Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
08 de julio, 2009
Mientras escribo estas líneas, veo los resultados de las elecciones del pasado cinco de julio y observo con no poca sorpresa que los mexicanos, -al menos poco más del 40 por ciento de aquellos en edad de votar- han decidido dar un extraño paso atrás y regresar a los tiempos en que el PRI se llevaba el carro completo.
Confieso que estoy todavía tratando de analizar la situación, buscando comprenderla e intentando darle la explicación más coherente posible.
Revisando el sitio oficial del PRI, encuentro atractivo su nuevo eslogan: “El PRI de hoy. Experiencia probada. Nueva actitud.” Así fue como se propuso el partido a la población. Y utilizó además el discurso que la población quiere escuchar.
La experiencia probada del PRI venció ante los nueve años de gobierno federal panista. Lo malo del asunto es que al parecer los votantes decidieron olvidar en qué manera ha sido probada esa experiencia del tricolor y cuán lamentables han sido muchos de los episodios en que el partidazo fue generador de un sistema de injusticia social que hasta ahora los mexicanos estamos pagando.
La fórmula usada por el tricolor durante estas elecciones es sencilla: alguien con experiencia que ofrece a los ciudadanos “una nueva defensa del empleo” y que dará al elector y a su familia lo que en los últimos meses le ha faltado: seguridad, con todo lo que el concepto implica.
En realidad, asociando las palabras “familia y seguridad” los priístas en campaña unieron los conceptos clave para vender a la población la esperanza que necesita en este momento.
Los electores, más que un sí incondicional al retorno del PRI, dieron un rotundo no a la continuidad del PAN.
En estas elecciones intermedias vale decir que la legitimidad todavía tendría que cuestionarse, dado que no se puede hablar de una gran demostración de la voluntad popular ante el porcentaje de participación, que no llegó siquiera al 50 por ciento.
Sin embargo, los participantes decidieron y los resultados están ahí, como una fuerte bofetada para los panistas, una sacudida para los perredistas y una enorme esperanza para los priístas que festejan eufóricos su mayoría en el Congreso Federal y sus victorias en los diferentes estados donde se efectuaron elecciones locales.
Pero la algarabía tricolor va más allá. Hay quienes ya están echando las campanas al vuelo y ven en el triunfo de los bonitos un ensayo general de lo que podría ocurrir en el 2012 y piensan que Enrique Peña Nieto, de la mano de su Gaviota podría entrar a Los Pinos para recomenzar los tiempos de bonanza del partidazo.
Y con todo respeto para los -sobre todo las- simpatizantes del copetudo gobernador. Ojalá que esto no ocurra.
Porque una cosa es el equilibrio de fuerzas políticas que se puede generar ahora con un Congreso que verdaderamente sirva de oposición a las decisiones a veces descabelladas de Felipe Calderón, y otra muy diferente es regresar a la época en que el PRI gobernaba solito, en que los tricolores eran dueños y señores de vidas y haciendas y que si bien representó 70 años de aparente paz social, trajo también pocas posibilidades de desarrollo para el país y muchos beneficios para unos cuantos.
Eso, sin tomar en cuenta la posibilidad de que Peña Nieto no sea otra cosa que un títere de Carlos Salinas de Gortari, información que se maneja fuerte y quedito y que debería poner a reflexionar a más de uno.
Obviamente no estoy diciendo nada nuevo. Simplemente estoy tratando de advertir a tiempo que llevar al poder a un joven con una meteórica y extraña carrera política no es precisamente la mejor decisión que los mexicanos pueden tomar.
Y sin embargo, todo parece indicar que para allá vamos los mexicanos. Los hoy triunfadores priístas le están apostando a la linda cara de un gobernador y sin duda, para un pueblo poco educado y hambriento de novedad, no se ve para nada lejana la posibilidad de que la apuesta de los tricolores sea la ganadora.
Por el momento, a tres años de las elecciones presidenciales, seguramente las fuerzas políticas mexicanas seguirán preparando sus estrategias. Sin duda alguna el PRI aprovechará la oportunidad para mostrar todas las debilidades de la inexperiencia de Calderón, y con sus colmilludos diputados logrará mover de nuevo los hilos de la política nacional.
El PAN la va a ver difícil, sobre todo porque sus militantes en el gobierno -empezando por Calderón- no se ayudan mucho y demuestran que el poder les queda grande y no saben ni qué hacer con él.
Los perredistas, en tanto, al ver que sus propuestas no tienen pies ni cabeza, que carecen de figuras y que se pierden en puras buenas intenciones, probablemente despertarán y entenderán que ser oposición no quiere decir estar invariablemente en contra de todo. A lo mejor así empiezan a ganar adeptos.
Total, que todos los políticos se van a poner a trabajar porque el tiempo apremia y hay que buscar la grande, especialmente porque en los últimos tiempos los mexicanos le apostamos mucho al futurismo.
Pero mientras, en el triste presente, la inseguridad, el desempleo, la pobreza y todo lo que implica injusticia social seguirán gobernando en México, mientras los directamente responsables estarán más bien preocupados por no perder el hueso o buscar uno más grande.
Esperemos que el diálogo y la cooperación que el presidente Calderón ha prometido que existirán entre él y el Poder Legislativo no se reduzca a puros arreglos por debajo de la mesa que solamente beneficien a unos cuantos y no solucionen la difícil situación de nuestro sufrido país. Veremos.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario