miércoles, 16 de diciembre de 2009

Soy bello y buen muchacho... ¿por qué me rompieron la cara?

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
15 de diciembre, 2009

Cierro este año dedicando mi espacio semanal a los hechos ocurridos en la Plaza del Domo de Milán el domingo 13 de diciembre. Las imágenes de Silvio Berlusconi con el rostro ensangrentado han dado la vuelta al mundo y obviamente, después de haber nombrado contínuamente al protagonista en muchas ocasiones durante este 2009, sería simplemente ilógico no hablar de lo que le ocurrió hace unos días.
El presidente del consejo de ministros de Italia fue agredido al término de una manifestación. Un hombre de 42 años le lanzó a bocajarro una reproducción metálica de la catedral de Milán, lo que ocasionó al político una pérdida copiosa de sangre, una lesión lacero-contusa interna y externa en el labio superior, así como daños en los dientes y una fractura en el tabique nasal.
Cuando me enteré de lo ocurrido, lo único que pude pensar fue que sencillamente se trataba de una situación casi anunciada. Porque la conseja popular no se equivoca y lo que se siembra, se cosecha.
Que quede claro que estas líneas no pretenden ser una apología de la violencia, porque no es agradable para nadie ver en practicamente todos los diarios del planeta las imágenes del primer ministro italiano en circunstancias tan penosas.
Pero tampoco se trata de ser hipócritas y decir que lo ocurrido es consecuencia de una “campaña de odio” (gratuito) contra el premier. No es coherente contribuir a que la figura de Berlusca se erija como la del nuevo mártir o como una pobre víctima de la intolerancia.
Porque el señor no es una blanca paloma y con todo respeto, se ha ganado a pulso la agresión.
Silvio Berlusconi, de acuerdo con la información que han dado a conocer sus incondicionales, se pregunta el motivo por el que un ciudadano -débil mental, de acuerdo con los reportes de las autoridades- decidió agredirlo.
Y la verdad es casi circunstancial que haya sido Massimo Tartaglia, un hombre de 42 años, residente en Milán quien se atrevió a -literalmente- romperle la cara al Premier.
Como lo hizo él, lo pudo haber hecho cualquiera de los miles de personas que pocos minutos después de los hechos se pronunciaron a favor del agresor en Facebook.
O cualquiera que simplemente esté harto de escuchar las mentiras, burlas y discursos de bajo nivel a los que Berlusconi nos tiene acostumbrados.
No es una cuestión de ser víctimas o aficionados a la famosa “campaña de odio”. Se trata de que digan lo que digan los defensores incondicionales del premier, más de una persona ha deseado verdaderamente que éste desaparezca de la escena política.
Obviamente agredirlo físicamente es un gesto extremo, pero en el fondo, lo ocurrido no es sino una reacción a todas las veces que Sivio Berlusconi le ha roto la cara al pueblo italiano.
Entendámonos bien: las aventurillas sexuales del premier, que incluyen presuntas relaciones con menores de edad y con prostitutas, son solamente una pequeña e insignificante parte de la poco honorable actuación del millonario que tiene en sus manos el destino de los italianos.
Los escándalos sexuales en que se ha visto involucrado no son nada y a decir verdad en un caso extremo hasta podrían pasarse por alto si Berlusconi fuera al menos el hombre justo y el gobernante decente que dice ser.
Pero si consideramos que encima de todo el premier está involucrado en algunos procesos penales, entonces no queda más que pensar que para más de uno resulta sencillamente desagradable que Berlusca siga en el poder.
Recordemos que hace tres meses, precisamente el 7 de octubre pasado la Corte Constitucional italiana declaró ilegítimo el llamado Laudo Alfano, que habría suspendido todos los procesos penales en que pudieran estar involucrados los titulares de los cuatro cargos más altos del Estado: presidente de la República, presidente del Senado, presidente de la Cámara de diputados y presidente del Consejo de Ministros.
Desde entonces Berlusconi no ha parado de atacar a los magistrados simple y sencillamente porque su historial no es lo que se dice limpio y no pudo utilizar la ley a su favor para evitar ser procesado. Basta citar el llamado proceso Mills, que podría significar una sentencia de hasta seis años de prisión en primera instancia contra el premier y que sostiene que éste, en 1997 habría enviado 600 mil dólares al abogado inglés David Mills como recompensa porque éste último no reveló, siendo testigo de dos procesos, la información relativa a sociedades extranjeras que serían la tesorería oculta del grupo Fininvest, propiedad del premier italiano.
Precisamente pocos minutos antes de ser agredido, Berlusca habló mal una vez más del sistema de Justicia italiano que para nada lo favorece. En la Plaza del Domo milanés, dijo que “los magistrados del Tribunal Constitucional se conducen bajo criterios políticos, no legales.”
Y como siempre, usando su particular tono burlón agregó: “me describen como un monstruo, pero no creo serlo, porque soy bello y porque soy lo que se dice un buen muchacho.”
Pocos días antes, en Alemania, había declarado que “la gente lo apoya porque es un superministro con huevos.”
Pero se ve que -algunos- italianos no están muy dispuestos a soportar más al buen muchacho Berlusconi, especialmente cuando continúan a ser bombardeados por insolentes declaraciones, constantes mentiras y en ocasiones hasta ofensas.
Se nota que algo está fallando y no solamente en lo referente al aparato de seguridad del premier. Algo no está funcionando en el sistema italiano mismo, que mantiene en el poder una figura cuya credibilidad y aprobación han definitivamente caído.
No vale la pena rasgarse las vestiduras como los simpatizantes del premier, que ahora se sienten ofendidos porque el centroizquierdista Antonio Di Pietro, del partido Italia de los Valores, y ex fiscal en casos de corrupción, dijo abiertamente que Berlusconi, con su comportamiento, “instiga a la violencia.”
¿Por qué en lugar de escandalizarse no tratan de ser objetivos y entender de una vez por todas que una sola persona no puede ser al mismo tiempo el segundo hombre más rico de Italia, el dueño de la televisión privada más importante del país, de la casa editorial, del equipo de futbol, presidente del consejo de ministros, líder del partido en el poder, etc. etc. etc.?
Berlusconi es lo más cercano al rey Sol que tenemos en pleno siglo XXI. Afortunadamente las monarquías absolutas no funcionan y al parecer la oposición italiana e incluso algunos de los aliados del premier comienzan a comprenderlo.
Esperemos solamente que el desagradable episodio ocurrido en Milán no sirva como pretexto para olvidar los motivos que propiciaron la situación. Es efectivamente impresionante ver a un hombre de 73 años, al líder de un país tan importante como Italia en tan deprimentes condiciones.
Pero lo importante es no perder de vista el papel que este hombre ha tenido en los últimos años en el país de la bota.
Y también es necesario que los gobernantes que como él se equivocan en su modo de actuar, tengan bien presente que no es adecuado rebasar los límites de lo que un pueblo es capaz de tolerar... Te lo digo Juan, para que lo entiendas, Pedro.
¡Felices fiestas!

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Los medios que intoxican...

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
08 de diciembre, 2009

Finalmente estamos terminando el 2009. Mirando hacia atrás, me doy cuenta que realmente no ha sido un año fácil y que más allá de las palabras, los hechos hablan de que los ciudadanos comunes y corrientes hemos soportado día tras día el peso excesivo de una crisis que para los políticos ya está terminando pero para nosotros y nuestros bolsillos francamente parece que no tiene para cuando acabar.
Eso queda claro: el final del túnel lo ven solamente los políticos de todo el mundo, claro está, siempre con esa enorme capacidad qie tienen de mirar al futuro.
Será simplemente porque ellos están más que protegidos y no tienen ninguna necesidad de preocuparse por las pequeñas cosas que son parte de la vida cotidiana de la gente normal.
Leyendo los diarios y escuchando las noticias, no me sorprende que para cerrar el año, tanto en México como en Italia los medios de comunicación insistan en tratar trivialidades y reproducir cualquier tontería que sale de la boca de nuestros queridos representantes populares o que se le ocurre hacer a nuestras super estrellas, la very important people.
Tampoco me causa estupor ver que la radio, la televisión, los diarios y las revistas desperdician la invaluable posibilidad de comunicar y de formar opinión tratando temas tan interesantes como las aventuras del golfista Tiger Woods, la invaluable obra de caridad de Lucero y su nuevo look o el posible matrimonio de La Gaviota con el gobernador mexiquense.
Eso, aparte de la ahora infaltable nota roja, que hasta hace algunos años parecía reservada a las publicaciones especializadas y a algunas transmisiones específicas que se ocupaban de alimentar el morbo de una parte de la población.
Hoy las historias macabras son el pan de cada día y la crudeza y la crueldad de los casos alcanzan niveles casi demenciales. Y no exagero.
Digamos que la experiencia reporteril de quien esto escribe no falla. En diciembre, mientras más se acercan las fiestas de fin de año, aumenta la capacidad de los medios de reproducir todas las notas sin importancia habidas y por haber.
Lo mismo se explota nuestro espíritu navideño que se habla de trivialidades sin importar que muchas veces es precisamente en los ultimos días del año que se deciden asuntos tan importantes como el presupuesto gubernamental, del que se habla apenas, como si fuera un misterio indescifrable al que tienen acceso unos cuantos, en lugar de tratarse de un asunto que incumbe a todos y que debería ser explicado con puntos y comas.
El caso es que los medios de comunicación cada fin de año -con más frecuencia que de costumbre- demuestran su carencia de contenidos inteligentes, y nosotros, los receptores de sus mensajes caemos irremediablemente en la trampa del conformismo.
No solamente no exigimos, sino que además aceptamos lo que nos dan y seguimos leyendo, viendo, escuchando lo que nos viene propuesto.
Por primera vez en mi vida estoy de acuerdo con el papa Benedicto XVI, quien en un mensaje reciente señaló que “cada día en los diarios, la televisión y la radio el mal es contado, repetido y amplificado, acostumbrándonos a las cosas más horribles, haciéndonos más insensibles y de, alguna manera, intoxicándonos, porque lo negativo no es totalmente eliminado y día a día se va acumulando. El corazón se endurece y los pensamientos se ensombrecen ".
Es cierto que estas frases hayan sido pronunciadas precisamente por el líder de la institución que a lo largo de la historia ha manipulado más la información, ha sembrado el miedo y ha ocultado verdades a su conveniencia, pero a pesar de todo, esta vez el pontífice no solamente tiene razón, sino que ha puesto el dedo en la llaga.
Los medios se han vuelto tóxicos. El exceso de información negativa -entendida la negatividad como la difusión de contenidos poco estimulantes para nuestra capacidad de razonar- sencillamente nos está dañando porque nos satura y no nos permite analizar.
No es que los medios hayan sido alguna vez la panacéa, ni que su papel haya sido el de buenos samaritanos.
Reconozcamos que, por ejemplo, en un sistema como el de México, los medios han sido esenciales porque durante muchos años fue necesario a través de ellos mantener la dictadura de partido y tiempo después, siempre con los medios, hubo que convencer a los mexicanos de los múltiples beneficios del cambio democrático.
También en Italia era importante fomentar normas de comportamiento a tono con las condiciones de un país que tenía que ser por necesidad profundamente cristiano. Entonces los medios dictaban las pautas de comportamiento.
Ahora en el país de la bota se precisa de los medios para sostener un gobierno que parece estar transformándose en una extrañísima especie de monarquía, dictadura o régimen.
Pero sea como sea, la basura mediática existe, persiste, nos invade y no podemos -probablemente estamos tan acostumbrados que ni siquiera queremos- hacer nada contra ella. Es parte del sistema mismo.
Es cierto lo que dice el líder católico: "los medios de comunicación tienden a hacernos sentir cada vez más como espectadores, como si el mal afectase solamente a los otros y ciertas cosas jamás nos pudiesen ocurrir a nosotros. Por el contrario, todos somos actores en el bien y en el mal y nuestro comportamiento tiene un influjo sobre los demás”.
Efectivamente, los medios nos hacen pasivos, receptores incapaces de actuar, de decidir, de hacer cambiar la situación. Posiblemente somos víctimas pero también queda claro que no tenemos la intención de protestar o buscar una mejoría.
Posiblemente lo conveniente sería que, así como los medios declaran una especie de tregua en la que nos llenan de más basura de la habitual, nosotros, como consumidores declararamos una huelga personal y por un buen tiempo dejáramos la tele y la radio apagados, y de paso nos olvidáramos de leer diarios y revistas.
Sería quizá un óptimo regalo de fin de año para nuestra mente, que sin duda -especialmente después de un extenuante y crítico 2009- necesita una seria desintoxicación.

