Publicado en el diario online Primero estado de México. 27 marzo, 2011.
Esta semana no creo que haya una noticia más importante para la sociedad mexiquense que lo ocurrido en las filas del PRI de la entidad. Una verdadera sorpresa para sus simpatizantes que muy posiblemente esperaban una muestra de democracia y pluralidad en su partido y que sin embargo, una vez más se quedaron en ayunas.
Es cierto que los procesos internos en general dejan fracturas. Es también una realidad que el priísmo no la tiene fácil y que posiblemente las altas esferas del partidazo decidieron que era mejor convencer por las buenas a los aspirantes y demostrar “unidad” antes de enfrentar una selección desgastante y costosa no solamente en términos económicos, sino principalmente morales, políticos y electorales.
Pero también es cierto que de todas maneras, la imposición de Eruviel Avila Villegas -disfrazada de declinación de los demás posibles candidatos- habla de que el PRI pierde el pelo, pero no el vicio, y que no deja de ser un partido en el que la autoridad es ejercida por unos cuantos.
Visto desde lejos, observado desde muy afuera, la extraña forma en que Eruviel Avila se convierte de repente en un líder carismático, capaz de ocupar tan importante cargo de elección popular, se antoja más bien una de esas formas antipáticas de imposición.
Ya de por sí los nombres que se barajeaban no prometían muchos aires de democracia. Basta recordar que hasta el último momento Alfredo Del Mazo Maza, -joven de gran alcurnia política- era el precandidato con más posibilidades.
La presencia de Del Mazo nos llevaba sin duda a pensar que el Revolucionario Institucional sigue representando el partido poderoso y limitado, impositivo y cerrado. Su tradición en la entidad mexiquense lógicamente no se ha perdido, visto que hasta ahora ha mantenido su hegemonía y no ha tenido problemas para vencer las elecciones, ni siquiera en el 2000, cuando la ola del “cambio” blanquiazul se convirtió en un verdadero maremoto para el tricolor a nivel nacional.
Será por eso que el PRI mexiquense se ha cocinado siempre aparte, ha mantenido su influencia al grado que su presencia a niver nacional ha sido determinante en muchos procesos electorales del país. No hay que olvidar nunca la llamada “fuerza mexiquense”, las playeras rojas y todos los trucos que a través del tiempo los tricolores del estado de México han exportado a toda la república.
Por eso es que el PRI mexiquense puede darse el lujo de elegir a su candidato al viejo estilo. Aunque en realidad otra manera de interpretar los acontecimientos es sencillamente entender que antes que debilitarse en una lucha interna inútil, la cúpula priísta se vío en la necesidad de ceder ante las presiones de algunos grupos, esperando obviamente retener el voto duro y exorcizando cualquier intento de los inconformes por abandonar las filas del tricolor para unirse a una eventual alianza entre el PRD y el PAN.
A partir de ahora, todos los esfuerzos del tricolor serán dirigidos hacia la promoción de la imagen de Eruviel Avila como la del hombre capaz de gobernar la entidad más importante del país. Por primera vez en muchos sexenios, el candidato es un hombre cuya carrera política se ha desarrollado principalmente en el Valle de México, región que por años ha sido discriminada y que también durante mucho tiempo ha exigido ser tomada en cuenta como protagonista de primera línea de la vida política estatal.
Convencer de que Eruviel es el bueno no es una tarea sencilla. Para comenzar, deberá, quiera o no, luchar contra el fantasma de su predecesor. Y no la tiene fácil. La figura de Peña va a pesar mucho y seguramente no será sencillo para el partidazo vender un producto cuya “envoltura” no es tan agradable a la vista como la del actual gobernador.
Seamos sinceros: gran parte de éxito de Peña Nieto ha sido el manejo de la imagen de galán de telenovelas que gusta mucho, especialmente a las mujeres. Eruviel -dicen por ahí- es simplemente un hombre “metrosexual”, con una vanidad importante que lo ha llevado a someterse a más de una cirugía plástica. Aparte de poca presencia estética, Eruviel tiene en su contra un currículum que no a todos agrada.
Para muchos ciudadanos, Avila Villegas es un perfecto desconocido, para otros es un político de poca altura y para otros un hombre de poca calidad moral. Por todo esto, no se ve un panorama muy halagador para los priístas.
Francamente, no hay nada nuevo bajo el sol. Todos los procesos electorales son iguales. Cambian solamente los contendientes pero la esencia es la misma. Durante meses, los candidatos y sus simpatizantes hacen su mejor esfuerzo por descalificare, por ponerse mil trampas, por mostrar las debilidades del rival en lugar de las virtudes propias.
Seguramente Eruviel tendrá de su lado el voto duro de sus correligionarios. La pregunta es si realmente será capaz de conquistar la simpatía de los indecisos y sobre todo, si tanto él como los demás aspirantes a gobernar el estado de México podrán contrarrestar el abstencionismo y legitimar unas elecciones costosas cuyos resultados benefician solamente a unos cuantos.
Un detalle me viene a la mente cuando pienso en Eruviel Avila. Hace casi un año, en mayo de 2010, un profesor homosexual denunció ser víctima de una especie de “conspiración homofóbica”. Agustín Humberto Estrada Negrete, despedido de los Centros de Atención Múltiple 33 y 34, y que luego fuera llevado preso por protestar frente al Palacio de gobierno del Estado de México, declaró estar seguro de ser víctima de una campaña homofóbica de desprestigio, por el solo hecho de mostrar su homosexualidad públicamente. Entonces aseguró que el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda Silva y el entonces alcalde Eruviel Ávila habrían sido los orquestadores del linchamiento social en su contra
Qué tanto de cierto hay en aquellos hechos, no lo podemos saber. Lo que es cierto es que el nombre de Eruviel, como el de muchos otros políticos priístas mexiquenses no resulta del todo limpio, mucho menos cuando se le asoció al del nefasto Onésimo Cepeda, cuyas andanzas en el mundo de los poderosos son bien conocidas.
Es un hecho que el nuevo virtual candidato no es monedita de oro, y pensar que viene desacreditado hasta por los priístas de su municipio no es un buen antecedente. Muchos son los comentarios que he encontrado que no lo dejan muy bien parado.
Creo que a este punto el PRI y sus cerebros de mercadotecnia política tendrán que trabajar mucho más de lo previsto para convencer a los ciudadanos de la capacidad del elegido.
Pero creo también que a estas alturas lo único que queda por pensar es que una vez más el PRI ha dado una muestra clara de que sus métodos siguen siendo los mismos y que “cambia” siempre para quedar igual...
martes, 29 de marzo de 2011
miércoles, 23 de marzo de 2011
Libia: el mundo de cabeza...
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
23 marzo, 2011
Mientras escribo tranquilamente estas líneas y seguramente mientras alguien del otro lado del Atlántico plácidamente las lee, nuestro planeta sigue girando pero al parecer todo está practicamente de cabeza.
Por una parte, no puedo dejar de mencionar -conmovida y preocupada- el terremoto y el tsunami ocurridos en Japón, que además de la terrible desgracia natural han agregado una nueva paranoia al panorama internacional: el manejo de la energía nuclear, que efectivamente constituye un peligro latente para cualquier nación, aún para la más cuidadosa.
Pensar en plantas nucleares ubicadas en lugares que además de las condiciones geográficas poco favorables tienen el peligro de gobiernos negligentes o corruptos, es un asunto preocupante. Está en riesgo la seguridad de todo el mundo.
Para agregar un nuevo problema a la situación de este planeta loco, aparece el terrible fantasma de la guerra. Y una guerra que personalmente me parece no sólo absurda, sino demasiado cercana. Vivir en el país de la bota en este momento tiene sus desventajas, honestamente.
Libia es una nación cuya existencia me resultaba objetivamente indiferente antes de venir a vivir a Italia. Cierto que Ghedaffi tiene al frente de ese país exactamente los mismos años que tengo yo de vida. Y claro que recuerdo algunos de sus arranques y de sus extravagancias. De hecho la imagen del líder líbico era para mí la de un dictador y nada más.
Por eso cuando llegué a Italia y comencé a enterarme de la relación tan estrecha entre los dos países, no dejó de sorprenderme la importancia que se daba al extravagante coronel. No sé si es miedo, o precaución, luego de que en 1986 Ghedaffi tuvo la genial idea de tirar un par de misiles contra la isla de Lampedusa, en Sicilia, como represalia luego de que los Estados Unidos bombardearon Libia en una operación llamada “El Dorado Canyon”.
Y aunque entonces los libios aclararon que no era su intención golpear Italia, sino atacar las bases militares ubicadas en el territorio tricolor, el antecedente quedó registrado.
Hace algunos meses, precisamente en este espacio me permití comentar el exceso de atenciones del gobierno berlusconiano hacia quien hoy resulta el maloso de la película.
En agosto de 2010, este espacio daba cuenta de que el dirigente libio “se presentó en Italia como siempre rodeado de excentricidades. Para empezar, fue montada en la embajada de Libia en Roma una tienda beduina donde pernoctaría, además de que antes de su llegada entraron en el país treinta caballos pura sangre que pertenecen a los caballeros berebere, que realizarían una exhibición ecuestre ante las autoridades y empresarios italianos.
...Días antes de su llegada, los organizadores de la visita se dieron a la tarea de 'reclutar' 500 edecanes ante las cuales el líder realizó una abierta prédica a favor del islam.
Lo que el libio hizo fue ofrecer una conferencia acerca del Corán ante las jóvenes a quienes dijo que 'el islam tiene que convertirse en la religión de Europa.' Señaló además que las mujeres musulmanas tienen mayor libertad y mayor respeto que las europeas e invitó a las chicas a convertirse.”
