por una parte, me encontré con la intransigencia del alcalde de una población del norte de Italia. Marco Colombo, gobernante del municipio de Sesto Calende, provincia de Varese, quien pertenece al partido de extrema derecha de Italia, la Liga del Norte, (Lega nord) señaló al periódico on line varesenews.it que los musulmanes no podrán reunirse para celebrar sus ritos religiosos semanales mientras él esté al frente del gobierno municipal.
De esta forma, ha prohibido que los miembros de la comunidad islámica hagan la oración colectiva que su religión les impone realizar los viernes. Los musulmanes solicitaron se les permitiera utilizar un campo deportivo para reunirse. Sin embargo el edil decidió negárselos con el pretexto de que la unidad deportiva no es un sitio idóneo para rezar. Simplemente decidió,, pasando por alto que la libertad de culto es un principio que debe prevalecer en Italia, que los ciudadanos pueden orar todo lo que quieran, pero cada quién en su propia casa.
Y es que la intolerancia hacia el islam en este país, especialmente en algunas regiones, es evidente. La ignorancia sumada a un contínuo bombardeo mediático ha hecho pensar a muchos ciudadanos del país de la bota que quienes profesan el islamismo son necesariamente fundamentalistas y que además representan un peligro potencial porque tienen casi siempre relación con el terrorismo.
De ahí que en algunas localidades, especialmente en aquellas donde gobierna la Liga del Norte, sea evidente el rechazo hacia los migrantes que de alguna manera desean mantener su cultura y quieren seguir viviendo su religión, tal vez pensando que un país democrático y de primer mundo les ofrece sin condiciones la libertad de profesar la religión que mejor les acomode.
El gran problema es que pertenecen a una minoría que no es bien vista... Al menos no en todos los casos.
Porque para mi sorpresa, un día después de haber leído la información que acabo de comentar, me encontré con que en Roma se esperaba la visita de Muammar al-Gaddafi, el controvertido líder de la República Árabe de Libia.
El dirigente libio se presentó en Italia como siempre rodeado de excentricidades. Para empezar, fue montada en la embajada de Libia en Roma una tienda beduina donde Gaddafi pernoctaría, además de que antes de su llegada entraron en el país treinta caballos pura sangre que pertenecen a los caballeros berebere, que realizarían una exhibición ecuestre ante las autoridades y empresarios italianos.
Pero lo mejor de todo fue que Gaddafi demostró que la tolerancia tiene un precio. Días antes de su llegada, los organizadores de la visita se dieron a la tarea de “reclutar” 500 edecanes ante las cuales el líder realizó una abierta prédica a favor del islam.
Lo que el libio hizo fue ofrecer una conferencia acerca del Corán ante las jóvenes a quienes dijo que “el islam tiene que convertirse en la religión de Europa.” Señaló además que las mujeres musulmanas tienen mayor libertad y mayor respeto que las europeas e invitó a las chicas a convertirse.
Claramente el escándalo se desató inmediatamente, sobre todo después de que Gedaffi exigió a la unión europea que su país reciba anualmente cinco mil millones de dólares para poder combatir la onda de inmigrantes africanos clandestinos que se embarcan en Libia con destino a las costas italianas y desde ahí invaden el continente europeo, con las consecuencias sociales y económicas que esto implica.
Lo sorprendente es pensar que Gadaffi haya podido hacer declaraciones tan serias y que además se haya dado el lujo de proponer una “Europa islámica” precisamente en el país en cuyo territorio se encuentra la sede del Vaticano.
Simplemente Gadaffi vino a presentar su show sin temor alguno, porque fue avalado por el presidente del consejo, Silvio Berlusconi, quien defendió a capa y espada la amistad entre Italia y Libia y minimizó las extravagancias de su invitado diciendo que se trata de “puro folklore”.
Efectivamente, Gadaffi puede si así lo desea no solamente rezar en público, sino además predicar su religión y buscar la conversión de las jóvenes italianas. Esto, a diferencia de los pobres inmigrantes de Sesto Calende, que no pueden siquiera reunirse para orar.
¿Será porque a diferencia de los musulmanes comunes, Gaddafi es entre otras cosas accionista de Unicredit, una de los principales bancos de Europa y de Enel, la empresa energética más importante de Italia? ¿Será también porque uno de los principales recursos de Libia es el gas natural, que interesa sobremanera a los países de occidente, al grado de soportar cualquier cantidad de extravagancias que vengan de parte de su líder revolucionario?
Posiblemente un musulmán como Gaddafi no inspira miedo ni desconfianza a los 800 importantes políticos y empresarios que el martes pasado se reunieron con él.
Y sobre todo, es ya evidente que en Italia, por encima de cualquier credo antiguo, más allá de la Biblia o el Corán hay una nueva religión que cada día cobra mayor fuerza: la que venera el poder económico por encima de todo.
Quien tiene las posibilidades de hacer negocio es de repente bien recibido sin que nadie haga una pregunta ni ponga la mínima objeción.
Es vergonzoso, sin duda descepcionante que un país de primer mundo, donde deberían prevalecer los principios de la democracia, se discrimine y reprima a algunos y se privilegie a otros porque representan la posibilidad de realizar negocios jugosos e importantes.
Lo ocurrido en los últimos días es la muestra más clara de cómo los intereses económicos hacen ignorar la “incomodidad” de un personaje que no tiene uno de los mejores historiales y que sin embargo, es llamado y reconocido como “líder revolucionario” por un Estado donde por otra parte se cierran las mínimas posibilidades de libertad a un grupo de personas que buscan simplemente mantener su identidad religiosa y cultural. Pura hipocresía, pura conveniencia. Ni hablar. Es el mundo en el que hoy nos toca vivir.
miércoles, 25 de agosto de 2010
Nuestros impuestos... (y quienes viven de ellos)
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
25 agosto, 2010
Después de unas largas vacaciones -no sé si merecidas, pero al menos necesarias- retomo este espacio en Punto con gran entusiasmo pero también -como siempre- con una enorme preocupación provocada por la lectura de la información que los diversos medios publican.
Hoy quiero ocuparme de un tema que solamente con el paso del tiempo he podido entender, dado que por desgracia en nuestro país estamos poco acostumbrados al concepto. Pagar impuestos en México, digámoslo claramente, para los ciudadanos comunes es sencillamente una opción. Un posibilidad y casi nunca una obligación.
Buscando la definición más elemental de “impuestos”, la enciclopedia online Wikipedia da una clara y directa: “Los impuestos son cargas obligatorias que las personas y empresas tienen que pagar para financiar al Estado. En pocas palabras: sin los impuestos el Estado no podría funcionar, ya que no dispondría de fondos para financiar la construcción de infraestructuras (carreteras, puertos, aeropuertos, eléctricas), prestar los servicios públicos de sanidad, educación, defensa, sistemas de protección social (desempleo, prestaciones por invalidez o accidentes laborales), etc.”
El punto es que hablando sinceramente, creo que más de un compatriota coincidirá conmigo si afirmo que en México los impuestos simple y sencillamente no se ven. O mejor dicho: no se ve con claridad dónde van a parar.
Si el destino de los impuestos llega a notarse, es seguramente en obras que sirven solamente para que los gobernantes demuestren cuánto trabajan, pero que no tienen una utilidad ni benefician a los ciudadanos normales.
Olvidaba decir que los impuestos que pagamos los mexicanos se ven también cuando los diputados, senadores y demás servidores públicos de cierto nivel se sirven con la cuchara grande. Recordemos que sus mega salarios los pagan los contribuyentes, es decir, el pueblo al que deberían servir, pero del que con cada vez menos pudor simplemente se sirven.
A fin de cuentas lo que deberíamos exigir quienes pagamos nuestras contribuciones en cualquier país democrático o aspirante a serlo, es un justo “retorno” de éstas. Pero no en todas partes ocurre. Obviamente Italia es uno de esos países donde se paga mucho y se recibe poco. “Mal de muchos, consuelo de tontos”, dice el refrán.
En realidad si me permito citar esta información, publicada por el diario italiano Corriere della Sera, es más bien como una forma de desahogo personal, porque me parece completamente injusto.
Resulta que en el país de la bota, “sobre cada italiano recae un peso tributario anual por un promedio de 7 mil 350 euros. Entre los principales países europeos es verdad que los franceses pagan más, con un promedio de 7 mil 438 euros, pero reciben un contravalor de servicios mucho más consistente que el de los italianos: vienen recompensados con un gasto social per capita equivalente a 10 mil 776 euros, mientras que los italianos entre salud, educación y prevención social, alcanzan a recibir apenas 8 mil 023 euros, es decir, dos mil 753 euros menos que en Francia.”