jueves, 26 de noviembre de 2009

La Robin Hood alemana

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
25 de noviembre, 2009

Para escribir el artículo de esta semana, deseo retomar una historia bizarra ocurrida en Alemania, que ha sido relatada en publicaciones de todo el mundo. Se trata del caso de la directora de la sucursal del banco VR Bank en la ciudad de Bornheim.
La mujer de 62 años, que en la crónica aparece como Erika B. ha cometido el grave delito de robar a los ricos para darle a los pobres.
Sí, tal como lo leen, se trata de una versión femenina y moderna de Robin Hood, que francamente en estos tiempos se antoja como un relato de ciencia ficción.
Resulta que la señora sentía una inusual piedad hacia los clientes que con fuertes necesidades económicas se acercaban al banco para solicitar créditos o simplemente para pedir que se les permitiera manejar su cuenta “en números rojos”, es decir, utilizando más dinero del que realmente tenían a disposición para cubrir sus carencias económicas.
Erika decidió entonces dar a esos clientes -que obviamente no contaban con referencias ni garantías- una mayor posibilidad de acción financiera y les concedió, utilizando su proprio criterio, por pura piedad y solidaridad humana, créditos desproporcionados a su capacidad de pago, como una forma de ayudarlos a salir de su precaria situación.
Para ello, tomó el dinero de las cuentas de los clientes ricos. Así, la Robin Hood alemana pudo ayudar a los clientes pobres por una cantidad total de 7.6 millones de euros. Y aunque obviamente cuando los pobres restituían el dinero éste era regularmente devuelto a las cuentas de los ricos, al menos un millón de euros se perdió para siempre, porque no faltó quien se pasara de listo y decidiera no regresar el préstamo que indebidamente Erika le había concedido.
Sin embargo, Erika B. fue descubierta, obviamente la despidieron del banco y ahora vive con una pensión de menos de mil euros mensuales y tuvo que vender todas sus posesiones para restituir el dinero que por su culpa se perdió.
Al parecer la mujer sufre una extraña síndrome llamada Helfersyndrom, que se manifiesta con una necesidad casi patológica de ayudar al prójimo a cualquier costo. De hecho, fue ése el argumento de su abogado defensor para justificar las acciones de su cliente.
Lo que realmente desconcierta es que realmente la señora Hood no sacó ningún provecho de las circunstancias y de todo el dinero que pasó frente a ella no tomó un solo centavo para su beneficio personal.
La verdad es que se trata de un caso que deja pensando seriamente. Mi primer impulso es el de hacer referencia a un refrán conocidísimo: ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón.
Porque con todo respeto para los señores banqueros, su sistema de administrar y prestar dinero -que por cierto en su forma moderna nació precisamente en Génova, Italia en 1406- es una de las formas más crueles de fomentar la desigualdad.
Son las leyes económicas y no pienso caer en el juego de protestar por lo que no tiene remedio. Sin embargo, es cierto que es precisamente la banca la institución que más influye, afecta, domina y controla nuestra vida cotidiana.
Me parece que de cualquier manera, el caso de Erika B. es uno de esos en que a pesar de todo, la declarada culpable sencillamente no tendría por qué pagar ni ser condenada. Simplemente porque se trata de una persona que se atrevió a luchar como mejor pudo contra un sistema en que los banqueros son siempre los más beneficiados.
Pensemos solamente que en caso de problemas, como ha sucedido ya durante la tan mencionada crisis, los banqueros saben que el gobierno siempre podrá salvarles con dinero del pueblo.
Lo peor es saber que en caso de emergencia, hasta quienes no pueden acceder a los servicios de la banca terminan pagando por la salvación de quienes les han negado créditos y beneficios.
Que los banqueros son privilegiados, no es una novedad. Basta ejemplificar con algunas cifras.
De acuerdo con información que he encontrado en Internet, para enero de este año, México tenía las tasas de interés en tarjetas de crédito más altas en América Latina, de hasta el 32 y 66% anual.
Y lo peor es saber que los bancos tratan de justificar ese robo descarado culpando a los clientes morosos y a la falta de seguridad jurídica para recuperar las garantías.
Ya lo dijo el empresario Carlos Slim en diciembre de 2008, “Los clientes de la banca están entrampados, no hay competencia para cambiar de banco y las altas tasas de interés crean graves problemas a las personas y peores a las instituciones que otorgar los créditos”
Digamos que en todo el mundo occidental el problema son los bancos, los banqueros y todos los gobiernos consentidores y solapadores que no hacen otra cosa que ceder incondicionalmente ante los intereses de los grandes capitales.
No es en vano pensar que el origen de la crisis global está en parte en “las numerosas quiebras financieras, nacionalizaciones bancarias, constantes intervenciones de los Bancos centrales de las principales economías desarrolladas, profundos descensos en las cotizaciones bursátiles y un deterioro de la economía global real, que ha supuesto la entrada en recesión de algunas de las economías más industrializadas”, de acuerdo con información que en la enciclopedia on line Wikipedia está al alcance de todos.
Hoy en día, por citar solo un problema que tiene que ver con los bancos, sabemos bien que acceder a un crédito para la pequeña y mediana empresa es una misión imposible y que en muchos países se están cerrando muchos lugares de trabajo por falta de liquidez, con las terribles consecuencias sociales y económicas que esto implica.
Sabemos también que en nuestra realidad cotidiana, somos las primeras víctimas de los banqueros y sin duda, nuestro bolsillo lo resiente y en muchos casos, está en juego también nuestra estabilidad emocional.
Obviamente no soy economista. Claramente hablo como ciudadana de a pie y de cualquier manera, me siento en grado de decir que francamente la señora Erika B. y su síndrome no me parece un caso que deba ser castigado.
La verdad es que lamento solamente que haya sido descubierta y que hoy se encuentre en una seria dificultad. Lo digo sinceramente. ¿Y usted cómo la ve?

miércoles, 18 de noviembre de 2009

¿Cuál Revolución?

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
18 de noviembre, 2009

Escribo estas líneas después de leer un artículo publicado por el diario español El País, en su versión on line. Mientras buscaba material para fundamentar el tema de la semana, encontré “¿Ya acabó la Revolución Mexicana?” firmado por Sabino Bastidas Colinas.
Un trabajo digno de lectura y sobre todo, directo y sin tapujos. Las preguntas planteadas por el autor me parecen acertadas y dentro de su crueldad, son exactamente las interrogantes que personalmente he siempre planteado sobre la verdadera eficacia del movimiento hoy casi centenario.
Acerca de la Revolución, Bastidas cuestiona: ¿ …por qué sigue siendo meta, bandera y discurso de partidos y grupos políticos? ¿Por qué subsisten los partidos revolucionarios? ¿Por qué aparecen Ejércitos zapatistas? ¿Por qué existen movimientos revolucionarios? ¿Acabó bien la revolución? ¿Logró su cometido? ¿Lo tenía? ¿Cuál es el saldo?”
No creo que haya en todo México un político, uno solo capaz de responder directamente a tales preguntas. No pienso que un solo gobernante tenga la respuestas para tan válidas inquietudes. A decir verdad estoy convencida que solamente con leerlas más de uno se rasgará las vestiduras.
Hoy, a mis 40 años recién cumplidos, sé aunque me duela reconocerlo que la Revolución ha sido solamente un cuento narrado en los libros de historia.
Entiendo nuestra necesidad colectiva de tener historia y por lo mismo, entiendo que por años los mexicanos nos hemos creído el cuento de que el primer movimiento social del siglo XX fue nuestro y nos dio la posibilidad de una vida mejor.
Pero francamente, cuando pienso en la Revolución me imagino que conocer sus detalles es más bien como leer una novela.
Pienso en Zapata, en Madero, en Villa, y en todos y cada uno de los personajes que desde siempre las generaciones post revolucionarias nos hemos visto obligadas a venerar.
Y así, pensando en nuestros héroes y viendo el México de hoy, creo que la Revolución, después de todos estos años parece no haber servido de nada.
Porque a pesar de la lucha de todos ellos, esa lucha ejemplar que cada 20 de noviembre nos obligan a recordar, los mexicanos no tenemos una nación más justa. Y es que las diferencias sociales que la historia nos refiere existían en 1910 no parecen haber cambiado mucho.
Recordemos que después de la Independencia, durante casi un siglo, nuestro país sufrió guerras internas e invasiones extranjeras. Luego vino la Revolución. El objetivo inicial fue derrocar a un dictador, que por tres décadas dejó a nuestros ancestros en condiciones sociales insoportables.
La polarización de clases antes del movimiento armado era evidente. Se buscaba una salida y el paso a la democracia. “Sufragio efectivo, no reelección”, esa era la consigna.
El objetivo principal era acabar con un gobierno que daba todas las posibilidades y beneficios a unos cuantos que continuaban a acumular riquezas mientras la gran mayoría continuaba sumida en la miseria y en la ignorancia.
La misión original del movimiento armado fue cumplida en poco tiempo. El dictador se fue del país y sin embargo, todavía se vivió un largo período de turbulencia.
El asesinato de Francisco I. Madero, la Decena trágica, el gobierno de Victoriano Huerta, el Constitucionalismo. Todos episodios que forman parte de una lucha que terminó por carecer de una lógica, en la cual quien debía ser el único vencedor, el pueblo mexicano, fue solamente carne de cañón.
Volviendo al artículo de El País, encuentro una cita elocuente. Más que eso: lapidaria. “Dice Peter Calvert, uno de los clásicos del estudio de las revoluciones, que la diferencia entre rebelión y revolución radica en su destino. La diferencia es el triunfo. La revolución gana. La rebelión fracasa.”
Y así, Sabino Bastidas continúa con sus inquietantes preguntas. “¿Por qué hablamos de la revolución mexicana? ¿Quién ganó la revolución mexicana? ¿Los pobres? ¿Los obreros? ¿Los campesinos? ¿Por qué le seguimos llamamos revolución?”
Lo peor es pensar que esa bendita frase, “Sufragio efectivo, no reelección”, a partir de la cual inició todo y que 99 años después seguimos viendo hasta en los documentos oficiales, fue a fin de cuentas una de las grandes burlas de la vida de nuestro país.
Mentira de mentiras, porque durante 70 años en México continuamos reeligiendo un solo partido, precisamente ése que nos prometía que en algún momento la Revolución nos daría la justicia social que hasta la fecha solamente es un sueño inalcanzable.
He crecido en un México en que sus gobernantes han invocado contínuamente los principios de la Revolución como para recordarnos una lucha que si hubiera terminado realmente nos habría dado condiciones de vida mejores, oportunidades de desarrollo, paz social, equidad.
Y mientras he escuchado hablar a quienes dirigen la nación, he visto cómo sistemáticamente las condiciones de desigualdad han crecido.
A pesar de ser la economía mundial número 14, de acuerdo con el volumen del Producto Interno Bruto, en nuestro país conviven realidades tan diversas que en México hay, de acuerdo con la enciclopedia on line Wikipedia “indices de desarrollo humano que pueden ir desde aquéllos de naciones desarrolladas como Alemania hasta situaciones paragonables a las de Burundi”.
Por eso, muy a mi pesar, he dejado de creer en la existencia de la Revolución. La veo como un mito, como una leyenda contada en los libros de texto, en la que los héroes ni siquiera cumplen porque de cualquier manera son derrotados, pues su lucha nunca termina y en realidad no son capaces de alcanzar sus objetivos.
En un México que por ahora se enfrenta a serios problemas que van desde la seguridad hasta la carencia de posibilidades de desarrollo para todos, no me queda más que decir que en todo caso, la Revolución mexicana no ha sido más que un soberano fracaso, y la justificación más grande para que se formara un nuevo grupo que ha tenido y tiene en sus manos la riqueza, el futuro y el destino de millones de personas, que ya merecemos algo mejor.