Por eso no me sorprenden, pero sí me conmocionan las últimas declaraciones de Silvio Berlusconi, quien se dice “adolorido” por lo que le está sucediendo a su amigo el coronel, el mismo a quien atribuye haber aprendido el ritual del Bunga Bunga, que tantos dolores de cabeza le está dando.
Libia fue durante la segunda guerra mundial una colonia italiana y hasta ahora, es uno de los aliados comerciales más importantes del país de la bota. Ghedaffi es entre otras cosas accionista de Unicredit, una de los principales bancos de Europa y de Enel, la empresa energética más importante de Italia.
La situación es clara: Italia ha sido obligada a participar en esta guerra y lo hace no porque las autoridades estén convencidas de hacerlo, o porque realmente tengan interés en derrocar a Ghedaffi. Por el contrario, hay incluso un tratado de “amistad” entre ambas naciones que ha provocado la ira del coronel que se ha sentido traicionado por los italianos, especialmente por Berlusca, que en alguna ocasión incluso públicamente le besó las manos en señal de respeto.
Sin ser una especialista en política internacional, tengo serias dudas acerca de la conveniencia de entrar en una guerra que no resta clara. Atacar por aire Libia es una acción ejercida con la finalidad de ayudar a los rebeldes que buscando liberarse del dictador iniciaron un movimiento hace algunas semanas.
Lo que no comprendo del todo es quiénes son los rebeldes en cuestión. Porque hay que mencionar que el mismo coronel ha dicho repetidamente que detrás del movimiento en su contra está ni más ni menos que Al Qaeda, que habría convencido a los jóvenes a manifestarse.
Sin embargo, parece que el occidente -con Al Qaeda en medio o no- tiene muy claro que debe ayudar a los revoltosos. Queda claro que el dictador se ha valido de todos los medios para ejercer una represión sin precedentes y ha asesinado en pocos días miles de personas contrarias a su régimen.
Pero sinceramente no creo que podamos ser tan inocentes como para creer que el único interés que mueve principalmente a Francia e Inglaterra es ayudar a los libios a liberarse. Sucede lo mismo en Yemen donde un grupo de rebeldes intenta acabar con un régimen y nadie ha movido un dedo.
¿Será porque en Libia hay petróleo y gas y precisamente Francia e Inglaterra han sido casi ignorados como socios potenciales del país nordafricano? Los malpensados como yo estamos convencidos de que franceses, ingleses, estadounidenses y demás luchadores por la democracia tienen puestos sus ojitos en las potencialidades económicas de Libia.
Pero tampoco es tolerable que Berlusconi quiera tener dos veladoras encendidas, por si acaso no se puede derrocar a Ghedaffi. Porque no entiendo cómo se puede ser tan cínico y declarar que los Tornados -los aviones de guerra italianos que han sobrevolado Libia- “no han disparado ni dispararán”. ¿Entonces a qué fueron? ¿Nada más a darse una vueltecita para ver cómo estaban las cosas por allá?
Ni tampoco se puede engañar a la población diciendo como el presidente Giorgio Napolitano que “Italia no está en guerra”, cuando aparte de que se están utilizando las bases militares estadounidenses ubicadas en territorio italiano, se están enviando aviones a colaborar con el bombardeo.
Además de todo, está latente la situación de los aliados. Italia no quiere que sea Francia a tomar el control de la situación y exige que sea la OTAN a coordinar las acciones, mientras Nicolás Sarkozy sencillamente ha decidido ser el nuevo Napoleón.
Quién sabe cuáles son sus intenciones y cuáles sean las ventajas que representa para su país vestirse de héroe libertador de los oprimidos libios.
Hay tanta confusión en la “odisea del alba” que hasta los Estados Unidos se tuvieron que lavar las manos por el ataque a la residencia de Ghedaffi, que fue realizado por los aviones daneses, porque según los norteamericanos no existe la intención de eliminar al coronel libio, pues “se busca solamente su retiro voluntario”.
Y mientras todo esto ocurre, los desesperados civiles están escapando por mar del territorio libio. ¿Hacia dónde? Pues hacia las costas más cercanas, claro está: las de Lampedusa, lo que representa un problema más porque simplemente no hay espacio para recibir a los refugiados y la situación se está saliendo de control.
Las circunstancias son complejas. Hasta ahora no se ve cercano el momento en que Ghedaffi decida irse. Muy probablemente no lo va a hacer por las buenas, pues ya tuvo la posibilidad y no decidió hacerlo.
Es una guerra disfrazada como se usa ultimamente, de “misión de paz”, con el pretexto de defender a la población civil. Pero es además de todo un conflicto desorganizado y confuso, con una lógica que no aparece por ninguna parte y cuyas consecuencias no son misurables.
Lo dicho. El mundo está de cabeza.
23 marzo, 2011
Mientras escribo tranquilamente estas líneas y seguramente mientras alguien del otro lado del Atlántico plácidamente las lee, nuestro planeta sigue girando pero al parecer todo está practicamente de cabeza.
Por una parte, no puedo dejar de mencionar -conmovida y preocupada- el terremoto y el tsunami ocurridos en Japón, que además de la terrible desgracia natural han agregado una nueva paranoia al panorama internacional: el manejo de la energía nuclear, que efectivamente constituye un peligro latente para cualquier nación, aún para la más cuidadosa.
Pensar en plantas nucleares ubicadas en lugares que además de las condiciones geográficas poco favorables tienen el peligro de gobiernos negligentes o corruptos, es un asunto preocupante. Está en riesgo la seguridad de todo el mundo.
Para agregar un nuevo problema a la situación de este planeta loco, aparece el terrible fantasma de la guerra. Y una guerra que personalmente me parece no sólo absurda, sino demasiado cercana. Vivir en el país de la bota en este momento tiene sus desventajas, honestamente.
Libia es una nación cuya existencia me resultaba objetivamente indiferente antes de venir a vivir a Italia. Cierto que Ghedaffi tiene al frente de ese país exactamente los mismos años que tengo yo de vida. Y claro que recuerdo algunos de sus arranques y de sus extravagancias. De hecho la imagen del líder líbico era para mí la de un dictador y nada más.
Por eso cuando llegué a Italia y comencé a enterarme de la relación tan estrecha entre los dos países, no dejó de sorprenderme la importancia que se daba al extravagante coronel. No sé si es miedo, o precaución, luego de que en 1986 Ghedaffi tuvo la genial idea de tirar un par de misiles contra la isla de Lampedusa, en Sicilia, como represalia luego de que los Estados Unidos bombardearon Libia en una operación llamada “El Dorado Canyon”.
Y aunque entonces los libios aclararon que no era su intención golpear Italia, sino atacar las bases militares ubicadas en el territorio tricolor, el antecedente quedó registrado.
Hace algunos meses, precisamente en este espacio me permití comentar el exceso de atenciones del gobierno berlusconiano hacia quien hoy resulta el maloso de la película.
En agosto de 2010, este espacio daba cuenta de que el dirigente libio “se presentó en Italia como siempre rodeado de excentricidades. Para empezar, fue montada en la embajada de Libia en Roma una tienda beduina donde pernoctaría, además de que antes de su llegada entraron en el país treinta caballos pura sangre que pertenecen a los caballeros berebere, que realizarían una exhibición ecuestre ante las autoridades y empresarios italianos.
...Días antes de su llegada, los organizadores de la visita se dieron a la tarea de 'reclutar' 500 edecanes ante las cuales el líder realizó una abierta prédica a favor del islam.
Lo que el libio hizo fue ofrecer una conferencia acerca del Corán ante las jóvenes a quienes dijo que 'el islam tiene que convertirse en la religión de Europa.' Señaló además que las mujeres musulmanas tienen mayor libertad y mayor respeto que las europeas e invitó a las chicas a convertirse.”
Por eso no me sorprenden, pero sí me conmocionan las últimas declaraciones de Silvio Berlusconi, quien se dice “adolorido” por lo que le está sucediendo a su amigo el coronel, el mismo a quien atribuye haber aprendido el ritual del Bunga Bunga, que tantos dolores de cabeza le está dando.
Libia fue durante la segunda guerra mundial una colonia italiana y hasta ahora, es uno de los aliados comerciales más importantes del país de la bota. Ghedaffi es entre otras cosas accionista de Unicredit, una de los principales bancos de Europa y de Enel, la empresa energética más importante de Italia.
La situación es clara: Italia ha sido obligada a participar en esta guerra y lo hace no porque las autoridades estén convencidas de hacerlo, o porque realmente tengan interés en derrocar a Ghedaffi. Por el contrario, hay incluso un tratado de “amistad” entre ambas naciones que ha provocado la ira del coronel que se ha sentido traicionado por los italianos, especialmente por Berlusca, que en alguna ocasión incluso públicamente le besó las manos en señal de respeto.
Sin ser una especialista en política internacional, tengo serias dudas acerca de la conveniencia de entrar en una guerra que no resta clara. Atacar por aire Libia es una acción ejercida con la finalidad de ayudar a los rebeldes que buscando liberarse del dictador iniciaron un movimiento hace algunas semanas.
Lo que no comprendo del todo es quiénes son los rebeldes en cuestión. Porque hay que mencionar que el mismo coronel ha dicho repetidamente que detrás del movimiento en su contra está ni más ni menos que Al Qaeda, que habría convencido a los jóvenes a manifestarse.
Sin embargo, parece que el occidente -con Al Qaeda en medio o no- tiene muy claro que debe ayudar a los revoltosos. Queda claro que el dictador se ha valido de todos los medios para ejercer una represión sin precedentes y ha asesinado en pocos días miles de personas contrarias a su régimen.