Y eso no es todo. Para darnos una idea de lo que pasa en Italia, basta mencionar lo que el estudio agrega, referente al hecho de que “en Alemania la cuota per capita de impuestos toca los 6 mil 919 euros, pero en términos de gasto social los germanos reciben 9 mil 171 euros per capita al año. La diferencia per capita entre lo que reciben en términos de gasto social y lo que pagan en términos de impuestos es para los franceses de 3 mil 339 euros. Para los alemanes es de 2 mil 251 euros. En Italia de solo 664 euros per capita.
Tristes realidades que se ven sobre todo en el sur del país, donde honestamente hay lugares que no parecen pertenecer a uno de los países más industrializados del planeta, a una de las potencias mundiales. Y lo peor es que de repente al gobierno italiano se le ha ocurrido la idea de iniciar a perseguir, en una de esas tremendas cacerías de brujas a los evasores. ¡Háganme ustedes el favor!
Y si de chistes malos y de impuestos hablamos, debo mencionar una de las últimas ocurrencias de nuestro presidente mexicano, Felipe Calderón.
Ahora resulta que nuestro gobernante afirmó que “si el Congreso no reasigna recursos para combatir al crimen organizado, el gobierno federal buscará nuevas fuentes de ingreso que constituirían una carga para los contribuyentes”.
En otras palabras, si no hay más dinerito para seguir con su guerra sin sentido, encontrará la ímanera de seguir exprimiendo los bolsillos de los pobres mexicanos que ya no saben si es peor la crisis económica o la situación de inseguridad. Como quien dice que en México uno arriesga el dinero y la vida, sin posibilidad de elegir.
La verdad es que me quedo con la boca abierta cuando leo que Calderón asegura que el Ejército seguirá en la calle hasta el último día de su gobierno. Porque no termino de entender si eso para el pueblo mexicano representa una garantía de seguridad o es más bien un motivo de seria preocupación.
Pero lo que no consiento, no tolero, no soporto y no admito, es que sean los contribuyentes mexicanos los que tengan que pagar todos y cada uno de los excesos de sus gobernantes. Porque en lugar de amenazar con nuevas cargas tributarias, nuestro señor presidente se debería preocupar por dejar de despilfarrar el dinero de todos en obras absurdas como una torre de acero inoxidable para conmemorar el Bicentenario, que tendrá un costo total de 690 millones de pesos.
Bueno, pero ¿no le da vergüenza? Se debería esconder lejos, pero muy lejos y sentirse muy mal por amenazar a sus gobernados con nuevos impuestos si el Congreso no lo apoya en su guerra loca que ha costado al menos 28 mil muertos -aunque se empeñe en decir que la mayoría de ellos tenía que ver con el narco-.
Y tendría también que sentirse muy pero muy abochornado por las obras faraónicas -encima de todo inconclusas- con las que quiere festejar el Bicentenario. Parece no darse cuenta, como todos los representantes populares, que hay familias en el país que gobiernan que no tienen siquiera las condiciones mínimas para vivir dignamente.
Y lo peor de todo es pensar que son precisamente esos gobernantes inconscientes, frívolos y megalómanos los que viven -por cierto muy bien- gracias a nuestros impuestos.
25 agosto, 2010
Después de unas largas vacaciones -no sé si merecidas, pero al menos necesarias- retomo este espacio en Punto con gran entusiasmo pero también -como siempre- con una enorme preocupación provocada por la lectura de la información que los diversos medios publican.
Hoy quiero ocuparme de un tema que solamente con el paso del tiempo he podido entender, dado que por desgracia en nuestro país estamos poco acostumbrados al concepto. Pagar impuestos en México, digámoslo claramente, para los ciudadanos comunes es sencillamente una opción. Un posibilidad y casi nunca una obligación.
Buscando la definición más elemental de “impuestos”, la enciclopedia online Wikipedia da una clara y directa: “Los impuestos son cargas obligatorias que las personas y empresas tienen que pagar para financiar al Estado. En pocas palabras: sin los impuestos el Estado no podría funcionar, ya que no dispondría de fondos para financiar la construcción de infraestructuras (carreteras, puertos, aeropuertos, eléctricas), prestar los servicios públicos de sanidad, educación, defensa, sistemas de protección social (desempleo, prestaciones por invalidez o accidentes laborales), etc.”
El punto es que hablando sinceramente, creo que más de un compatriota coincidirá conmigo si afirmo que en México los impuestos simple y sencillamente no se ven. O mejor dicho: no se ve con claridad dónde van a parar.
Si el destino de los impuestos llega a notarse, es seguramente en obras que sirven solamente para que los gobernantes demuestren cuánto trabajan, pero que no tienen una utilidad ni benefician a los ciudadanos normales.
Olvidaba decir que los impuestos que pagamos los mexicanos se ven también cuando los diputados, senadores y demás servidores públicos de cierto nivel se sirven con la cuchara grande. Recordemos que sus mega salarios los pagan los contribuyentes, es decir, el pueblo al que deberían servir, pero del que con cada vez menos pudor simplemente se sirven.
A fin de cuentas lo que deberíamos exigir quienes pagamos nuestras contribuciones en cualquier país democrático o aspirante a serlo, es un justo “retorno” de éstas. Pero no en todas partes ocurre. Obviamente Italia es uno de esos países donde se paga mucho y se recibe poco. “Mal de muchos, consuelo de tontos”, dice el refrán.
En realidad si me permito citar esta información, publicada por el diario italiano Corriere della Sera, es más bien como una forma de desahogo personal, porque me parece completamente injusto.
Resulta que en el país de la bota, “sobre cada italiano recae un peso tributario anual por un promedio de 7 mil 350 euros. Entre los principales países europeos es verdad que los franceses pagan más, con un promedio de 7 mil 438 euros, pero reciben un contravalor de servicios mucho más consistente que el de los italianos: vienen recompensados con un gasto social per capita equivalente a 10 mil 776 euros, mientras que los italianos entre salud, educación y prevención social, alcanzan a recibir apenas 8 mil 023 euros, es decir, dos mil 753 euros menos que en Francia.”
Y eso no es todo. Para darnos una idea de lo que pasa en Italia, basta mencionar lo que el estudio agrega, referente al hecho de que “en Alemania la cuota per capita de impuestos toca los 6 mil 919 euros, pero en términos de gasto social los germanos reciben 9 mil 171 euros per capita al año. La diferencia per capita entre lo que reciben en términos de gasto social y lo que pagan en términos de impuestos es para los franceses de 3 mil 339 euros. Para los alemanes es de 2 mil 251 euros. En Italia de solo 664 euros per capita.
Tristes realidades que se ven sobre todo en el sur del país, donde honestamente hay lugares que no parecen pertenecer a uno de los países más industrializados del planeta, a una de las potencias mundiales. Y lo peor es que de repente al gobierno italiano se le ha ocurrido la idea de iniciar a perseguir, en una de esas tremendas cacerías de brujas a los evasores. ¡Háganme ustedes el favor!
Y si de chistes malos y de impuestos hablamos, debo mencionar una de las últimas ocurrencias de nuestro presidente mexicano, Felipe Calderón.
Ahora resulta que nuestro gobernante afirmó que “si el Congreso no reasigna recursos para combatir al crimen organizado, el gobierno federal buscará nuevas fuentes de ingreso que constituirían una carga para los contribuyentes”.
En otras palabras, si no hay más dinerito para seguir con su guerra sin sentido, encontrará la ímanera de seguir exprimiendo los bolsillos de los pobres mexicanos que ya no saben si es peor la crisis económica o la situación de inseguridad. Como quien dice que en México uno arriesga el dinero y la vida, sin posibilidad de elegir.
La verdad es que me quedo con la boca abierta cuando leo que Calderón asegura que el Ejército seguirá en la calle hasta el último día de su gobierno. Porque no termino de entender si eso para el pueblo mexicano representa una garantía de seguridad o es más bien un motivo de seria preocupación.
Pero lo que no consiento, no tolero, no soporto y no admito, es que sean los contribuyentes mexicanos los que tengan que pagar todos y cada uno de los excesos de sus gobernantes. Porque en lugar de amenazar con nuevas cargas tributarias, nuestro señor presidente se debería preocupar por dejar de despilfarrar el dinero de todos en obras absurdas como una torre de acero inoxidable para conmemorar el Bicentenario, que tendrá un costo total de 690 millones de pesos.
Bueno, pero ¿no le da vergüenza? Se debería esconder lejos, pero muy lejos y sentirse muy mal por amenazar a sus gobernados con nuevos impuestos si el Congreso no lo apoya en su guerra loca que ha costado al menos 28 mil muertos -aunque se empeñe en decir que la mayoría de ellos tenía que ver con el narco-.
Y tendría también que sentirse muy pero muy abochornado por las obras faraónicas -encima de todo inconclusas- con las que quiere festejar el Bicentenario. Parece no darse cuenta, como todos los representantes populares, que hay familias en el país que gobiernan que no tienen siquiera las condiciones mínimas para vivir dignamente.
