jueves, 2 de julio de 2009

La influenza que nos hizo famosos...

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
05 de mayo, 2009

Después de días intensos y confusos, la epidemia de influenza A en México parece que se ha estabilizado. Este hecho resulta tranquilizante, especialmente porque estando a miles de kilómetros de distancia la inquietud y la preocupación son inevitables.

Y es que en estos días nuestro país ha sido el centro de la atención mediática como nunca antes en la historia. Las primeras páginas de todos los diarios y los espacios mayores en los medios electrónicos del mundo fueron ocupados por la epidemia provocada por el virus H1N1, la amenaza terrible que no solamente señaló nuestro país como centro de la atención y de la tensión del planeta, sino que fue el primer caso seguido en tiempo real por la Organización Mundial de la Salud.

Hasta el momento, para quien esto escribe no ha sido posible comprender cuán benéfico es tener la posibilidad de alertar a la población acerca de un peligro potencial, especialmente porque fue necesario soportar en algunos casos la ignorancia y la paranoia de algunas personas que imaginaban que el haber estado en contacto superficial con una persona de mi familia apenas llegada de tierra mexicana, implicaría un grave riesgo sanitario.

Porque a fin de cuentas, el exceso de datos emitidos por los medios de comunicación provocó un efecto contrario. La información se transformó en desinformación y hasta el momento lo que se sabe acerca de la situación que se vive en México resulta confuso y contradictorio.

Ni qué decir de lo que al respecto ha sido publicado en Internet. Teorías y especulaciones al por mayor que han llenado la red, que han circulado despiadadamente y que han contribuido más que a aclarar las ideas, a formar un imaginario colectivo que en nada ayuda y que en algunos momentos parece más bien una novela de ciencia ficción.

Por increíble que parezca, el brote de influenza tipo A en México ha causado una tremenda paranoia no solamente en el plano sanitario. Ha trascendido los límites de los hospitales y ha permitido la especulación extrema que ha llevado a hacer circular versiones increíbles, explicaciones y acusaciones inverosímiles.

La política y la economía son los aspectos más serios que han sido tocados por la delicada situación. Era lógico que sucediera. Sin embargo, he leído con sorpresa algunas de las conclusiones difundidas a través de Internet. Y no puedo ignorarlas, a pesar de no compartirlas.

Se ha tratado de ligar la reunión de los países más industrializados del mundo, efectuada a principios de abril, con la visita a México del presidente de los Estados Unidos, Barak Obama y un “sorpresivo” anuncio que mantuvo a México y al mundo en alerta por la difusión del virus de la influenza A.

De acuerdo con la hipótesis difundida, los gobernantes de los países más poderosos del planeta, habrían llegado a la conclusión de que la economía mundial necesita un cambio, y que el Fondo Monetario Internacional destinaría 500 mil millones de dólares para ayudar a las economías emergentes.

Siempre según estos brillantes analistas, desde hace más de dos años la industria farmacéutica a nivel mundial tendría problemas financieros por la baja en la venta de medicamentos.
A decir de estos fantasiosos alarmistas, la única manera de reactivar la economía, además de la guerra, es la creación de enfermedades.

En este caso, México sería un “perfecto trampolín” para lanzar la enfermedad, porque de ahí serían contagiados los turistas de diversas partes del planeta.
Además, los medios de comunicación se ocuparían de la influenza y no de la crisis financiera, lo que representaría un beneficio para los malosos banqueros y para las bolsas del mundo. La brillante -y anónima- disertación, menciona también que el citado fondo del FMI serviría para cubrir las pérdidas que la epidemia generaría en la economía mexicana, y pone en duda los contagios y las defunciones. En realidad compara lo ocurrido con las tomadas de pelo del estilo del chupacabras, los ovnis o la leche contaminada.
En realidad todo parece indicar que se trata de iniciar una guerra de desinformación que no puede tener un ganador.

También la actriz Ofelia Medina lanzó sus conclusiones que circulan en la red. Para ella, luego de la alerta epidemiológica, “muchos negocios de la ciudad... han sufrido terribles bajas, menos las farmacias que han aumentado sus ventas entre un 300 a 500 por ciento”.

Con preguntas como “¿quién(es) se beneficia(n) de todo esto?, ¿Con quiénes del -¿gobierno?- se "entienden" las compañías farmacoquímicas? ¿Quién tiene la concesión y distribuye los tapabocas?” la actriz pone en duda la veracidad del hecho y más aún, nuevamente a modo de pregunta señala: “¿Es ésta increíble situación que estamos viviendo (en la que... fuimos echados de parques, por uniformados que nos pedían irnos a nuestras casas) un ensayo de la suspensión de nuestras “Garantías Individuales”? ¿Es el decreto presidencial... un intento torpe de justificar acciones violatorias de nuestras garantías?

Desde el país de la bota solamente me queda decir que me siento más desinformada que nunca y que no alcanzo a comprender dónde termina el problema sanitario y dónde comienza el oportunismo político.

Leo con tristeza que la epidemia de inflienza A H1N1 causará dn México una pérdida de entre el 0.3 y el 0.5 por ciento del Producto Interno Bruto. Se trata de un golpe terrible, que se sentirá por partida doble en un momento de recesión mundial.

Me pregunto si es posible para un país como el nuestro, lleno de por sí de graves problemas, sufrir más de la cuenta y si existe una o más mentes maquiavélicas capaces de provocar un problema tan terrible a más de cien millones de mexicanos que de plano ya no ven lo duro sino lo tupido.

Por lo pronto, la epidemia, que al parecer es menos grave de lo que se temía, registra de acuerdo con las cifras de la OMS en todo el planeta mil 490 personas contagiadas y treinta personas fallecidas.

En tanto, Barak Obama ha garantizado el apoyo para México, señalando que “los buenos vecinos trabajan juntos”. No obstante la esperanza que el nuevo presidente estadounidense representa para muchos, habría que estar atentos a que la presencia de nuestros vecinos no sea excesiva y los mexicanos no terminemos oficializando nuestra sumisión, a modo de agradecimiento por la ayuda recibida.

En este momento es necesario esperar y no permitir que el pánico y las especulaciones absurdas se apoderen de nosotros. Mantener la calma y la objetividad no es fácil, pero francamente, es lo único que queda por hacer ante una situación que nos obliga una vez más a hacer hasta lo imposible por recomenzar. ¿Será que después de tantos golpes los mexicanos ya estamos acostumbrados precisamente a eso, a empezar de nuevo?

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