Para quienes deseen leer el brillante artículo publicado por El País, me permito citar la liga correspondiente:

http://www.elpais.com/articulo/internacional/acabo/revolucion/mexicana/elpepuint/20091117elpepuint_14/Tes

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Patrones a la italiana

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
11 de noviembre, 2009


Esta semana escribo luego de reflexionar largamente acerca del comentario de una persona que vive en México, relativo a la creencia de que Italia, por ser un país que pertenece al (mal) llamado primer mundo está exenta de crisis y de problemas sociales como los que se viven en mi país de origen.
La verdad es que cuando escucho ciertas apreciaciones, no puedo más que callar para no discutir. Es como si de repente todos los sufrimientos, los problemas, los dolores económicos, políticos y sociales se concentraran en México, mientras que todo el bienestar y el desarrollo estuvieran del otro lado del Atlántico, en la vieja e idealizada Europa.
Señores: no todo lo que brilla es oro.
Me permito ahora citar un caso que me toca de cerquita. Me excuso anticipadamente por hablar de mí, pero en este espacio considero necesario exponer una situación que me toca directamente y que tiene al borde de la desesperación al menos a siete mil personas en el territorio italiano.
Antes que nada, explico que dada la situación de carencia de oportunidades laborales que se vive en este país, que no es muy diferente a la realidad mexicana, me he visto obligada a trabajar en un call center, vendiendo al teléfono vino italiano en Inglaterra.
El trabajo de vendedora no es desagradable en sí mismo, digamos que mientras era posible trabajar por comisión era una actividad bien remunerada. Por un trabajo de tres horas y media diarias se podían alcanzar ingresos de hasta mil 500 euros mensuales (alrededor de 27 mil pesos). Obviamente, con un contrato como ese, que entre otras cosas es obligatoriamente a tiempo determinado, quedan excluídas todas las prestaciones que tiene un dependiente. Es decir: nada de incapacidades por enfermedad, cero aguinaldo y de las vacaciones ni hablar.
Nada de sueldo base. Pero por un salario así, se puede perdonar la situación. Lástima que la empresa a partir de enero de 2009, con el pretexto de la crisis económica haya decidido que los contratos por comisión ya no eran convenientes y haya obligado a los colaboradores a firmar contratos por un salario mensual de 580 euros, aunque contando con las prestaciones que antes no tenían. Esto quiere decir que una vez eliminadas las comisiones, se perciben solamente siete euros por hora de trabajo, lo que implica una pérdida considerable en cuanto a ingresos y una vergüenza porque se trata de una retribución francamente ridícula en un país donde no hay dinero que alcance para mantener un nivel de vida al menos digno.
Para quienes se pregunten cómo funciona un call center en Italia, basta decir que se trata de un enorme espacio lleno de computadoras y audífonos. Un lugar cuyas condiciones de higiénicas dejan sinceramente mucho por desear.
Es una enorme sala que a veces, en una palabra, apesta, donde practicamente nadie tiene un lugar fijo asignado. Un lugar donde unos cuantos jovencitos altaneros, nombrados supervisores por algún misterio indescifrable, cumplen su papel de capataces y cada que recuerdan se ponen a gritar a todo pulmón: “¡vaaamos, muchachos!” en un intento inútil por parecer simpáticos y estimular la producción.
Es un sitio lleno de vendedores sin rostro y sin nombre, donde el eventual placer momentáneo del comercio a distancia termina cuando el supervisor inicia la prédica: “¡Hemos vendido muy poco! ¡La empresa requiere dinero!”
Lo malo es que la compañía insiste en obligar a los empleados a llamar a las mismas personas que una semana antes ya dijeron que no quieren comprar o simplemente no desean ser molestadas. El call center italiano promedio es simplemente un moderno centro de esclavitud. Y no exagero.
Pero es la nueva realidad en el país. Es trabajo precario que no ofrece un futuro cierto a los miles de jóvenes, amas de casa y hombres en edad productiva que se ven orillados a tomar ese empleo porque en el mercado laboral del país no hay una oferta alentadora.
Dentro del universo de los trabajos a tiempo determinado, que en nuestros días son prácticamente la única opción en Italia, el call center es una de las posibilidades menos terribles, pero es, de cualquier manera, un trabajo monótono, que exige concentración y nervios de acero, a cambio de cero posibilidades de realización personal, salario bajo y ninguna prestación.
La empresa llamada Phonemedia, tiene en Italia 13 call centers, y cuenta con alrededor de 7 mil empleados en todo el territorio italiano. No obstante se trate de una compañía más bien importante, ha complicado la situación de sus asalariados desde enero de este año.
El inicio fue anunciar que era necesario “hacer un esfuerzo” y aceptar que el sueldo mensual fuese dividido en dos, contrariamente a la costumbre de recibir el total en una sola entrega.
Las fechas definidas por la propia empresa para erogar el salario poco a poco comenzaron a no ser respetadas, lo que propició un descontento que con el tiempo se convirtió en auténtico enojo, cuando en agosto el sacrosanto sueldo dejó de llegar. Hasta la fecha simplemente no se ha hecho la luz.
Y fue ahí cuando se destapó la cloaca. El emprendedor Fabrizio Cazzago decidió finalmente vender su negocio, Phonemedia, a un grupo cuyo origen nadie conoce: Omega, que al parecer tiene como misión rescatar las empresas al borde de la quiebra con el fin de llevarlas al punto del recorte primero y del cierre después.
Toda una estrategia que permite tomar toda la liquidez de las empresas que son compradas y deshacerse de lo que no sirve, en este caso los empleados, para después declararse en quiebra. Así de sencillo.
La agitación prevalece en todas las sedes de Phonemedia, donde de norte a sur se registran paros, huelgas, manifestaciones y plantones. Es tal la desesperación que se vive, que se han suscitado casos de empleados que se han presentado en su lugar de trabajo, cuchillo en mano, exigiendo el pago de los dos meses de salario que no han recibido, porque obviamente no pueden más con el estrés y tienen necesidades inmediatas por satisfacer, como dar de comer a sus hijos o pagar los servicios o la renta.
Hasta ahora, solamente ha sido posible arrancar a los nuevos dueños la promesa de que los dos meses de sueldo que los trabajadores no han recibido llegarán en abonos facilitos los días 10, 20 y 30 de noviembre. Si no... huelga permanente y ocupación de las instalaciones.
Toda esta historia que hoy me permito contar es solamente una pequeña parte de la realidad que se vive en un país de primer mundo. Para quien piense que solamente se sufre en América Latina. En todos lados se cuecen habas.
Esta vez no he hablado de Berlusconi, ni de televisión, ni de políticos ni de temas lejanos a la vida cotidiana. Hoy he hablado de una historia cercana, difícil, dolorosa. Porque mirar la desesperación en los ojos de mis compañeros de trabajo, saber que sufren la angustia de ver pisoteada su dignidad y tienen miedo de un futuro incierto me parece importante.
Y me parece importante también que quienes tienen la paciencia de seguir este espacio se den cuenta de que en el fondo, no hay mucha diferencia entre los problemas que se viven en un país como Italia y aquéllos que aquejan a los mexicanos.
Hay momentos en que pienso que el primer mundo no existe, que es más bien una creación del imaginario colectivo.
Sé de buena fuente que otras naciones como Alemania, Francia e incluso Inglaterra tienen problemas similares al que acabo de relatarles, en que el trabajo precario y/o el desempleo están haciendo estragos.
A fin de cuentas, llego a la conclusión de que el sufrimiento es universal. La injusticia, por desgracia, también. Esa es la verdadera crisis. No la que se difunde en los medios, la que para algunos ya pasó y para otros nunca se ha ido desde hace años. Y que la situación cambie probablemente sólo está en las manos de nosotros, la gente común de aquí y de allá.

jueves, 5 de noviembre de 2009

El moderno concepto de belleza

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
04 de noviembre, 2009

Esta semana me permito retomar un asunto que hace mucho tiempo, probablemente en mis primeras colaboraciones ya expuse. En realidad no se trata de un refrito, ni de un remix de mis propias ideas. Es solamente la seria y sincera preocupación de una mujer de cuarenta años que durante su vida ha tenido la posibilidad de ver cambiar la forma de concebir y conseguir la belleza.
El concepto de estética se ha transformado seriamente. Basta ver las viejas fotografías y la antigüa publicidad para observar tranquilamente la evolución.
Pero además, hoy veo con interés y sorpresa que ser físicamente atractivo es importante para hombres y mujeres por igual. No es en vano que proliferen los chicos metrosexuales, a quienes todavía no termino de comprender, pero que desde mi punto de vista con su preocupación por mantenerse en forma ayudan a mover la economía, mientras consumen todos los productos cosméticos habidos y por haber, frecuentan los gimnasios y siguen todos los rituales que creen necesarios para mantener su atractivo.
En realidad no tengo problemas para aceptar que todos tenemos derecho a vernos y sentirnos bien, porque conservarnos en buena forma estéticamente hablando es también una manera de aumentar nuestro nivel de autoestima, que buena falta nos hace, especialmente en tiempos como estos, en que la crisis en algunos momentos hace que nuestro ánimo esté por los suelos.
Hasta ahí, todo está bien. Lo malo es cuando me toca encontrarme con información que me desconcierta y me preocupa seriamente. El diario italiano Corriere della Sera, en su edición on line publica un artículo que no puedo pasar por alto.
De acuerdo con un estudio realizado en Inglaterra, una de cada dos mujeres jóvenes está dispuesta a recurrir a la cirugía plástica, dice el Corriere.
La información publicada señala los resultados de una encuesta: al 50 por ciento de las chicas entre 16 y 21 años no le desagrada la idea de someterse a una operación que las vuelva más delgadas o más atractivas.
Ya el hecho de pensar en el concepto de “delgadez” que tienen las jovencitas de hoy me pone a temblar. En pocas palabras, si no se es un esqueleto, no hay muchas posibilidades de obtener la aceptación y el éxito social, tan importante para las chicas.
Gracias a los medios de comunicación y a causa de la publicidad, el concepto colectivo de belleza se ha globalizado y en realidad, los mismos graves problemas de anorexia y de bulimia que sufren las italianas, los padecen las mexicanas, las rusas, las estadunidenses, etc. etc. etc.
Es una verdadera pandemia, entendida en su sentido literal: una “enfermedad de todo el pueblo”. Una infección propagada por los medios que parece no tener cura, no obstante los esfuerzos de algunos países como Italia o España, que han tomado medidas importantes, como exigir que en las pasarelas más renombradas desfilen modelos cuyo físico se acerque más a la normalidad y sobre todo a la salud.
Pero ni hablar, no hay nada por hacer cuando la obsesión de las muchachitas no es otra que la de ser como las mujeres famosas cuya imagen ven por todos lados.
Retomando el artículo del Corriere, me entero de que el estudio realizado en Inglaterra consideró una muestra de más allá de mil niñas y jóvenes entre los 7 y los 21 años, que en su mayoría revelaron sentirse insatisfechas de la propia imagen y estar dispuestas a someterse a liposucción, tratamientos láser y cirugía plástica para retocarse y verse mejor.
Lo más difícil de aceptar es que la mitad de las encuestadas más jóvenes tenga tan fuerte tendencia a la no aceptación. La incapacidad de apreciarse tal cual se es a edad tan temprana no puede ser otra cosa que el resultado del bombardeo constante de información equivocada.
Todo enfocado hacia el consumismo en una sociedad que no perdona ni siquiera a los pequeños, que de repente tienen necesidades que las generaciones anteriores no teníamos.
Porque honestamente: ¿qué necesidad tiene una niña de usar -por ejemplo- un celular, inscribirse en Facebook y vestir a la última moda? Todas necesidades creadas y conectadas directamente con la necesidad de aceptación.
Una joven podría crecer tranquilamente sin tales accesorios y posiblemente sería más sana, más feliz y sobre todo, no sentiría el irrefrenable impulso de ser de tal o cual manera para lograr el favor de sus coetáneos.
El problema es que potencialmente las chicas que hoy simplemente sueñan con tener acceso a los tratamientos que las volverán más lindas, seguirán dando un valor excesivo a la imagen y llegarán a obsesionarse a tal grado que terminarán por recurrir no a los cirujanos plásticos profesionales, porque en general no serán accesibles para ellas, sino a cualquier individuo que les ofrezca el servicio a bajo costo, no obstante los riesgos que puedan correr.
Es una cuestión más seria de lo que pensamos. Porque en realidad más de una persona podría resultar víctima de los falsos profesionistas que sin el menos escrúpulo arruinan la vida de quienes ingenuamente caen en sus manos.
Ya que los gobiernos de todos los niveles y de casi todos los países gastan cantidades importantes en difundir todo lo que se les viene a la mente, me pregunto por qué hasta ahora no he encontrado una sola campaña oficial que se ocupe de alertar primero a los padres y luego a las mismas jóvenes.
La primera advertencia sería para hacer comprender que no es necesario uniformarse con la masa para ser atractivos. La segunda para quienes de plano no pueden con su proprio físico, para que en caso de extrema necesidad recurran solamente a los especialistas.
El problema existe. No es sencillo de afrontar a causa del bombardeo contínuo de la publicidad, de los medios de comunicación y de la influencia que ambos tienen en el comportamiento social. Pero posiblemente todavía estamos a tiempo de advertir y tratar de hacer comprender a las más jóvenes acerca de la inutilidad de basar sus expectativas en el aspecto físico y no en el desarrollo intelectual.

miércoles, 28 de octubre de 2009

La tele estatal: ¿un elefante blanco?