Y lo peor de todo es pensar que son precisamente esos gobernantes inconscientes, frívolos y megalómanos los que viven -por cierto muy bien- gracias a nuestros impuestos.
miércoles, 14 de julio de 2010
Nuestra realidad... virtual
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
14 julio, 2010
Cuando esta semana estaba buscando un tema para comentarlo en este espacio, me di cuenta, gracias a una amiga que me contactó por el messenger, que nunca antes se me había ocurrido hablar de la importancia que está tomando en nuestra vida cotidiana el uso de internet.
Es inegable que la computadora se ha convertido en un instrumento común y hasta imprescindible para ciertos sectores de la sociedad.
Precisamente por eso utilizarla parece tan simple y resulta tan normal que a nadie sorprende la capacidad que tenemos los seres humanos de hoy para comunicarnos en tiempo real con personas que están a miles de kilómetros de distancia.
Seguramente para las personas de mi generación, que nos habituamos al uso de las nuevas tecnologías cuando éramos jóvenes, pero definitivamente no crecimos con todos los instrumentos actuales, el cambio ha sido paulatino y posiblemente por ello no nos hemos dado cuenta de la maravilla que representa tener la posibilidad de acceder a la información prácticamente en tiempo real, sin barreras de ninguna especie.
Al menos en los países más o menos democráticos, los usuarios de la red de redes no tenemos que enfrentar el problema de la censura e internet resulta el medio idóneo para enterarnos de mil cosas que de otra manera restarían lejanas y por lo tanto, ajenas a nosotros.
Es que a decir verdad, gracias a internet nos apropiamos de una infinidad de información que en ocasiones nos sirve para formarnos una idea de la realidad que vivimos.
Los grandes temas se vuelven parte de nuestra vida cotidiana y esto nos permite ubicarnos como parte de una gran aldea global en la que pensamos o creemos ser partícipes de las grandes realidades.
Esto resulta positivo, indudablemente, porque en el fondo acceder a la información permite formarnos un criterio.
Pero además del acceso a la información y todas sus consecuencias positivas, no puedo pasar por alto lo que internet es para muchos, sin importar la edad.
Me refiero concretamente al uso de las redes sociales, particularmente de Facebook, que hoy por hoy se ha convertido en una herramienta casi indispensable para comunicar.
El punto es que conforme pasa el tiempo, he venido descubriendo que sin duda, la red social más popular se está convirtiendo en un sustituto del contacto directo, personal, cálido. Y eso no me parece positivo, inteligente o adecuado, bajo ninguna circunstancia.
En realidad Facebook no es otra cosa que una especie de agujero en una cerradura que permite espiar y dejar que nos espíen. Es un modo casi enfermizo de comunicar sin comprometernos, de interactuar sin contacto verdadero. Es como estar y no estar, como participar y hacer partícipes a los demás de lo que hacemos, de lo que pensamos, de lo que vivimos...Pero sin acercarnos demasiado a nuestros interlocutores.
Tenemos cientos de amigos en Facebook, pero me pregunto cuántas de esas “amistades” son reales, con cuántas de esas personas podríamos o querríamos realmente sentarnos en la sala de nuestra casa a discutir, a intercambiar ideas, a dialogar.
Lo peor es cuando veo que tantas y tantas personas se comunican a través de la computadora y desperdician la oportunidad de verse personalmente. Lo encuentro irracional, preocupante y no puedo sino pensar que se trata de una señal inequívoca de que algo no está funcionando del todo y que sin duda, aislarnos de la realidad y aparentar estar en contacto con la sociedad es una de las claras muestras del nuevo ser humano del siglo XXI.
Y me preocupa. Me parece incoherente sobre todo cuando me doy cuenta que son los más jóvenes quienes se convierten en esclavos de la tecnología y deciden pasar horas enteras frente a una computadora, sin permitirse la convivencia sana y directa con sus amigos del mundo real, si es que tienen alguno.
Triste y preocupante.
Cierro con un caso concreto que dejo para la reflexión. En noviembre del 2009 fue abierta en el Policlinico Gemelli de Roma un área dedicada a tratar los disturbios causados por una nueva síndrome: la llamada Web dependency. Area que por supuesto, con el paso del tiempo ha comenzado a saturarse.
Tomando la información del artículo respectivo, publicado por el diario italiano Corriere della Sera, me permito agregar los siguientes datos, por si alguien les encuentra alguna utilidad.
Hay principalmente dos tipos de pacientes con la mencionada patología: adultos entre los 25 y los 40 añps que aceptan tener el problema y jóvenes adolescentes “atrapados” en juegos on line, que no están conscientes de su dependencia.
Las cinco principales formas de dependencia son: el sexo virtual y la pornografía; las redes sociales -se estima que 10 por ciento de los inscritos a Facebook sea dependiente-; el juego de azar, la búsqueda obsesiva de información y el excesivo uso de juegos virtuales.
Para pensar, reflexionar y analizar un poco... Especialmente acerca del hecho triste de llegar a convertirnos en esclavos de las herramientas.
14 julio, 2010
Cuando esta semana estaba buscando un tema para comentarlo en este espacio, me di cuenta, gracias a una amiga que me contactó por el messenger, que nunca antes se me había ocurrido hablar de la importancia que está tomando en nuestra vida cotidiana el uso de internet.
Es inegable que la computadora se ha convertido en un instrumento común y hasta imprescindible para ciertos sectores de la sociedad.
Precisamente por eso utilizarla parece tan simple y resulta tan normal que a nadie sorprende la capacidad que tenemos los seres humanos de hoy para comunicarnos en tiempo real con personas que están a miles de kilómetros de distancia.
Seguramente para las personas de mi generación, que nos habituamos al uso de las nuevas tecnologías cuando éramos jóvenes, pero definitivamente no crecimos con todos los instrumentos actuales, el cambio ha sido paulatino y posiblemente por ello no nos hemos dado cuenta de la maravilla que representa tener la posibilidad de acceder a la información prácticamente en tiempo real, sin barreras de ninguna especie.
Al menos en los países más o menos democráticos, los usuarios de la red de redes no tenemos que enfrentar el problema de la censura e internet resulta el medio idóneo para enterarnos de mil cosas que de otra manera restarían lejanas y por lo tanto, ajenas a nosotros.
Es que a decir verdad, gracias a internet nos apropiamos de una infinidad de información que en ocasiones nos sirve para formarnos una idea de la realidad que vivimos.
Los grandes temas se vuelven parte de nuestra vida cotidiana y esto nos permite ubicarnos como parte de una gran aldea global en la que pensamos o creemos ser partícipes de las grandes realidades.
Esto resulta positivo, indudablemente, porque en el fondo acceder a la información permite formarnos un criterio.
Pero además del acceso a la información y todas sus consecuencias positivas, no puedo pasar por alto lo que internet es para muchos, sin importar la edad.
Me refiero concretamente al uso de las redes sociales, particularmente de Facebook, que hoy por hoy se ha convertido en una herramienta casi indispensable para comunicar.
El punto es que conforme pasa el tiempo, he venido descubriendo que sin duda, la red social más popular se está convirtiendo en un sustituto del contacto directo, personal, cálido. Y eso no me parece positivo, inteligente o adecuado, bajo ninguna circunstancia.
En realidad Facebook no es otra cosa que una especie de agujero en una cerradura que permite espiar y dejar que nos espíen. Es un modo casi enfermizo de comunicar sin comprometernos, de interactuar sin contacto verdadero. Es como estar y no estar, como participar y hacer partícipes a los demás de lo que hacemos, de lo que pensamos, de lo que vivimos...Pero sin acercarnos demasiado a nuestros interlocutores.
Tenemos cientos de amigos en Facebook, pero me pregunto cuántas de esas “amistades” son reales, con cuántas de esas personas podríamos o querríamos realmente sentarnos en la sala de nuestra casa a discutir, a intercambiar ideas, a dialogar.
Lo peor es cuando veo que tantas y tantas personas se comunican a través de la computadora y desperdician la oportunidad de verse personalmente. Lo encuentro irracional, preocupante y no puedo sino pensar que se trata de una señal inequívoca de que algo no está funcionando del todo y que sin duda, aislarnos de la realidad y aparentar estar en contacto con la sociedad es una de las claras muestras del nuevo ser humano del siglo XXI.
Y me preocupa. Me parece incoherente sobre todo cuando me doy cuenta que son los más jóvenes quienes se convierten en esclavos de la tecnología y deciden pasar horas enteras frente a una computadora, sin permitirse la convivencia sana y directa con sus amigos del mundo real, si es que tienen alguno.
Triste y preocupante.