Pero sinceramente no creo que podamos ser tan inocentes como para creer que el único interés que mueve principalmente a Francia e Inglaterra es ayudar a los libios a liberarse. Sucede lo mismo en Yemen donde un grupo de rebeldes intenta acabar con un régimen y nadie ha movido un dedo.
¿Será porque en Libia hay petróleo y gas y precisamente Francia e Inglaterra han sido casi ignorados como socios potenciales del país nordafricano? Los malpensados como yo estamos convencidos de que franceses, ingleses, estadounidenses y demás luchadores por la democracia tienen puestos sus ojitos en las potencialidades económicas de Libia.
Pero tampoco es tolerable que Berlusconi quiera tener dos veladoras encendidas, por si acaso no se puede derrocar a Ghedaffi. Porque no entiendo cómo se puede ser tan cínico y declarar que los Tornados -los aviones de guerra italianos que han sobrevolado Libia- “no han disparado ni dispararán”. ¿Entonces a qué fueron? ¿Nada más a darse una vueltecita para ver cómo estaban las cosas por allá?
Ni tampoco se puede engañar a la población diciendo como el presidente Giorgio Napolitano que “Italia no está en guerra”, cuando aparte de que se están utilizando las bases militares estadounidenses ubicadas en territorio italiano, se están enviando aviones a colaborar con el bombardeo.
Además de todo, está latente la situación de los aliados. Italia no quiere que sea Francia a tomar el control de la situación y exige que sea la OTAN a coordinar las acciones, mientras Nicolás Sarkozy sencillamente ha decidido ser el nuevo Napoleón.
Quién sabe cuáles son sus intenciones y cuáles sean las ventajas que representa para su país vestirse de héroe libertador de los oprimidos libios.
Hay tanta confusión en la “odisea del alba” que hasta los Estados Unidos se tuvieron que lavar las manos por el ataque a la residencia de Ghedaffi, que fue realizado por los aviones daneses, porque según los norteamericanos no existe la intención de eliminar al coronel libio, pues “se busca solamente su retiro voluntario”.
Y mientras todo esto ocurre, los desesperados civiles están escapando por mar del territorio libio. ¿Hacia dónde? Pues hacia las costas más cercanas, claro está: las de Lampedusa, lo que representa un problema más porque simplemente no hay espacio para recibir a los refugiados y la situación se está saliendo de control.
Las circunstancias son complejas. Hasta ahora no se ve cercano el momento en que Ghedaffi decida irse. Muy probablemente no lo va a hacer por las buenas, pues ya tuvo la posibilidad y no decidió hacerlo.
Es una guerra disfrazada como se usa ultimamente, de “misión de paz”, con el pretexto de defender a la población civil. Pero es además de todo un conflicto desorganizado y confuso, con una lógica que no aparece por ninguna parte y cuyas consecuencias no son misurables.
Lo dicho. El mundo está de cabeza.
miércoles, 16 de marzo de 2011
La mujer (italiana) en los tiempos de Berlusconi
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
16 marzo, 2011
Escribí este artículo precisamente el ocho de marzo,declarado Día Internacional de la Mujer, según la versión más reconocida, en recuerdo de una huelga, que aconteció en Nueva York, en 1857, en la cual murieron 129 obreras, después que los patrones hubieron incendiado la fábrica ocupada.
Sea cual sea el origen de la celebración, hablar de la mujer tiene un valor simbólico y un peso muy importante en este momento en el país de la bota.
Los hechos recientes han hecho que las italianas y muchos italianos comiencen a despertarse y cuestionen como tal vez nunca antes la posición de las féminas en la sociedad.
La situación es clara. El escándalo más reciente que involucra al presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi acusado de favorecer la prostitución de una chica mientras ésta era todavía menor de edad, Karima El Mahroug, conocida como Ruby Robacorazones.
En realidad hasta hace poco tiempo la situación de la mujer en Italia era aparentemente ventajosa y hasta se hablaba de equidad de género. Sin embargo, fue el
mismo premier quien poco a poco se encargó de dejar claro que para ocupar un lugar destacado no solamenteen la sociedad, sino también en la política, es importante la “bella presencia”.
De ahí que en este país se escuchen discursos que parecen casi increíbles. Como el de Nicchi Vendola,uno de los políticos de oposición más respetados y populares, que ha señalado precisamente en el día de la Mujer: “a Berlusconi le reclamo haber creado un lenguaje, un modelo cultural lleno de machismo y de sexismo, que después se ha convertido en el lenguaje de la clase dirigente: las mujeres como adorno, como
presa de las actividades de cacería de los hombres”.
A decir del mismo Vendola, “una vez Berlusconi dijo que entre los criterios de selección de la clase política debería estar la belleza estética”. Así ha sido.
He dado testimonio a lo largo de mis colaboraciones en Punto. Desde el nombramiento de la exvedette Mara Carfagna como ministro para la Igualdad de Oportunidades, pasando por la asesora de la región Lombardía, Nicole Minetti, quien ahora está acusada junto al Premier de favorecer la prostitución porque presuntamente era ella la encargada de seleccionar e invitar a las chicas del Bunga Bunga, las fiestas privadas de Berlusca que terminaban en orgía.
Definitivamente la imagen de la mujer en Italia dista mucho de ser lo que en una democracia avanzada debería. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, ha expresado hoy mismo su preocupación por lo que la mujer representa en este momento en la vida pública de la nación. “El modelo de consumo reduce demasiado seguido a la mujer de sujeto a objeto. Es una imagen que puede favorecer comportamientos agresivos incluso muy graves, que va rechazada sin medios términos... Se necesita un esfuerzo común para alcanzar una equidad sustancial y es necesario hacer énfasis en la cultura que se difunde acerca del papel que se concede a la mujer, sobre los equilibrios persistentes en las relaciones entre géneros.”
En pocas palabras: las mujeres italianas se ven obligadas cada vez con mayor frecuencia a aparecer y aparentar más que ser… Todas iguales. Labios inflados, senos y traseros retocados, hasta el cabello lo llevan de la misma manera. Se visten igual. Parecen hechas en serie y compiten por un lugar y un reconocimiento social.
Que quede claro: nada tengo contra las mujeres que gustan de vestirse y mostrarse en una cierta manera.Personalmente soy una fanática de la minifalda. Pero no
pienso que el hecho de dejarse ver esté necesariamente relacionado con la búsqueda de beneficios personales o de grandes saltos a nivel profesional o personal.
Me gustaría que en Italia como en todas partes la femineidad y la apariencia fueran simplemente una parte natural del modo de ser de las mujeres y no un
instrumento para alcanzar objetivos.
Estoy en contra de la idea de que ser atractiva es sinónimo de ser tonta, pero también me pone de mal humor pensar que existan mujeres que hacen de la apariencia la
única arma para llegar a ocupar un lugar destacado.
Por eso me preocupa sinceramente lo que ocurre en el país donde vivo. Porque no puedo imaginar que las jóvenes de hoy apuesten todo a la imagen y sim-
plemente se olviden de cultivar otros valores y desarrollar otros talentos.
Es cierto, las que son bellas hasta la exageración no deberían tener necesidad de parecer o ser también inteligentes, ya destacan y tienen un lugar seguro
porque sin duda la belleza excesiva se reconoce.
Pero quienes entramos en el rango de la normalidad estamos obligadas a buscar ser auténticas, a mostrar talento, a luchar por un lugar y un reconocimiento que nada tenga que ver con el aspecto externo.
No son los hombres quienes tienen la culpa de lo que ocurre. En el fondo no es Berlusconi quien con su naturalmente sucia forma de ser fomenta que las
mujeres se concedan a sus deseos. Son las chicas que piensan que concederse les dará la posibilidad de obtener un camino fácil hacia el éxito.
Son los valores equivocados, esos acerca del día Internacional de la Mujer que recientemente pasó y acerca de los cuales los invito a reflexionar.
16 marzo, 2011
Escribí este artículo precisamente el ocho de marzo,declarado Día Internacional de la Mujer, según la versión más reconocida, en recuerdo de una huelga, que aconteció en Nueva York, en 1857, en la cual murieron 129 obreras, después que los patrones hubieron incendiado la fábrica ocupada.
Sea cual sea el origen de la celebración, hablar de la mujer tiene un valor simbólico y un peso muy importante en este momento en el país de la bota.
Los hechos recientes han hecho que las italianas y muchos italianos comiencen a despertarse y cuestionen como tal vez nunca antes la posición de las féminas en la sociedad.
La situación es clara. El escándalo más reciente que involucra al presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi acusado de favorecer la prostitución de una chica mientras ésta era todavía menor de edad, Karima El Mahroug, conocida como Ruby Robacorazones.
En realidad hasta hace poco tiempo la situación de la mujer en Italia era aparentemente ventajosa y hasta se hablaba de equidad de género. Sin embargo, fue el
mismo premier quien poco a poco se encargó de dejar claro que para ocupar un lugar destacado no solamenteen la sociedad, sino también en la política, es importante la “bella presencia”.
De ahí que en este país se escuchen discursos que parecen casi increíbles. Como el de Nicchi Vendola,uno de los políticos de oposición más respetados y populares, que ha señalado precisamente en el día de la Mujer: “a Berlusconi le reclamo haber creado un lenguaje, un modelo cultural lleno de machismo y de sexismo, que después se ha convertido en el lenguaje de la clase dirigente: las mujeres como adorno, como
presa de las actividades de cacería de los hombres”.
A decir del mismo Vendola, “una vez Berlusconi dijo que entre los criterios de selección de la clase política debería estar la belleza estética”. Así ha sido.
