Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
17 de marzo, 2010
Esta semana escribo seriamente preocupada y sobre todo, profundamente indignada. Hablar de poca libertad de expresión en estos tiempos en que el alcance de los medios se ha ampliado a niveles casi de ciencia ficción parece absurdo.
Y sin embargo, la represión en países pseudodemocráticos existe, no obstante los notables adelantos tecnológicos que debería permitir a los informadores comunicar prácticamente cualquier idea sin considerar límites de tiempo o espacio y obviamente, sin censura alguna en el contenido.
Los límites sin embargo, persisten, y tienen que ver con los intereses políticos y económicos y la seria dificultad de algunos poderosos para enfrentar el hecho que alguna información para ellos inconveniente venga publicada.
En los últimos días he leído con interés las reflexiones de la editorialista Martha Gómez, que en su espacio del diario Milenio denuncia que Iván Carmona, reportero gráfico del mencionado medio, “luego de realizar sus tomas, en medio de un fuerte operativo de seguridad en el que participaban policías municipales y de la ASE, fue abordado por la familia del fallecido, y tras una discusión le arrebataron su cámara, le dieron un cabezazo y le borraron la tarjeta en la que traía su material fotográfico de todo el día.”
A la agresión por parte de los familiares de la víctima, dice la columnista, hay que sumar “que los uniformados se hayan comportado únicamente como testigos del incidente sin intervenir en apoyo de quien sólo cumplía su trabajo.”
Asimismo, comenta cómo en un acto francamente inconcebible de censura hacia sus proprios colegas, el presidente de la Asociación de Periodistas del Valle de Toluca, Prisco Árciga, durante el montaje de una muestra fotográfica “pidió que se retirara una gráfica de Sandra Luz Rodríguez, en la que aparece una mujer hincada, desnuda y con una bolsa de papel estraza en la cara con la leyenda 'Vivo en Toluca y me da pena'”.
Debo decir que no sé qué me indigna más, si la cerrazón y la falta de respeto de un periodista hacia sus compañeros, que considero no solamente absurda, sino imperdonable, o la situación de total inseguridad en que trabaja la prensa mexicana.
Probablemente el primer caso se limita a la estupidez de una persona.
Lo que verdaderamente me deja pensando son las tremendas condiciones en que están trabajando los periodistas mexicanos.
Me queda claro que quienes eligen la profesión están hechos de otra pasta. Viven de adrenalina, saben perfectamente que su trabajo les puede traer problemas y sin embargo, en la mayoría de los casos enfrentan la situación y raramente piden el apoyo de las autoridades, porque saben bien que no lo tendrán.
La organización Reporteros sin Fronteras en su página web habla acerca del modo en que se trabaja en nuestro país, donde “la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos contra Periodistas (FEADP) no ha obtenido ningún resultado significativo después de su creación, en febrero de 2006. La lucha contra el narcotráfico emprendida en diciembre de ese año por el gobierno federal, anunciada por el presidente Felipe Calderón, ha vuelto la situación casi insostenible”.
Solamente en lo que va del 2010, han sido asesinados cuatro periodistas. Reporteros sin Fronteras señala que “con 61 periodistas asesinados después de 2000 y otros nueve desaparecidos después de 2003, México se encuentra en el lugar 137 de 175 de la clasificación mundial... en el año 2009.”
Y no sólo: “la pasividad, la negligencia o la neutralización mutua de instituciones de más dedicadas a la defensa de la libertad de prensa en todos los niveles del poder... no son las únicas en tela de juicio en la perpetuación del calvario de la prensa mexicana... las autoridades también se han convertido en cómplices, e incluso responsables, de graves violaciones de los derechos humanos, entre otros el de informar.”
Pensar en que quienes verdaderamente cumplen con su deber y se esfuerzan por llevar a cabo su trabajo de la mejor forma posible ponen en riesgo su vida cotidianamente, es un asunto demasiado serio.
Lo más difícil es saber que -al menos en el estado de México- los periodistas no tienen siquiera un punto de referencia, una asociación capaz de pelear por sus derechos, en grado de protegerlos en caso de necesidad.