Cierro con un caso concreto que dejo para la reflexión. En noviembre del 2009 fue abierta en el Policlinico Gemelli de Roma un área dedicada a tratar los disturbios causados por una nueva síndrome: la llamada Web dependency. Area que por supuesto, con el paso del tiempo ha comenzado a saturarse.
Tomando la información del artículo respectivo, publicado por el diario italiano Corriere della Sera, me permito agregar los siguientes datos, por si alguien les encuentra alguna utilidad.
Hay principalmente dos tipos de pacientes con la mencionada patología: adultos entre los 25 y los 40 añps que aceptan tener el problema y jóvenes adolescentes “atrapados” en juegos on line, que no están conscientes de su dependencia.
Las cinco principales formas de dependencia son: el sexo virtual y la pornografía; las redes sociales -se estima que 10 por ciento de los inscritos a Facebook sea dependiente-; el juego de azar, la búsqueda obsesiva de información y el excesivo uso de juegos virtuales.
Para pensar, reflexionar y analizar un poco... Especialmente acerca del hecho triste de llegar a convertirnos en esclavos de las herramientas.
viernes, 9 de julio de 2010
Atrapados sin salida...
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
07 julio, 2010
Quiero comenzar a escribir estas líneas con toda la honestidad de que soy capaz. Desde hace algunas semanas he intentado inútilmente encontrar un tema serio, interesante, importante y al mismo tiempo he querido ser optimista al escribir para este espacio. Me rindo.
Por ahora no hay un solo tema importante que tenga que ver con México y permita hablar con una mínima dosis de optimismo.
Hace ya más de dos años que participo con entusiasmo en este semanario, intentando cada vez reflexionar y analizar en esta página la realidad de las que llamo mis dos patrias.
Pero francamente, en este momento estoy pasando por una verdadera crisis. Sencillamente encuentro que la situación en ambos países es particularmente crítica. Es inquietante.
Dejo a un lado por hoy las tonterías y los excesos del premier Berlusconi, sus contínuas ofensas a la inteligencia del pueblo italiano, porque en este momento lo que más me preocupa es lo que está ocurriendo en México.
Y es que visto desde afuera, a miles de kilómetros de distancia, a lo que ocurre en mi tierra francamente no le veo ni pies ni cabeza. Y lo peor no es eso.
Lo peor es saber que son mis paisanos, las personas sencillas, quienes están sufriendo todos los santos días y mantienen la cabeza baja y una extrañísima fe en que algo o alguien llegará a salvarlos.
En este momento de la historia de nuestro México, sinceramente no pienso que exista una solución mágica, una fórmula que permita en un corto o mediano plazo solucionar los problemas serios, gravísimos que agobian a los ciudadanos.
Y ahí está, ese enorme peso que los mexicanos soportamos en nuestras espaldas y sobre todo en nuestro ánimo, la famosa guerra al narcotráfico. Esa inexplicable y absurda guerra en la que hombres y mujeres comunes y corrientes no tienen absolutamente nada que ganar, pero que el gobierno federal contínua a promover. Esa maldita guerra que la autoridad federal sigue enarbolando como bandera de una causa que no es de nadie.
Desde diciembre de 2006, luego del anuncio hecho por el presidente Felipe Calderón, ha iniciado esta nueva pesadilla que hasta este 2010 ha provocado la muerte de al menos 15 mil personas.
Sabemos que los arrestos de algunos líderes importantes de los cárteles y la gran militarización del territorio mexicano han provocado una respuesta sin precedentes, terriblemente violenta, que se ve reflejada no solamente en las bajas de los cuerpos armados federales y de las bandas de narcotraficantes, que hasta cierto punto serín el lógico resultado.
Ahora son civiles sin nexos con el narcotráfico, jóvenes, niños y periodistas quienes están definitivamente pagando los platos rotos.
Me duele el alma cada vez que escucho a mis paisanos, a mis amigos, a mis familiares, quejarse de lo que está sucediendo. Pienso que es terrible saber que sin deberla ni temerla mis compatriotas sufren las consecuencias sociales, pero sobre todo psicológicas de una inigualable ola de agresiones que no parece tener fin,
Y no hay respuestas. El gobierno de Calderón concluirá como la ley establece y después que se vaya, habrá que comenzar a sacar cuentas. Y habrá dos posibilidades: o seguir la guerra ilógica sin dar la mínima tregua, o volver a los tiempos en que el narco actuaba impunemente, cerrando los ojos para no ver quiénes y hasta dónde están involucrados, como se había hecho siempre para después presumir por todos lados que en México hay paz social.
Quién sabe si en realidad la situación ha llegado al punto de no retorno. Quién sabe si hay una solución inteligente que represente un beneficio para la mayoría. Quizá legalizar las drogas pondría un alto a la crisis de violencia, pero indudablemente acarrearía un severo problema social porque sin duda, las nuevas generaciones no están preparadas para decir un tajante y serio no al consumo de estupefacientes.
Entre la guerra al narco y la tremenda crisis económica global, que en México ha tenido consecuencias serias parece que no hay para dónde hacerse. Desempleo, poco crecimiento económico, la siempre presente pobreza extrema. La contínua polarización de clases en un país de contrastes que no terminan y que parecen acentuarse cada vez más.
Y no puedo no mencionar la ilusión de muchos que creen que de veras México es una democracia. Con los procesos electorales que cuestan mucho más de lo que valen, donde hay un 60 por ciento de abstencionismo y todo termina con los mismos pleitos post electorales que no llevan a ninguna parte, sencillamente no se puede hablar de democracia. Y si a eso le sumamos la violencia inédita registrada pocos días antes de las recientes elecciones, hay que decir que ni siquiera esa supuesta muestra de desarrollo como nación se escapa de la tremenda crisis que se está viviendo.
Por eso cuando pienso en los cada vez más cercanos festejos del Bicentenario, me pregunto si de verdad tenemos mucho para celebrar. Me pregunto si no hay entre los más de cien millones de mexicanos alguien que piense, decida y actúe, pensando en la patria y no en el chauvinismo. Y que lo haga en serio. Lo espero, lo deseo, lo necesito, como lo necesitamos todos. Porque de verdad, ya estuvo suave de estar esperando una solución mágica que francamente nunca va a llegar.
07 julio, 2010
Quiero comenzar a escribir estas líneas con toda la honestidad de que soy capaz. Desde hace algunas semanas he intentado inútilmente encontrar un tema serio, interesante, importante y al mismo tiempo he querido ser optimista al escribir para este espacio. Me rindo.
Por ahora no hay un solo tema importante que tenga que ver con México y permita hablar con una mínima dosis de optimismo.
Hace ya más de dos años que participo con entusiasmo en este semanario, intentando cada vez reflexionar y analizar en esta página la realidad de las que llamo mis dos patrias.
Pero francamente, en este momento estoy pasando por una verdadera crisis. Sencillamente encuentro que la situación en ambos países es particularmente crítica. Es inquietante.
Dejo a un lado por hoy las tonterías y los excesos del premier Berlusconi, sus contínuas ofensas a la inteligencia del pueblo italiano, porque en este momento lo que más me preocupa es lo que está ocurriendo en México.
Y es que visto desde afuera, a miles de kilómetros de distancia, a lo que ocurre en mi tierra francamente no le veo ni pies ni cabeza. Y lo peor no es eso.
Lo peor es saber que son mis paisanos, las personas sencillas, quienes están sufriendo todos los santos días y mantienen la cabeza baja y una extrañísima fe en que algo o alguien llegará a salvarlos.
En este momento de la historia de nuestro México, sinceramente no pienso que exista una solución mágica, una fórmula que permita en un corto o mediano plazo solucionar los problemas serios, gravísimos que agobian a los ciudadanos.
Y ahí está, ese enorme peso que los mexicanos soportamos en nuestras espaldas y sobre todo en nuestro ánimo, la famosa guerra al narcotráfico. Esa inexplicable y absurda guerra en la que hombres y mujeres comunes y corrientes no tienen absolutamente nada que ganar, pero que el gobierno federal contínua a promover. Esa maldita guerra que la autoridad federal sigue enarbolando como bandera de una causa que no es de nadie.
Desde diciembre de 2006, luego del anuncio hecho por el presidente Felipe Calderón, ha iniciado esta nueva pesadilla que hasta este 2010 ha provocado la muerte de al menos 15 mil personas.
Sabemos que los arrestos de algunos líderes importantes de los cárteles y la gran militarización del territorio mexicano han provocado una respuesta sin precedentes, terriblemente violenta, que se ve reflejada no solamente en las bajas de los cuerpos armados federales y de las bandas de narcotraficantes, que hasta cierto punto serín el lógico resultado.
Ahora son civiles sin nexos con el narcotráfico, jóvenes, niños y periodistas quienes están definitivamente pagando los platos rotos.
