lunes, 14 de marzo de 2011

Las elecciones: la democracia cuesta

Publicado en el diario online Primero estado de México.

Hace algunos días encontré una interesante información que tiene que ver con el proceso electoral que se efectuará en la entidad mexiquense el próximo tres de julio. Se trata de un reportaje de la publicación on line Reporte Indigo, que señala claramente que el gobernador del estado Enrique Peña Nieto “infiltra” al Instituto Electoral del Estado de México (IEEM).
De acuerdo con el reportaje, los opositores del PRI ya ven unas elecciones sucias, a partir del hecho que “pareciera que ser priísta es una condición indispensable para trabajar en el IEEM... desde los cargos más sencillos hasta las más altas responsabilidades. Desde el cuerpo administrativo, choferes, secretarias y asesores, hasta la mayoría de quienes componen el llamado 'máximo órgano de Gobierno' electoral, que es el Consejo Electoral, integrado por siete consejeros con derecho a voz y voto.”
De acuerdo con el planteamiento de Reporte Indigo, la cercanía del IEEM con el partido del gobernador, “se extiende a la mayoría de los 135 vocales distritales que, en teoría, deberían ser totalmente neutrales”.
Sinceramente, no veo en la información una gran novedad. No es una noticia, aunque lo interesante es que el reportaje señala nombres y apellidos, cifras y hechos, con lo cual fundamenta lo que por años ha sido un secreto a voces, es decir, que el árbitro de la contienda electoral no es tan imparcial como debería y que opera más bien a partir del gran negocio en que se ha convertido la democracia de la que los mexicanos creemos gozar.
La historia del IEEM como tal se remonta a 1998, cuando finalmente viene elevato a nivel constitucional su reconocimiento “como un órgano autónomo y con patrimonio propios para la organización de comicios como una función estatal”.
Un aspecto por demás interesante es que en teoría el IEEM debería ser el perfecto ejemplo de una democracia avanzada, donde cada acción destinada a elegir a los representantes populares es vigilada bajo principios férreos. El Instituto debe ser garante de “certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad”, de acuerdo con la ley.
Sin embargo, me queda claro que tales principios no son realmente importantes y que el IEEM es el ejemplo perfecto de que como dijo alguna vez Carlos Salinas de Gortari “la democracia cuesta”. El presupuesto de este año para el órgano electoral es de ¡665 millones de pesos!
Me pregunto cuántas familias podrían vivir decorosamente con esa cantidad de dinero, especialmente en un país como México, donde ya me contaron que con seis mil pesos al mes los ciudadanos pagan hasta la colegiatura, la mensualidad del auto y quién sabe cuántos lujos más.
Digo, si me pongo a hacer cálculos ociosos, dividiendo el total entre seis mil, llego a la conclusión de que con el dinerito que se embolsa el IEEM, podrían vivir de lujo por un mes 110 mil 833 familias. Eso, claro está, de acuerdo con el flamante Secretario de Hacienda Ernesto Cordero, que seguramente vive como rey con seis mil pesos... ¡pero diarios!
¡Ah!, pero el IEEM no se conforma, porque efectivamente la democracia cuesta mucho y obviamente hay que pagar el precio de todos los sacrificios que comporta un proceso electoral tan importante. Por eso, de acuerdo con el diario Reforma, el instituto “pidió 71 millones de pesos más en recursos, dado que se trata de un año electoral y requieren bonos por las horas extras que prevén trabajar durante los comicios de este año”, o sea, el equivalente una vida mensual de sueño para otras 11 mil 833 familias mexicanas.
Aquí lo importante es entender que las elecciones no son la democracia, como nos han hecho creer por años, sino solamente el inicio de ésta. Y sobre todo, es necesario razonar acerca de los excesos que se cometen en nuestro país en nombre de un espejismo, porque encima de todo, los resultados electorales no son siempre claros y obviamente, después de la elección nadie entiende que empieza la verdadera democracia, que es más bien una manera de vida y no una sola jornada llena de fraudes.
