Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
12 enero, 2011.
Finalmente comienza en manera oficial el año 2011. Ha terminado la obligada tregua que periódicamente nos desconecta del mundo para dedicarnos a la familia y al descanso. El 2010 sin duda fue un período lleno de información interesante y las consecuencias de lo ocurrido en los pasados 12 meses continúan a sentirse y a verse en todo el mundo.
Hoy quiero hablar de un acontecimiento que durante la pausa de fin de año en llamó la altención de la sociedad mexicana. El panista Diego Fernández de Cevallos fue liberado después de siete meses de secuestro.
Hay que decir que sinceramente tanto el secuestro como la posterior liberación del político se prestan para sacar más de una conjetura extraña, por la poca claridad de las circunstancias en que ambos hechos se suscitaron.
Sin duda, cada comentario alrededor del secuestro, por chusco o absurdo que pueda parecer podría ser un motivo de análisis serio. Desde las condiciones extrañas de la desaparición hasta el retorno con una imagen francamente ridícula, con la barba blanquísima y las cejas obscuras y una cara de asustado que parecía decir a todo el mundo: “soy un mártir, voten por mí”.
Pero entre todas las especulaciones, entre todos lo que se dijo respecto al secuestro de El Jefe Diego, un texto llama la atención por encima de todo.
Personalmente, debo decir que lo recibí a través de un correo electrónico, pero al parecer se trata de un largo comunicado recibido en la redacción del diario de circulación nacional La Jornada que habría sido publicado on line el 20 de diciembre de 2010, antes de que el político fuera puesto en libertad.
El texto es exageradamente largo, pero hay en él puntos muy interesantes que vale la pena reproducir, porque analizarlo podría dar respuestas muy acertadas respecto a la actual situación social y política de México.
El texto, acreditado a “los misteriosos desaparecedores” parte con un concepto muy importante: “...en México vivimos inmersos en un clima de creciente violencia destructiva que las mafias del gobierno permiten y fomentan, porque sólo así pueden ocultar la sistemática represión, tratar de controlar el descontento social e impedir, por el momento, que se generalice la lucha popular.”
Esta afirmación, estas pocas pero dramáticas líneas son un interesante resumen de lo que en este momento está ocurriendo en nuestro país.
Para quienes nos preguntamos contínuamente por qué desde el inicio a la guerra contra el narcotráfico hasta ahora los muertos son ya más de 30 mil, posiblemente esta sería una respuesta. Más de una vez he deseado saber la causa por la cual la violencia no se detiene y por el contrario, parece crecer a medida que aumentan también la miseria y la desigualdad.
El comunicado agrega: “las formas de la violencia son cada vez más crueles y abominables; el conflicto no sólo ha dejado decenas de miles de personas muertas, sino terror e incertidumbre entre los vivos. La distancia entre el discurso de gobierno y las prácticas corruptas que lo caracterizan son una clara muestra de que los más altos funcionarios y las instituciones del Estado mexicano están coludidos con el crimen contra quien dicen estar luchando”.
Y he aquí la parte preocupante que por desgracia no es posible demostrar de ninguna manera, porque sin duda el gobierno mexicano hallará siempre la forma de desmentir la afirmación: “vemos día a día la impunidad militar, los levantones policiales para entregar víctimas al narco y la convivencia evidente entre presidente de la república, gobernadores, senadores, diputados, jueces, generales y jefes policiacos con los grandes capos, incluso, es posible afirmar que la alta burocracia y los sectores reaccionarios de la clase política, son quienes forman parte de las mafias más criminales en nuestro país.”
De acuerdo con el texto, “la violencia más sofisticada, la que a diario nos golpea y quizá la que menos reconocemos como violencia, es la que parece no venir de ninguna persona; es la violencia estructural 'invisible'... la pobreza, para muchos la miseria, es una constante amenaza de muerte y es mucho más poderosa que todos los grupos de sicarios juntos”.
