miércoles, 21 de octubre de 2009

Italia, México y el riesgo de ser periodista

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
20 de octubre, 2009
Esta semana la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) ha dado a conocer su clasificación anual para la libertad de prensa. Tristes noticias para México, que se encuentra en el lugar 138 de una lista total de 175 países.
En definitiva, ser periodista en nuestro país no es una profesión conveniente, sobre todo porque, de acuerdo con RSF México está "sumido desde 2006 en un cuasi estado de guerra con la vasta ofensiva general contra el narcotráfico” por lo que “mantiene su triste rango de país más peligroso del continente para la seguridad de los periodistas".
Se hace referencia a los 55 casos de periodistas asesinados en los últimos nueve años, de los cuales, nueve se han verificado en lo que va del 2009.
El reporte es claro. De los países del continente americano, México tiene la peor posición. Los criterios con que RSF elabora la lista son las agresiones, asesinatos, encarcelamientos y amenazas contra periodistas, la práctica de la censura y la autocensura y la existencia de monopolios estatales de la radio y la televisión.
Pensando a los últimos elementos, pienso en Italia y su lugar número 35 en la misma lista. Francamente tengo una gran duda porque como he comentado en artículos anteriores, el país de la bota sufre actualmente una situación difícil que raya en el fascismo puro.
No se puede negar que también los periodistas italianos trabajan bajo la amenaza de grupos mafiosos, lo que no les permite hacer su trabajo con total seguridad. Y sumado a esto, tenemos la casi inverosímil situación en que, de acuerdo con el prestigiado analista político italiano Giovanni Sartori, “tenemos no dos, sino una sola empresa en la televisión, la del señor Berlusconi, o presidente Berlusconi”.
Es decir, que el gobierno italiano controla la televisión de Estado, el sistema llamado RAI, y no permite que los noticiarios sean elaborados con claridad, objetividad e imparcialidad, lo que implica cerrarse ante cualquier tipo de información que pueda perjudicar la imagen del poder, especialmente del presidente del Consejo de Ministros, Silvio Berlusconi.
Mientras, la segunda cadena más importante de la nación, Mediaset, se dedica a publicar las bondades, virtudes y cualidades del premier y su gobierno, por la sencilla razón de que es precisamente la familia Berlusconi la propietaria del citado medio de comunicación.
Sartori, en una entrevista recientemente concedida en México, señala que “la audiencia televisiva en Italia ha sido siempre controlada por los políticos y los partidos. Hoy Berlusconi controla, en realidad, el 95% de la televisión italiana.” Y remata con una frase lapidaria: “esto es peor que lo que tienen ustedes en México.”
Digamos que un análisis de ese tipo hecho por un reconocido intelectual italiano como Sartori nos puede poner a pensar seriamente, porque en cierta forma revierte o mejor dicho, permite cuestionar los resultados que expone RSF.
Si en un país que está clasificado en el lugar 35 se puede hablar de una situación de libertad de expresión “peor” que en uno que tiene el lugar 138, algo no funciona bien.
De cualquier manera, es necesario para el caso de México pensar también en la relación con el poder político que tiene desde siempre la televisión privada y la total ausencia de un medio electrónico capaz de influir verdaderamente en la opinión y la cultura misma de los mexicanos.
En este sentido, hay que decir que al menos en Italia aún existe la RAI, como ente público pagado por los ciudadanos -que debemos desembolsar al menos 100 euros anuales- y que cumple o prentende cumplir una función social y educativa.
Fue precisamente gracias a la RAI que en los inicios de la televisión fue posible unificar al país, al menos lingüísticamente, porque en los años 50 los habitantes de las diferentes regiones comenzaron gracias a la tv a aprender a expresarse en el idioma oficial en lugar de utilizar los dialectos locales.
A pesar de las críticas, al menos la televisión italiana tuvo una utilidad en la vida cotidiana, y a nadie le hizo mal aprender a comunicarse en la misma lengua en un país donde las diferencias culturales se hacen sentir indudablemente.
Se trata de un caso positivo, mucho menos obscuro que la tremenda influencia social de la televisión mexicana, donde por años las telenovelas marcaron la cultura nacional, dictando principios, valores y conductas por seguir.
Eso, sin contar con la nula presencia de la televisión del Estado, que a fuerza de ser deficiente terminó por ser vendida, para caer en las manos de quien hizo la copia exacta del modelo Televisa y se convirtió en otro dictador de conductas y difusor de basura mediática, además de creador y destructor a conveniencia de verdades en materia política y social. Azteca y Televisa, lo sabemos, son la misma gata pero revolcada y obviamente, sus alcances en materia periodística son inversamente proporcionales a los intereses económicos de sus propietarios.
De los diarios de ambos países poco puede hablarse, porque desgraciadamente su influencia entre el grueso de la población es mínima a causa del escaso hábito de lectura y de crítica de los ciudadanos. En realidad, en Italia como en México, los periódicos y las revistas son solamente el medio que los políticos utilizan para dialogar públicamente, mientras negocian en privado los temas verdaderamente importantes.
Me permito hablar de ambas realidades porque en las dos he vivido y me precio de conocerlas. Sinceramente, no veo gran diferencia entre el lugar 35 y el 138, de la lista de RSF.
Sé que son altísimos y muy serios los riesgos que corre un periodista mexicano si se atreve a ir al fondo de los hechos e investigar acerca de casos de delincuencia organizada. A lo mejor por eso pocos se ocupan en serio de ir al fondo de la situación.
Pero en Italia la investigación periodística también es nula y probablemente muchos han desistido debido a las amargas experiencias pasadas. Porque si de crimen organizado hablamos, entre los dos países la situación no varía, pues no es en vano que sea ésta la cuna de la mafia, la camorra y la n'drangheta.
En realidad, la única conclusión que se me ocurre es que no hay diferencias sustanciales en el ejercicio del periodismo y en el papel de los medios en ambas sociedades. Una vez más me doy cuenta que en esencia no son tan diferentes.
Por desgracia ejercer la libre expresión es difícil en ambos países. Desafortunadamente en las dos realidades el papel social del periodismo en cualquiera de sus géneros es limitado. Y en los dos lugares el Estado es fuerte, tanto como la delincuencia organizada y ambos entes por sus propios intereses se ocupan de quitar de enmedio a quien osa cuestionar y decide resultar incómodo no chantajeando, sino investigando.
De ahí que un periodista verdadero, con verdadero espíritu y vocación de servicio sea literalmente un tesoro: algo raro, precioso y muy, pero muy difícil de encontrar.

1 comentario:

  1. Hola:

    Me gusto tu articulo, yo me dedico a cuestiones de ambiente y frecuentemente me encuentro con gente que dice:

    En el primer mundo si se respeta al ambiente, en el primer mundo no se contamina, en el primer mundo nadie tira basura en la calle.

    Y a mi me suena a que los mexicanos ven la parte rica y educada del primer mundo que puede conoce de ambiente y que puede comprar productos "naturales", porque tambien existe la parte rica sin educacion del primer mundo que se dedica a contaminar con singular alegria y la parte pobre que se dedica a vivir al dia sin importar la contaminacion.

    Pero esas partes del primer mundo no las ven.

    Saludos

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