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
27 de octubre, 2009
Para escribir estas líneas, me bastó leer una declaración del diputado local panista Carlos Madrazo. El legislador expresó su opinión referente a la necesidad que tiene el gobierno mexiquense de apretarse el cinturón y declaró al diario El Sol de Toluca que “el gobierno debe reducir sus gastos de manera 'drástica'... y valorar si vale la pena mantener Televisión Mexiquense”.
Digamos que la respetable idea del no menos respetable representante popular no es del todo descabellada. Al menos en teoría y dadas las circunstancias que rodean a la tele y a la radio estatales.
Eso sí, no me cabe la menor duda de que lo publicado corresponde a una de las clásicas entrevistas en las que los reporteros encienden la grabadora y dejan que los legisladores den rienda suelta a su creatividad y digan todo lo que se les ocurre, porque en una de esas se les va la boca y todos terminan contentos: el diputado, porque se desahogó y segurito va a salir en el periódico y el informador porque ya tiene una de las notas obligatorias que le exige diariamente el medio de comunicación para el cual trabaja.
Sin embargo, el diputado Madrazo me ha dejado pensando largamente acerca de la necesidad de analizar en serio la función de la televisión del estado de México. Revisando la información disponible, encuentro que el 17 de diciembre de 1998, mediante Decreto del Ejecutivo del Estado, fue creado el organismo público descentralizado denominado Sistema de Radio y Televisión Mexiquense, “con personalidad jurídica y patrimonio propios, teniendo por objeto, entre otros, difundir la cultura en la sociedad mexiquense para propiciar la identidad y solidaridad de los habitantes de la entidad.”
El organismo se regula a través de un consejo directivo y un director general. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos del gobierno estatal, la televisora y no digamos la radio son simplemente un par de elefantes blancos que cuestan a los contribuyentes de la entidad.
Que quede claro: personalmente considero que eliminar la televisión estatal sería un tremendo error de parte de la administración mexiquense.
Claro que dudo mucho que la sugerencia de Carlos Madrazo sea tomada en serio, especialmente en un Congreso mayoritariamente priísta donde de seguro cualquier iniciativa de la oposición relativa a cualquier tema incómodo terminará directamente en el bote de la basura, sin ser tomada en cuenta por las comisiones respectivas y obviamente sin siquiera ser tocada en el pleno.
Pero esta idea en particular, lanzada así como no queriendo por Carlos Madrazo para ver quién la publicaba, da mucho para pensar.
Precisamente hace una semana toqué el tema de la RAI (Radio y Televisión Italiana) y el concepto expuesto por el destacado intelectual Giovanni Sartori, quien hablaba de la importancia de que el Estado pueda contar con un medio de comunicación, al menos para equilibrar la situación mediática.
Digamos que el problema no es mantener o no radio y televisión mexiquense. No debería ponerse en duda su utilidad social, que es potencialmente la misma que la de cualquier medio de comunicación masiva.
El verdadero problema es la total incapacidad de los gobiernos que han pasado y probablemente de los que vendrán para hacer que la televisión del Estado sea realmente competitiva ante la realidad de una televisión privada que decide, define e impone.
No me cuesta nada revisar on line la programación de la tele mexiquense y tampoco me cuesta nada ver alguna de sus propuestas. Con todas las letras y con todo respeto: son aburridísimos.
Sus programas están vestidos de un tono oficialista que francamente no creo que pueda competir con ninguna de las propuestas de la trash-tv que ahora predomina en todos los canales privados y que nos guste o no, llama de veras la atención de la masa. Y digamos que la idea de la televisión estatal debería ser la de convertirse en popular y aportar algo bueno a la sociedad que la paga, ¿no?
Es tan sencillo como decir que hasta ahora, la tele del Estado no se ha tomado la molestia de buscar entre los jóvenes y también entre los expertos las propuestas capaces de robar literalmente el público a las cadenas privadas importantes.
Lo malo es que como siempre el cargo de Director General del canal que cuesta a todos los mexiquenses ha sido asignado a un político que tiene cierta experiencia en los medios, misma que francamente no bastar para convertir el sistema de radio y televisión en el medio útil e importante que merecería ser.
Revisando el currículum del director, Alejandro Murat Hinojosa, encuentro que se trata de un Maestro en Derecho con especialidad en derecho corporativo, fiscal, financiero y de propiedad. Muy leído y escribido el señor, estudió su maestría en la Columbia University Law School. Mis respetos.
Pero hablando de su experiencia en la materia que hoy ocupa la mayor parte de su tiempo, la verdad es que ésta se resume en ser Analista en Política Pública y Derecho para el Canal 40 y Radio Fórmula. A lo mejor su mérito más importante es ser hijo del ex gobernador de Oaxaca y actual diputado federal José Murat. ¡Qué casualidad!
Francamente no me queda duda de que en general la asignación del cargo de director del sistema tiene connotaciones extrañas. Por ahí estuvo hasta la actual esposa del ex gobernador Arturo Montiel, Norma Meraz.
Sin duda ha sido un puesto de paso, algo así como un trabajo poco comprometedor y bien remunerado “mientras llega algo mejor” porque nadie toma en serio la función o la utilidad de los medios del Estado, como si se dieran por vencidos ya de entrada porque nadie cree poder competir con la tele y la radio comercial.
Espero por su bien y por el bien de los mexiquenses que Murat junior al menos se haya rodeado de personas creativas y que sepa lo que realmente significa como función social tener la posibilidad de utilizar positivamente las ocho estaciones de radio y el canal de televisión que es de todos los ciudadanos de la entidad más poblada del país.
Si no, le dará razón al diputado panista y a más de uno que piensa que el gobierno del estado de México hasta ahora ha preferido darle millones a la televisión privada para promover las bondades de sus actos, y ha olvidado apoyar y sostener lo que tiene en casa.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Italia, México y el riesgo de ser periodista

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
20 de octubre, 2009
Esta semana la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha dado a conocer su clasificación anual para la libertad de prensa. Tristes noticias para México, que se encuentra en el lugar 138 de una lista total de 175 países.
En definitiva, ser periodista en nuestro país no es una profesión conveniente, sobre todo porque, de acuerdo con RSF México está "sumido desde 2006 en un cuasi estado de guerra con la vasta ofensiva general contra el narcotráfico” por lo que “mantiene su triste rango de país más peligroso del continente para la seguridad de los periodistas".
Se hace referencia a los 55 casos de periodistas asesinados en los últimos nueve años, de los cuales, nueve se han verificado en lo que va del 2009.
El reporte es claro. De los países del continente americano, México tiene la peor posición. Los criterios con que RSF elabora la lista son las agresiones, asesinatos, encarcelamientos y amenazas contra periodistas, la práctica de la censura y la autocensura y la existencia de monopolios estatales de la radio y la televisión.
Pensando a los últimos elementos, pienso en Italia y su lugar número 35 en la misma lista. Francamente tengo una gran duda porque como he comentado en artículos anteriores, el país de la bota sufre actualmente una situación difícil que raya en el fascismo puro.
No se puede negar que también los periodistas italianos trabajan bajo la amenaza de grupos mafiosos, lo que no les permite hacer su trabajo con total seguridad. Y sumado a esto, tenemos la casi inverosímil situación en que, de acuerdo con el prestigiado analista político italiano Giovanni Sartori, “tenemos no dos, sino una sola empresa en la televisión, la del señor Berlusconi, o presidente Berlusconi”.
Es decir, que el gobierno italiano controla la televisión de Estado, el sistema llamado RAI, y no permite que los noticiarios sean elaborados con claridad, objetividad e imparcialidad, lo que implica cerrarse ante cualquier tipo de información que pueda perjudicar la imagen del poder, especialmente del presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi.
Mientras, la segunda cadena más importante de la nación, Mediaset, se dedica a publicar las bondades, virtudes y cualidades del premier y su gobierno, por la sencilla razón de que es precisamente la familia Berlusconi la propietaria del citado medio de comunicación.
Sartori, en una entrevista recientemente concedida en México, señala que “la audiencia televisiva en Italia ha sido siempre controlada por los políticos y los partidos. Hoy Berlusconi controla, en realidad, el 95% de la televisión italiana.” Y remata con una frase lapidaria: “esto es peor que lo que tienen ustedes en México.”
Digamos que un análisis de ese tipo hecho por un reconocido intelectual italiano como Sartori nos puede poner a pensar seriamente, porque en cierta forma revierte o mejor dicho, permite cuestionar los resultados que expone RSF.
Si en un país que está clasificado en el lugar 35 se puede hablar de una situación de libertad de expresión “peor” que en uno que tiene el lugar 138, algo no funciona bien.
De cualquier manera, es necesario para el caso de México pensar también en la relación con el poder político que tiene desde siempre la televisión privada y la total ausencia de un medio electrónico capaz de influir verdaderamente en la opinión y la cultura misma de los mexicanos.
En este sentido, hay que decir que al menos en Italia aún existe la RAI, como ente público pagado por los ciudadanos -que debemos desembolsar al menos 100 euros anuales- y que cumple o prentende cumplir una función social y educativa.
Fue precisamente gracias a la RAI que en los inicios de la televisión fue posible unificar al país, al menos lingüísticamente, porque en los años 50 los habitantes de las diferentes regiones comenzaron gracias a la tv a aprender a expresarse en el idioma oficial en lugar de utilizar los dialectos locales.
A pesar de las críticas, al menos la televisión italiana tuvo una utilidad en la vida cotidiana, y a nadie le hizo mal aprender a comunicarse en la misma lengua en un país donde las diferencias culturales se hacen sentir indudablemente.
Se trata de un caso positivo, mucho menos obscuro que la tremenda influencia social de la televisión mexicana, donde por años las telenovelas marcaron la cultura nacional, dictando principios, valores y conductas por seguir.
Eso, sin contar con la nula presencia de la televisión del Estado, que a fuerza de ser deficiente terminó por ser vendida, para caer en las manos de quien hizo la copia exacta del modelo Televisa y se convirtió en otro dictador de conductas y difusor de basura mediática, además de creador y destructor a conveniencia de verdades en materia política y social. Azteca y Televisa, lo sabemos, son la misma gata pero revolcada y obviamente, sus alcances en materia periodística son inversamente proporcionales a los intereses económicos de sus propietarios.
De los diarios de ambos países poco puede hablarse, porque desgraciadamente su influencia entre el grueso de la población es mínima a causa del escaso hábito de lectura y de crítica de los ciudadanos. En realidad, en Italia como en México, los periódicos y las revistas son solamente el medio que los políticos utilizan para dialogar públicamente, mientras negocian en privado los temas verdaderamente importantes.
Me permito hablar de ambas realidades porque en las dos he vivido y me precio de conocerlas. Sinceramente, no veo gran diferencia entre el lugar 35 y el 138, de la lista de RSF.
Sé que son altísimos y muy serios los riesgos que corre un periodista mexicano si se atreve a ir al fondo de los hechos e investigar acerca de casos de delincuencia organizada. A lo mejor por eso pocos se ocupan en serio de ir al fondo de la situación.
Pero en Italia la investigación periodística también es nula y probablemente muchos han desistido debido a las amargas experiencias pasadas. Porque si de crimen organizado hablamos, entre los dos países la situación no varía, pues no es en vano que sea ésta la cuna de la mafia, la camorra y la n'drangheta.
En realidad, la única conclusión que se me ocurre es que no hay diferencias sustanciales en el ejercicio del periodismo y en el papel de los medios en ambas sociedades. Una vez más me doy cuenta que en esencia no son tan diferentes.
Por desgracia ejercer la libre expresión es difícil en ambos países. Desafortunadamente en las dos realidades el papel social del periodismo en cualquiera de sus géneros es limitado. Y en los dos lugares el Estado es fuerte, tanto como la delincuencia organizada y ambos entes por sus propios intereses se ocupan de quitar de enmedio a quien osa cuestionar y decide resultar incómodo no chantajeando, sino investigando.
De ahí que un periodista verdadero, con verdadero espíritu y vocación de servicio sea literalmente un tesoro: algo raro, precioso y muy, pero muy difícil de encontrar.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Italia: lo nuevo de Berlusca...

