Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
19 octubre, 2010
Esta semana quiero hablar de un hecho importantísimo ocurrido hace unos días y que me ha hecho reflexionar acerca de diversas situaciones.ó
El cinco de agosto de este 2010, 33 mineros chilenos que trabajaban en la mina San José, de la empresa San Esteban, a 830 kilómetros al norte de Santiago de Chile. El drama de los trabajadores sudamericanos fue de inmediato reportado por los medios de comunicación de todo el mundo.
A 700 metros de profundidad, en las entrañas de la tierra, estos hombres enfrentaron la tremenda situación, mientras afuera las autoridades de su país hacían esfuerzos sobrehumanos para rescatarlos.
Fueron días muy intensos, en los que -para variar- los medios de comunicación difundieron detalles de lo que ocurría, en algunos momentos incluso con una importante dosis de morbo que contribuyó a mantener la atención de millones de personas en todo el planeta, que siguieron atentamente hasta el último momento, cuando los mineros pudieron salir con vida, el pasado 9 de octubre, mucho antes de lo que se esperaba.
Los hechos los conocemos prácticamente todos. La lección ha sido impresionante. La fuerza de voluntad, la solidaridad, la responsabilidad de quienes asumieron el compromiso de ayudar a los mineros. Las palabras salen sobrando ante la lección que el pueblo chileno le dio al mundo entero. Se deben sentir orgullosos los habitantes de aquel país, que han enfrentado momentos verdaderamente difíciles este año. Son un pueblo que francamente merece admiración. Ojalá muchas otras naciones siguieran su ejemplo y afrontaran seriamente los problemas cotidianos.
Debo decir que después del rescate, he encontrado en internet algunos comentarios que el “pueblo de la red” ha hecho circular. Son divertidos, inteligentes, irónicos y muy interesantes, porque reflejan una realidad que francamente me parece digna de analizar.
He recibido dos correos electrónicos. Uno en español titulado “si los mineros hubieran sido mexicanos...” Aparte de comentarios simpatiquísimos, encontré algunos que me hicieron pensar en el modo que los mexicanos percibimos nuestra actual realidad: “ Ebrard los estaría esperando para casarlos porque todos se agarraron cariño dentro de la mina y obvio para salí en la foto; Adal y Lucero estarían conduciendo el programa especial, y llorando mientras cantan el 3-3-3-3-3 de la cuenta para donar para ayudar al rescate; afuera habría vendedores ambulantes; la operación se llamaría 'Rescate Bicentenario'; no los habrían sacado todavía porque estaría en trámite el permiso para cavar en esa zona; no seria posible sacarlos en la capsula Fénix ya que somos el 1 lugar en obesidad a nivel mundial; si algún minero resultara lesionado o muerto el gobierno diría que tenía relación con el narco y lo mataron por ajuste de cuentas”.
Honestamente, además de reir por un buen rato, me quedé pensando en que, en resumidas cuentas, la visión general es que en México sería imposible llevar a buen fin la empresa de rescatar a las víctimas del derrumbe, por el simple motivo que tenemos un gobierno incapaz y porque seguramente la causa habría degenerado en una simple transacción comercial y en un pretexto para explotar al máximo el hecho, llenandolo de publicidad ñoña, tal y como ocurre con otros asuntos.
Además del correo en español, recibí otro en italiano con la misma temática, sólo que éste hablaba del caso en que los mineros fueran italianos.
“Transmisión directa 24 horas contínuas con la presencia de Guido Bertolaso; -el corrupto y desbocado jefe de la protección civil italiana-. A las primeras dificultades, búsqueda de un culpable, y el premier Berlusconi diciendo que es simplemente culpa de los comunistas; el papa orando por los mineros que están muy cerca del diablo. Después de un mes, los mineros habrían salido solos de la mina, excavando con las manos. Un año después, los 33 mineros habrían sido despedidos de su empleo, por haber dañado su lugar de trabajo”,
Creo que a estas alturas, después de leer las suposiciones de lo que habría podido ocurrir en Italia, me queda la idea de que los habitantes del país de la bota manifiestan con sus bromas la sensación de que su gobierno simplemente los ha abandonado. Y no sólo. La idea de que los mineros en Italia podrían salir solamente cavando con sus propias manos y que serían despedidos, no es otra cosa que el mensaje claro de la situación angustiosa de un país donde además de enfrentar la crisis mundial, los trabajadores sufren las condiciones terribles del trabajo precario y viven contínuamente con la angustia de perder su empleo.
Lo que me preocupa realmente es pensar que ni en México ni en Italia -y posiblemente tampoco en otros países- los ciudadanos se sienten capaces de igualar la proeza de lo que Chile hizo con los mineros de San José. No es halagador pensar que la solidaridad, el esfuerzo, el respeto por la vida humana o la lucha contra la adversidad sean considerados lejanos de la realidad inmediata.
Es preocupante. Porque a pesar del tono jocoso, mucho hay de cierto en lo que afirman los internautas respecto a la incapacidad de afrontar situaciones difíciles y salir airosos. Porque falta organización, porque falta voluntad.
Basta recordar a los mineros de Pasta de Conchos, en México, sepultados en una mina sin que a nadie pareciera preocuparle. Asimismo basta ver a los damnificados del terremoto del Aquila, en Italia, que después de un año y medio no tienen una casa decente donde vivir y en cambio deben pagar impuestos a un gobierno que no les ayuda.
Me pregunto cuál es la diferencia con el pueblo chileno. Me gustaría encontrar una respuesta, y sobre todo, preferiría pensar que el gobierno de cada nación es capaz de comportarse a la altura de las circunstancias. Sin embargo, lo único que me queda por decir -no sin una cierta envidia- es que los mineros chilenos tuvieron suerte, mucha suerte, de haber nacido en aquel país.
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No sé cual es la diferencia entre Chile y el resto del mundo, pero creo que algo tuvo que ver el terremoto.
ResponderBorrarNo quiero quitar mérito a la hazaña, pero despues del terremoto los chilenos se sentian derrotados porque vieron conciudadanos robando televisiones en las tiendas (por ejemplo).
El gobierno no se enfrentaba a la perdida de 33 mineros, se enfrentaba a la pérdida de credivilidad de su pueblo en él mismo.
Es algo parecido a lo que está pasando en las costas de USA con el derrame petrolero, el gobierno está "pateando traseros" a British Petroleum porque sigue latente New Orleans y el desastre de Katrine. De otra forma el capitalismo yanqui no haría tanto por componer las cosas.
Así que si el gobierno chileno tiene entre manos un caso donde una buena obra de ingenieria en un caso de pequeño (33 personas en un pais de millones) puede devolver la confianza a millones por los daños de un terremoto, el caso se vuelve un negocio redondo.
Es más, ni siquiera tienen que pelear con las familias de los trabajadores como en Pasta de Conchos, los mineros van a volver a trabajar.