Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
12 octubre, 2010
Mientras comienzo a escribir este artículo estoy pensando en muchos de mis paisanos que cada vez que saben que desde hace siete años estoy en Italia se emocionan y piensan que en realidad “pasé a mejor vida” y que un país europeo ofrece oportunidades ilimitadas.
Es verdad, Italia es un país maravilloso, lleno de historia. No es en vano que ocupe el primer lugar a nivel mundial por el número de lugares considerados patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Se trata de 44 sitios culturales y naturales que van desde el centro histórico de Florencia, pasando por la costiera Amalfitana, la zona arqueológica de Pompeya y el centro histórico de Roma.
Italia es hermosa por lo que ofrece. Pero es difícil vivir en este país por la dificultad que representa estar en un lugar que en teoría pertenece al primer mundo, pero que en la práctica presenta problemas serios que no son precisamente los de una nación desarrollada.
Es una crítica dura, lo sé. Especialmente porque aquí vivo y aquí me pienso quedar. Porque además de todo tengo la fortuna de ser ciudadana italiana y me siento orgullosa de haber adquirido la ciudadanía mas por convicción que por real necesidad.
Pero lo mismo que señalo los defectos de mi país de origen, me siento con todo el derecho de expresarme y decir lo que veo cotidianamente en la realidad italiana.
Empiezo obviamente con la vergonzosa situación política y los escándalos constantes de nuestro presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi, famoso a nivel mundial no por ser un gran estadista, sino por comportarse en modo bizarro y despacharse con la cuchara grande, haciendo leyes para favorecer sus intereses personales. Esto, sin contar con la actitud tibia y poco seria de la oposición, que parece hacer todo lo posible por no representar una alternativa importante para los ciudadanos.
Mientras, la gerontocracia predomina y el presidente de la República es un anciano de más de ochenta años, los parlamentarios tienen una edad promedio de “solamente” 54 años, el premier tiene 74 y por lo mismo, los cambios obviamente no se ven porque no se puede pretender que las personas de una cierta generación estén dispuestas realmente a dar una sacudida al sistema que sin embargo, francamente requiere urgentemente modificaciones de fondo y forma.
El pueblo italiano vive de pan y circo. Se regocija semanalmente con el calcio -en el que a veces interviene hasta el gobierno que se sumerge en discusiones bizantinas y controles absurdos de la tifoseria-, se distrae con los reality shows y los chismes del mundo del espectáculo que difunde principalmente Mediaset, la poderosa red de televisión privada que pertenece ni más ni menos que a Berlusconi y su familia.
La formación cultural de los ciudadanos del país de la bota es tan pobre, que Italia ocupa el primer lugar en Europa porque sus noticiarios, a diferencia de los del resto de las naciones del continente, se ocupan principalmente de difundir nota roja en forma no solamente morbosa, sino en cantidad exagerada.
De acuerdo con un estudio presentado a principios de este año, realizado por investigadores europeos “la criminalidad en Italia, respecto a las redes de televisión europea es una página amplia y constante... La presencia de noticias dedicadas al crimen en Italia aparece como una característica estructural”. En naciones como Francia, Alemania, Gran Bretaña y España no se dan a conocer hechos de nota roja por días enteros, mientras que en Italia no pasa un solo día sin noticias de este género, tanto en la televisión privada como en la pública.”
Quiero subrrayar este dato porque resulta interesante saber que el estudio arroja datos importantes como el hecho que “la cantidad de noticias concernientes a la criminalidad común señalan una especial atención a aquellos hechos delictivos que amenazan la seguridad personal”
En Italia no solamente hay una mayor atención a la nota roja respecto al resto de Eurpoa, sino que hay una construcción diferente de las noticias, que en los casos más escandalosos son representados casi como una serie de televisión, agrega el estudio.
Y para quien piense que ver noticias es un hecho poco difuso en el país, debo decir que mirar los noticiarios -locales, regionales y nacionales- es parte de un ritual cotidiano al que los italianos están acostumbrados practicamente desde el arribo de la televisión.
Debo también decir que es precisamente la televisión el medio que ha contribuido en forma decisiva a unificar al país, que hasta antes de contar con esta invención ni siquiera tenía un idioma común, dado que cada región, cada población hablaba su proprio dialecto y contaba con reglas, normas y estilos de vida propios, que poco a poco fueron uniformados por las propuestas de la RAI, el sistema de televisión estatal, que entre paréntesis, viene pagado por todos, dado que hay un impuesto especial que se paga anualmente y que en teoría permite la supervivencia de los canales del Estado.
La influencia de la televisión es seria e importante, motivo por el cual no se puede ignorar o minimizar el hecho que la nota roja ocupe tanto espacio, especialmente porque la sensación de inseguridad cercana que el noticiario da a los televidentes repercute en la forma en que reaccionan, sobre todo cuando generalmente los protagonistas de los casos más crueles y serios son extranjeros, inmigrantes principalmente del este de Europa, sudamericanos, chinos o africanos.
Para quien piensa que vivir en Italia implica estar rodeado de glamour y de cultura, quiero agregar otro dato por demás descepcionante. Para un país de primer mundo, seguramente no es halagador aparecer como número 74 en la lista que enumera las posibilidades que se da a las personas de acuerdo con su género.
La lista de las oportunidades por género del Foro económico mundial, reprueba las políticas de igualdad de oportunidades italianas. Mientras en los primeros lugares aparecen Islandia, Noruega, Finlandia y Suecia, el país de la bota está entre los últimos de Europa y detrás de muchos países del tercer mundo.
El citado elenco evalúa los países de acuerdo con criterios de distribución de los recursos y las oportunidades que se dan a hombres y mujeres. En otras palabras: la igualdad entre los sexos en Italia no es sino un sueño guajiro. Y que conste que la ministra que se ocupa de estos asuntos es la ex vedette Mara Carfagna, una señora a la que el mismísimo premier Berlusconi no podía dar una oportunidad mejor que pasar de los calendarios nudistas a las oficinas del gobierno.
En resumen, lamento desilusionar a quien piensa que vivir en Italia es una maravilla, y sin embargo, con todos sus terribles defectos, debo decir que es un extraordinario país donde habitar.
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Ohhhh, y yo que queria ir a un país educado y civilizado.
ResponderBorrarEn conclusión, es exactamente como Argentina...califica como destino...
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ResponderBorrarPor razones personales llevo mas de dos años entre Toscana y Bologna y puedo decir que lo expresado aqui es cierto, y supongo que por motivos de espacio no escribió todo lo que pudo.
Sin duda en el papel y en la apariencia urbanistica relativamente limpia y ordenada este pais parece desarollado, pero otra cosa es ir mas allá de esta superficie.
La burocracia es lentisima, la ineficiencia y la estafa son cosa de todos los dias. Los buenos modales no son el fuerte de la gente común. Hay muchas mas personas de la tercera edad que jovenes, por lo tanto imperan las ideas y estilo de vida de los primeros, y ahora con la crisis se nota muchisimo que dejaron de existir los trabajos estables.
Una cosa son las marcas e imagen de italia en el mundo, otra es su pueblo.
Saludos ;)