He dado testimonio a lo largo de mis colaboraciones en Punto. Desde el nombramiento de la exvedette Mara Carfagna como ministro para la Igualdad de Oportunidades, pasando por la asesora de la región Lombardía, Nicole Minetti, quien ahora está acusada junto al Premier de favorecer la prostitución porque presuntamente era ella la encargada de seleccionar e invitar a las chicas del Bunga Bunga, las fiestas privadas de Berlusca que terminaban en orgía.
Definitivamente la imagen de la mujer en Italia dista mucho de ser lo que en una democracia avanzada debería. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, ha expresado hoy mismo su preocupación por lo que la mujer representa en este momento en la vida pública de la nación. “El modelo de consumo reduce demasiado seguido a la mujer de sujeto a objeto. Es una imagen que puede favorecer comportamientos agresivos incluso muy graves, que va rechazada sin medios términos... Se necesita un esfuerzo común para alcanzar una equidad sustancial y es necesario hacer énfasis en la cultura que se difunde acerca del papel que se concede a la mujer, sobre los equilibrios persistentes en las relaciones entre géneros.”
En pocas palabras: las mujeres italianas se ven obligadas cada vez con mayor frecuencia a aparecer y aparentar más que ser… Todas iguales. Labios inflados, senos y traseros retocados, hasta el cabello lo llevan de la misma manera. Se visten igual. Parecen hechas en serie y compiten por un lugar y un reconocimiento social.
Que quede claro: nada tengo contra las mujeres que gustan de vestirse y mostrarse en una cierta manera.Personalmente soy una fanática de la minifalda. Pero no
pienso que el hecho de dejarse ver esté necesariamente relacionado con la búsqueda de beneficios personales o de grandes saltos a nivel profesional o personal.
Me gustaría que en Italia como en todas partes la femineidad y la apariencia fueran simplemente una parte natural del modo de ser de las mujeres y no un
instrumento para alcanzar objetivos.
Estoy en contra de la idea de que ser atractiva es sinónimo de ser tonta, pero también me pone de mal humor pensar que existan mujeres que hacen de la apariencia la
única arma para llegar a ocupar un lugar destacado.
Por eso me preocupa sinceramente lo que ocurre en el país donde vivo. Porque no puedo imaginar que las jóvenes de hoy apuesten todo a la imagen y sim-
plemente se olviden de cultivar otros valores y desarrollar otros talentos.
Es cierto, las que son bellas hasta la exageración no deberían tener necesidad de parecer o ser también inteligentes, ya destacan y tienen un lugar seguro
porque sin duda la belleza excesiva se reconoce.
Pero quienes entramos en el rango de la normalidad estamos obligadas a buscar ser auténticas, a mostrar talento, a luchar por un lugar y un reconocimiento que nada tenga que ver con el aspecto externo.
No son los hombres quienes tienen la culpa de lo que ocurre. En el fondo no es Berlusconi quien con su naturalmente sucia forma de ser fomenta que las
mujeres se concedan a sus deseos. Son las chicas que piensan que concederse les dará la posibilidad de obtener un camino fácil hacia el éxito.
Son los valores equivocados, esos acerca del día Internacional de la Mujer que recientemente pasó y acerca de los cuales los invito a reflexionar.
lunes, 14 de marzo de 2011
¿Represión a periodistas en el edomex?
Publicado por el diario online Primero estado de México. 14 de marzo de 2011.
Esta semana, como siempre curioseando en la red, particularmente en Facebook, me encontré un interesante texto firmado por el periodista mexiquense Michel Jiménezm quien trabaja para la publicación local Impulso. En la nota publicada en su perfil de la red social, el comunicador habla con fundamentos serios acerca de una nueva realidad que se está viviendo en el estado de México.
Dice Jiménez que el gobernador Enrique Peña Nieto se está comportando en un modo equivocado de frente a los representantes de los medios de comunicación. Habla de trabas que el titular del Ejecutivo estatal está poniendo al trabajo reporteril.
Asegura que ahora hay una especie de “corral” de prensa donde los reporteros esperan “para ver al gobernador Enrique Peña, desde lejos, dar instrucciones”. Y aunque hace muchísimos años que estoy definitivamente fuera del ejercicio periodístico como reportera, no deja de sorprenderme lo que ahora ocurre.
Está claro que los tiempos cambian y que cada gobernante tiene un estilo diferente para convivir con la prensa, pero no puedo concebir, vamos, no imagino siquiera que dentro de esta obligatoria interacción el gobernador de una entidad tan importante se convierta en una especie de soberano aislado, lejano, que pretende simplemente ser contemplado y venerado, aplaudido y consentido.
No es lógico. No es normal en una sociedad que se presume democrática el representante popular más importante se dé aires de excesiva importancia y decida que nadie puede acercarse a él para cuestionar su ejercicio del poder.
Porque a fin de cuentas no creo que el periodista, el reportero común que cumple su labor cotidiana tenga la necesidad de limosnear por una respuesta a las muchas interrogantes que sin duda tiene respecto al trabajo del “poderoso”, que, de acuerdo con los principios básicos de la democracia está simplemente obligado a responder amplia y claramente.
Mi experiencia con los gobernadores se limita a dos casos. Que quede claro: si me permito hablar en primera persona es simplemente porque creo que cada periodista sabe perfectamente en qué términos desarrolla su trabajo y cuál es su relación con el poder.
El primer gobernador con quien tuve contacto directo fue César Camacho. Con él había posibilidad de diálogo. Hábil orador, hombre de cultura, sabía perfectamente responder a cada pregunta y generalmente no perdía la compostura. Cuidaba las formas y no obstante hiciera berrinches de vez en cuando, se mostraba dispuesto a confrontarse, a hablar y despejar dudas.
Con Arturo Montiel, en cambio, las tradicionales conferencias de prensa de los lunes terminaban invariablemente con su molestia. No era brillante, ni hábil para responder. Berrinchudo, colérico, prepotente. Se ponía de malas y generalmente se peleaba con los reporteros. Pero contestaba. No tenía empacho en dar siempre una respuesta aunque a veces se metía en serios problemas. Era el ejemplo más claro de que “el pez por su boca muere”, pero sin duda daba espacio a los periodistas, algunos de los cuales al parecer le inspiraban un cierto miedo.
Hoy Peña Nieto se da el lujo de alejar a la prensa. No quiere enfrentarla. ¿Por qué? Posiblemente porque se cura en salud y sabe que habrá quien le ponga preguntas más que incómodas para las que en definitiva no tiene una respuesta, y porque probablemente tiene una perfecta clasificación que le permite discriminar medios y representantes, dando con ello apertura solamente a aquellos con quienes le conviene realmente platicar.
Precisamente hace una semana comentaba en este espacio la entrevista entre Peña y Carlos Loret de Mola. En esa, como en otras más concedidas a los “monstruos” de los medios “importantes”, Peña llega preparado, con poses de gran gobernante, porque sabe muy bien que lo verán muchos potenciales electores y quiere dar literalmente su mejor cara. Pero generalmente de frente a los “grandes”, mete la pata en una manera impresionante. Su capacidad no le ayuda.
Tal vez por esa poca capacidad, en la actividad cotidiana, Peña evita los contactos incómodos e improvisos con los reporteros que supongo considera incómodos y/o poco importantes.
Pero viendo las cosas con objetividad, es necesario hablar con la verdad. Las entrevistas colectivas y las conferencias de prensa son momentos en que montones de reporteros de los medios serios y de otros mucho menos serios tienen la oportunidad de acercarse al gobernador en turno.
Sinceramente, en los mal llamados “eventos” ni están todos los que son, ni son todos los que están. Digamos que se sabe bien quiénes son las personas realmente interesadas en preguntar para realmente realizar un buen trabajo, y quienes van y preguntan con mala leche o simplemente “hacen presencia” para luego intentar extorsionar solicitando los aberrantes “apoyos”.
Entra de todo cuando se trata de seguir al gobernador. Y no es que lo justifique. Para nada. Estoy convencida que es necesaria la interacción constante entre los medios y los gobernantes, porque como bien dice Michel, el respeto del periodismo hacia las autoridades “es garantía de que existan ciudadanos informados, críticos y conscientes de su momento histórico.”
Pero es también cierto que de cada 100 reporteros que se presentan a las conferencias de prensa o a las actividades públicas, no más de diez son profesionistas serios que buscan sencillamente desarrollar lo que también señala Jiménez en su artículo: el periodismo como “representación impresa de la democracia”.
Por eso considero oportuna una selección de las preguntas y de quiénes las formulan. Pero en el sentido de la seriedad de los cuestionamientos, de la importancia de los planteamientos. Nunca para censurar.
Porque es grave que la oficina de comunicación social se dé el lujo de filtrar preguntas y con ello practicamente amordazar a los periodistas. Dice Jiménez que los fieles guardianes del gobernador “no dan la oportunidad al reportero de enfrentar con sustancia a la autoridad y exigirle una respuesta, no se promueve la práctica periodística, la agilidad mental, la inventiva, la capacidad de sorpresa, se aniquila toda emoción al periodismo.”
Efectivamente tiene razón. Pero debe considerar también que en gran parte la culpa es de los propios reporteros, que podrían -en un mundo ideal, claro está- decidir no seguirle el juego al poder y simplemente ignorarlo, o en todo caso ser directos y como grupo unido plantear seriamente su inconformidad y buscar cambiar las condiciones en su relación con el Ejecutivo estatal.
Pero por desgracia estoy hablando de un mundo ideal, en el cual los medios son el contrapeso del sistema de poder.
