miércoles, 27 de octubre de 2010

Los límites en el ejercicio del periodismo

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
26 octubre, 2010

El argumento por tratar esta semana no es sencillo. Hablar de ética y sobre todo, mencionar la posibilidad de poner “límites” en el ejercicio de la labor periodística decididamente es un argumento complicado.
Sin embargo, en los últimos días he tenido la posibilidad de observar en Italia un caso que sencillamente considero digno de atención y de análisis porque representa una novedad absoluta, no obstante se trate de una situación que esencialmente no es novedosa en cuanto a los hechos ocurridos.
Trataré de hacer un resumen del asunto. En agosto pasado, una joven de 15 años, llamada Sarah Scazzi, desapareció misteriosamente mientras se dirigía a la casa de su prima, Sabrina Misseri, con quien se había puesto de acuerdo para ir a la playa.
El caso comenzó cuando después de un día, los medios de comunicación comenzaron a difundir la imagen de la chica, que habitaba en Avetrana, un pequeño poblado de la provincia de Taranto, al sur de Italia.
La repetición constante del caso en la televisión, la radio y los medios escritos llamó la atención de todo el país de la bota, especialmente cuando pasado un mes de la desaparición, la madre de la joven hizo un llamado público al presidente de la república, Giorgio Napolitano, para que las autoridades se movilizaran y la ayudaran a encontrar a su hija.
Presionado por las circunstancias y con la lógica intención de demostrar que en Italia se hace justicia, el presidente ofreció todos los esfuerzos posibles para encontrar a Sarah. De esta manera, a principios de octubre, el tío de la adolescente, Michele Misseri, confesó haberla asesinado.
Esto ocurría en la oficina de los carabineros, mientras la esposa y las hijas del presunto asesino participaban en una transmisión en directa, junto a la mamá de la víctima. Fue precisamente a través del programa de la televisión estatal “¿Quién lo ha visto?” que todo el país pudo observar en primerísimo plano la expresión atónita de la madre de Sarah, quien se enteraba en directo de que la joven había muerto a manos de su proprio tío.
Fue en ese momento que el caso se convirtió en una especie de “reality show” que a partir de entonces ha tenido un desarrollo caracterizado por el factor sorpresa. Desde el seis de octubre, todos los medios de comunicación han enviado a sus representantes a montar guardia permanente a Avetrana, y de esta manera, especialmente a través de la televisión, el pueblo italiano se ha enterado de los horrores de un drama que bien podría haber quedado como la historia terrible de una familia de pueblo, sin la menor trascendencia no obstante los escalofriantes detalles que encierra.
Gracias a una verdadera persecusión llevada a cabo por los periodistas, se ha seguido prácticamente en tiempo real el descubrimiento de todos los detalles del asunto. Porque las cosas no terminaron en la confesión del tío de la chica, sino que continuaron cuando éste acusó a su propia hija, Sabrina, de haberlo ayudado a matar a Sarah. Esto sin contar detalles como las molestias sexuales del tío a su víctima, o la relación extraña entre éste y su propia hija.
El caso continúa y sus detalles se difunden a todas las horas posibles y en todos los canales de televisión existentes, además de lo que publican las revistas y diarios de toda Italia, que como mencionaba hace algunas semanas, es el país europeo donde la nota roja tiene mayor relevancia.
Sin duda, la máxima expresión de lo que los medios están haciendo con esta historia, es la publicación del audio de los interrogatorios de las dos personas involucradas en el asesinato. El tío de Sarah, Michele Misseri y su hija Sabrina. Ambos interrogatorios han sido la cereza del pastel para los morbosos expectadores que siguen el caso en un modo casi obsesivo.
Para comprender el alcance que ha tenido este fenómeno, basta decir que un grupo de personas ha ido hasta el lugar de los hechos simplemente para ver de cerca el escenario del crimen, iniciando con ello una especie de “turismo macabro” que no tiene otra explicación que el bombardeo mediático que se ha hecho alrededor del caso de Sarah Scazzi.
Como periodista, creo que me avergüenzo de verdad de lo que observo en los medios italianos. No encuentro una explicación para lo que veo. Pero sobre todo: no encuentro la razón por la cual los colegas del país de la bota se empeñan en informar de cada detalle, de encontrar la manera de filtrar información que no debería salir a la luz pública.
Lo hacen casi con vehemencia, con un interés exagerado porque la sociedad conozca un hecho macabro, mientras lo que cuenta de verdad: la crisis política y económica por la que atraviesa el país simplemente, sencillamente no importa y no hay un solo informador capaz de encontrar detalles importantes que nos sirvan para mantenernos al tanto de lo que verdaderamente ocurre.
El dolor de una familia se ha convertido en un espectáculo capaz de opacar el resto de los hechos que ocurren en Italia. Mover los sentimientos y alimentar el morbo de la sociedad es la mejor manera para ocultar los hechos reales que afectan a millones de personas.
Vivir el reality show de Avetrana resulta más interesante que ocuparse de las carencias cotidianas. Pensar que hay un par de monstruos capaces de asesinar una adolescente hace creer que hay situaciones mucho peores que perder el empleo o no tener dinero para cubrir los gastos a fin de mes. Ese es el objetivo de renovar e inventar cada día el modo de cubrir la información. No porque el morbo sea una novedad, sino porque precisamente el morbo es lo que ayuda a distraer a los ciudadanos comunes de la realidad inmediata y cotidiana, para vivir a distancia una situación en la que son testigos y hasta pueden participar como jueces, policías o lo que más les guste o les acomode.
Por eso me atrevo a preguntar si lo que llamamos “libertad de información” puede y debe regularse y sobre todo limitarse ante ciertas circunstancias. La respuesta la tienen los periodistas, pero la decisión final debería quedar en manos de un público maduro capaz de seleccionar la información que prefiere. Aunque esto último es simplemente una utopía, en un mundo en que sencillamente prevalece la más profunda ignorancia.

1 comentario:

  1. Yo creo que la sociedad actual tiene problemas con la libertad.

    Queremos libertad absoluta y entonces la libertad de repoducción lleva a la sobrepoblación. La libertad de comercio lleva a la explotación de los trabajadores. La libertad elejir a sus gobernantes lleva a que se vote por el más guapo.

    La lista puede continuar, pero me resulta claro que quien ejerce su libertad es la persona menos indicada para ponerle limites. Es como si un ingeniero pasara años diseñando y construyendo el avión más veloz jamas construido para que despues de tenerlo en la pista de despeje no lo vuele.

    La libertad se concive como algo para utilizarse, no para acotarse.

    Así que no creo que dejemos de ver espectaculos como el que describes, los medios de comunicación no acotaran su libertad de accion y las parsonas no acotaran su libertad de encender la televición.

    Segun yo, lo que deberiamos hacer es una Declaración Universal de Responsabilidades Humanas para servir de contrapeso a la de libertades.

    Así podriamos meter a la carcel a quien informe sin responsabilidad o a quien tenga hijos sin responsabilidad.

    Buscando la libertad, la humanidad ha caido en el libertinaje.

    ResponderBorrar