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
14 de octubre, 2009

Los acontecimientos ocurridos en los últimos días en Italia, me hacen de nuevo poner el dedo en la llaga acerca de lo que sucede en los países donde el sistema democrático corre serio peligro. Aunque parezca increíble para algunos o al menos difícil de aceptar para otros, la situación en el país de la bota, que teóricamente es una nación de primer mundo, es cada vez más complicada porque pone en entredicho la capacidad de la mayoría, del pueblo pues, para elegir acertadamente a las personas idóneas como gobernantes.
Ya en julio del 2008 en este mismo espacio trataba el asunto que recientemente ha suscitado el interés de la comunidad internacional. En aquellos días, se hablaba de “la aprobación por parte del Consejo de Ministros de Italia de un diseño de ley que pretende suspender todos los procesos penales en que estén o pudieran estar involucrados los titulares de los cuatro cargos más altos del Estado: presidente de la República, presidente del Senado, presidente de la Cámara de diputados y presidente del Consejo de Ministros.” Era ni más ni menos que el llamado Laudo Alfano.
Y precisamente porque aprobarlo definitivamente habría sido una absoluta injusticia, el 7 de octubre pasado la Corte Constitucional declaró ilegítimo el mencionado recurso, porque “no respetaba la igualdad de todos los ciudadanos, establecida en el artículo 3 de la Constitución, ni el artículo 138 de la misma.”
Recordemos que el Laudo impediría principalmente que continuaran los procesos en que el presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi está inmerso, particularmente uno que podría significar una sentencia de hasta seis años de prisión en primera instancia contra el premier y que sostiene que éste, en 1997 habría enviado 600 mil dólares al abogado inglés David Mills como recompensa porque éste último no reveló, siendo testigo de dos procesos, la información relativa a sociedades extranjeras que serían la tesorería oculta del grupo Fininvest, propiedad del premier italiano.
Mi pregunta de esos tiempos sigue en el aire: ¿Es importante el ejercicio del poder para salvar el pellejo y no para buscar el bien común?
El cuestionamiento está más vivo que nunca. Pero esta vez, la situación se agrava sencillamente porque por lo que se ve en cada nueva aparición pública de Berlusconi, el premier parece que está definitivamente perdiendo la cabeza.
No se trata solamente de un gobernante que se defiende con uñas y dientes ante los ataques de la oposición. Se trata de un hombre que se aferra hasta lo inverosímil al poder político y económico porque sabe que en caso de perder sus privilegios podría enfrentar a la justicia y tendría que responder por sus acciones.
Porque son ya muchas las ocasiones en 16 años de vida política que Berlusca se salva de ser condenado y sin embargo, tiene el descaro de ostentar una -falsa- popularidad: “70 por ciento de los italianos están a favor del premier” -dice él mismo a través de los medios de comunicación que son de su propiedad-.
Sin duda, Italia es un caso único donde como he mencionado en repetidas ocasiones un solo hombre posee la segunda fortuna del país, los medios de comunicación y hasta uno de los equipos de futbol más importantes y es además presidente del Consejo de Ministros.
Digamos que actualmente el país de la bota es una vergüenza mundial. Y digamos también que en realidad la vida de la nación se ve cada vez más castigada no solamente en lo que concierne a la imagen pública, sino además en cuanto a la estabilidad misma de las instituciones.
Porque es preocupante escuchar que el premier se aferra a cualquier pretexto para demostrar ante quien quiere escucharlo que es víctima de una especie de conjura, de un complot que lo convierte casi en un mártir.
Llega a caer en el ridículo y honestamente lo peor del caso es que ha llegado al extremo de enfrentarse abiertamente al mismísimo presidente de la República, Giorgio Napolitano, a quien ha calificado casi como un enemigo “que ya se sabe de qué parte está”.
Y no sólo. En una transmisión televisiva efectuada el mismo día en que la Corte deshechó el Laudo Alfano, Berlusconi enfrentó a una de sus tradicionales enemigas políticas, Rosy Bindi. Aludiendo directamente a lo poco agraciada que es la mujer, aguerrida militante del Partido Democrático, Berlusca le dijo sencillamente que nada tenía que hablar con ella, con una mujer que todos saben “es más bella que inteligente”.
Evidentemente la reacción de la opinión pública no se ha hecho esperar, y a través del diario La Repubblica, se ha iniciado una protesta on line que hasta el momento ha sido firmada por 80 mil mujeres, en la cual se sostiene que “el premier ofende a las mujeres y a la democracia”.
Pero nada detiene al Cavaliere, que no solamente se lamenta porque desde su punto de vista es “el más perseguido de la historia”, sino que a sus quejas y enojos aumenta las amenazas y las denuncias legales contra los diarios El País de España y el ya mencionado italiano La Repubblica.
A propósito de este último medio, Berlusca ha solicitado una especie de veto por parte de los empresarios, a los que ha pedido dejar de anunciarse en tal diario, que solamente se encarga de “desestabilizar” y de “poner en ridículo” a Italia ante los ojos del mundo.
Total: entre escándalos sexuales, pleitos con la prensa, riesgo de ser procesado y enfrentamientos no solamente con la oposición, sino con el presidente de la República, Silvio Berlusconi debería tener un momento de lucidez para poner pies en polvorosa.
Porque entre otras cosas, de él se están ocupando con insistencia los medios de comunicación serios e importantes -incluído el Washington Post, el mismo del famoso watergate- y porque como ya he mencionado, son sus propias acciones las que a fin de cuentas podrían provocarle una caída más que vergonzosa.
De Berlusconi me he ocupado mucho practicamente desde que inicié a participar en el semanario Punto. Probablemente vivir en Italia y ser ciudadana de este país me vuelve sensible a su realidad cotidiana. Sin embargo, creo que aunque mis circunstancias fueran diferentes, aún estando en México me resultaría interesante profundizar acerca de las circunstancias que rodean al personaje.
Es sencillamente único, raya en el surrealismo y lo más interesante es preguntarse por qué a la mayoría de los italianos no les parece urgente deshacerse de la embarazosa presencia de su presidente del Consejo de Ministros.
Será que no hay muchas opciones y aunque mañana mismo se convocara a elecciones no habría un solo candidato capaz de ganarse la confianza de los electores que muy probablemente preferirian abstenerse.
Será que los italianos están hartos de la política, sufren como todos los estragos de la crisis económica y les importa poco quién esté al frente de un gobierno que a fin de cuentas solamente sirve para cobrar los impuestos y no para ayudarlos a mejorar sus condiciones de vida.
Cualquiera que sea el motivo, es un caso interesante y curioso que cada vez da un giro diferente y sorpresivo. Lástima que en lugar de una apasionante historia por entregas, se trate de la dramática realidad de uno de los países más industrializados del planeta.
Pero la verdad es que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Y afirmo de nuevo lo que dije cuando fue propuesto el Laudo Alfano: si el pueblo tolera, soporta y se conforma... ¿entonces quién tiene la culpa?

miércoles, 7 de octubre de 2009

Impuestos, 2 de octubre, bicentenario... ¡Pobre México!

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
07 de octubre, 2009

Después de una involuntaria ausencia debida a los estragos de la influenza -no, “esa” no, gracias a Dios- me encuentro de nuevo revisando la información proveniente de de nuestro país. La verdad es que estoy poco menos que sorprendida de frente a algunas novedades.
Llama de inmediato mi atención la accidentada marcha en recuerdo de los hechos del dos de octubre de 1968. Una manifestación más bien violenta que debería ser motivo de preocupación porque es una muestra de descontento social que sinceramente es más que justificado.
El resumen de la marcha publicado por el diario La Jornada en su versión on line es más que significativo. La crónica señala que “este año las marchas conmemorativas por la matanza... reflejaron el rechazo popular a las políticas económicas y sociales de la administración federal... Las demandas que corearon miles de personas que acudieron a la concentración fueron claras: repudio al impuesto general de 2 por ciento al consumo, así como al recorte presupuestal en educación.”
Digamos que la población, de acuerdo con lo que los medios de comunicación reportan, está sencillamente furiosa por el aumento a los impuestos. Lo peor del asunto es pensar que según cifras recientemente publicadas, en México hay seis millones de nuevos pobres.
En realidad, nuestra nación en este momento se encuentra en la cola del desarrollo. Estamos en el último lugar de crecimiento económico de América Latina. Entre crisis global, influenza, violencia e inseguridad, la situación que el país vive en este momento no es de las mejores. Lo veo desde afuera, donde -dicen- se puede apreciar mejor y más objetivamente lo que ocurre. Y desde afuera, a miles de kilómetros de distancia, duele igual que si estuviera ahí.
No hay una sola nota positiva. Lo siento verdaderamente. No parece que se avecine una solución a los problemas nacionales y lo peor es encontrar en el universo informativo situaciones tan absurdas y tan serias como los despilfarros de las autoridades, que no por ser asunto de todos los días deben continuar siendo algo natural.
Porque digamos las cosas como son: es una ofensa para el pueblo que soporta el aumento de los impuestos que sus representantes -esos buenos para nada de los nuevos legisladores federales- gasten más de 60 millones de pesos para “remodelar sus oficinas, renovar mobiliario, aparatos de comunicación y la compra de fistoles de oro para lucirlos en la solapa de sus sacos.”
Así lo reportan los medios de comunicación que en este caso no tendrían por qué mentir acerca de la existencia de una partida que los nuevos diputados tienen y que fue autorizada por sus predecesores. Monto que será ejercido de septiembre a diciembre, de acuerdo con el programa Anual de Adquisiciones, Arrendamientos, Obras Públicas y Servicios de 2009.
Mientras los diputados se instalan como se merecen, los otros pobres mortales que tuvieron la suerte de nacer en el territorio mexicano, se las arreglan como pueden. Hoy, 26 millones de compatriotas se encuentran en extrema pobreza y 52 millones en la pobreza a secas, todos ellos -qué pena- sin fistoles, sin oficinas, sin celulares.
Por eso no me sorprende que el dos de octubre -que al parecer de veras no se olvida- haya sido el pretexto para demostrar que los mexicanos estamos llegando al límite.
Y por eso también quisiera que alguien por una vez me respondiera con qué cara en el estado de México se ha decidido despilfarrar sin miramientos recursos económicos para celebrar en grande el Centenario de la Independencia y el Bicentenario de la Revolución.
De acuerdo con lo reportado por el diario on line El Universal, es precisamente la entidad mexiquense donde las celebraciones serán espectaculares. Y la verdad sabemos bien porqué, pues queda claro que alguien está jugando a competir con la federación para demostrar que bien podría estar en su lugar a partir del 2012.
El “Programa Mexiquense para la Conmemoración” tiene cerca de ¡400 actividades! propuestas por un Consejo Consultivo integrado por el gobierno, empresarios y sociedad civil, consejo que está encabezado por el ex gobernador César Camacho Quiroz.
La explicación más simple del ex mandatario mexiquense es que un número tan importante de actos conmemorativos se justifica “por ser la entidad que concentra al mayor número de habitantes del país.” Imagino que por lo mismo, es la entidad que tiene mayores necesidades prioritarias, ¿no es cierto?
Camacho Quiroz dice que es necesario “visualizar a 2010 como una 'plataforma de despegue' con planes a futuro que mejoren la calidad de vida.” Con todo respeto, quiero preguntarle a mi estimado ex gobernante: ¿de veras cree que construyendo arcos, monumentos emblemáticos y corredores escultóricos podrá mejorar la calidad de vida de los mexiquenses?
Sinceramente no sé si reir o llorar cuando leo que el logotipo del bicentenario será impreso en las licencias de conducir. ¿No sería mejor enseñar a los mexiquenses a manejar como personas civilizadas y ser más severos al otorgar la autorización para que los ciudadanos se pongan frente al volante?
En vez de pensar en “liberar la variedad de papa Corregidora”, ¿no sería mayor motivo de festejo que “la papa” pudiera llegar a los que de verdad la necesitan? Si como dice César Camacho todo esto sirve de veras para que se reactive la economía, pues entonces hagan de cuenta que no dije nada.
Pero si como imagino se trata de una nueva forma de despilfarrar recursos, usando como pretexto una celebración, entonces creo que en realidad podrían redimensionar los gastos, que enmedio de una crisis económica parecen una auténtica burla para los millones de pobres que no entienden el motivo de celebrar.
De plano, con todo respeto, mexicanos y mexiquenses nos estamos comportando como los típicos ignorantes que gastan lo que no tienen para organizar bodas, bautizos o fiestas de quince años porque “al cabo son festejos que se hacen una sola vez”, y luego despiertan a la cruda realidad, quedando mal con todo el mundo, criticados y sobre todo, endeudados y con los bolsillos vacíos.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Locuras mesiánicas...