En el mundo real por desgracia es precisamente el poder quien tiene en sus manos a los medios, a partir de su capacidad de controlarlos, sobre todo, económicamente. Porque a fin de cuentas, digamoslo directamente, la filosofía de Peña es la del gobernante que sabe que basta llegarle al precio no al periodista común, sino al del dueño del medio para el que dicho periodista colabora.
De esta manera el simple reportero -que no es sino el último, el más humilde participante en la relación entre los medios y el poder- tendrá siempre que soportar que el gobernador haga lo que se le dé la gana con él, incluso humillarlo e ignorarlo. Al fin que el que paga, manda, ¿no es así?
Esta semana, como siempre curioseando en la red, particularmente en Facebook, me encontré un interesante texto firmado por el periodista mexiquense Michel Jiménezm quien trabaja para la publicación local Impulso. En la nota publicada en su perfil de la red social, el comunicador habla con fundamentos serios acerca de una nueva realidad que se está viviendo en el estado de México.
Dice Jiménez que el gobernador Enrique Peña Nieto se está comportando en un modo equivocado de frente a los representantes de los medios de comunicación. Habla de trabas que el titular del Ejecutivo estatal está poniendo al trabajo reporteril.
Asegura que ahora hay una especie de “corral” de prensa donde los reporteros esperan “para ver al gobernador Enrique Peña, desde lejos, dar instrucciones”. Y aunque hace muchísimos años que estoy definitivamente fuera del ejercicio periodístico como reportera, no deja de sorprenderme lo que ahora ocurre.
Está claro que los tiempos cambian y que cada gobernante tiene un estilo diferente para convivir con la prensa, pero no puedo concebir, vamos, no imagino siquiera que dentro de esta obligatoria interacción el gobernador de una entidad tan importante se convierta en una especie de soberano aislado, lejano, que pretende simplemente ser contemplado y venerado, aplaudido y consentido.
No es lógico. No es normal en una sociedad que se presume democrática el representante popular más importante se dé aires de excesiva importancia y decida que nadie puede acercarse a él para cuestionar su ejercicio del poder.
Porque a fin de cuentas no creo que el periodista, el reportero común que cumple su labor cotidiana tenga la necesidad de limosnear por una respuesta a las muchas interrogantes que sin duda tiene respecto al trabajo del “poderoso”, que, de acuerdo con los principios básicos de la democracia está simplemente obligado a responder amplia y claramente.
Mi experiencia con los gobernadores se limita a dos casos. Que quede claro: si me permito hablar en primera persona es simplemente porque creo que cada periodista sabe perfectamente en qué términos desarrolla su trabajo y cuál es su relación con el poder.
El primer gobernador con quien tuve contacto directo fue César Camacho. Con él había posibilidad de diálogo. Hábil orador, hombre de cultura, sabía perfectamente responder a cada pregunta y generalmente no perdía la compostura. Cuidaba las formas y no obstante hiciera berrinches de vez en cuando, se mostraba dispuesto a confrontarse, a hablar y despejar dudas.
Con Arturo Montiel, en cambio, las tradicionales conferencias de prensa de los lunes terminaban invariablemente con su molestia. No era brillante, ni hábil para responder. Berrinchudo, colérico, prepotente. Se ponía de malas y generalmente se peleaba con los reporteros. Pero contestaba. No tenía empacho en dar siempre una respuesta aunque a veces se metía en serios problemas. Era el ejemplo más claro de que “el pez por su boca muere”, pero sin duda daba espacio a los periodistas, algunos de los cuales al parecer le inspiraban un cierto miedo.
Hoy Peña Nieto se da el lujo de alejar a la prensa. No quiere enfrentarla. ¿Por qué? Posiblemente porque se cura en salud y sabe que habrá quien le ponga preguntas más que incómodas para las que en definitiva no tiene una respuesta, y porque probablemente tiene una perfecta clasificación que le permite discriminar medios y representantes, dando con ello apertura solamente a aquellos con quienes le conviene realmente platicar.
Precisamente hace una semana comentaba en este espacio la entrevista entre Peña y Carlos Loret de Mola. En esa, como en otras más concedidas a los “monstruos” de los medios “importantes”, Peña llega preparado, con poses de gran gobernante, porque sabe muy bien que lo verán muchos potenciales electores y quiere dar literalmente su mejor cara. Pero generalmente de frente a los “grandes”, mete la pata en una manera impresionante. Su capacidad no le ayuda.
Tal vez por esa poca capacidad, en la actividad cotidiana, Peña evita los contactos incómodos e improvisos con los reporteros que supongo considera incómodos y/o poco importantes.
Pero viendo las cosas con objetividad, es necesario hablar con la verdad. Las entrevistas colectivas y las conferencias de prensa son momentos en que montones de reporteros de los medios serios y de otros mucho menos serios tienen la oportunidad de acercarse al gobernador en turno.
Sinceramente, en los mal llamados “eventos” ni están todos los que son, ni son todos los que están. Digamos que se sabe bien quiénes son las personas realmente interesadas en preguntar para realmente realizar un buen trabajo, y quienes van y preguntan con mala leche o simplemente “hacen presencia” para luego intentar extorsionar solicitando los aberrantes “apoyos”.
Entra de todo cuando se trata de seguir al gobernador. Y no es que lo justifique. Para nada. Estoy convencida que es necesaria la interacción constante entre los medios y los gobernantes, porque como bien dice Michel, el respeto del periodismo hacia las autoridades “es garantía de que existan ciudadanos informados, críticos y conscientes de su momento histórico.”
Pero es también cierto que de cada 100 reporteros que se presentan a las conferencias de prensa o a las actividades públicas, no más de diez son profesionistas serios que buscan sencillamente desarrollar lo que también señala Jiménez en su artículo: el periodismo como “representación impresa de la democracia”.
Por eso considero oportuna una selección de las preguntas y de quiénes las formulan. Pero en el sentido de la seriedad de los cuestionamientos, de la importancia de los planteamientos. Nunca para censurar.
Porque es grave que la oficina de comunicación social se dé el lujo de filtrar preguntas y con ello practicamente amordazar a los periodistas. Dice Jiménez que los fieles guardianes del gobernador “no dan la oportunidad al reportero de enfrentar con sustancia a la autoridad y exigirle una respuesta, no se promueve la práctica periodística, la agilidad mental, la inventiva, la capacidad de sorpresa, se aniquila toda emoción al periodismo.”
Efectivamente tiene razón. Pero debe considerar también que en gran parte la culpa es de los propios reporteros, que podrían -en un mundo ideal, claro está- decidir no seguirle el juego al poder y simplemente ignorarlo, o en todo caso ser directos y como grupo unido plantear seriamente su inconformidad y buscar cambiar las condiciones en su relación con el Ejecutivo estatal.
Pero por desgracia estoy hablando de un mundo ideal, en el cual los medios son el contrapeso del sistema de poder.
En el mundo real por desgracia es precisamente el poder quien tiene en sus manos a los medios, a partir de su capacidad de controlarlos, sobre todo, económicamente. Porque a fin de cuentas, digamoslo directamente, la filosofía de Peña es la del gobernante que sabe que basta llegarle al precio no al periodista común, sino al del dueño del medio para el que dicho periodista colabora.
De esta manera el simple reportero -que no es sino el último, el más humilde participante en la relación entre los medios y el poder- tendrá siempre que soportar que el gobernador haga lo que se le dé la gana con él, incluso humillarlo e ignorarlo. Al fin que el que paga, manda, ¿no es así?
Enrique Peña en eterna campaña...
Publicado en el diario online Primero estado de México. 07 marzo, 2011.
Hace tres días, justo el tres de marzo, el noticiario matutino de Televisa, a cargo de Carlos Loret de Mola, tuvo como invitado al gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto. Pocos minutos después de concluida la entrevista, me encontré en una de las redes sociales más frecuentadas, Facebook, los comentarios de algunos amigos. Uno de ellos posteó algo así como “me da la impresión que después de la entrevista de esta mañana, el gober andará de muy mal humor todo el día”.
Mi curiosidad por ver el entripado del copete más famoso de México me llevó a buscar de inmediato en Youtube la famosa entrevista.
En realidad lo que ahí encontré fue un ejemplo de cómo los medios de comunicación fabrican monstruos. Y no estoy hablando solamente de la figura de Peña, claramente creada a través de la televisión para encantar a la masa y llevarlo directamente a la presidencia.
Me refiero concretamente a la presunta “contraparte”. El entrevistador que en este caso, buscando aparentar una postura profesional de gran conocedor del tema y de tremendo juez, simple y sencillamente dio una desagradabilíma muestra de lo que no se debe hacer cuando se pretende cuestionar a un poderoso.
Carlos Loret de Mola sencillamente mostró que es un tremendo maleducado, que solamente sabe con su actitud burlona e impertinente incomodar a su interlocutor.
En lugar de realizar preguntas inteligentes y ejercitar su capacidad para evidenciar las debilidades, Loret de Mola no hizo otra cosa que caer en lugares comunes y hacer entrar en los hogares de los mexicanos el mismo discurso que el gobernador mexiquense viene recitando desde hace ya algunos años.
“¿Sí pierde el PRI en el estado de México Enrique Peña Nieto esta muerto?” espetó el colega. Agresivo, pero con una agresividad de esas que molestan hasta a los que no somos partidarios del gober.
“¿Cuándo va a elegir candidato? ¿Qué pasó, gobernador? ¡Si la decisión es de usted!” Me pregunto si lo que esperaba el genial periodista era que Peña le contestara por ejemplo: “claro que sí, Carlos, voy a elegir a Ernesto Némer porque la ha buscado mucho y porque hasta ahora ha operado en la Cámara de Diputados como mejor conviene a mis intereses”.
