miércoles, 16 de noviembre de 2011

Era solamente un dictador soft...

Publicado en el Semanario Punto, Toluca.
16 noviembre 2011

Después de meses de ausencia retomo este espacio, no sin antes agradecer a mi amigo Guillermo Romero Zarazúa por la paciencia que me ha demostrado. Ninguna razón particular, ningún motivo grave me ha hecho dejar de escribir durante tanto tiempo.
Se ha tratado simplemente de una especie de hastío, un estado de ánimo que simplemente me ha impedido expresarme, por una sencilla razón: no tenía absolutamente nada que decir.
Simplemente los acontecimientos me rebasaron y francamente ver que la situación no cambiaba provocó en mi persona una especie de rabia, de impotencia. Ni en Italia ni en México parecía ocurrir nada.
Fueron días y meses decididamente estériles, y naturalmente, la situación me ponía en riesgo de parecer repetitiva. Pensé que seguir escribiendo era simplemente desperdiciar tinta y energía.
Hoy me siento casi aliviada y sobre todo contenta. Lo confieso, ya era una situación personal. Irracionalmente personal, Mi aversión hacia Silvio Berlusconi -confieso- llegó a la exageración. No es bueno, no es coherente, no es normal. Pero así ocurría.
Posiblemente mi odio hacia el personaje es el reflejo de mi aversión a lo que representa: la mentira, la hipocresía, el afán de vivir bien sin mucho esfuerzo a costillas de los demás.
Cuando llegué a vivir a Italia, hace ocho años, fue difícil comprender el sistema de gobierno. Acostumbrada a un país donde vaya como vaya los sexenios terminan, a pesar de obtener pésimos resultados, me resultaba francamente complicado concebir la posibilidad de que un gobierno pueda caer sin llegar a completar el tiempo por el cual teoricamente es electo.
En pocas palabras, a diferencia de lo que ocurre en México, siendo Italia una república parlamentaria, son precisamente las cámaras quienes dan o quitan la “confianza” al presidente del Consejo de Ministros, que sin una mayoría contundente simplemente tiene que hacer las maletas e irse a su casa sin chistar.
Eso fue precisamente lo que le sucedió a Berlusca. Su gobierno, cada vez más débil y desgastado llegó al punto en el que hasta sus mismos incondicionales decidieron abandonarlo y decidió renunciar, consciente de que no podría continuar porque no tenía a su favor el número necesario de diputados que le dieran estabilidad y le permitieran llegar hasta el final de su mandato, que estaba programado hasta el 2013.
Se tardaron los diputados. No obstante el hartazgo de la sociedad italiana, a pesar del ridículo constante en que Berlusconi expuso al país frente a la comunidad internacional, sus aliados continuaron a sostenerlo, hasta que un hecho particular propició su caída definitiva.
La situación económica italiana, que hasta el momento corre el serio riesgo de ir a la bancarrota, propició la presión extrema de la Unión Europea. Solamente así comenzaron a cambiar las circunstancias y Berlusconi se fue.
Sus seguidores todavía se están quejando por el modo en que miles de personas festejaron la renuncia del hoy ex premier. Personalmente creo que hasta le fue bien, porque sinceramente de continuar así probablemente el descontento social habría llegado a extremos inimaginables. Por lo menos no terminó como otros dictadores. Quizá porque en el fondo Berlusca era solamente un dictador soft.
Quienes hoy se rasgan las vestiduras son seguramente aquellos que por años -para ser precisos, 17- vivieron encantados, o mejor dicho, manipulados con la idea de un “cambio” que nunca llegó.
Honestamente comienzo a sospechar que cuando un político propone grandes novedades, cambios arrolladores y maravillas varias, apoyándose sobre todo en los medios de comunicación y desplegando campañas innovadoras, posiblemente está buscando convencernos de votar por él para terminar dándonos más de lo mismo.
Encuentro elocuente el artículo pulicado por el diario español El País y firmado por Roberto Saviano, uno de los grandes opositores al gobierno berlusconiano. señala: “Los casi 20 años del Gobierno de Berlusconi han sido un arabesco: la línea más larga posible entre lo viejo y lo viejo que se hacía pasar por nuevo. Entre Democracia Cristiana y democracia cristiana. Cuántas mentiras en estos 20 años, cuántas mistificaciones.”
Nadie mejor que Saviano, un escritor y periodista importante para describir lo que Berlusconi ha sido, ha representado.
He siempre dicho que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Es evidente que Berlusconi no habría llegado al poder sin el apoyo de la mayoría de los ciudadanos. Desafortunadamente los 17 años de berlusconismo no son sino el reflejo de la decadencia de un país que, pudiendo mantenerse a la vanguardia, ha frenado su crecimiento postguerra y de ser considerado el “milagro italiano” ha dado marcha atrás y hoy está a un paso del desastre.
Retomo a Saviano: “En Italia, el sector público está en la ruina, la sanidad no tiene unos estándares dignos de Europa, la escuela, la Universidad y la investigación renquean. Durante años el Parlamento se ha dedicado a discutir, enmendar y votar leyes ad personam y leyes que hemos denominado ad aziendam”.
Me he siempre preguntado por qué Alemania y Japón, los otros dos países perdedores de la Segunda Guerra Mundial lograron levantarse de sus cenizas y superando derrotas dolorosas se convirtieron en pocas décadas en potencias económicas. Italia a fin de cuentas fue el país del Eje menos penalizado.
Ni le pusieron un muro ni le lanzaron dos bombas atómicas. Partió en ventaja y tuvo todo para crecer. Sin embargo sufrió y sigue sufriendo las consecuencias de elecciones equivocadas.
¿Acaso tendrá que ver la naturaleza desordenada, pasional, irracional de los pueblos latinos? ¿Será esta la causa de los sufrimientos del país? Como teoría me parece arriesgada, pero no la veo lejana de la realidad.
El punto es que el panorama italiano es triste. Desolador.
Aunque duela pensarlo, Berlusconi se fue pero el berlusconismo no. Y seguramente no faltarà quien diga que la situación era mejor cuando él ostentaba el poder, así como no falta quien todavía sostiene que eran mejores los tiempos de Mussolini.
El nuevo premier, Mario Monti no la tiene fácil. De él se dicen muchas cosas. Hay quien sostiene que trabajará para favorecer a las obscuras fuerzas financieras y que nada bueno puede traer a los italianos. Hay quien piensa que su gobierno durará poco y dará paso a unas elecciones donde de cualquier manera no hay mucho de dónde escoger.
Los más optimistas ven con buenos ojos que Italia tenga un gobierno “técnico” y no político, quizá porque de políticos es precisamente de lo que estamos hartos en el mundo, no solamente en el país de la bota.
Como sea, todo lo que se diga por el momento corresponde solamente al mundo de las especulaciones. La única situación seria y concreta es que Berlusconi se fue, para satisfacción de los seres pensantes de Italia y de cualquier manera estamos hablando de un país al borde del precipicio económico.
Vienen días intensos e interesantes. No olvidemos que Europa entera está en riesgo y que después de Italia, Francia y España podrían caer. No perdamos de vista que en este momento histórico hay solamente un Dios que exige sacrificios: se llama dinero y reina soberano entre todos los pueblos de la tierra. A fin de cuentas, librándonos de Berlusconi simplemente salimos de Guatepeor... pero no nos libramos de quedar en Guatemala... El mundo está así, y poco se puede hacer.

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