Me duele el alma cada vez que escucho a mis paisanos, a mis amigos, a mis familiares, quejarse de lo que está sucediendo. Pienso que es terrible saber que sin deberla ni temerla mis compatriotas sufren las consecuencias sociales, pero sobre todo psicológicas de una inigualable ola de agresiones que no parece tener fin,
Y no hay respuestas. El gobierno de Calderón concluirá como la ley establece y después que se vaya, habrá que comenzar a sacar cuentas. Y habrá dos posibilidades: o seguir la guerra ilógica sin dar la mínima tregua, o volver a los tiempos en que el narco actuaba impunemente, cerrando los ojos para no ver quiénes y hasta dónde están involucrados, como se había hecho siempre para después presumir por todos lados que en México hay paz social.
Quién sabe si en realidad la situación ha llegado al punto de no retorno. Quién sabe si hay una solución inteligente que represente un beneficio para la mayoría. Quizá legalizar las drogas pondría un alto a la crisis de violencia, pero indudablemente acarrearía un severo problema social porque sin duda, las nuevas generaciones no están preparadas para decir un tajante y serio no al consumo de estupefacientes.
Entre la guerra al narco y la tremenda crisis económica global, que en México ha tenido consecuencias serias parece que no hay para dónde hacerse. Desempleo, poco crecimiento económico, la siempre presente pobreza extrema. La contínua polarización de clases en un país de contrastes que no terminan y que parecen acentuarse cada vez más.
Y no puedo no mencionar la ilusión de muchos que creen que de veras México es una democracia. Con los procesos electorales que cuestan mucho más de lo que valen, donde hay un 60 por ciento de abstencionismo y todo termina con los mismos pleitos post electorales que no llevan a ninguna parte, sencillamente no se puede hablar de democracia. Y si a eso le sumamos la violencia inédita registrada pocos días antes de las recientes elecciones, hay que decir que ni siquiera esa supuesta muestra de desarrollo como nación se escapa de la tremenda crisis que se está viviendo.
Por eso cuando pienso en los cada vez más cercanos festejos del Bicentenario, me pregunto si de verdad tenemos mucho para celebrar. Me pregunto si no hay entre los más de cien millones de mexicanos alguien que piense, decida y actúe, pensando en la patria y no en el chauvinismo. Y que lo haga en serio. Lo espero, lo deseo, lo necesito, como lo necesitamos todos. Porque de verdad, ya estuvo suave de estar esperando una solución mágica que francamente nunca va a llegar.
miércoles, 23 de junio de 2010
Las noticias de un mundo feliz...
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
23 giugno, 2010
Esta semana me he encontrado con una información que me ha hecho reflexionar nuevamente acerca del papel de los medios de comunicación. He planteado muchas veces en este espacio que ahora más que nunca son precisamente los medios quienes se ocupan de construir y modificar la realidad.
Más de una vez me he sorprendido por la capacidad que tienen algunos comunicadores para transformar los hechos y con ello dar el tono que conviene a las situaciones que la sociedad vive.
Hay medios escandalosos, otros más son tendenciosos, muy pocos son plurales y es imposible encontrar uno solo que sea objetivo.
Pero de eso a sostener lo que dijo hace unos días el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, hay un abismo. Resulta que desde su punto de vista, “generar un clima de linchamiento pone en riesgo las libertades”, por lo que pidió a los medios de comunicación “responsabilidad al ejercer la libertad de expresión”.
Y un correligionario de Gómez Mont, el senador panista Alejandro González Alcocer también puso su granito de arena diciendo que “hay veces que algunos medios lo que más destacan es la violencia y eso no nos ayuda como país para nada”.
De acuerdo, la responsabilidad es necesaria. Pero esto no implica callar para que la sociedad no viva en un pánico contínuo.
En materia de inseguridad, digamos que aparte de lo que los medios de comunicación publican, está la realidad que los mexicanos viven y que no necesitan ver construída en ningún periódico ni en ningún canal de televisión.
Para quien como yo vive en el extranjero, ciertamente son los medios los que permiten acceder a gran parte de la información relativa a la violencia que México vive desde la genial invención de la lucha contra el narcotráfico.
Pero también están los parientes y los amigos como referentes inmediatos que sin ningún interés mediático narran episodios increíbles de violencia en todas partes, y viven en una tensión contínua y en un miedo constante, sin necesidad de ponerse a leer los diarios, a ver la televisión o a escuchar la radio.
Con la pena, senador. Al país lo que no le ayuda es precisamente que exista una violencia cada día más acentuada.
A quienes no ayudan los medios publicando contínuamente las crueles novedades es a los gobernantes ineptos que han llevado a México a ser considerado casi un Estado fallido.
Entendámonos bien: los medios no hacen más o menos violento al país publicando la información de lo que está ocurriendo.
Los serios problemas de inseguridad existen, y aunque nadie los publicara, los muertos por todos lados seguirían apareciendo, los levantones continuarían y el miedo generalizado no pasaría.
Por el contrario, en el caso de la violencia que por desgracia vive nuestro país, publicar es un deber, para que a nadie se le olvide y para que todos llevemos una especie de estadística.
Así cuando nuestros queridos mandatarios pretendan lavarnos el cerebro diciendo que todo va muy bien, nosotros podremos sacar a la luz lo que está sucediendo y que en todo caso los medios simplemente están relatando.
Porque el tema de la violencia es un asunto en que los periodistas no están ni inventando ni tergiversando nada. No podrían. A lo mejor hay algunos que por el contrario, tratan de suavizar las cosas, pero aún así, la realidad es tan espantosa que aunque la disfracen un poco sale a relucir en toda su crueldad.
Así que ni cómo ayudarlos, queridos panistas. No hay manera de taparle los ojos y los oídos a los mexicanos que en la información que se publica no ven más que el resumen de lo que viven cotidianamente.
Me viene a la memoria que en Rumania, el gobierno ordenó que los medios dieran un porcentaje de “noticias felices” para ayudar a que los ciudadanos no cayeran en depresión. El senado rumeno ordenó en el 2008 que los noticiarios de radio y televisión publicaran cada día una cuota fija de noticias “positivas” para reequilibrar el cuadro y ofrecer una imagen “más serena” de la realidad.
El enmendamiento a la ley ordenó un equilibrio entre noticias buenas y malas. Lo que todavía no se entiende es si con ello la realidad cotidiana de los rumenos ha cambiado o si la dosis de noticias “entusiastas” ha contribuido solamente a mejorar la imagen del gobierno.
Y es que a fin de cuentas, esa moderación que los panistas piden es solamente una manera de presionar a los medios para tapar el sol con un dedo y de alguna manera limpiar la imagen de un gobierno que hasta ahora se ha mostrado incapaz de manejar una situación delicadísima que se les ha salido completamente de control.
Pero a decir verdad, aunque los periodistas por un milagro del cielo de repente se quedaran calladitos, ¿la gente que sufre la violencia cotidiana dejaría de ver cómo México va de mal en peor?
En lugar de buscar los favores del sistema mediático, que por lo visto ya no pueden controlar -porque ahora a los medios les importa más quedar bien con los priístas- señores del PAN, ¿por qué no se ponen a trabajar y solucionan de una vez por todas la terrible situación de los ciudadanos mexicanos, de sus compatriotas, de los que los eligieron y con sus impuestos pagan sus mega salarios, que son personas que simplemente no se merecen lo que están viviendo?
23 giugno, 2010
Esta semana me he encontrado con una información que me ha hecho reflexionar nuevamente acerca del papel de los medios de comunicación. He planteado muchas veces en este espacio que ahora más que nunca son precisamente los medios quienes se ocupan de construir y modificar la realidad.
Más de una vez me he sorprendido por la capacidad que tienen algunos comunicadores para transformar los hechos y con ello dar el tono que conviene a las situaciones que la sociedad vive.
Hay medios escandalosos, otros más son tendenciosos, muy pocos son plurales y es imposible encontrar uno solo que sea objetivo.
Pero de eso a sostener lo que dijo hace unos días el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, hay un abismo. Resulta que desde su punto de vista, “generar un clima de linchamiento pone en riesgo las libertades”, por lo que pidió a los medios de comunicación “responsabilidad al ejercer la libertad de expresión”.
Y un correligionario de Gómez Mont, el senador panista Alejandro González Alcocer también puso su granito de arena diciendo que “hay veces que algunos medios lo que más destacan es la violencia y eso no nos ayuda como país para nada”.
De acuerdo, la responsabilidad es necesaria. Pero esto no implica callar para que la sociedad no viva en un pánico contínuo.
En materia de inseguridad, digamos que aparte de lo que los medios de comunicación publican, está la realidad que los mexicanos viven y que no necesitan ver construída en ningún periódico ni en ningún canal de televisión.
Para quien como yo vive en el extranjero, ciertamente son los medios los que permiten acceder a gran parte de la información relativa a la violencia que México vive desde la genial invención de la lucha contra el narcotráfico.