Lo que consiguió Loret fue sencillamente que el mandatario mexiquense apareciera como un político paciente capaz de recitar a la perfección la poesía “¡Qué viva mi partido! Pertenezco a mi partido, respeto a mi partido que es el que finalmente decidirá, porque en el PRI somos rete democráticos y el dedazo no existe, nunca ha existido y por supuesto no existirá”.
Me queda claro que quienes más o menos podemos o sabemos leer entre líneas comprendemos bien que el objetivo de Loret era exhibir a Peña, ponerlo nervioso, hacer que respondiera de mal humor y con ello procurar un pequeño inconveniente que le quitara algún voto.
O a lo mejor lo que el periodista consentido de Televisa buscaba era simplemente demostrar su capacidad de evidenciar las debilidades de quien de todas maneras no pierde el apoyo de la empresa televisiva. Pero no sucedió ni lo uno, ni lo otro.
En realidad el precioso gober no perdió el estilo, no se le despegó ni siquiera uno de los cabellos de su impecable copetito y simplemente respondió lo que tenía que contestar, repitió lo que sabe decir.
No es necesario ser una luminaria para saber que hasta el 16 de septiembre el gobernador negará que no piensa en otra cosa que en llegar a Los Pinos. “No es lo que hoy me ocupa”, dijo cuando en el mismo tono socarrón Loret le pidió por enésima vez que confesara sus intenciones.
Peña dice, sin embargo, adelantando el modo en que se comportará ante los mexicanos una vez que oficialmente vaya en busca de la presidencia que “concluir su gobierno y continuar llevando a cabo sus programas será su carta de presentación.”
No se puede entrevistar a un personaje importante elaborando preguntas a partir de supuestos. Para decir como Loret de Mola que el gobernador mexiquense “es el principal operador” de las campañas priístas en México, hay que tener en la mano las pruebas, para entonces sí preguntarle con conocimiento de causa si ha usado recursos del estado de México en procesos estatales y quién paga la llamada “fuerza mexiquense” y sus playeras rojas.
Pero preguntarle, no encimar las palabras y discutir como Loret de Mola hizo, porque al parecer en su afán por parecer un paladín de la libertad de expresión no ha entendido la diferencia entre la entrevista, el debate y la discusión.
Carlos Moret dice ser periodista. No es un político que puede debatir con Peña y mucho menos es su contrincante para discutir con él. Pero es tan pagado de sí mismo que no es capaz siquiera de escuchar a quien le responde y que definitivamente flaquea cuando justifica los presuntos 130 millones de pesos que gasta en publicidad (“menos del .1 por ciento del presupuesto estatal... muy inferior a lo que el gobierno federal y el del DF gastan en el rubro”).
Y aquí es donde Peña aprovecha para decir que si su presencia mediática es tan importante se debe simplemente a que tiene a su servicio a unos verdaderos genios de la comunicación, que es un “mito” que el gobierno mexiquense gasta demás y que él no es “el candidato de la tele”.
“No conozco politico que no se acerque a los medios, porque los gobiernos necesitan de la comunicación y de acercarse a la poblacion”, dijo Peña, una vez más interrumpido por Loret que dejó escapar un tímido, casi imperceptible pero importante comentario. “Yo estoy adentro y sé la verdadera historia”.
¿De veras la sabe? Pues entonces que la cuente, que la diga y que la explique de frente a Peña y a todos los mexicanos, en lugar de ponerse a discutir para lucirse y aparentar lo que no es: un brillante periodista capaz de poner de veras en aprietos al poder.
Porque además en este momento el gobernador de la entidad tiene respuestas para todo. Según Loret, hay tres argumentos que incomodan a Peña y que podrían resultar piedras en su camino a Los Pinos: Montiel, Salinas y Paulette. Queda claro que el mandatario está más que provisto de respuestas preparadas indudablemente por sus geniales asesores. Del caso Montiel dice haber colaborado con las autoridades de la fiscalía especial, y se cura en salud para que nadie le diga que es un vil Judas asegura que tiene con el ex gobernador “una relación cordial y de respeto”.
Y para que lo nominemos Mister simpatía, Peña asegura también tener una “relación cordial y respetuosa” con Salinas de Gortari “como con todos los ex presidentes”, y compartir “el juicio colectivo” de los mexicanos hacia el personaje.
“No está detrás de mí, ni es asesor, ni colabora conmigo. La única relación es de respeto, cordial, ¡qué bueno que lo preguntas!”
Y también sobre el caso Paulette tiene lista la respuesta. “Fue un tema lamentable porque una niña perdió la vida y la Procuraduria tuvo fallas, pero el resultado se alcanzó porque se aclaró.”
Nuestro súper periodista, que parecía empeñado en hacer quedar mal al precioso Peña y erigirse como el gran comunicador terminó hablando de los feminicidios en la entidad mexiquense, que por supuesto tampoco preocupan a Peña, visto que para evitarlos ya tiene lista la solución: “actuar en políticas públicas”, pues ha enviado una iniciativa para tipificar la “violencia feminicida”
Y finalmente, la pregunta del millón cuya respuesta seguramente servirá para aclarar el panorama a todos los pobres mexicanos que de otra manera no podríamos seguir sin dormir: ¿por qué todos la traen contra usted?
Loret seguramente esperaba que Peña contestara algo así como “les caigo gordo porque soy bonito”. La respuesta ni siquiera vale la pena mencionarla. Simplemente haber escuchado que el titular de un noticiario se permite semejantes libertades me hace pensar en cuáles habrán sido sus méritos para haber llegado a ocupar ese lugar. Bueno, en realidad me sigo preguntando también cuáles han sido los méritos del entrevistado para llegar a ser gobernador. Como decía mi santa madre que en paz descanse... “ni a cuál ir”.
Hace tres días, justo el tres de marzo, el noticiario matutino de Televisa, a cargo de Carlos Loret de Mola, tuvo como invitado al gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto. Pocos minutos después de concluida la entrevista, me encontré en una de las redes sociales más frecuentadas, Facebook, los comentarios de algunos amigos. Uno de ellos posteó algo así como “me da la impresión que después de la entrevista de esta mañana, el gober andará de muy mal humor todo el día”.
Mi curiosidad por ver el entripado del copete más famoso de México me llevó a buscar de inmediato en Youtube la famosa entrevista.
En realidad lo que ahí encontré fue un ejemplo de cómo los medios de comunicación fabrican monstruos. Y no estoy hablando solamente de la figura de Peña, claramente creada a través de la televisión para encantar a la masa y llevarlo directamente a la presidencia.
Me refiero concretamente a la presunta “contraparte”. El entrevistador que en este caso, buscando aparentar una postura profesional de gran conocedor del tema y de tremendo juez, simple y sencillamente dio una desagradabilíma muestra de lo que no se debe hacer cuando se pretende cuestionar a un poderoso.
Carlos Loret de Mola sencillamente mostró que es un tremendo maleducado, que solamente sabe con su actitud burlona e impertinente incomodar a su interlocutor.
En lugar de realizar preguntas inteligentes y ejercitar su capacidad para evidenciar las debilidades, Loret de Mola no hizo otra cosa que caer en lugares comunes y hacer entrar en los hogares de los mexicanos el mismo discurso que el gobernador mexiquense viene recitando desde hace ya algunos años.
“¿Sí pierde el PRI en el estado de México Enrique Peña Nieto esta muerto?” espetó el colega. Agresivo, pero con una agresividad de esas que molestan hasta a los que no somos partidarios del gober.
“¿Cuándo va a elegir candidato? ¿Qué pasó, gobernador? ¡Si la decisión es de usted!” Me pregunto si lo que esperaba el genial periodista era que Peña le contestara por ejemplo: “claro que sí, Carlos, voy a elegir a Ernesto Némer porque la ha buscado mucho y porque hasta ahora ha operado en la Cámara de Diputados como mejor conviene a mis intereses”.
Lo que consiguió Loret fue sencillamente que el mandatario mexiquense apareciera como un político paciente capaz de recitar a la perfección la poesía “¡Qué viva mi partido! Pertenezco a mi partido, respeto a mi partido que es el que finalmente decidirá, porque en el PRI somos rete democráticos y el dedazo no existe, nunca ha existido y por supuesto no existirá”.
Me queda claro que quienes más o menos podemos o sabemos leer entre líneas comprendemos bien que el objetivo de Loret era exhibir a Peña, ponerlo nervioso, hacer que respondiera de mal humor y con ello procurar un pequeño inconveniente que le quitara algún voto.
O a lo mejor lo que el periodista consentido de Televisa buscaba era simplemente demostrar su capacidad de evidenciar las debilidades de quien de todas maneras no pierde el apoyo de la empresa televisiva. Pero no sucedió ni lo uno, ni lo otro.
En realidad el precioso gober no perdió el estilo, no se le despegó ni siquiera uno de los cabellos de su impecable copetito y simplemente respondió lo que tenía que contestar, repitió lo que sabe decir.
No es necesario ser una luminaria para saber que hasta el 16 de septiembre el gobernador negará que no piensa en otra cosa que en llegar a Los Pinos. “No es lo que hoy me ocupa”, dijo cuando en el mismo tono socarrón Loret le pidió por enésima vez que confesara sus intenciones.
Peña dice, sin embargo, adelantando el modo en que se comportará ante los mexicanos una vez que oficialmente vaya en busca de la presidencia que “concluir su gobierno y continuar llevando a cabo sus programas será su carta de presentación.”
No se puede entrevistar a un personaje importante elaborando preguntas a partir de supuestos. Para decir como Loret de Mola que el gobernador mexiquense “es el principal operador” de las campañas priístas en México, hay que tener en la mano las pruebas, para entonces sí preguntarle con conocimiento de causa si ha usado recursos del estado de México en procesos estatales y quién paga la llamada “fuerza mexiquense” y sus playeras rojas.