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
22 de septiembre, 2009

La noticia que en esta ocasión deseo comentar es un asunto serio y complicado que sin pecar de pesimista, muy probablemente no será un hecho aislado. Estoy hablando de los lamentables acontecimientos del pasado 18 de septiembre, cuando en la estación Balderas del Metro de la ciudad de México, un hombre identificado como Luis Hernández, de 38 años, disparó varias veces después que se le impidió pintar un muro.
Como se recordará, el individuo abrió fuego con un revólver calibre 38, y mató al policía que lo enfrentó y a uno de los pasajeros que intentó detenerlo. El video es escalofriante. Quedó como testimonio de una situación que -insisto- es de veras preocupante.
Pocos días antes, otro inquietante episodio había llamado la atención de los medios de comunicación del mundo. El extraño secuestro fallido de un avión. El relato que de los hechos hizo en su momento el diario español El país lo dice todo: “un tipo con camisa blanca de manga larga, tez oscura y una biblia en la mano que se paseaba pasillo arriba pasillo abajo es lo único extraño que algunos de los pasajeros de un vuelo de Aeroméxico procedente de Cancún y con destino al Distrito Federal observaron hasta que, ya en tierra, fueron informados de que su avión había sido secuestrado. El caso es que desde que el Boeing 737, con 104 pasajeros a bordo, tomó tierra en el aeropuerto de México hasta que el secuestro fue resuelto por la Policía Federal con el asalto de la nave, esta ciudad que no gana para sustos vivió con el corazón en vilo.”
La verdad es que efectivamente la ciudad de México y la nación entera no ganan para sustos. Y la cosa que hoy me pone a pensar es que hay un elemento común en ambos casos: una tendencia al fanatismo religioso, un comportamiento que seguramente tiene que ver con una especie de psicosis colectiva que se está generando a partir de la crisis económica y de la difusión nunca antes vista de noticias catastróficas.
Vayamos por partes. Un artículo publicado por varios medios on line señala que una socióloga de la Universidad Nacional Autónoma de México, llamada Gisela Frid Chernitsky, afirma que “la crisis económica podría ser una de las razones de los recientes acontecimientos”, refiriéndose precisamente a los dos desequilibrados que generaron los hechos de los que hago referencia en este espacio.
“El desempleo, la indiferencia, la desensibilización que vivimos a través de una crisis económica hace que haya todo tipo de estallidos de violencia: dañar a otros para hacerse notar”, dice la socióloga.
Por otra parte, como una causa que genera una especie de estrés colectivo, está la difusión inmediata y en ocasiones amplificada de los desastres naturales que se viven en el planeta. En realidad, no es que las catástrofes no hayan existido antes. Inundaciones, terremotos y demás han sido siempre por desgracia motivo de preocupación en todo el mundo.
Pero probablemente se sabía de estos hechos con menos inmediatez y había indudablemente una menor capacidad de mostrar al mundo las consecuencias dramáticas de lo que ocurría. Digamos que incluso había una especie de pudor, una regla no escrita que impedía mostrar la crueldad y que hasta hace poco los medios escritos y electrónicos moderaban sus tonos en lugar de competir como hoy ocurre para ver quién muestra la imagen más cruda.
Hasta hace poco tiempo no había transmisiones en tiempo real de los hechos que sucedían en otros puntos del planeta. Lo que hoy para nosotros es o parece una noticia cercana que nos afecta y nos preocupa, hace algunos años probablemente habría llegado a nuestros oídos con cierto retardo, o habríamos considerado la distancia geográfica como una especie de protección que nos evitaría angustiarnos demasiado por desastres ocurridos objetivamente lejos de nuestro entorno, de nuestra realidad inmediata, no de aquella creada por los medios.
Pero la aldea global nos acerca, nos compromete, nos involucra y nos vuelve solidarios y capaces de compartir penas, preocupaciones y problemas. La realidad ahora es global. Hoy sentimos profundamente lo que pasa en todo el mundo. Literalmente las distancias se han acortado.
El pánico y la angustia generados por los problemas reales y/o amplificados por los medios de comunicación son también el alimento cotidiano de mentes débiles como las de quienes han cometido en poco tiempo los dos graves atentados de los que hoy hablamos.
El problema es serio porque como me he atrevido a señalar al inicio de esta reflexión, muy posiblemente estos casos no serán los únicos, mucho menos si consideramos que desde hace algún tiempo circula por todos lados la información relativa a las profecías mayas, que señalan el fin de una era para diciembre de 2012. Veremos mesías por todas partes, ya empiezan a salir. Lo que preocupa es que empiecen a actuar y que lo hagan como los dos individuos que lo hicieron en México.
Muy posiblemente se multiplicarán por todas partes los personajes mesiánicos como los que han puesto en jaque a las autoridades y sobre todo a los ciudadanos de México en las recientes semanas. Habría que tomar ya muy en serio la posibilidad de iniciar una contracampaña que despierte las conciencias y ayude a reflexionar a las personas.
Sinceramente, hay que considerar peligrosa la forma indiscriminada en que se está difundiendo tal información en todo el mundo y sobre todo, hay que pensar que se vuelve necesario estar muy alertas, porque la única profecía que podría convertirse en realidad es la del pánico colectivo global que tales afirmaciones, interpretaciones o como queramos llamarlas van a generar en los próximos tres años.
Eso, sin contar con las medidas prácticas que las autoridades mexicanas deberían establecer, especialmente cuando se ha visto que un hombre secuestra un avión armado con dos latas de jugo, mientras otro transita libremente por una estación del metro armado con una pistola. Dos situaciones que honestamente rayan -para variar- en el surrealismo. Atención.

jueves, 17 de septiembre de 2009

¡Que viva México!

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
15 de septiembre, 2009

Mientras escribo estas líneas, en México es 15 de septiembre, pocas horas antes de que se realice la tradicional ceremonia del Grito de Independencia. Revisando los diarios on line, me encuentro con el mensaje del presidente Felipe Calderón pronunciado durante la ceremonia de fin e inicio de cursos de los planteles militares.
Dice el mandatario que “es la hora de cambiar y es la hora de cambiar a fondo”. No es por pecar de puntillosa, pero sinceramente a los mexicanos la palabra cambio nos está martillando en el cerebro desde hace ya nueve años. Y no son pocos.
Con todo respeto, creo que los políticos han abusado hasta el cansancio del término, volviéndolo no solamente vago y lejnano, sino hasta fastidioso en algunos momentos. Es a decir verdad, es desde el año 2000 que nos siguen tratando de vender la misma baratija: un cambio para quedar igual.
Seamos honestos, señor presidente. Hágame usted el favor de explicarme por qué después de seis años de gobierno de su compañero de partido, Vicente Fox, y tres años de gobierno suyo, sigue insistiendo en que en México se requieren cambios fundamentales. ¿No nos habían prometido que el “cambio” era para “hoy”?
Y que quede claro: no estoy hablando solamente de su partido y de la incapacidad para gobernar que ha demostrado. Estoy hablando de las tristes condiciones en que se vive en nuestro país, gracias a la nula visión de quienes lo han gobernado, sin importar el partido al que pertenezcan.
Por supuesto que estoy de acuerdo con usted, señor Calderón, claro que México necesita urgentemente un cambio real y profundo. Pero a lo largo de los años, usted y sus colegas dedicados en cuerpo y alma a la política han demostrado que no tienen la mínima idea de lo que realmente necesitamos los mexicanos.
Quiero retomar su discurso de este día, señor presidente, palabra por palabra: “así como a la generación de 1810 le tocó luchar por librarse de la opresión, a nuestra generación, la del 2010... nos toca luchar por hacer realidad aquellos principios y valores por los que dieron la vida nuestros héroes.”
Le recuerdo que en 1810 las condiciones de vida de la población de la entonces llamada Nueva España eran extremas. Que la pobreza y la desigualdad resultaban insoportables y que se llegó a tal grado de inconformidad que estalló un movimiento social serio, pero también violento.
Le recuerdo también que miles de personas pagaron con la vida el haberse adherido a la lucha social y que así comenzó la historia de la que hoy llamamos patria. Buscando un cambio, pero un cambio verdadero, se llegó al extremo, porque también eran extremas las condiciones de injusticia social.
Me atrevería a decir que hoy las circunstancias no son muy diferentes y que da rabia y vergüenza pensar que mientras uno de los hombres más ricos del planeta es mexicano, hay millones de compatriotas sumidos en la pobreza.
He buscado algunas cifras y he encontrado que, de acuerdo con estudios realizados por el Banco Mundial, “la pobreza en México se mantiene en niveles inaceptablemente altos... los niveles actuales de pobreza, son similares a los registrados a comienzos de los años 90”.
Para el BM, “más del cincuenta por ciento de los habitantes del país son pobres, debido en gran medida a la gran desigualdad en los ingresos, la décima parte más rica de la población gana más de 40 por ciento de los ingresos totales, mientras la décima parte mas pobre solo obtiene 1.1 por ciento.”
Además -señala siempre el BM- contribuyen a la pobreza “la profunda desigualdad regional y étnica y las diferencias en cuanto al acceso a la salud, a la educación y a los servicios públicos de buena calidad... alrededor de 53 por ciento de los habitantes están en esta situación, definida como un nivel de consumo por debajo de las necesidades mínimas de alimentos básicos y algunos otros bienes no alimentarios básicos”.
Y lo más grave, que obviamente sé que usted no desconoce, señor presidente, es que “cerca del 24 por ciento de la población es considerada 'extremadamente pobre', es decir, con un ingreso insuficiente incluso para una nutrición adecuada.”
Así que venir a decirnos este 15 de septiembre que en México se requiere un cambio, es sencillamente aprovechar la ocasión para retomar un viejo discurso y al mismo tiempo es reconocer que todas las estrategias de su gobierno y de los gobiernos anteriores han sido poco menos que inútiles.
Y retomo de nuevo su discurso a la letra: “de nuestras acciones depende transformar a México en un país más seguro, donde impere la legalidad y el estado de derecho; un México más próspero y más justo, donde cada mexicana y cada mexicano, sin distingos de condición social, económica o región del país, tenga las mismas oportunidades de tener acceso a la salud, a la educación, al bienestar, a una calidad de vida conforme a la dignidad humana.”
Mire que acabo de cumplir 40 años, señor presidente, y no recuerdo haber escuchado un discurso diferente al suyo de parte de sus colegas de los sexenios anteriores. Desde el que quería ir “arriba y adelante”, hasta el que pretendía “defender al país como un perro”, pasando por la “renovación moral”, la “solidaridad” y el “bienestar para la familia”.
Son años que escucho las mismas palabras y veo sin duda los cambios en México... Lástima que los cambios no siempre son para mejorar. Un país no puede vivir de palabras y de promesas. Uno se cansa, se harta y luego se enoja.
Piense bien, señor Calderón y reconozca que no se puede continuar con esos discursos que los presentes aplauden, todos alaban y que en realidad no le sirven a nadie, porque con el estómago y los bolsillos vacíos a nadie le interesan las palabras bonitas y alentadoras.
Y sobre todo, señor presidente, piense que no se pueden pronunciar esas palabras mientras se aumentan los impuestos, se anuncian recortes hasta en la plantilla de burócratas y se espera una pérdida anual de 200 mil millones de pesos, debida a la caída de los precios del petróleo. Eso, sin contar las condiciones de inseguridad que enfrenta México, producto tanto de las condiciones de miseria y de desigualdad como de una lucha contra la delincuencia organizada que parece no tener fin.
¿El cambio positivo? Lo estamos esperando todos. Desde hace muchos años. Lástima que después de tantos tropiezos, realmente muy pocos puedan o quieran creer en él.
Y a un año del Bicentenario, desde el país de la bota, solamente me resta decir: ¡Que viva México!