Pero también están los parientes y los amigos como referentes inmediatos que sin ningún interés mediático narran episodios increíbles de violencia en todas partes, y viven en una tensión contínua y en un miedo constante, sin necesidad de ponerse a leer los diarios, a ver la televisión o a escuchar la radio.
Con la pena, senador. Al país lo que no le ayuda es precisamente que exista una violencia cada día más acentuada.
A quienes no ayudan los medios publicando contínuamente las crueles novedades es a los gobernantes ineptos que han llevado a México a ser considerado casi un Estado fallido.
Entendámonos bien: los medios no hacen más o menos violento al país publicando la información de lo que está ocurriendo.
Los serios problemas de inseguridad existen, y aunque nadie los publicara, los muertos por todos lados seguirían apareciendo, los levantones continuarían y el miedo generalizado no pasaría.
Por el contrario, en el caso de la violencia que por desgracia vive nuestro país, publicar es un deber, para que a nadie se le olvide y para que todos llevemos una especie de estadística.
Así cuando nuestros queridos mandatarios pretendan lavarnos el cerebro diciendo que todo va muy bien, nosotros podremos sacar a la luz lo que está sucediendo y que en todo caso los medios simplemente están relatando.
Porque el tema de la violencia es un asunto en que los periodistas no están ni inventando ni tergiversando nada. No podrían. A lo mejor hay algunos que por el contrario, tratan de suavizar las cosas, pero aún así, la realidad es tan espantosa que aunque la disfracen un poco sale a relucir en toda su crueldad.
Así que ni cómo ayudarlos, queridos panistas. No hay manera de taparle los ojos y los oídos a los mexicanos que en la información que se publica no ven más que el resumen de lo que viven cotidianamente.
Me viene a la memoria que en Rumania, el gobierno ordenó que los medios dieran un porcentaje de “noticias felices” para ayudar a que los ciudadanos no cayeran en depresión. El senado rumeno ordenó en el 2008 que los noticiarios de radio y televisión publicaran cada día una cuota fija de noticias “positivas” para reequilibrar el cuadro y ofrecer una imagen “más serena” de la realidad.
El enmendamiento a la ley ordenó un equilibrio entre noticias buenas y malas. Lo que todavía no se entiende es si con ello la realidad cotidiana de los rumenos ha cambiado o si la dosis de noticias “entusiastas” ha contribuido solamente a mejorar la imagen del gobierno.
Y es que a fin de cuentas, esa moderación que los panistas piden es solamente una manera de presionar a los medios para tapar el sol con un dedo y de alguna manera limpiar la imagen de un gobierno que hasta ahora se ha mostrado incapaz de manejar una situación delicadísima que se les ha salido completamente de control.
Pero a decir verdad, aunque los periodistas por un milagro del cielo de repente se quedaran calladitos, ¿la gente que sufre la violencia cotidiana dejaría de ver cómo México va de mal en peor?
En lugar de buscar los favores del sistema mediático, que por lo visto ya no pueden controlar -porque ahora a los medios les importa más quedar bien con los priístas- señores del PAN, ¿por qué no se ponen a trabajar y solucionan de una vez por todas la terrible situación de los ciudadanos mexicanos, de sus compatriotas, de los que los eligieron y con sus impuestos pagan sus mega salarios, que son personas que simplemente no se merecen lo que están viviendo?
jueves, 17 de junio de 2010
¡Es solamente fútbol!!!
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
16 giugno, 2010
Dedico estas líneas a todos los cesudos, conscientes, críticos, pensantes, analíticos intelectuales que sin pelos en la lengua se declaran contrarios a dedicarle siquiera una miradita a los partidos de fútbol que desde el viernes 11 de junio los molestan, los atormentan, los disturban, los inquietan y prácticamente no los dejan vivir tranquilos.
Porque en serio, me he topado con personas para las que oir hablar del mundial de Sudáfrica equivale a escuchar ininterrumpidamente por 90 minutos el molesto sonido de las vuvuzelas.
La verdad es que con todo respeto me dirijo a ellos por una sencilla razón: los encuentro simplemente exagerados.
Les hablo con el corazón en la mano, con el espíritu puro de una aficionada -hoy también tifosa- del deporte más popular del planeta. Quiero hacer una apología del fútbol. Tal y cual.
Creo que más de uno en cualquier rincón del mundo sabe perfectamente que el mundial es un negocio redondo. Que las ganancias millonarias llegan directamente a los patrocinadores, a las federaciones, a los futbolistas, a todos los que de una u otra forma participan en el torneo.
El balompié es así. Se sabe. Podemos no estar de acuerdo, pero estamos conscientes de que quienes juegan a nivel profesional ganan en un mes lo que ya quisieramos muchos que nos quemamos las pestañas yendo a la universidad. Así funciona.
También sabemos que si el millonario sistema del futbol se mantiene es porque conviene a más de uno. No nos engañamos, creo. Entendemos perfectamente que el deporte viene utilizado como una válvula de escape para los espectadores.
Un partido de fútbol es una excelente distracción, un modo perfecto para tener a la masa alejada de los problemas serios, impidiéndole preocuparse por lo que es importante y negándole con ello la posibilidad de hacer cualquier tipo de cuestionamiento.
A ciertos gobiernos -por no decir que a todos- les conviene que los diferentes torneos locales sigan adelante. Es verdad que con el fútbol se cumple a la perfección la sentencia de que “al pueblo, pan y circo”.
Pero ya lo sabemos. No es necesario enojarnos, indignarnos y rasgarnos las vestiduras. Así funciona. Punto.
Hay quien se pone negro por el berrinche porque piensa que no es justo que el mundial sea el único modo en que las personas demuestran por unas cuantas semanas un espíritu nacionalista. Me niego a enojarme. Es natural identificarse con la propia selección nacional. Es una manera de sentirnos identificados. Es innato buscar un sentido de pertenencia y ver en la competencia y en los eventuales triunfos un reflejo de lo que nos gustaría tener o hacer -como equipo- en la vida cotidiana. Es parte de nuestro ser social.
Por eso me molestan los intelectualoides que preguntan si el nacionalismo no debería demostrarse en otras circunstancias y no solamente cuando se trata de apoyar al tricolor o a cualquier otra selección. No se confundan.
Lo que si molesta, francamente, es ver a los odiosos políticos, a los nefastos gobernantes, aparecer ante las cámaras de todo el mundo como si su presencia fuera indispensable para dar validez a la selección.
Probablemente sería más sano y menos indecente que los presidentes se quedaran en sus respectivos países, ocupándose de resolver sus problemas, haciéndo su trabajo. Porque ponerse una bufanda con los colores de la selección, saludar a los jugadores y cantar el himno nacional mientras en el proprio país ese mismo día se registran 80 muertes violentas, me parece una falta de respeto hacia toda la nación. Se lo digo a usted, señor Calderón, que mientras andaba en la pachanga en Sudáfrica las cosas en nuestro país seguían como siempre: mal.
Lo escribo con todas sus letras: desde siempre adoro el fútbol. Por lo mismo me encantaría que los políticos no intervinieran, o al menos que no se dejaran ver en los estadios. Están demás.
Por eso también detesto que el juego del hombre se utilice como pretexto para sacar a la luz problemas que nada tienen que ver con lo que ocurre en la cancha. Les pongo como ejemplo el partido Italia-Paraguay, transmitido por radio Padania, donde los exaltados integrantes de la Lega Nord se dedicaron a apoyar a la selección sudamericana, mostrando un abierto desprecio no hacia los azzurri, sino hacia la existencia misma de Italia como nación, que desde su punto de vista debería dividirse definitivamente.
Confundimos la gimnasia con la magnesia. No se vale.
El fútbol es un deporte intenso, emocionante. Apasionante. Eso: el fútbol es pasión, es sentimiento, es alegría. No se razona, no se cuestiona. Porque si razonamos perdemos el sentido lúdico de este maravilloso deporte que por noventa minutos nos regala sensaciones que nos quedan impresas para siempre.
Debo decirlo: el sentido liberatorio que da un gol a un aficionado es un momento inigualable que posiblemente los intelectuales no comprenden. De vez en cuando es necesario dejarse llevar, sentir, no pensar. A veces la ligereza es también una muestra de inteligencia. Yo, con todo respeto, seguiré a mis dos selecciones aunque no sé qué tan lejos podrán llegar. Es solamente cada cuatro años, por favor ¡hay que disfrutar -como niños- el mundial!
16 giugno, 2010
Dedico estas líneas a todos los cesudos, conscientes, críticos, pensantes, analíticos intelectuales que sin pelos en la lengua se declaran contrarios a dedicarle siquiera una miradita a los partidos de fútbol que desde el viernes 11 de junio los molestan, los atormentan, los disturban, los inquietan y prácticamente no los dejan vivir tranquilos.