Pero preguntarle, no encimar las palabras y discutir como Loret de Mola hizo, porque al parecer en su afán por parecer un paladín de la libertad de expresión no ha entendido la diferencia entre la entrevista, el debate y la discusión.
Carlos Moret dice ser periodista. No es un político que puede debatir con Peña y mucho menos es su contrincante para discutir con él. Pero es tan pagado de sí mismo que no es capaz siquiera de escuchar a quien le responde y que definitivamente flaquea cuando justifica los presuntos 130 millones de pesos que gasta en publicidad (“menos del .1 por ciento del presupuesto estatal... muy inferior a lo que el gobierno federal y el del DF gastan en el rubro”).
Y aquí es donde Peña aprovecha para decir que si su presencia mediática es tan importante se debe simplemente a que tiene a su servicio a unos verdaderos genios de la comunicación, que es un “mito” que el gobierno mexiquense gasta demás y que él no es “el candidato de la tele”.
“No conozco politico que no se acerque a los medios, porque los gobiernos necesitan de la comunicación y de acercarse a la poblacion”, dijo Peña, una vez más interrumpido por Loret que dejó escapar un tímido, casi imperceptible pero importante comentario. “Yo estoy adentro y sé la verdadera historia”.
¿De veras la sabe? Pues entonces que la cuente, que la diga y que la explique de frente a Peña y a todos los mexicanos, en lugar de ponerse a discutir para lucirse y aparentar lo que no es: un brillante periodista capaz de poner de veras en aprietos al poder.
Porque además en este momento el gobernador de la entidad tiene respuestas para todo. Según Loret, hay tres argumentos que incomodan a Peña y que podrían resultar piedras en su camino a Los Pinos: Montiel, Salinas y Paulette. Queda claro que el mandatario está más que provisto de respuestas preparadas indudablemente por sus geniales asesores. Del caso Montiel dice haber colaborado con las autoridades de la fiscalía especial, y se cura en salud para que nadie le diga que es un vil Judas asegura que tiene con el ex gobernador “una relación cordial y de respeto”.
Y para que lo nominemos Mister simpatía, Peña asegura también tener una “relación cordial y respetuosa” con Salinas de Gortari “como con todos los ex presidentes”, y compartir “el juicio colectivo” de los mexicanos hacia el personaje.
“No está detrás de mí, ni es asesor, ni colabora conmigo. La única relación es de respeto, cordial, ¡qué bueno que lo preguntas!”
Y también sobre el caso Paulette tiene lista la respuesta. “Fue un tema lamentable porque una niña perdió la vida y la Procuraduria tuvo fallas, pero el resultado se alcanzó porque se aclaró.”
Nuestro súper periodista, que parecía empeñado en hacer quedar mal al precioso Peña y erigirse como el gran comunicador terminó hablando de los feminicidios en la entidad mexiquense, que por supuesto tampoco preocupan a Peña, visto que para evitarlos ya tiene lista la solución: “actuar en políticas públicas”, pues ha enviado una iniciativa para tipificar la “violencia feminicida”
Y finalmente, la pregunta del millón cuya respuesta seguramente servirá para aclarar el panorama a todos los pobres mexicanos que de otra manera no podríamos seguir sin dormir: ¿por qué todos la traen contra usted?
Loret seguramente esperaba que Peña contestara algo así como “les caigo gordo porque soy bonito”. La respuesta ni siquiera vale la pena mencionarla. Simplemente haber escuchado que el titular de un noticiario se permite semejantes libertades me hace pensar en cuáles habrán sido sus méritos para haber llegado a ocupar ese lugar. Bueno, en realidad me sigo preguntando también cuáles han sido los méritos del entrevistado para llegar a ser gobernador. Como decía mi santa madre que en paz descanse... “ni a cuál ir”.
Las elecciones: la democracia cuesta
Publicado en el diario online Primero estado de México.
Hace algunos días encontré una interesante información que tiene que ver con el proceso electoral que se efectuará en la entidad mexiquense el próximo tres de julio. Se trata de un reportaje de la publicación on line Reporte Indigo, que señala claramente que el gobernador del estado Enrique Peña Nieto “infiltra” al Instituto Electoral del Estado de México (IEEM).
De acuerdo con el reportaje, los opositores del PRI ya ven unas elecciones sucias, a partir del hecho que “pareciera que ser priísta es una condición indispensable para trabajar en el IEEM... desde los cargos más sencillos hasta las más altas responsabilidades. Desde el cuerpo administrativo, choferes, secretarias y asesores, hasta la mayoría de quienes componen el llamado 'máximo órgano de Gobierno' electoral, que es el Consejo Electoral, integrado por siete consejeros con derecho a voz y voto.”
De acuerdo con el planteamiento de Reporte Indigo, la cercanía del IEEM con el partido del gobernador, “se extiende a la mayoría de los 135 vocales distritales que, en teoría, deberían ser totalmente neutrales”.
Sinceramente, no veo en la información una gran novedad. No es una noticia, aunque lo interesante es que el reportaje señala nombres y apellidos, cifras y hechos, con lo cual fundamenta lo que por años ha sido un secreto a voces, es decir, que el árbitro de la contienda electoral no es tan imparcial como debería y que opera más bien a partir del gran negocio en que se ha convertido la democracia de la que los mexicanos creemos gozar.
La historia del IEEM como tal se remonta a 1998, cuando finalmente viene elevato a nivel constitucional su reconocimiento “como un órgano autónomo y con patrimonio propios para la organización de comicios como una función estatal”.
Un aspecto por demás interesante es que en teoría el IEEM debería ser el perfecto ejemplo de una democracia avanzada, donde cada acción destinada a elegir a los representantes populares es vigilada bajo principios férreos. El Instituto debe ser garante de “certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad”, de acuerdo con la ley.
Sin embargo, me queda claro que tales principios no son realmente importantes y que el IEEM es el ejemplo perfecto de que como dijo alguna vez Carlos Salinas de Gortari “la democracia cuesta”. El presupuesto de este año para el órgano electoral es de ¡665 millones de pesos!
Me pregunto cuántas familias podrían vivir decorosamente con esa cantidad de dinero, especialmente en un país como México, donde ya me contaron que con seis mil pesos al mes los ciudadanos pagan hasta la colegiatura, la mensualidad del auto y quién sabe cuántos lujos más.
Digo, si me pongo a hacer cálculos ociosos, dividiendo el total entre seis mil, llego a la conclusión de que con el dinerito que se embolsa el IEEM, podrían vivir de lujo por un mes 110 mil 833 familias. Eso, claro está, de acuerdo con el flamante Secretario de Hacienda Ernesto Cordero, que seguramente vive como rey con seis mil pesos... ¡pero diarios!
¡Ah!, pero el IEEM no se conforma, porque efectivamente la democracia cuesta mucho y obviamente hay que pagar el precio de todos los sacrificios que comporta un proceso electoral tan importante. Por eso, de acuerdo con el diario Reforma, el instituto “pidió 71 millones de pesos más en recursos, dado que se trata de un año electoral y requieren bonos por las horas extras que prevén trabajar durante los comicios de este año”, o sea, el equivalente una vida mensual de sueño para otras 11 mil 833 familias mexicanas.
Aquí lo importante es entender que las elecciones no son la democracia, como nos han hecho creer por años, sino solamente el inicio de ésta. Y sobre todo, es necesario razonar acerca de los excesos que se cometen en nuestro país en nombre de un espejismo, porque encima de todo, los resultados electorales no son siempre claros y obviamente, después de la elección nadie entiende que empieza la verdadera democracia, que es más bien una manera de vida y no una sola jornada llena de fraudes.
Visto objetivamente, preguntémonos si es verdaderamente necesario que en cada elección estrenemos todo, pero lo que se dice todo. Desde el crayón con el que tachamos la boleta, hasta la mampara donde nos encerramos para respetar al pie de la letra el principio de que el voto es “libre y secreto”. Todo nuevecito, si no, no vale. Obviamente cada objeto utilizado es resultado de una licitación que ha despertado siempre polémicas porque no quedado muy claro el modo en que se asigna.
Un caso clarísimo de la situación es el que menciona el trabajo de Reporte Indigo, referente a la asignación del sistema de comunicación utilizado en el 2009. Según la publicación on line, existe un personaje estrechamente ligado a Enrique Peña, llamado Javier López Corral. El secretario Ejecutivo General del IEEM, quien sería el verdadero mandamás del instituto y habría firmado cheques para una empresa llamada Servitrón, sin mediar una licitación y a través de una adjudicación directa,
La empresa en cuestion habría obtenido en el 2009 cinco millones 214 mil pesos por concepto de compra de un equipo de comunicación que resultó tener muchas fallas. Hay que decir que Servitrón es propiedad de Édgar Fajardo Moreno, hijo de Luis César Fajardo de la Mora, exrepresentante del PRI ante el IEEM. La democracia cuesta, ¿verdad? El problema es que nos cuesta a todos los contribuyentes y tanto dinero termina en las manos de unos cuantos. De los cuates de los cuates.
Por situaciones como esta me pregunto cuánto puede resultar efectiva una campaña contra el abstencionismo, como la anunciada a principios de febrero por el consejero presidente del IEEM, Norberto Hernández Bautista.
De acuerdo con el funcionario electoral, para combatir el abstencionismo “el instituto cuenta con el apoyo de 6 mil jóvenes que difunden la importancia del voto, especialmente en el Valle de México y el Oriente de la entidad, donde se espera que menos personas ejerzan su derecho al sufragio.”