Visto objetivamente, preguntémonos si es verdaderamente necesario que en cada elección estrenemos todo, pero lo que se dice todo. Desde el crayón con el que tachamos la boleta, hasta la mampara donde nos encerramos para respetar al pie de la letra el principio de que el voto es “libre y secreto”. Todo nuevecito, si no, no vale. Obviamente cada objeto utilizado es resultado de una licitación que ha despertado siempre polémicas porque no quedado muy claro el modo en que se asigna.
Un caso clarísimo de la situación es el que menciona el trabajo de Reporte Indigo, referente a la asignación del sistema de comunicación utilizado en el 2009. Según la publicación on line, existe un personaje estrechamente ligado a Enrique Peña, llamado Javier López Corral. El secretario Ejecutivo General del IEEM, quien sería el verdadero mandamás del instituto y habría firmado cheques para una empresa llamada Servitrón, sin mediar una licitación y a través de una adjudicación directa,
La empresa en cuestion habría obtenido en el 2009 cinco millones 214 mil pesos por concepto de compra de un equipo de comunicación que resultó tener muchas fallas. Hay que decir que Servitrón es propiedad de Édgar Fajardo Moreno, hijo de Luis César Fajardo de la Mora, exrepresentante del PRI ante el IEEM. La democracia cuesta, ¿verdad? El problema es que nos cuesta a todos los contribuyentes y tanto dinero termina en las manos de unos cuantos. De los cuates de los cuates.
Por situaciones como esta me pregunto cuánto puede resultar efectiva una campaña contra el abstencionismo, como la anunciada a principios de febrero por el consejero presidente del IEEM, Norberto Hernández Bautista.
De acuerdo con el funcionario electoral, para combatir el abstencionismo “el instituto cuenta con el apoyo de 6 mil jóvenes que difunden la importancia del voto, especialmente en el Valle de México y el Oriente de la entidad, donde se espera que menos personas ejerzan su derecho al sufragio.”
Por una parte, me doy cuenta de que francamente al ciudadano de a pie, al que debe luchar por sobrevivir con mucho menos de seis mil pesos al mes no le interesa mínimamente ir a votar y no pienso que su idea puede cambiar si ven la publicidad electoral en los parabuses o el metro, ni pienso que se tomarán la molestia de leer el tabloide donde el IEEM pretende promover las plataformas de los partidos.
No es por desanimarlos, pero sinceramente son muchos los elementos que el IEEM tiene en contra. Revisando la información reciente, encuentro una interesante nota de Reforma firmada por Enrique Gómez que señala: “en los comicios locales entre 2000 y 2009, la asistencia de los electores cayó 13.6 puntos porcentuales, al pasar de 65.8 a 52.2 por ciento”. Y va más allá cuando afirma que “en el mismo lapso el financiamiento público para organizar las elecciones creció tres cuartas partes, al pasar de 945 millones 430 mil 700 pesos a mil 644 millones 904 mil 100 pesos en 2009.
En resumen: si consideramos que “el gasto del IEEM en los años en que hubo elecciones durante dicho periodo alcanzó los 6 mil millones de pesos, mientras el abstencionismo promedió 50.7 por ciento”, nos damos cuenta de que algo no funciona y que cada vez es menor la credibilidad de la “democracia costosa”.
Por eso me parece simplemente un elemento más para el montaje de una farsa la presencia de tantos priístas en el IEEM. Como si no supiéramos que ganar las elecciones del 2011 no es sino el primer paso para el lanzamiento de Peña hacia Los Pinos y como si tampoco nos diéramos cuenta de que ese paso tiene que ser exitoso cueste lo que cueste. El problema es que en tiempos de crisis económica el sistema insiste en vendernos un producto inútil y los mexiquenses nos vemos casi obligados a comprarlo. Lo peor es que aunque no votemos, de nuestro bolsillo saldrán los recursos para mantener la comedia que hace reir cada vez a menos ciudadanos.

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