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Peña Nieto o la adoración del Tlatoani...

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
08 de septiembre, 2009

Esta semana son muchas las ideas que pasan por la mente de quien esto escribe. Posiblemente porque un lector de este espacio muy gentilmente envió un mensaje al blog y me hizo reflexionar. Comentaba textualmente que “ojala aquí, nuestros problemas fueran similares a los italianos, desafortunadamente no es así”.
Me quedé pensando seriamente. Analizando. La oportunidad que tengo de conocer más o menos ampliamente las dos realidades me lleva a responder que dentro de sus aparentes diferencias, lo que ocurre en México y lo que pasa en Italia no es tan distinto como parece.
Hace unos días miraba atentamente vía Internet la transmisión del informe de gobierno de Enrique Peña Nieto. Primero, el “ritual republicano” -así fue llamado aunque no me queda claro lo que realmente querían decir- de la lectura de los mensajes de las diversas fracciones políticas y la exposición que hizo el gobernador mexiquense ante el nuevo Congreso local.
Ahí escuché cómo el representante del PRD mencionó casi a modo de reproche la cercanía de Peña con el ex presidente Carlos Salinas, mientras el coordinador de la fracción panista hablaba de la necesidad urgente de solucionar los problemas de seguridad que vive el estado de México, donde se han multiplicado los casos de homicidio en los últimos años.
Y de cualquier manera, parecía que no estaban hablando de situaciones serias o verdaderas. El ambiente de adoración hacia el Tlatoani seguía vivo, no obstante alguno estuviera intentando evidenciar sus errores.
Después me tocó ver al coordinador de los legisladores priístas hablar de las maravillas de la coordinación entre poderes y bla bla bla.
Posteriormente, presencié a distancia la ceremonia de unción del gobernador mexiquense. No tengo palabras para describir lo que ví. Creo que a estas alturas ha quedado claro que la carrera de Peña hacia la presidencia ha sido bendecida por sus compañeros de partido y por la clase política y económica del país.
Y no solamente. El acto celebrado en el Teatro Morelos fue exclusivo para la Very Important People y los ciudadanos comunes simplemente no pudieron contarse entre los privilegiados dos mil que en directa gozaron de la presencia del joven y apuesto gobernador., que imagino habrá pasado días enteros ensayando el gesto de agradecer con ambas manos al pueblo que lo aclama, casi como si estuviera impartiendo bendiciones.
Hay fotografías tan curiosas del acto, todas publicadas en Internet, de cada uno de los ademanes del señor del copete, que honestamente vistas desde afuera se antojan casi ridículas.
Parecía que empresarios y políticos se hubieran reunido en Toluca como para aprobar con su sola presencia la carrera del mexiquense hacia Los Pinos.
Aparentemente el gobernador va derechito a la candidatura presidencial y todo indica que tampoco tendrá problemas para llegar a ocupar el máximo cargo político si es que los mexicanos deciden votar nuevamente por el tricolor.
Y que Dios nos agarre confesados. Porque si a la silla presidencial llega un personaje que parece salido de un casting de telenovela. Entonces los problemas del país probablemente no tendrán solución.
Entonces, retomando el razonamiento con que he iniciado este espacio, viendo al gobernador mexiquense me viene a la mente que en México se corre el riesgo de caer en las mismas tristes circunstancias que actualmente vive Italia con un presidente del Consejo de Ministros como Silvio Berlusconi.
No digo que de repente Peña se meta en escándalos sexuales del tamaño de los que hoy involucran al premier. Digo simplemente que Italia es un país del que hay que tomar el ejemplo para no caer en el error de llevar al poder a un hombre creado por los medios de comunicación masiva.
Sería interesante ver cómo gobernará Peña Nieto con la mayoría del Congreso local a su favor. Guardadas las proporciones, hay que tener en consideración cómo Berlusca mueve los hilos del Parlamento a favor suyo para librarse de todos y cada uno de los problemas legales que podría tener. Es un maestro en hacer que los diputados hagan y deshagan leyes a medida para beneficio suyo y el de sus amigos.
Por eso vuelvo a pensar que los problemas de Italia no se reducen a los divertidos líos de faldas del premier. Van más allá. Especialmente porque en el país de la bota en este momento se presentan serios atentados contra la libertad de expresión, situaciones que está generando un hombre que salió de la nada y se convirtió en una especie de nuevo dictador que goza del favor de la mayoría encantada por la televisión.
Berlusconi es un hombre carismático, ligado directamente al mundo del espectáculo, cuya popularidad ha sido creada gracias a una perfecta estrategia de comunicación de masas. Y está llevando a Italia a la ruina moral y económica. Cualquier semejanza con la realidad del estado de México no creo que sea pura coincidencia.
Creo que en estos tiempos, ya no nos separan tantos kilómetros y un oceano. Los tiempos han cambiado y hoy Italia y México parecen de verdad vecinos de la aldea global. Las realidades no son tan diversas, aunque tengan distintos matices.
Y como comentario final de estas simples reflexiones, me atrevo a citar un preocupante artículo publicado por El Universal on line, que señala: que “la 'Ndrangheta, la mafia calabresa, podría servir de puerta de entrada para el narcotráfico mexicano en Europa según las recientes investigaciones del fiscal de Regio Calabria, al Sur de Italia, Nicola Gratteri”
También en eso somos vecinos y en esencia compartimos los mismos problemas. Ojalá nada de esto sucediera en ninguno de los dos países, ¿no es verdad?

jueves, 3 de septiembre de 2009

Atentado a la libertad de prensa en Italia

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
01 de septiembre, 2009

Después de algunas semanas de descanso, aquí estamos reunidos de nuevo, queridos lectores. En realidad parece que el tiempo se hubiera detenido y que Italia se hubiese quedado en una especie de receso de noticias. Así es el verano en Europa.
Ahora finalmente la pausa ha terminado y ha traído consigo una ola de indignación en el país de la bota.
Indignación que quiero y debo compartir con quienes tienen la paciencia de seguir este espacio. Porque lo que está ocurriendo en Italia debe saberse y sobre todo, de alguna forma debe detenerse.
Me refiero nuevamente al personaje cuyas decisiones y posiciones desconciertan y preocupan: el presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi.
Seguramente quedó bien grabado en el recuerdo de quienes se enteraron la historia del premier y su divorcio, solicitado por su aún esposa, Verónica Lario, quien en su momento consideró inapropiada la excesiva cercanía de Berlusca con una jovencita napolitana llamada Noemí Letizia, quien lo llama cariñosamente Papi y a cuya fiesta de cumpleaños éste se presentó, enfureciendo a la esposa a tal grado de enviar una carta abierta a los medios de comunicación informando que habría solicitado el divorcio, entre otras cosas a causa de que su marido “no está bien”.
A partir de ese momento, diarios nacionales italianos encabezados por La Repubblica y otras publicaciones europeas, como El país y el Financial Times, se han ocupado de seguir de cerca las aventuras de Berlusconi, que aparte de organizar fiestas para agasajar a sus jóvenes amigas, resultó aficionado a frecuentar prostitutas de lujo, como Patrizia D'addario, quien desilusionada por una promesa incumplida del premier decidió hacer públicas las grabaciones de conversaciones íntimas que tuvo con éste.
El asunto ha ido creciendo como un alud y ha provocado que hasta el mismo Vaticano exprese su preocupación por la calidad moral de quien tiene en sus manos el gobierno de Italia. Además, una de las hijas de Berlusconi, Bárbara, señaló durante una entrevista que “un hombre político no puede permitirse distinguir entre la vida pública y la vida privada”.
A los contínuos escándalos se ha sumado una especie de guerra de medios, en que el diario propiedad de Berlusconi, Il Giornale, aparentemente sin la autorización del premier publicó que Dino Boffo, director de Avvenire, que es la publicación oficial de la Conferencia del Episcopado Italiano, -medio que ha criticado repetidamente las historias de Berlusca- no cuenta con la calidad moral para emitir ningún juicio porque está involucrado en un caso judicial porque habría amenazado a la esposa de un hombre con quien mantendría una relación sentimental.
Señores, lo increíble es que en todo este chisme de lavadero en que se ha convertido la política italiana, hasta el mismísimo Benedicto XVI ha intervenido, saliendo en defensa del director de Avvenire.
Dentro de este desfile de incongruencias, no se puede ignorar la desafortunada declaración de Umberto Bossi, líder de la ultraderechista Lega Nord, quien hace algunos días sostuvo que los ataques contra su aliado Berlusca no eran otra cosa que respuestas de la mafia ante el intenso combate al crimen organizado que el premier habría iniciado con más fuerza que nunca.
Pero lo peor, lo más ofensivo, lo que causa verdaderamente una contínua náusea es la nueva puntada de Silvio Berlusconi, quien en un arranque que no sabría esplicar si es de cinismo o de valentía se ha atrevido a lanzar una campaña de acciones legales por difamación contra medios italianos, de España, Francia y Reino Unido.
"El respeto a la vida privada es sagrado. He actuado con determinación frente a lo que en estos meses se ha hecho contra mi persona, utilizando cotilleos fantasiosos relacionados con mi vida privada y presentados de forma falsa", dijo Berlusconi.
Y ante la situación, la única respuesta que se podía esperar es la que están dando los defensores de la libertad de expresión en Italia. Hasta ahora, 190 mil personas se han unido al llamado de tres juristas, Franco Cordero, Stefano Rodotà y Gustavo Zagrebelsky.
El objetivo es denunciar el atentado de Berlusconi a la libertad de prensa, y entre los 95 mil ciudadanos italianos que han firmado, aparecen los nombres del actor premio Oscar Roberto Benigni, del premio Nobel de literatura Dario Fo y del investigador Umberto Eco, quien ha señalado que "cuando alguien tiene que intervenir para defender la libertad de expresión, quiere decir que la sociedad y con ella gran parte de la prensa ya está enferma. En las democracias 'robustas' no hay necesidad de defender la libertad de prensa, porque a nadie le viene a la mente limitarla".
El premier continúa su defensa. Nada le parece mejor que negar todas las evidencias y señalar que no quiere responder un cuestionario de diez preguntas que el diario Repubblica le ha expuesto desde que inició el escándalo de Noemí Letizia, es porque son “insolentes, ofensivas y difamantes" y ha dicho que respondería si el diario Repubblica no fuera “un super partido político propiedad de un editor suizo... claramente un evasor fiscal”.
A decir verdad uno se queda sin palabras cuando se da cuenta de lo que sucede. La guerra de Berlusconi con la prensa sigue no obstante el portavoz de la Unión Europea, Johannes Laitenberger , haya señalado que “la libertad de expresión es un valor fundamental” para las naciones del viejo continente.
Lo cierto es que no queda más que estar de acuerdo con lo expresado por el secretario general de la Federación de periodistas europeos, Aidan White, que ha asegurado que el premier italiano “está poniendo en riesgo la libertad de información tratando de usar la ley para intimidar a los periodistas sofocando sus reportajes”. Es lo que White ha catalogado como una “vendetta mediática”. Si pensamos que tal vendetta ha sido ejecutada por el gobernante de un país democrático, nos podemos dar cuenta de la gravedad de lo que está ocurriendo.
Ojalá que esta tormenta pase y que ningún país tome ejemplo de la situación seria por la cual atraviesa la bota italiana.

