viernes, 30 de enero de 2009

México lindo y querido... Visto desde afuera no es tan lindo ni tan querido...

Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.

19 de enero, 2009.


Después de veinte días de visitar algunos lugares de México, me encuentro de regreso en el país de la bota y desde aquí, me resulta particularmente difícil relatar lo que la estancia en mi tierra dejó en mi ánimo.

Por una parte, la gran emoción de saludar y abrazar a mis seres queridos, a mi familia y a mis amigos, a quienes agradezco cada detalle. Por otro lado, sin embargo, queda en mí una profunda rabia, una enorme impotencia por muchos detalles observados durante la permanencia en mi país.

Y es que con toda honestidad, parece increíble que los mexicanos no podamos o no queramos comportarnos mejor.

En cada sitio de México que visité no pude más que ver el caos, el desorden, la mala educación. Se trata de una actitud permanente de agresividad. Uno no puede ignorar a la gente que parece seguir el principio de que la mejor defensa es el ataque. Desde los conductores de automóvil hasta los peatones que empujan, sin contar a quienes no mueven un dedo si no hay una propina de por medio.

La verdad es que, por ejemplo, me queda una enorme duda que no sé si alguno de nuestros gobernantes municipales podrá aclarar. Querido señor alcalde, espero que sea usted capaz de explicar a una toluqueña Doc de casi cuarenta años, quién de sus asesores tuvo la genial idea de cambiar la circulación de los autobuses locales de la calle de Morelos a Constituyentes.

El concepto del orden y del espacio que tienen en su H. Ayuntamiento es francamente asombroso. ¿No se da cuenta, querido presidente municipal, que en Constituyentes los camiones no tienen nada por hacer?

¡Ah, pero eso no es todo! En lugar de ponerse a remodelar el centro histórico de mi ciudad, abriendo hoyos por donde se le ocurre o desalojando comerciantes al más puro estilo fascista, señor Juan Rodolfo, vaya a ver que hay muchos, pero muchos lugares que carecen de servicios y de seguridad, y si tantas ganas tiene de arreglar algo, vea cosas tan elementales como las banquetas, aunque le parezcan asuntos poco dignos de sus ambiciones.. ¿Sabe usted, querido alcalde? Desde que yo recuerdo las aceras del centro de mi ciudad tienen los mismos defectos y siguen en las mismas penosas condiciones. Y aunque yo las conozco bien y por fortuna puedo todavía caminar sin problemas, no dudo que haya más de un adulto mayor que haya caído y se haya lastimado pasando por las banquetas que el municipio no quiere o no puede arreglar, por atender casos de mayor trascendencia, que le den mayor lustre a quienes usan la alcaldía como trampolín para no soltar el hueso y asegurarse una vida cómoda y felíz.

Porque mire, yo sé que usted no camina mucho, pero por ejemplo si un anciano cayera y se lastimara gracias a las obras que usted como autoridad no ha hecho, ¿quién le va a pagar los servicios médicos al pobre ciudadano si acaso no está asegurado? ¿Usted, don Juan Rodolfo? No, usted ya va de salida, dicen que en busca de crecimiento político. Pero en tanto, nos deja una ciudad con problemas viejos que no supo resolver y nuevos que probablemente no supo prevenir. Brillante, muy brillante señor alcalde. Pero dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece...

Ojalá en su informe usted sepa justificar lo que a los ojos de una persona orgullosamente toluqueña que tenía tres años de no ver su ciudad, no son otra cosa que desaciertos, muestras claras de incompetencia.

Y para todos tengo, porque estoy muy enojada, francamente. Estas líneas son un fuerte desahogo personal. Lo siento mucho. Y es que no solamente en Toluca pude ver situaciones absurdas. En realidad en muchos lugares de México no queda más que observar con asombro cómo en las ciudades, por pequeñas que sean, reinan el caos, el desorden y la prepotencia. Me pregunto por ejemplo cómo el centro histórico de Taxco, Guerrero, puede albergar tantos y tantos automóviles de servicio público y privado, cuyos conductores parecen no comprender que hay una ley Física que dice que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo lugar en el espacio. Ya es casi impensable que sea permitida la circulación vehicular en el corazón de un lugar tan encantador como pequeño, pero ver cómo en un área tan reducida cabe también el caos vial, es impresionante.

