miércoles, 14 de julio de 2010

Nuestra realidad... virtual

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
14 julio, 2010
Cuando esta semana estaba buscando un tema para comentarlo en este espacio, me di cuenta, gracias a una amiga que me contactó por el messenger, que nunca antes se me había ocurrido hablar de la importancia que está tomando en nuestra vida cotidiana el uso de internet.
Es inegable que la computadora se ha convertido en un instrumento común y hasta imprescindible para ciertos sectores de la sociedad.
Precisamente por eso utilizarla parece tan simple y resulta tan normal que a nadie sorprende la capacidad que tenemos los seres humanos de hoy para comunicarnos en tiempo real con personas que están a miles de kilómetros de distancia.
Seguramente para las personas de mi generación, que nos habituamos al uso de las nuevas tecnologías cuando éramos jóvenes, pero definitivamente no crecimos con todos los instrumentos actuales, el cambio ha sido paulatino y posiblemente por ello no nos hemos dado cuenta de la maravilla que representa tener la posibilidad de acceder a la información prácticamente en tiempo real, sin barreras de ninguna especie.
Al menos en los países más o menos democráticos, los usuarios de la red de redes no tenemos que enfrentar el problema de la censura e internet resulta el medio idóneo para enterarnos de mil cosas que de otra manera restarían lejanas y por lo tanto, ajenas a nosotros.
Es que a decir verdad, gracias a internet nos apropiamos de una infinidad de información que en ocasiones nos sirve para formarnos una idea de la realidad que vivimos.
Los grandes temas se vuelven parte de nuestra vida cotidiana y esto nos permite ubicarnos como parte de una gran aldea global en la que pensamos o creemos ser partícipes de las grandes realidades.
Esto resulta positivo, indudablemente, porque en el fondo acceder a la información permite formarnos un criterio.
Pero además del acceso a la información y todas sus consecuencias positivas, no puedo pasar por alto lo que internet es para muchos, sin importar la edad.
Me refiero concretamente al uso de las redes sociales, particularmente de Facebook, que hoy por hoy se ha convertido en una herramienta casi indispensable para comunicar.
El punto es que conforme pasa el tiempo, he venido descubriendo que sin duda, la red social más popular se está convirtiendo en un sustituto del contacto directo, personal, cálido. Y eso no me parece positivo, inteligente o adecuado, bajo ninguna circunstancia.
En realidad Facebook no es otra cosa que una especie de agujero en una cerradura que permite espiar y dejar que nos espíen. Es un modo casi enfermizo de comunicar sin comprometernos, de interactuar sin contacto verdadero. Es como estar y no estar, como participar y hacer partícipes a los demás de lo que hacemos, de lo que pensamos, de lo que vivimos...Pero sin acercarnos demasiado a nuestros interlocutores.
Tenemos cientos de amigos en Facebook, pero me pregunto cuántas de esas “amistades” son reales, con cuántas de esas personas podríamos o querríamos realmente sentarnos en la sala de nuestra casa a discutir, a intercambiar ideas, a dialogar.
Lo peor es cuando veo que tantas y tantas personas se comunican a través de la computadora y desperdician la oportunidad de verse personalmente. Lo encuentro irracional, preocupante y no puedo sino pensar que se trata de una señal inequívoca de que algo no está funcionando del todo y que sin duda, aislarnos de la realidad y aparentar estar en contacto con la sociedad es una de las claras muestras del nuevo ser humano del siglo XXI.
Y me preocupa. Me parece incoherente sobre todo cuando me doy cuenta que son los más jóvenes quienes se convierten en esclavos de la tecnología y deciden pasar horas enteras frente a una computadora, sin permitirse la convivencia sana y directa con sus amigos del mundo real, si es que tienen alguno.
Triste y preocupante.
Cierro con un caso concreto que dejo para la reflexión. En noviembre del 2009 fue abierta en el Policlinico Gemelli de Roma un área dedicada a tratar los disturbios causados por una nueva síndrome: la llamada Web dependency. Area que por supuesto, con el paso del tiempo ha comenzado a saturarse.
Tomando la información del artículo respectivo, publicado por el diario italiano Corriere della Sera, me permito agregar los siguientes datos, por si alguien les encuentra alguna utilidad.
Hay principalmente dos tipos de pacientes con la mencionada patología: adultos entre los 25 y los 40 añps que aceptan tener el problema y jóvenes adolescentes “atrapados” en juegos on line, que no están conscientes de su dependencia.
Las cinco principales formas de dependencia son: el sexo virtual y la pornografía; las redes sociales -se estima que 10 por ciento de los inscritos a Facebook sea dependiente-; el juego de azar, la búsqueda obsesiva de información y el excesivo uso de juegos virtuales.
Para pensar, reflexionar y analizar un poco... Especialmente acerca del hecho triste de llegar a convertirnos en esclavos de las herramientas.

2 comentarios:

  1. En los 70s y principios de los 80s, cuando las computadoras solo se encontraban en universidades y dentro de las universidades en algunos departamentos de matematicas e ingenieria, era frecuente la consternación de algunos maestros porque muchos alumnos y maestros, visitantes y personas en general se hipnotizaban con una pantalla negra con numeros en verde.

    Sin fotos, sin videos, sin chat, sin nada de lo que existe ahora. Solo numeros resultado de experimentos que dificilmente podrian algun día entender. Eso sí, debian de ser muchos numeros, debia llenarse la pantalla de numeros, borrarse y volverse a llenar.

    Pero la atracción hacia la pantalla era tan irresistible como la del foco a las polillas.

    Creo que las computadoras son atractivas por algo instintivo, algo que no tiene que ver con la musica o las redes sociales.

    Y creo que mientras no entendamos de que se trata, vamos a seguir sin arreglar el problema.

    Ahora se nota más con los jovenes, pero yo que tengo más de 30 años puedo pasar días (no estoy exagerando) navegando en internet o jugando. Lo único que me salva es el acto voluntario de dejar la computadora y no porque me aburra, se trata de que me obligo a hacer otra cosa. Y a decir verdad, muchas veces el acto voluntario se dá porque tengo que trabajar para poder seguir pagando la electricidad y la conección de internet.

    Tengo la impresión, la sensación de que el problema con las computadoras no es social, es sicologico y tiene mucho que ver con nuestros instintos más que con nuestro entorno.

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  2. No sé si es instintivo y por lo tanto si está incluído en nuestra carga genética. Lo dudo. Pero me parece muy interesante tu punto de vista.

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