Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
24 de junio, 2009
Que quede claro: esta vez su servidora no tenía la mínima intención de retomar el caso de Silvio Berlusconi y sus aventuras galantes. Esto, porque -tal vez ingenuamente- pensé que el caso de la joven Noemí Letizia y su extraña relación con el papi-premier era bastante como para que los italianos no volvieran a votar a favor de Berlusca y/o los candidatos de su partido, el Pueblo de la Libertad.
Eso, por una parte, y por la otra porque además estaba convencida de que no era posible que el gobernante del país de la bota cayera más bajo y se le descubrieran historias peores. De nuevo a pecar de inocente. A la historia de Berlusconi y sus chicas menores de edad, se une un capítulo todavía más escabroso.
Patrizia D'Addario es una escort -una prostituta de lujo- que fue contratada por el empresario Giampalo Tarantini para que acudiera a varias fiestas que se efectuaron durante el 2008 en el Palacio Grazioli, la residencia romana de Berlusconi, y en Villa Certosa, la mansión propiedad del premier que se ubica en Cerdeña.
Hace unos días, D'Addario declaró ante un fiscal de la ciudad sureña de Bari, que en noviembre de 2008 habría pasado la noche con Berlusconi y habría mantenido relaciones sexuales con éste, justo la noche de la elección de Barak Obama como presidente de los Estados Unidos.
La escort lo habría hecho para que el premier le ayudara a agilizar los trámites para construir una residencia, pero al no ver cumplidas las promesas de Berlusconi decidió "vengarse", depositando ante la fiscalía de Bari las fotos y grabaciones hechas en casa del primer ministro la noche de su encuentro.
Y los relatos de la acompañante son decididamente desconcertantes. A la publicación británica Sunday Times ha relatado que durante la primera cena en la que participó en octubre de 2008, su primer pensamiento al entrar en la estancia de la residencia del premier fue “¡pero si esto es un harem!” porque frente a ella encontró alrededor de 20 jóvenes mujeres.
La D'Addario en su relato da a conocer que al ver al premier quedó particularmente sorprendida por la cantidad de maquillaje que éste llevaba encima. “lo hacía verse color naranja y cuando se reía se veían todas sus arrugas”. En ese primer encuentro la prostituta vio cómo Berlusconi se levantó de la mesa y regresó con dijes, pulseras, anillos y collares, casi todos en forma de mariposa que regaló a todas las presentes.
D'Addario bailó pegadita con Berlusconi esa noche, frente a todos. En ese encuentro solamente le fueron pagados mil euros porque no pasó la noche en el Palacio Grazioli, En cambio, la segunda vez, en noviembre, por dos mil euros, pasó la noche con el gobernante y aprovechó la situación para registrar la voz de éste y fotografiar la casa donde estuvo hospedada.
En realidad, la escort es solamente una más de un giro de prostitución -en que posiblemente también haya asuntos de drogas- que se ha creado en torno a Berlusconi. De acuerdo con la información que han publicado diarios como La Repubblica y Corriere della Sera y que por ahora investiga la fiscalía de Bari, habría un número importante de chicas -incluso algunas de ellas provenientes de países de Europa del Este- que serían pagadas para participar en las fiestas de Berlusca.
En este momento, en que la residencia del gobernante italiano ha sido utilizada practicamente como un prostíbulo, la imagen del país de la bota ante el resto del mundo no puede ser peor. Y pensar que en pocos meses Italia será sede de una nuova cumbre del G8, preocupa porque los ojos del mundo estarán dirigidos hacia este lugar,
El colmo para un gobierno de derecha es que la mismísima Iglesia católica le pida explicaciones, A través del semanario católico Famiglia Cristiana, la institución señala que “ha sido superado el límite de la decencia” y afirma que es "indefendible" il comportamento de Berlusconi.
“La Iglesia italiana no puede ignorar la emergencia moral frente al escándalo escort y no se puede hacer como si no estuviera sucediendo nada”.
Lo peor ha sido la actitud de los noticiaros de televisión. Por una parte, Augusto Minzolini, director del Telegiornale del canal de Estado Rai 1, ha dedicado un espacio mínimo a los hechos, justificándose diciendo que “en esta historia de alusiones no hay todavía una noticia”, no obstante que haya pruebas y testimonios. Se trata del mismo periodista que hace 15 años declaraba que “un político es un hombre público en cada momento de la jornada y que debe comportarse y hablar como tal”. Pero ahora trabaja para el régimen, no le puede fallar a su jefe y ponerlo en ridículo ante millones de televidentes.
De la red Mediaset no se podía esperar menos. Es la televisora propiedad de Berlusconi y claramente tiene intereses por defender.
Lo increíble es que hasta el medio de comunicación que más libertad debería ofrecer a los ciudadanos ha sido censurado. En Internet, el reportaje que narraba la historia de Berlusconi y mostraba las fotografías de Villa Certosa, que había sido puesto en onda por la televisión española La Cuatro, fue suspendido por YouTube bajo el argumento de que “viola las normas de la comunidad”, además de que Facebook censuraba igualmente a quienes intentaran mostrar ese video.
La comunidad italiana en la red ha solicitado la difusión del citado video, partiendo de la hipótesis que se trata de un noticiario nacional, y por lo mismo, no puede ser cubierto por el copyright, ya que forma parte del derecho constitucional a la información. Los internautas están además manifestando su temor de que Italia en materia de información viva la misma situación de censura que sufren países como China o Irán.
Personalmente, considero que lo más inquietante de esta historia es leer la respuesta de Silvio Berlusconi. En el semanario Chi, obviamente de su propiedad, el premier afirma que “detrás del caso de Bari hay alguien que ha dado una orden precisa y bien retribuita a la señora D'Addario”.
La preocupación de Berlusca -el político más sexista, de acuerdo con la prensa inglesa- es aclarar que nunca le ha pagado a una mujer porque “nunca ha entendido qué satisfacción pueda existir si no hay el placer de la conquista”. Es decir, su problema no es ser un jefe de Gobierno que organiza ridículas fiestas rodeado de jovencitas y de prostitutas. Eso no importa. Lo que le interesa es que no vayan a pensar que paga por el placer. Y por supuesto ha dicho claramente que no tiene nada por qué disculparse, y en cambio “son muchos los editores y directores de los principales diarios que deben avergonzarse y deben disculparse ”.
Inquietante. Vergonzoso. Para resumir toda esta triste historia, me queda solamente citar al premio Nobel de Literatura 1998, José Saramago, quien en su momento señaló que “Italia ya no es más el país que emociona. Pero sorprende, y no precisamente por las mejores razones. Ni Italia ni aquellos que aman este país se merecen el espectáculo político de fascinación enfermiza por Berlusconi”, Qué pena. La historia, como siempre, juzgará.
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