Me pregunto también cómo las autopistas nacionales pueden ser caminos de tan escasa calidad y sobre todo, quisiera saber de dónde las autoridades sacan el valor para cobrar una cuota de circulación. Los caminos y carreteras son pésimos y caros.Lo peor es la cantidad de ventanillas de cobro que hay que pasar. Uno puede jugar a adivinar cuánto y cuántas veces tendrá que pagar, sin contar que hay tramos en malas condiciones y que además hay que enfrentar a los típicos imprudentes que se sienten corredores de Fórmula 1 y a los clásicos tráilers y camiones de carga pesada que entorpecen la circulación.

Otra de mis grandes dudas tiene que ver con la forma descarada en que en sitios turísticos se abusa de los visitantes con precios exhorbitantes y servicios de pésima calidad.

Pero las calles, las carreteras y los abusos son solamente una mínima parte de lo que visible y evidentemente no funciona en México. Tenemos serios problemas, mucho más importantes. Quisiera saber a quién interesa mirar tantos y tantos ancianos de la más humilde condición económica y social pidiendo limosna en los cruceros. ¿Quién piensa en ellos? Tal vez son el resultado de un sistema de pensiones que no existe. O quizá durante toda su vida productiva trabajaron en la economía subterránea. El hecho es que están ahí, que apenas pueden caminar, que su salud es seguramente muy mala y que pasan sus días sobreviviendo, mientras el Estado que en este caso debería ocuparse de ellos no hace otra cosa que presumir logros inexistentes.

El Sistema DIF de todos los niveles en lugar de ser el pretexto para dar sueldo e imagen a las firs ladies debería tomar medidas serias, crear asilos para estas personas, ocuparse de su deber social como parte del Estado mexicano. Pero nada, ni una sola iniciativa sale de parte de nadie. Al fin y al cabo estas personas son solamente parte del paisaje urbano y si viven o mueren no serán otra cosa que estadística.

Y hablo de los ancianosm pero no olvido los rostros de los niños que en lugar de ir a la escuela están en las calles vendiendo chácharas o perdiendo el tiempo, en el mejor de los casos, porque algunos deben prostituirse porque de otra manera no podrían ni siquiera comer.

¡Comer, bendita palabra! Comer en México es el deporte nacional, ¿eh? Para los más favorecidos, alimentarse es una necesidad que va más allá de la lógica. Cualquier referencia geográfica en México se vuelve de inmediato gastronómica. Me he preguntado mil veces por qué los mexicanos comemos tanto, y aunque al inicio la costumbre parece muy divertida, después de cierto tiempo uno comienza a preocuparse. Si se mira con atención en cualquier lugar concurrido, la mayor parte de los asistentes tiene problemas de peso, algunos muy serios.

Vi por ahí una campaña del gobierno que habla de los gorditos, pero no se ve que las autoridades estén seriamente interesadas o preocupadas por prevenir las enfermedades crónico degenerativas que trae como consecuencia la obesidad. Espero que todavía estemos a tiempo y podamos frenar los casos de diabetes, cardiopatías y demás problemas de salud que en realidad cuestan a todos.

Y a propósito de costos... Me tocó visitar México en el momento en que los mexicanos tenemos más dinerito. El fin de año es una época de abundancia, en que gastamos con singular alegría. Los mexicanos seguimos el principio de que en la vida hay que tener lo que se debe, aunque se debe lo que se tiene. Para eso están las tarjetas de crédito, ¿verdad?. Una cuestión cultural más por solucionar. Nadie nos educa para ahorrar, para prevenir y para no desperdiciar. Vivimos al día y no importa si tenemos las tarjetas de crédito más caras de América Latina. Total, para pagar ya se verá.

Serias cuestiones de formación. Ausencia de un programa educativo importante que nos permita ampliar nuestro criterio y distinguir lo que nos conviene y lo que no. Mientras la educación sea deficiente, la inmadurez prevalecerá y seguiremos siendo como niños irresponsables, dispuestos a decir que sí a todo y con poca capacidad de discernimiento.

Mientras tengamos poca instrucción seguirá siendo fácil manipularnos y llevarnos a elegir un gobernante solamente por su linda cara. Literalmente. Atención compatriotas. No nos dejemos engañar. Hay un gobernador cuya preciosa presencia está llamando la atención de tal manera que más que un representante del pueblo, parece una estrella de televisión. Y algún lado obscuro tendrá Enrique Peña Nieto, ¿o no? Porque aparte de su prestancia física y de su nueva novia, brillante como estadista nunca ha sido y a decir verdad, el Estado de México no ha cambiado mucho desde que él lo gobierna. Además, para los desmemoriados debo decir que sus raíces políticas son aquellas que muchos desprecian. Es producto del odiado y otrora temido grupo Atlacomulco. Me pregunto ahora quién o quiénes lo protegen y lo apoyan. ¿Acaso algunos que ya no pueden con el paquete y que prefieren aliarse para que las cosas sigan igual? Absurdo. Como absurdo y surreal fue ver el cambio de estafeta de imagen del estado que Peña gobierna. En lugar de pagarle primero a la Gaviota y luego a Lucero para que ensalsen sus obras, el gobernador debería pensar en trabajar en cosas que valgan la pena, y no en promoverse rumbo a la presidencia. Y que recuerde lo que le pasó a su antecesor, que no consideró nunca que del plato a la boca se cae la sopa.