miércoles, 5 de agosto de 2009

El negociazo llamado Cédula de Identidad

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
05 de agosto, 2009
Lo que esta vez despierta mi curiosidad y sobre todo, mi sorpresa, es el espectacular anuncio recientemente hecho por el presidente de México, Felipe Calderón.
En días pasados, aprovechando el aniversario de la promulgación de las leyes de Reforma, el titular del Ejecutivo declaró que durante su administración comenzará a expedirse la Cédula de Identidad (CEDI), ciudadana y personal, “en cumplimiento a lo dispuesto por la Constitución Política y la Ley General de Población”.
A mí me van a perdonar, pero sinceramente no comprendo muy bien la utilidad ni el objetivo real de este nuevo y costosísimo documento.
De acuerdo con lo que se ha informado, la inversión para este proyecto será de alrededor de ¡tres mil millones de pesos! ¿Nada más?
Revisando el boletín emitido por la Presidencia de la República, encuentro que la emisión de la citada cédula correrá a cargo de la Secretaría de Gobernación, que “proveerá de un sistema de identidad único soportado sobre una base de datos nacional de identificación segura y libre de duplicados, la cual estará conformada por la identidad jurídica, la identidad vivencial como registro del individuo y sus datos biométricos.”
De nuevo, admito que quien ha redactado el boletín se merece una felicitación especial, por haber encontrado la forma más elegante para decir que los mexicanos finalmente seremos adecuadamente “fichados”.
El citado boletín me deja estupefacta de nuevo, porque señala el por qué de la emisión de la CEDI: “el objetivo... es garantizar el derecho a la identidad para facilitar a la población el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus obligaciones.”
O sea que en pocas palabras, si no estoy debidamente fichada, nomás no voy a existir. No tendré derechos, tampoco obligaciones y seré ni más ni menos que una “doña nadie” si no cuento con la CEDI.
En realidad el trabajo está casi hecho: ya hay -siempre de acuerdo con la información emitida por la Presidencia- una base de datos de 84 millones de actas de nacimiento certificadas por los registros civiles de todos los estados del país, como copia fiel de las contenidas en los libros correspondientes.
Todo esto para “disminuir la suplantación de identidad, porque las actas de nacimiento verificadas están ligadas a la CURP como identificador único para cada persona”.
Se habla de una “identidad biométrica”, a través del registro de huellas digitales, rostro e iris de las personas. En una palabra, cosas de primerísimo mundo. Datos que solamente he visto que se toman en los Estados Unidos, donde para poder abordar un avión hay que dejar la huella digital y pasar por un lector del iris, además de tomarse la foto, no vaya a ser que uno tenga intenciones de cometer algún atentado terrorista.
La verdad es que me quedo sin palabras. Tengo seis años viviendo en Europa y hasta ahora, al menos en Italia, no he tenido necesidad de contar con un documento tan complicado para identificarme. La llamada “carta d'identità”, el documento que sirve para realizar todos los trámites oficiales en el país de la bota, es tan sencillo que francamente haría reir a cualquiera de los trabajadores de la plaza de Santo Domingo, que con la mano en la cintura podrían falsificarlo.
Y hasta ahora, a nadie se le ha ocurrido -todavía- gastarse millones de euros para fichar a los ciudadanos de este país. Y eso que se trata de un Estado que por su posición gegráfica y por los serios problemas que trae consigo la presencia del crimen organizado, podría tener miles de justificaciones para hacerlo.
No sé si es una muestra de retraso o una señal de sentido común de parte del gobierno italiano el no haber pensado todavía en crear un complicado documento para identificar a sus ciudadanos. A lo mejor es simplemente considerar que hay otras situaciones más importantes por atender, otras prioridades, pues.
Y lo mismo debería pensar el gobierno federal mexicano. No se vale dar justificaciones tan inverosímiles como que la CEDI ayudará a “la creación de beneficios indirectos tales como un clima de confianza que favorezca la inversión y la creación de nuevos empleos, carteras de créditos más sanas, mayor confianza para la apertura de cuentas, beneficios dirigidos a las personas que en realidad lo necesitan.”
Ese argumento me parece una verdadera tomada de pelo, con todo respeto para las autoridades, que además son secundadas, no cuestionadas. Por ejemplo, en lugar de preocuparse por quién se va a encargar de llevar a cabo el proyecto, si el IFE o la Segob, el líder priísta del Senado, Manlio Fabio Beltrones, debería exigir que la licitación correspondiente se efectúe con toda claridad.
En vez de que el IFE se proponga como voluntario para distribuir la CEDI -a cambio de más recursos económicos, obviamente- valdría la pena que alguien explicara por qué y cómo la costosísima credencial para votar con fotografía ha dejado de ser el documento más seguro para identificar a los mexicanos.
Con todo respeto, en un momento en que la economía mundial está en crisis y cuando por ejemplo el Producto Interno Bruto (PIB) mexicano ha tenido su peor comportamiento desde 1995, no es lo más indicado pensar en despilfarrar tres mil millones de pesos en cédulas de identidad.
Y aunque una organización como México Unido Contra la Delincuencia avala la creación de la CEDI bajo el argumento de que “la facilidad que hay en México de obtener documentos apócrifos ha dificultado durante años que la justicia identifique plenamente a los criminales, especialmente a los reincidentes”, creo firmemente que fichar a la población no es la solución más efectiva o inteligente para combatir la delincuencia.
Se nos olvida que más que un pueblo “fichado”, se requiere un pueblo educado y bien alimentado para comenzar a disminuir los problemas de inseguridad que indiscutiblemente afectan al país.
Y siguiendo el viejo y sabio principio que reza “piensa mal y acertarás”, me permito simplemente decir que seguramente el proyecto tendrá sus beneficiarios, pero muy posiblemente no serán los más de cien millones de mexicanos, sino un número mucho más reducido de personas que supieron vender la idea y aprovecharse de ésta para obtener jugosas ganancias.

miércoles, 29 de julio de 2009

¿Goles o clavados?

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
29 de julio, 2009

Cuando este lunes revisé las noticias del día, me encontré con una sorpresa: después de muchos sufrimientos y luchas irremediablemente perdidas, la selección mexicana de futbol pudo finalmente vencer a su similar de Estados Unidos y obtener la Copa de Oro.
En realidad, da gusto saber de los triunfos deportivos de nuestro país, especialmente cuando no es posible hablar de otras hazañas nacionales. Pero me parece un tanto excesivo salir a festejar a todo lo que da, yendo hasta el Angel de la Independencia y haciendo casi tanta fiesta como si los mexicanos hubieran ganado la copa del mundo.
Está bien, hace años que no se daba una victoria ante la selección estadunidense, pero con todo respeto, creo que estamos exagerando y que no es para tanto. Sobre todo porque se trata de un torneo jugado solamente por equipos de la zona, por selecciones que sin menospreciar a nadie no son lo más granado de la especialidad.
De hecho, para que la selección nacional mexicana se mida con equipos de verdad peligrosos, hay que esperar al menos que llegue a calificarse para el campeonato mundial de futbol de Sudáfrica, que se llevará a cabo el próximo año. Y esa calificación honestamente está todavía en “veremos”.
Pero los aficionados, fieles hasta la muerte, sufridos como siempre, caemos extasiados ante una victoria, por insignificante que pueda parecer.
Lo importante es el puro orgullo de ganarle a los gringos, y cobrarles con goles lo que estamos convencidos que nos deben.
Y es que el futbol es eso: pasión que va más allá de la cancha. Emoción que inevitablemente llena de euforia a la masa porque la lleva a creer por un momento que su grandeza trasciende el aspecto deportivo y que el triunfo obtenido hará más fuertes, más poderosos y más importantes ya no digamos a los once que ganan en el campo, sino a los millones que esos once representan.
Es inútil negar la importancia del futbol en México. Se trata del deporte nacional cuya trascendencia lleva a los estadios hasta a los políticos, que se dejan ver y escuchar especialmente en las contadas ocasiones en que los triunfos llegan.
Ahí está como muestra el mensaje de Felipe Calderón a los integrantes del equipo tricolor: “esta victoria demuestra que con trabajo y esfuerzo los mexicanos pueden salir adelante”.
Lo malo del asunto es que con todo respeto para los “aficionados que viven la intensidad del futbol”, el primer nivel al que los tricolores aspiramos está todavía muy lejos.
Por eso es que me parece que en cambio, se ha dado poca o nula importancia a la victoria rotunda de otra deportista que, en solitario, ha logrado -ella sí- un triunfo de primera, ni más ni menos que un campeonato del mundo en su especialidad, derrotando a las mejores de todo el planeta.
La mexicana Paola Espinosa obtuvo recientemente la medalla de oro en clavados -trampolín de diez metros- en el mundial de natación que se celebra en la ciudad de Roma, Italia.
Me habría gustado que los aficionados mexicanos hubieran salido a festejar con verdadero entusiasmo, hasta el mismísimo Angel la victoria de una compatriota.
Habría sido más que satisfactorio ver cómo la algarabía se dejaba sentir y que las banderas, las cornetas, las porras y los vivas son para una persona que ha logrado el primer puesto a nivel mundial y no para los futbolistas que antes de obtener la copa de oro habían sido considerados por muchos meses la descepción nacional.
Hay que reconocer que en México, como en otros países, se exagera al dar a los futbolistas un lugar de privilegio.
Se trata en realidad de un fenómeno por el cual el jugador se convierte en una especie de representante personal nuestro, que aparentemente está desarrollando una actividad en la que los espectadores participan,
Por eso una derrota duele y se convierte en una frustración que asumimos como propia y el triunfo se vive con una alegría tan inexplicable como excesiva.
El problema es cuando nos damos cuenta de que nuestra selección está integrada por personajes que son parte de un ambiente viciado, de un comercio brutal en que no somos otra cosa que consumidores de todo lo que nos quieran vender.
De ahí mi cuestionamiento hacia la casi indiferencia mostrada ante Paola Espinosa, que a pesar de ser campeona del mundo, no pertenece al negocio deportivo y por ende, su victoria no es parte del imaginario colectivo.
Representando a México en un deporte individual, su triunfo no satisface la necesidad grupal de derrotar a otros enemigos. No importa si la clavadista ha alcanzado la máxima gloria. Los medios de comunicación no la hacen existir como una verdadera triunfadora.
Ella no pertenece al mundo del futbol, que no es otra cosa que una manifestación de la cultura de la ganancia. No participa en el mundo de la explotación, comercio y corrupción del balompie de todo el mundo.
No la hemos visto semanalmente en la televisión y por lo tanto, su victoria, por grande que sea, se vuelve modesta y su importancia se reduce a unos cuantos minutos de gloria.
No está inmersa en el mercado que mezcla publicidad, derechos televisivos, visibilidad política y ambiciones personales.
Por eso el campeonato mundial de Paola Espinosa no puede siquiera compararse con la copa regional ganada por el equipo de todos y haberlo obtenido no merece que nadie considere ni por equivocación ir a festejarlo con toda la nacional alegría. Un asunto para reflexionar, ¿verdad?