Muchos son los conceptos certeros expresados en el comunicado. Son escalofriantes, es cierto, pero son también verdades concretas que sin embargo la gran mayoría de los mexicanos desconoce o peor aún: se empeña en ignorar.
“Vivimos en amenaza de muerte al tener acceso restringido a la alimentación, a la salud, a los servicios, a los derechos y a conocer la justicia. Como así son las cosas, nos toca perder y como nos habíamos resignado, dejamos de sentir la violencia de no poder vivir bien”.
No es mi interés hacer una apología de la violencia, No paso por alto que quienes se adjudican el secuestro de Diego Fernández lo hacen bajo la consigna de que “...el ejercicio de la violencia es para Nosotros (el pueblo, ndr) un recurso ineludible, pero necesita de un proyecto en el que su uso sea solamente un medio necesario; el proyecto no puede reducirse a destruir otro.”
Pero tampoco puedo pasar por alto el retrato perfecto que se hace del personaje y que funciona como una justificación nada despreciable del secuestro.
“El Jefe Diego es otro nudo por donde atraviesan múltiples historias turbias. Ahora conocemos de cierto los modos de los trabajos y oficios con los que se maneja, las personas con las que trata y algunas de las que han sido sus más logradas empresas. Con nada que ocultar la mafia ha sido enumerada en las cartas elaboradas y dirigidas por el propio Diego a sus “benefactores”, reclamándoles apoyo económico en correspondencia a su lealtad y a sus servicios: Carlos Salinas de Gortari, Carlos Slim, Roberto Hernández, Alfredo Harp, Alberto Bailleres, Claudio X González, Lorenzo Servitje, Lorenzo Zambrano, Emilio Azcárraga Jean, Ricardo Salinas Pliego, Bernardo Quintana, Ignacio Loyola, Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa Patrón, Juan Sandoval Íñiguez, Onésimo Cepeda, Norberto Rivera Carrera, Roberto Madrazo, Jorge Hank Ronh, Santiago Creel, Enrique Peña Nieto, Carlos Romero Dechamps, Elba Esther Gordillo, entre otros.”
Es sin duda interesante saber a quienes solicitó apoyo por escrito el político, en su desesperada lucha por ser liberado, Los nombres ahí están. No son nuevos para nuestros oídos. Son los políticos, empresarios y hasta religiosos que cotidianamente aparecen en todos los medios, los que conocemos para bien o para mal y que son los indiscutibles protagonistas de la vida nacional.
“Diego Fernández de Cevallos acumula una larga pero poco honrosa carrera de impunidad y enriquecimiento.” Tampoco esta es una novedad y sin embargo, produce un cierto efecto leer nombres y circunstancias tan claramente explicadas en un texto que pretende argumentar los motivos por los cuales el panista fue secuestrado.
“Diego Fernández de Cevallos parecía intocable hasta aquella noche en que su pasado oscuro lo alcanzó.” Probablemente se trata de una velada amenaza contra otros personajes que eventualmente pueden ser parte del sistema mafioso que se pretende exhibir como responsable de la terrible situación que vive México. Posiblemente tales personajes también podrían ser alcanzados por su cuestionable pasado.
Lo que resulta claro es que el texto al que hago referencia pone al descubierto una realidad que no se puede pasar por alto. La violencia, los juegos de poder, la situación política, social y económica de México. Todo esto a partir de un hecho que poco a poco fue minimizado por los medios de comunicación pero que sin duda en el momento oportuno será reutilizado a conveniencia para dar fuerza política a Diego, como mártir de un partido que está necesitado de figuras fuertes para la contienda del 2012.
Por desgracia, así están las cosas en un país en el que los desesperados y asustados ciudadanos a fin de cuentas lo único que piden en este momento es una sola cosa: NO MÁS SANGRE. Preocupante,serio, dramático y desolador ¿verdad?
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