Por último, debo decir que estoy sinceramente asombrada porque nuestro presidente Felipe Calderón instruyó a cónsules y embajadores para que difundan “la realidad de lo que es y lo que ocurre en México”. Dijo que en el combate al crimen organizado “México no es un Estado fallido”. Con todo respeto, señor presidente, se ayuda más no diciendo nada. ¿Sabe usted? Vivo en el extranjero desde hace más de cinco años y en realidad, la pésima imagen de nuestro país es solamente la que los extranjeros tienen de nuestro gobierno.

Para ellos, el pueblo mexicano, nosotros, los de a pie, somos limpios, sinceros, gente de buen corazón y nuestro único defecto es tolerar un gobierno mezquino e ineficiente, producto de la corrupción más arraigada. Así que de nuevo con todo respeto, es mejor que usted no mande a sus embajadores a decir nada, porque mientras la lucha contra la corrupción no sea verdadera, y no se vean resultados serios, cualquier intento por cambiar la imagen del gobierno mexicano será un desperdicio de tiempo y dinero.

En realidad México tiene un solo problema, digamoslo con todas sus letras: el Estado que lo gobierna. Y aquí no tiene que ver si pasamos 70 años de PRI o si tenemos nueve años de PAN.

Aquí se habla de décadas de abusos, de una Revolución que no sirvió para nada.

Porque en México no ha habido nunca un Estado Social que se ocupe verdaderamente de las necesidades de los mexicanos.

De otra forma, ¿cómo nos explicamos que a practicamente 100 años de iniciada la Revolución prevalezcan más que nunca la injusticia y el desequilibrio social? Hay países que han sufrido guerras devastantes con resultados terribles y sin embargo, se han levantado de sus cenizas para surgir como grandes naciones.

¿Pero a nosotros qué nos falta? ¿Somos menos como pueblo que otras naciones? Me rehúso a creerlo. Como mexicana me resisto a pensarlo. Y sin embargo, no veo que se mueva nada. En México estamos sobreviviendo como por inercia, con resignación, como sin esperanza de que las cosas cambien. ¿Será que es lo que nos merecemos? Yo creo que no. Porque nos queda una sola cosa que muchos quisieran y que vale mucho más que cualquier situación injusta: nuestra enorme, infinita alegría de vivir. Eso me traje de mi tierra al país de la bota: energía, ánimo, optimismo. Esa si, la verdadera mexicana alegría. Yo me la traje como tesoro personal. Espero que mis compatriotas que la tienen siempre, sepan usarla como la fuerza que los hará salir adelante y acabar con años y años de injusticia.

Felipe Calderón y la familia católica Desde la Fe.

Publicado en el Semanario Punto de Toluca, México.

26 enero de 2009.

Esta semana mi pensamiento se dirige hacia la familia. ¡Ah, la familia! Cualquiera diría que no hay argumento más noble por tratar, que la sacrosanta familia es sin duda la base de la sociedad.

Claro, citar todos los lugares comunes acerca del tema es una forma sencilla de llenar y llenar espacio.Sin embargo, precisamente ha sido la familia el pretexto que la Iglesia Católica mexicana ha utilizado para intervenir una vez más en los asuntos del Estado.

Digo esto después que esta mañana leí detenidamente en la versión on line del diario La Jornada el resumen de un editorial publicado por Desde la Fe, órgano informativo de la Arquidiócesis de México, que condena a mis compañeros periodistas y los señala como “talibanes del laicismo”, mientras elogia al presidente Felipe Calderón porque se presentó a la inauguración del Sexto Encuentro Mundial de las Familias, celebrado en México hace algunos días.

Hoy he decidido tomar yo también el papel de “talibán del laicismo”. Con todo respeto hacia Desde la Fe, orgullosamente reafirmo mi exigencia de que el Estado mexicano siga siendo laico, sin importar las experiencias de formación ni la postura religiosa de nuestro presidente.