Por el contrario, es aberrante que en lugar de sostén moral, los trabajadores de la información que inocentemente se unen a una asociación creada por su proprio gremio, encuentren gestos deplorables de represión. Es precisamente ahí donde se puede comprender que en casos extremos sus propios colegas los dejarían morir solos.
Ojalá que la situación mejore. Espero de corazón que así suceda, porque a decir verdad es injusto e inmoral que quien tiene la vocación de servicio y ejerce honestamente el periodismo viva en el miedo y en la represión.
Y para cerrar, debo aclarar que también en Italia la situación referente a la libertad de expresión atraviesa un momento delicado. El último escándalo que involucra a Silvio Berlusconi tiene que ver precisamente con una investigación que se realiza en la ciudad de Trani, al sur del país, donde la fiscalía estaría investigando al premier quien habría sido descubierto gracias a algunas interceptaciones telefónicas mientras intentaba vetar Anno Zero, un programa de televisión terriblemente crítico hacia el premier en que su conductor, Michele Santoro, semanalmente publica información decididamente contraria a los intereses del jefe del gobierno italiano.
Esto, sin contar que hasta el próximo mes la televisión pública de Italia no transmitirá sus principipales programas de análisis político. Esto, porque el Consejo de Administración de la RAI, (Radio y Televesión Italiana) decidió suspender todos los talk show que tratan la actualidad y la información política hasta las elecciones regionales, que se celebrarán al final de marzo.
Esta también es represión. Esta también es dificultad para ejercer la que debería en todo caso seguir siendo la profesión más hermosa del mundo. Y ni modo, en todos lados se cuecen habas... Lamentable, ¿no es verdad?
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Primero una pregunta, en el post dice:
ResponderBorrar"Debo decir que no sé qué me indigna más, si la cerrazón y la falta de respeto de un periodista hacia sus Lo más difícil es saber que —al menos en el estado de México— los periodistas no tienen siquiera un punto de referencia, una asociación capaz de pelear por sus derechos, en grado de protegerlos en caso de necesidad.
Crónicas desde la bota compañeros, que considero no solamente absurda, sino
imperdonable, o la situación de total inseguridad en que trabaja la prensa mexicana."
¿deberia de decir:
Debo decir que no sé qué me indigna más, si la cerrazón y la falta de respeto de un periodista hacia sus compañeros, que considero no solamente absurda, sino imperdonable, o la situación de total inseguridad en que trabaja la prensa mexicana.?
Y ahora sí, el tema del post.
Mis sentimientos hacia los periodistas son encontrados.
Admiro su trabajo, reconosco que es necesario, aprecio que lo hagan.
Pero si mi madre sufre un accidente, no me gustaría que publicaran fotos suyas. En parte porque la nota roja es la sección más amarillista y morbosa de los medios y en parte porque la sociedad necesita saber cual fue la causa del accidente, como poder evitarlo o como afectará en un futuro su vida (por ejemplo si se cambian las reglas de trafico por accidentes automovilisticos). Pero la sociedad no necesita ver charcos de sangre, no necesita ver a la familia abrazando y llorando al cadaver, no necesita el morbo.
Reconosco el trabajo de periodistas que literalmente se juegan la vida, los más famoosos son los que denuncian al narcotrafico. Esos periodistas merecen todo mi respeto y admiración.
Pero lamentablemente, tambien me encuentro con algunos que buscan la nota facil, sin analisis, explotando las emociones más basicas (que no bajas) del ser humano.
Por eso tengo sentimientos encontrados hacia los periodistas.
Ademas, tambien recuerdo a una reportera que durante una conferencia en una universidad, me pidio una entrevista para la gaceta universitaria y termino publicandola en un periodico local.
¿Que le costaba ser honesta?
Todos debemos respetar el trabajo de los demas, pero si los demas "haciendo su trabajo" invaden mi privacidad, trataré de evitar que "trabajen" con mi intimidad.
Ya lo corregì, perdona es que no me fijé al copiar el texto. Gracias!
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