Porque en serio, me he topado con personas para las que oir hablar del mundial de Sudáfrica equivale a escuchar ininterrumpidamente por 90 minutos el molesto sonido de las vuvuzelas.
La verdad es que con todo respeto me dirijo a ellos por una sencilla razón: los encuentro simplemente exagerados.
Les hablo con el corazón en la mano, con el espíritu puro de una aficionada -hoy también tifosa- del deporte más popular del planeta. Quiero hacer una apología del fútbol. Tal y cual.
Creo que más de uno en cualquier rincón del mundo sabe perfectamente que el mundial es un negocio redondo. Que las ganancias millonarias llegan directamente a los patrocinadores, a las federaciones, a los futbolistas, a todos los que de una u otra forma participan en el torneo.
El balompié es así. Se sabe. Podemos no estar de acuerdo, pero estamos conscientes de que quienes juegan a nivel profesional ganan en un mes lo que ya quisieramos muchos que nos quemamos las pestañas yendo a la universidad. Así funciona.
También sabemos que si el millonario sistema del futbol se mantiene es porque conviene a más de uno. No nos engañamos, creo. Entendemos perfectamente que el deporte viene utilizado como una válvula de escape para los espectadores.
Un partido de fútbol es una excelente distracción, un modo perfecto para tener a la masa alejada de los problemas serios, impidiéndole preocuparse por lo que es importante y negándole con ello la posibilidad de hacer cualquier tipo de cuestionamiento.
A ciertos gobiernos -por no decir que a todos- les conviene que los diferentes torneos locales sigan adelante. Es verdad que con el fútbol se cumple a la perfección la sentencia de que “al pueblo, pan y circo”.
Pero ya lo sabemos. No es necesario enojarnos, indignarnos y rasgarnos las vestiduras. Así funciona. Punto.
Hay quien se pone negro por el berrinche porque piensa que no es justo que el mundial sea el único modo en que las personas demuestran por unas cuantas semanas un espíritu nacionalista. Me niego a enojarme. Es natural identificarse con la propia selección nacional. Es una manera de sentirnos identificados. Es innato buscar un sentido de pertenencia y ver en la competencia y en los eventuales triunfos un reflejo de lo que nos gustaría tener o hacer -como equipo- en la vida cotidiana. Es parte de nuestro ser social.
Por eso me molestan los intelectualoides que preguntan si el nacionalismo no debería demostrarse en otras circunstancias y no solamente cuando se trata de apoyar al tricolor o a cualquier otra selección. No se confundan.
Lo que si molesta, francamente, es ver a los odiosos políticos, a los nefastos gobernantes, aparecer ante las cámaras de todo el mundo como si su presencia fuera indispensable para dar validez a la selección.
Probablemente sería más sano y menos indecente que los presidentes se quedaran en sus respectivos países, ocupándose de resolver sus problemas, haciéndo su trabajo. Porque ponerse una bufanda con los colores de la selección, saludar a los jugadores y cantar el himno nacional mientras en el proprio país ese mismo día se registran 80 muertes violentas, me parece una falta de respeto hacia toda la nación. Se lo digo a usted, señor Calderón, que mientras andaba en la pachanga en Sudáfrica las cosas en nuestro país seguían como siempre: mal.
Lo escribo con todas sus letras: desde siempre adoro el fútbol. Por lo mismo me encantaría que los políticos no intervinieran, o al menos que no se dejaran ver en los estadios. Están demás.
Por eso también detesto que el juego del hombre se utilice como pretexto para sacar a la luz problemas que nada tienen que ver con lo que ocurre en la cancha. Les pongo como ejemplo el partido Italia-Paraguay, transmitido por radio Padania, donde los exaltados integrantes de la Lega Nord se dedicaron a apoyar a la selección sudamericana, mostrando un abierto desprecio no hacia los azzurri, sino hacia la existencia misma de Italia como nación, que desde su punto de vista debería dividirse definitivamente.
Confundimos la gimnasia con la magnesia. No se vale.
El fútbol es un deporte intenso, emocionante. Apasionante. Eso: el fútbol es pasión, es sentimiento, es alegría. No se razona, no se cuestiona. Porque si razonamos perdemos el sentido lúdico de este maravilloso deporte que por noventa minutos nos regala sensaciones que nos quedan impresas para siempre.
Debo decirlo: el sentido liberatorio que da un gol a un aficionado es un momento inigualable que posiblemente los intelectuales no comprenden. De vez en cuando es necesario dejarse llevar, sentir, no pensar. A veces la ligereza es también una muestra de inteligencia. Yo, con todo respeto, seguiré a mis dos selecciones aunque no sé qué tan lejos podrán llegar. Es solamente cada cuatro años, por favor ¡hay que disfrutar -como niños- el mundial!
miércoles, 2 de junio de 2010
Vasco... ¡Mejor sin Iniciativa!
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
02 giugno, 2010
Antes que nada, dedico éstas líneas a quienes afrman que construyo este espacio a partir de lo que “me platican”. Para quien lo dijo, con todo respeto, debo decir que todos sin excepción vivimos una realidad a partir de eso precisamente, de lo que nos platican.
La diferencia la hace a quién escuchamos y cuáles son las pláticas, los relatos que decidimos escuchar.
Orgullosamente debo decir que casi siempre trato de oir todas las campanas que suenan, para después decidir cuál es el sonido que me parece más adecuado o el más fuerte, o el más importante. Después de elegir me convierto yo misma en una nueva voz que trata de decir, de platicarle algo a los demás. Creo que eso es comunicar.
Esta semana me encuentro en internet un mensaje nuevo, dirigido a todos los mexicanos, pronunciado por el entrenador de la Selección nacional de fútbol, El Vasco Javier Aguirre.
Para empezar, todavía me estoy preguntando quién o quiénes son “Iniciativa México”. La respuesta es sencilla: basta buscar en la red para encontrar que se trata de un proyecto de Televisa en el que están involucrados otros medios de comunicación y en el que además estaría la mano del gobierno federal.
Si no mal recuerdo, hasta hace unos meses, todo parecía indicar que El Vasco no estaba muy de acuerdo con vivir en nuestro país. En febrero de este 2010, declaraba a una cadena de radio española:“yo, desde luego, tomo mis precauciones: mis hijos mayores viven en Madrid y yo me fui con mi mujer y con el pequeño, y llevamos ya casi un año. Esperaremos hasta el Mundial y luego me vendré para Europa para ver qué hay" .
Pero ahora quién sabe por qué ha cambiado idea, y lo veo muy emocionado, contento, lleno de espíritu patriótico. A lo mejor porque sabe que ya le falta poquito para cumplir su anhelo de regresar a Europa, porque su compromiso con la selección termina y ya se va del país.
La verdad me parece completamente fuera de lugar la campaña de Iniciativa México. Por un simple motivo: no tiene la mínima lógica, no es coherente mezclar las cosas y de entrada, no pienso que El Vasco sea la figura más adecuada para hablar no solamente de nuestra historia, sino para darnos discursos motivacionales que no tienen pies ni cabeza.
“Sé que cada 100 años México se propone hacer algo que suena imposible. Se lo propone y lo logra. En 1810 parecía imposible que México fuera un país independiente, y lo es. En 1910 parecía imposible que México llegara a ser un país democrático, y llegó a serlo”, dice con aire de profesor sabelotodo nuestro brillante entrenador de fútbol.
¿Estamos seguros? Con todo respeto, suena más bien a demagogía al más puro estilo gubernamental.
Independientes, democráticos. Como quien dice que de repente ignoramos la incómoda injerencia de nuestros vecinos del norte y nuestras enormes fallas y vicios en cada proceso electoral. Eso sin contar la vida cotidiana, en la que demostramos a cada paso depender de la ayuda de un gobierno paternalista que nos ha dado siempre atolito con el dedo. De la democracia ni hablar. No hemos comprendido que es una forma de vida y no un acto periódico que ocurre solamente en las urnas.
En una sola cosa le doy la razón al Vasco: “parece imposible ser el gran país seguro, próspero y justo que todos imaginamos”. Sí, de veras parece imposible.
Seguro... Con alrededor de 15 mil muertes por la guerra contra el narcotráfico, no veo la manera en que la seguridad pueda ser a corto o mediano plazo una de las características del México que el Vasco sueña. En una de esas la seguridad nos la van a dar los soldados que el presidente Obama ha enviado a vigilar la frontera con los Estados Unidos.
Próspero... En México, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Desarrollo Social, 40 por ciento de la población es pobre y 18 por ciento vive en la pobreza extrema. ¿Qué hacer cuando en nuestro país 3 por ciento de la población vive con menos de US$1; 14 millones viven con menos de US$2,50 y 40 millones viven con menos de US$4,50? A lo mejor pensando que el hombre más rico del mundo es mexicano, podemos pensar en la prosperidad.