A mi sinceramente no me interesan las creencias de Felipe Calderón Hinojosa, debo decirlo con todo el corazón. No me importa si le enciende una veladora todos los días a su santo patrono, o si es guadalupano, o si cree en Juan Diego. No me interesa, como no debe interesarle a ninguno de los ciudadanos a los que gobierna.

Pero por favor, que sus creencias, respetables como las de cualquier otro ser humano, se las tenga para sí mismo, al menos mientras sea el presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Que haga todo en la intimidad, que no hable en nombre de sus gobernados diciendo que “extrañamos” a Benedicto XVI y sobre todo, por favor, que no se presente en calidad de Jefe de Estado en un acto que no fue otra cosa que una muestra más de la intolerancia y de la cerrazón de la Iglesia católica.

Y es que cuando un grupo de religiosos y religiosas se atreve por ejemplo a culpar a las mujeres de provocar las agresiones sexuales, entonces no hay mucho por decir. ¿En serio los clérigos están convencidos de que una violación es resultado de la “ropa provocativa” que visten las señoras?

Todo parece indicar que así es, al menos así lo expresaron durante el encuentro el arzobispo de Santo Domingo, el obispo auxiliar de Tegucigalpa y hasta una monja ecuatoriana, según refirió en su momento el diario El Universal.

“Las mujeres se exponen a violaciones, a que las usen, que las traten como un trapo viejo, porque desvaloran su persona y su dignidad”, según dijo el obispo auxiliar de Tegucigalpa, Darwin Rudy Andino. Me pregunto si el respeto hacia el sexo femenino no es más bien una cuestion de educación y si entonces todas las mujeres estamos obligadas a taparnos de los pies a la cabeza para no andar provocando a los pobrecitos hombres, que parece ser la Iglesia justifica plenamente sin exigirles que controlen sus instintos y se comporten como seres racionales.

Entonces digo yo, si el presidente de todos los mexicanos se presenta en un un acto donde se sostienen y mantienen todos los principios tradicionales y represivos, quiere decir que la mentalidad del hombre que nos gobierna va de la mano con todos los prejuicios que en el acto se validaron.

Y no es poco decir. Lo que me deja con el ojo cuadrado es que Desde la Fe critica a quienes no estamos de acuerdo con la presencia de Calderón en el encuentro de las católicas familias. De nosotros señala: “...lo menos que podemos decir es que su ignorancia es grotesca y se muestran incapaces de superar su complejo de inferioridad y de disimular sus odios y sus fobias que rayan en lo patológico; han mostrado que su corta inteligencia no les permite entender la libertad de una democracia y la pluralidad de nuestra cultura”

Pues sí, seguramente quienes no aprobamos que nuestro presidente se muestre tan abiertamente católico tenemos en común un odio y una fobia patológicos hacia cualquier forma de intolerancia, de cerrazón mental, de represión. Y por cierto, debo decir que es una paradoja que Desde la Fe hable de democracia y pluralidad, cuando el catolicismo no es precisamente cercano ninguno de esos conceptos.

Volviendo a Calderón, digamos que cometió el tremendo error de hablar de políticas públicas en un foro que no era el adecuado, como dando a entender muy entre líneas que sus decisiones respecto a la familia serán acordes con el modelo que a la Iglesia católica, apostólica y romana le gusta y eso honestamente no se vale.

Por que no se puede hablar de decisiones de Estado ni tampoco de “proteger a la familia con todo el poder” como lo hizo el presidente de México frente a un grupo de personas que simplemente se niegan a aceptar la realidad.

Si nos detenemos a analizar el mensaje del cardenal Norberto Rivera que sirvió como conclusión del Encuentro Mundial de las Familias, sabremos que los católicos se reunieron no para innovar, ni para escuchar otras posturas, ni mucho menos para abrir su mente hacia el desarrollo normal y natural de la sociedad.

No, su reunión sirvió solamente para que los católicos se dijeran a sí mismos que como siempre, tienen la verdad en la mano: “nos toca a nosotros volver a proponer el modelo familiar que sabemos que es el más completo, el más armonioso, el modelo que forma la comunidad de vida y amor que es el matrimonio y que se prolonga en los hijos como frutos naturales del primero de todos los valores”, dijo el cardenal Norberto Rivera, como colofón del encuentro.

Es decir, fuera cualquier otra manifestación, cero tolerancia. Lo único que cuenta y vale para los católicos es su propia concepción del mundo. Su verdad. Y ahí está nuestro presidente católico para sostenerlos. Me pregunto si cualquier otra Iglesia o cualquier otro grupo organizara un encuentro mundial de la familia, ahí estaría también Felipe Calderón para prometer, para sostener, para validar. Seguramente la respuesta es un rotundo no.