domingo, 1 de marzo de 2009

Xenofobia en la bota italiana

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
24 de febrero, 2009.

Cuando uno se detiene a pensar en la influencia que pueden tener los medios de comunicación en la vida de los ciudadanos de un país, toca sin duda un tema profundo y complejo. Los medios cada vez con mayor frecuencia influyen y llegan a modificar el comportamiento social. Lo digo sin temor a exagerar. Y lo ratifico con un ejemplo clarísimo ocurrido hace algunos días en el país de la bota.

Durante al menos una semana y media una vez que pasó el furor por el caso de Eluana Englaro, los diarios, la radio y la televisión comenzaron a difundir información relativa a casos de ataques sexuales en que algunas de las víctimas eran menores de edad y los violadores casualmente eran todos extranjeros, para ser precisos, procedentes de Rumania, que a partir de su entrada en la Comunidad Europea, ha ratificado su posición de principal exportador hacia Italia de mano de obra a bajo costo.

Confieso que de inmediato me asaltó la duda respecto a tanta y tan repentina y vehemente preocupación por los casos de las mujeres violadas. Me quedé pensando si en realidad los casos publicados son los únicos que se han suscitado en Italia en los últimos tiempos, si de repente se desató una especie de epidemia que levantó el nivel de testosterona y provocó un aumento en la agresividad masculina-rumana o si se trata más bien de una perfectamente planeada estrategia de manipulación.

Porque extrañamente, uno de los violadores de una joven de 14 años que fue atacada en el parque romano conocido como la Caffarella, resultó ser también responsable de otro de los casos a los que se dio revuelo, en que la víctima era una mujer de 40 años. Lo más interesante es saber que el rumeno violador ya había sido encarcelado y puesto en libertad por un caso similar, aunque el juez determinó que el individuo no representaba un peligro para la sociedad.

El punto es que durante muchos días la búsqueda y la captura de los responsables del caso del parque Caffarella fue el centro de atención de todos los noticiarios. La caza a los culpables fue la exigencia predominante de la opinión pública italiana.

La presión de los medios que de repente se erigieron como la voz de la sociedad ofendida fue tal, que el gobierno de Silvio Berlusconi emitió a pocos días de la captura de los responsables, un decreto de ley relativo a la seguridad, que considera penas más severas para los violadores y -aquí la cuestión verdaderamente discutible- la autorización para que los ciudadanos comiencen a organizar rondines que permitan detectar y denunciar inmediatamente a los potenciales criminales.

Esta iniciativa había sido ya propuesta hace pocos meses sin mucho éxito por la Lega Nord, el partido que promueve entre otras barbaridades la separación de la zona norte de Italia y la persecusión sin piedad de los extranjeros clandestinos.

Sin embargo, a partir del verdadero escándalo organizado por los medios de comunicación luego de los casos de violación, los rondines no solamente ya son permitidos por el nuevo decreto del gobierno de derecha, sino que son promovidos por quienes consideran que los ciudadanos italianos tienen la obligación de prevenir y protegerse contra lo que algunos perciben como una verdadera invasión por parte de los extranjeros que -siempre gracias a la campaña desinformativa de los medios- no tienen más remedio que sufrir una especie de persecusión disimulada que sin embargo comienza a oficializarse.

Y aquí la gravedad de la situación. Porque todo parece indicar que los medios italianos están contribuyendo a fomentar la xenofobia, ayudando a llenar de miedo y de prejuicios la ya de por sí temerosa sociedad italiana, que por la naturaleza longeva de su población no tiene muchas esperanzas de abrirse hacia la integración de los diferentes grupos minoritarios en un futuro inmediato.

No importa si el Viminale -como se conoce al Ministerio del Interior italiano- ha informado con cifras específicas que el número de violaciones durante el 2008 disminuyó un 8.4% respecto al año anterior. Tampoco es importante que el mismo Ministerio haya dado a conocer que -lógicamente- 60 por ciento de las violaciones denunciadas en el país de la bota son cometidas por ciudadanos italianos.

Lo importante es que los periódicos, las revistas, el radio y la televisión denuncian y acusan a los chacales rumanos sin ponerse límite alguno, alimentando el odio que genera la ignorancia de la realidad del otro, del que es diferente y no por ello es mejor o peor.

El fenómeno de la inmigración es por naturaleza complicado, pero la situación tiende a empeorar cuando se desconoce al inmigrante y cuando se crean y se difunden estereotipos que perjudican seriamente la convivencia pacífica entre los oriundos de lugar y quienes llegan un país con la intención de mejorar su propia situación,

Cuando observo a los rumenos, a los albaneses, a los marroquíes y a otras minorías ue viven en Italia, no puedo menos que recordar a los mexicanos que emigran hacia los Estados Unidos y las inumerables humillaciones que deben soportar, producto de la ignorancia y los prejuicios de quienes no quieren o no desean abrir su mente hacia la novedad, pero que en cambio aceptan que sean los inmigrantes quienes realizan los trabajos más pesados.

Probablemente pensar en una permanente conducta ética e inteligente de los medios de comunicación es una utopía, pero si bien no podemos exigir un mínimo de calidad en los contenidos, resulta casi vergonzoso pertenecer al gremio periodístico cuando se ven casos como el de Italia, donde los medios se convierten -seguramente guiados por intereses económicos- en cómplices descarados de la difusión de la cultura del odio.


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