Justo... Basta citar que en 2007 Amnistía Internacional (AI) aseguraba que “México en un país sin justicia” en un informe titulado “Injusticia e impunidad: deficiencias en el sistema de justicia penal mexicano”. Entonces -y la situación no ha cambiado mucho- el citado organismo internacional denunció “cómo se hace uso del sistema de justicia como instrumento de represión política, principalmente dirigido hacia quienes reportan y denuncian las violaciones a los derechos humanos”. Sí, querido Vasco, es decididamente imposible pensar en un México justo, cuando hay lugares donde las víctimas simplemente desaparecen ante los ojos de todos para luego aparecer debajo de la cama.
“Es hora de asumir que el cambio requiere del esfuerzo de cada uno de nosotros”, dice Aguirre. Nada más escucho la palabra “cambio” y hasta escalofríos me dan, sinceramente. Son diez años que sé que el “cambio” era para “hoy”. Y no lo veo por ninguna parte. Será que estoy lejos y solamente vivo de lo que me platican.
“Habrá que dejar atrás al México que busca culpables y dar paso al México en el que todos asumimos responsabilidades”. Con eso a lo mejor quiere decirnos que todos, absolutamente todos los que nos han hundido en el inmenso mar de problemas que nos aquejan deben ser olvidados. Ya no hay que buscar culpables. A fin de cuentas la culpa es nuestra, por agachones y por dejados.
Sinceramente me gustaba más el Vasco que decía en la entrevista de febrero que México está “jodido”. Era más honesto.
Insisto: decididamente los brillantes organizadores del nuevo lavado de cerebro llamado “Iniciativa México” equivocaron la estrategia y eligieron mal el personaje. Aguirre se ve nejor cuando está calladito, sobre todo porque en el video aparece como un gran triunfador, como si ya nos hubiera llevado a ganar la copa del mundo.
Y ni eso se va a poder, por lo que se ha visto en los amistosos.
Me da vergüenza el sermón que hicieron leer al Vasco. Me da rabia saber que seguramente se están gastando millones de pesos -que no sé de dónde provienen- para hacer una campaña absurda y sin sentido. Una nueva muestra de que hay quien sigue creyendo que los mexicanos debemos ser tratados como incapaces, como retrasados mentales o -mínimo- como menores de edad. Espero que haya quienes se den cuenta de que es hora de despertarse.
02 giugno, 2010
Antes que nada, dedico éstas líneas a quienes afrman que construyo este espacio a partir de lo que “me platican”. Para quien lo dijo, con todo respeto, debo decir que todos sin excepción vivimos una realidad a partir de eso precisamente, de lo que nos platican.
La diferencia la hace a quién escuchamos y cuáles son las pláticas, los relatos que decidimos escuchar.
Orgullosamente debo decir que casi siempre trato de oir todas las campanas que suenan, para después decidir cuál es el sonido que me parece más adecuado o el más fuerte, o el más importante. Después de elegir me convierto yo misma en una nueva voz que trata de decir, de platicarle algo a los demás. Creo que eso es comunicar.
Esta semana me encuentro en internet un mensaje nuevo, dirigido a todos los mexicanos, pronunciado por el entrenador de la Selección nacional de fútbol, El Vasco Javier Aguirre.
Para empezar, todavía me estoy preguntando quién o quiénes son “Iniciativa México”. La respuesta es sencilla: basta buscar en la red para encontrar que se trata de un proyecto de Televisa en el que están involucrados otros medios de comunicación y en el que además estaría la mano del gobierno federal.
Si no mal recuerdo, hasta hace unos meses, todo parecía indicar que El Vasco no estaba muy de acuerdo con vivir en nuestro país. En febrero de este 2010, declaraba a una cadena de radio española:“yo, desde luego, tomo mis precauciones: mis hijos mayores viven en Madrid y yo me fui con mi mujer y con el pequeño, y llevamos ya casi un año. Esperaremos hasta el Mundial y luego me vendré para Europa para ver qué hay" .
Pero ahora quién sabe por qué ha cambiado idea, y lo veo muy emocionado, contento, lleno de espíritu patriótico. A lo mejor porque sabe que ya le falta poquito para cumplir su anhelo de regresar a Europa, porque su compromiso con la selección termina y ya se va del país.
La verdad me parece completamente fuera de lugar la campaña de Iniciativa México. Por un simple motivo: no tiene la mínima lógica, no es coherente mezclar las cosas y de entrada, no pienso que El Vasco sea la figura más adecuada para hablar no solamente de nuestra historia, sino para darnos discursos motivacionales que no tienen pies ni cabeza.
“Sé que cada 100 años México se propone hacer algo que suena imposible. Se lo propone y lo logra. En 1810 parecía imposible que México fuera un país independiente, y lo es. En 1910 parecía imposible que México llegara a ser un país democrático, y llegó a serlo”, dice con aire de profesor sabelotodo nuestro brillante entrenador de fútbol.
¿Estamos seguros? Con todo respeto, suena más bien a demagogía al más puro estilo gubernamental.
Independientes, democráticos. Como quien dice que de repente ignoramos la incómoda injerencia de nuestros vecinos del norte y nuestras enormes fallas y vicios en cada proceso electoral. Eso sin contar la vida cotidiana, en la que demostramos a cada paso depender de la ayuda de un gobierno paternalista que nos ha dado siempre atolito con el dedo. De la democracia ni hablar. No hemos comprendido que es una forma de vida y no un acto periódico que ocurre solamente en las urnas.
En una sola cosa le doy la razón al Vasco: “parece imposible ser el gran país seguro, próspero y justo que todos imaginamos”. Sí, de veras parece imposible.
Seguro... Con alrededor de 15 mil muertes por la guerra contra el narcotráfico, no veo la manera en que la seguridad pueda ser a corto o mediano plazo una de las características del México que el Vasco sueña. En una de esas la seguridad nos la van a dar los soldados que el presidente Obama ha enviado a vigilar la frontera con los Estados Unidos.
Próspero... En México, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Desarrollo Social, 40 por ciento de la población es pobre y 18 por ciento vive en la pobreza extrema. ¿Qué hacer cuando en nuestro país 3 por ciento de la población vive con menos de US$1; 14 millones viven con menos de US$2,50 y 40 millones viven con menos de US$4,50? A lo mejor pensando que el hombre más rico del mundo es mexicano, podemos pensar en la prosperidad.
Justo... Basta citar que en 2007 Amnistía Internacional (AI) aseguraba que “México en un país sin justicia” en un informe titulado “Injusticia e impunidad: deficiencias en el sistema de justicia penal mexicano”. Entonces -y la situación no ha cambiado mucho- el citado organismo internacional denunció “cómo se hace uso del sistema de justicia como instrumento de represión política, principalmente dirigido hacia quienes reportan y denuncian las violaciones a los derechos humanos”. Sí, querido Vasco, es decididamente imposible pensar en un México justo, cuando hay lugares donde las víctimas simplemente desaparecen ante los ojos de todos para luego aparecer debajo de la cama.
“Es hora de asumir que el cambio requiere del esfuerzo de cada uno de nosotros”, dice Aguirre. Nada más escucho la palabra “cambio” y hasta escalofríos me dan, sinceramente. Son diez años que sé que el “cambio” era para “hoy”. Y no lo veo por ninguna parte. Será que estoy lejos y solamente vivo de lo que me platican.
“Habrá que dejar atrás al México que busca culpables y dar paso al México en el que todos asumimos responsabilidades”. Con eso a lo mejor quiere decirnos que todos, absolutamente todos los que nos han hundido en el inmenso mar de problemas que nos aquejan deben ser olvidados. Ya no hay que buscar culpables. A fin de cuentas la culpa es nuestra, por agachones y por dejados.
Sinceramente me gustaba más el Vasco que decía en la entrevista de febrero que México está “jodido”. Era más honesto.
Insisto: decididamente los brillantes organizadores del nuevo lavado de cerebro llamado “Iniciativa México” equivocaron la estrategia y eligieron mal el personaje. Aguirre se ve nejor cuando está calladito, sobre todo porque en el video aparece como un gran triunfador, como si ya nos hubiera llevado a ganar la copa del mundo.
Y ni eso se va a poder, por lo que se ha visto en los amistosos.
Me da vergüenza el sermón que hicieron leer al Vasco. Me da rabia saber que seguramente se están gastando millones de pesos -que no sé de dónde provienen- para hacer una campaña absurda y sin sentido. Una nueva muestra de que hay quien sigue creyendo que los mexicanos debemos ser tratados como incapaces, como retrasados mentales o -mínimo- como menores de edad. Espero que haya quienes se den cuenta de que es hora de despertarse.
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