Por una parte, me doy cuenta de que francamente al ciudadano de a pie, al que debe luchar por sobrevivir con mucho menos de seis mil pesos al mes no le interesa mínimamente ir a votar y no pienso que su idea puede cambiar si ven la publicidad electoral en los parabuses o el metro, ni pienso que se tomarán la molestia de leer el tabloide donde el IEEM pretende promover las plataformas de los partidos.
No es por desanimarlos, pero sinceramente son muchos los elementos que el IEEM tiene en contra. Revisando la información reciente, encuentro una interesante nota de Reforma firmada por Enrique Gómez que señala: “en los comicios locales entre 2000 y 2009, la asistencia de los electores cayó 13.6 puntos porcentuales, al pasar de 65.8 a 52.2 por ciento”. Y va más allá cuando afirma que “en el mismo lapso el financiamiento público para organizar las elecciones creció tres cuartas partes, al pasar de 945 millones 430 mil 700 pesos a mil 644 millones 904 mil 100 pesos en 2009.
En resumen: si consideramos que “el gasto del IEEM en los años en que hubo elecciones durante dicho periodo alcanzó los 6 mil millones de pesos, mientras el abstencionismo promedió 50.7 por ciento”, nos damos cuenta de que algo no funciona y que cada vez es menor la credibilidad de la “democracia costosa”.
Por eso me parece simplemente un elemento más para el montaje de una farsa la presencia de tantos priístas en el IEEM. Como si no supiéramos que ganar las elecciones del 2011 no es sino el primer paso para el lanzamiento de Peña hacia Los Pinos y como si tampoco nos diéramos cuenta de que ese paso tiene que ser exitoso cueste lo que cueste. El problema es que en tiempos de crisis económica el sistema insiste en vendernos un producto inútil y los mexiquenses nos vemos casi obligados a comprarlo. Lo peor es que aunque no votemos, de nuestro bolsillo saldrán los recursos para mantener la comedia que hace reir cada vez a menos ciudadanos.
Hace algunos días encontré una interesante información que tiene que ver con el proceso electoral que se efectuará en la entidad mexiquense el próximo tres de julio. Se trata de un reportaje de la publicación on line Reporte Indigo, que señala claramente que el gobernador del estado Enrique Peña Nieto “infiltra” al Instituto Electoral del Estado de México (IEEM).
De acuerdo con el reportaje, los opositores del PRI ya ven unas elecciones sucias, a partir del hecho que “pareciera que ser priísta es una condición indispensable para trabajar en el IEEM... desde los cargos más sencillos hasta las más altas responsabilidades. Desde el cuerpo administrativo, choferes, secretarias y asesores, hasta la mayoría de quienes componen el llamado 'máximo órgano de Gobierno' electoral, que es el Consejo Electoral, integrado por siete consejeros con derecho a voz y voto.”
De acuerdo con el planteamiento de Reporte Indigo, la cercanía del IEEM con el partido del gobernador, “se extiende a la mayoría de los 135 vocales distritales que, en teoría, deberían ser totalmente neutrales”.
Sinceramente, no veo en la información una gran novedad. No es una noticia, aunque lo interesante es que el reportaje señala nombres y apellidos, cifras y hechos, con lo cual fundamenta lo que por años ha sido un secreto a voces, es decir, que el árbitro de la contienda electoral no es tan imparcial como debería y que opera más bien a partir del gran negocio en que se ha convertido la democracia de la que los mexicanos creemos gozar.
La historia del IEEM como tal se remonta a 1998, cuando finalmente viene elevato a nivel constitucional su reconocimiento “como un órgano autónomo y con patrimonio propios para la organización de comicios como una función estatal”.
Un aspecto por demás interesante es que en teoría el IEEM debería ser el perfecto ejemplo de una democracia avanzada, donde cada acción destinada a elegir a los representantes populares es vigilada bajo principios férreos. El Instituto debe ser garante de “certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad”, de acuerdo con la ley.
Sin embargo, me queda claro que tales principios no son realmente importantes y que el IEEM es el ejemplo perfecto de que como dijo alguna vez Carlos Salinas de Gortari “la democracia cuesta”. El presupuesto de este año para el órgano electoral es de ¡665 millones de pesos!
Me pregunto cuántas familias podrían vivir decorosamente con esa cantidad de dinero, especialmente en un país como México, donde ya me contaron que con seis mil pesos al mes los ciudadanos pagan hasta la colegiatura, la mensualidad del auto y quién sabe cuántos lujos más.
Digo, si me pongo a hacer cálculos ociosos, dividiendo el total entre seis mil, llego a la conclusión de que con el dinerito que se embolsa el IEEM, podrían vivir de lujo por un mes 110 mil 833 familias. Eso, claro está, de acuerdo con el flamante Secretario de Hacienda Ernesto Cordero, que seguramente vive como rey con seis mil pesos... ¡pero diarios!
¡Ah!, pero el IEEM no se conforma, porque efectivamente la democracia cuesta mucho y obviamente hay que pagar el precio de todos los sacrificios que comporta un proceso electoral tan importante. Por eso, de acuerdo con el diario Reforma, el instituto “pidió 71 millones de pesos más en recursos, dado que se trata de un año electoral y requieren bonos por las horas extras que prevén trabajar durante los comicios de este año”, o sea, el equivalente una vida mensual de sueño para otras 11 mil 833 familias mexicanas.
Aquí lo importante es entender que las elecciones no son la democracia, como nos han hecho creer por años, sino solamente el inicio de ésta. Y sobre todo, es necesario razonar acerca de los excesos que se cometen en nuestro país en nombre de un espejismo, porque encima de todo, los resultados electorales no son siempre claros y obviamente, después de la elección nadie entiende que empieza la verdadera democracia, que es más bien una manera de vida y no una sola jornada llena de fraudes.
Visto objetivamente, preguntémonos si es verdaderamente necesario que en cada elección estrenemos todo, pero lo que se dice todo. Desde el crayón con el que tachamos la boleta, hasta la mampara donde nos encerramos para respetar al pie de la letra el principio de que el voto es “libre y secreto”. Todo nuevecito, si no, no vale. Obviamente cada objeto utilizado es resultado de una licitación que ha despertado siempre polémicas porque no quedado muy claro el modo en que se asigna.
Un caso clarísimo de la situación es el que menciona el trabajo de Reporte Indigo, referente a la asignación del sistema de comunicación utilizado en el 2009. Según la publicación on line, existe un personaje estrechamente ligado a Enrique Peña, llamado Javier López Corral. El secretario Ejecutivo General del IEEM, quien sería el verdadero mandamás del instituto y habría firmado cheques para una empresa llamada Servitrón, sin mediar una licitación y a través de una adjudicación directa,
La empresa en cuestion habría obtenido en el 2009 cinco millones 214 mil pesos por concepto de compra de un equipo de comunicación que resultó tener muchas fallas. Hay que decir que Servitrón es propiedad de Édgar Fajardo Moreno, hijo de Luis César Fajardo de la Mora, exrepresentante del PRI ante el IEEM. La democracia cuesta, ¿verdad? El problema es que nos cuesta a todos los contribuyentes y tanto dinero termina en las manos de unos cuantos. De los cuates de los cuates.
Por situaciones como esta me pregunto cuánto puede resultar efectiva una campaña contra el abstencionismo, como la anunciada a principios de febrero por el consejero presidente del IEEM, Norberto Hernández Bautista.
De acuerdo con el funcionario electoral, para combatir el abstencionismo “el instituto cuenta con el apoyo de 6 mil jóvenes que difunden la importancia del voto, especialmente en el Valle de México y el Oriente de la entidad, donde se espera que menos personas ejerzan su derecho al sufragio.”
Por una parte, me doy cuenta de que francamente al ciudadano de a pie, al que debe luchar por sobrevivir con mucho menos de seis mil pesos al mes no le interesa mínimamente ir a votar y no pienso que su idea puede cambiar si ven la publicidad electoral en los parabuses o el metro, ni pienso que se tomarán la molestia de leer el tabloide donde el IEEM pretende promover las plataformas de los partidos.
No es por desanimarlos, pero sinceramente son muchos los elementos que el IEEM tiene en contra. Revisando la información reciente, encuentro una interesante nota de Reforma firmada por Enrique Gómez que señala: “en los comicios locales entre 2000 y 2009, la asistencia de los electores cayó 13.6 puntos porcentuales, al pasar de 65.8 a 52.2 por ciento”. Y va más allá cuando afirma que “en el mismo lapso el financiamiento público para organizar las elecciones creció tres cuartas partes, al pasar de 945 millones 430 mil 700 pesos a mil 644 millones 904 mil 100 pesos en 2009.
En resumen: si consideramos que “el gasto del IEEM en los años en que hubo elecciones durante dicho periodo alcanzó los 6 mil millones de pesos, mientras el abstencionismo promedió 50.7 por ciento”, nos damos cuenta de que algo no funciona y que cada vez es menor la credibilidad de la “democracia costosa”.
Por eso me parece simplemente un elemento más para el montaje de una farsa la presencia de tantos priístas en el IEEM. Como si no supiéramos que ganar las elecciones del 2011 no es sino el primer paso para el lanzamiento de Peña hacia Los Pinos y como si tampoco nos diéramos cuenta de que ese paso tiene que ser exitoso cueste lo que cueste. El problema es que en tiempos de crisis económica el sistema insiste en vendernos un producto inútil y los mexiquenses nos vemos casi obligados a comprarlo. Lo peor es que aunque no votemos, de nuestro bolsillo saldrán los recursos para mantener la comedia que hace reir cada vez a menos ciudadanos.
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