martes, 6 de noviembre de 2012
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Publicado en el Diario Electrónico MVT
05/11/2012
Me da mucho gusto recomenzar a colaborar para este diario digital y debo ante todo agradecer a mi amigo y ahora jefe Mario Vázquez de la Torre por su confianza y su apertura.
Regresar a México ha sido una experiencia extraña. No es necesariamente un asunto importante, pero sí quiero poner en antecedentes a quienes tienen la paciencia de leer estas líneas. Estuve fuera de México nueve años, y puedo asegurar que después de un mes y medio de haber regresado, no puedo seguir viendo nuestro país como lo observaba desde afuera.
Lo que es un hecho, es que me ha tocado regresar en un momento importante. Justo cuando el PRI volverá a Los Pinos. Indudablemente en el estado de México hay una cierta agitación. Hay entusiasmos públicos, como el del mismísimo Eruviel Ávila Villegas, que no se cansa de decir que a la entidad le irá bien y se desvive en elogios y aplausos hacia el presidente electo, Enrique Peña Nieto, como sucedió apenas en San Felipe del Progreso.
Lo que no entiendo es si el gobernador mexiquense espera que finalmente el gobierno federal le haga justicia al edoméx en la repartición de recursos. Tampoco tengo idea de cómo le hará Peña para conseguirlo, visto que en teoría no se manda solo y hay un Congreso federal que muy probablemente no le va a seguir la corriente, a pesar de que lo justo sería que el estado que junto con el DF y Nuevo León más contribuye al PIB nacional recibiera aportaciones federales congruentes.
En realidad lo de menos es observar el optimismo público de los mexiquenses. Casi es natural. Lo que preocupa y no poco es saber de los entusiasmos privados. Esos sí que son importantes. Y preocupantes.
Hay quienes ya se preparan para formar parte del futuro gabinetazo o ya de perdida están en espera de un huesito. El que sea. Chico o grande no les interesa. Pero que les resuelva la vida. Y no estoy hablando de salarios. Esos los pueden donar a la beneficencia porque créanme, ya he sabido de algunos que están poniendo a trabajar su mentalidad emprendedora para hacer grandes negocios.
Lo malo es que esos negocitos van a beneficiar a pocos y supongo que esos pocos no se tocarán el corazón para considerar que los que pondremos el dinerito a su disposición somos nosotros, los ciudadanos de a pie.
Yo no le creo mucho a Enrique Peña cuando dice que su gobierno no será de amigos, sino de aliados. ¿Y cómo le va a hacer para tener contentos a quienes lo han apoyado durante los últimos años? No creo que no sepa que la política se teje a partir de compromisos y que así como no recibió solamente sostén moral, estará obligado a corresponder de igual manera.
No me parece que el futuro presidente sea ingenuo. Como tampoco lo son sus amigos (¿o debo decir futuros aliados?).
Ya en el semanario Proceso se habló recientemente de uno de los casos latentes de manejos extraños en el futuro gobierno: Eduardo Sánchez Urrutia, un ex funcionario del deporte que abrió tres empresas que en el próximo sexenio operarían 32 instalaciones deportivas porque desde su punto de vista los gobiernos federal, estatal y municipal no han podido dar espacios de calidad para la práctica del deporte y es necesario que la iniciativa privada los maneje.
No creo que sea el único caso. Como él, hay muchos “emprendedores” que están ahí, listos para saltar en cuanto sea necesario, porque como bien sabemos, en este mundo globalizado hay que pensar en privatizar todo.
Lo que veo es que alrededor de Peña Nieto se están tejiendo ya muchas redes mexiquenses y que en éstas hay personas que no tienen las mejores intenciones. Y no digo que no vaya a haber en el nuevo gobierno federal paisanos que de veras valgan la pena. Seguramente encontraremos personas capaces que han dedicado su vida al servicio público y que tienen una preparación a la altura del compromiso que están por enfrentar. Pero estos últimos no son la mayoría, por desgracia.
Y ese es el punto: que por desgracia el mundo de la política no está poblado de muchas personas con buenas intenciones. Me basta ver por ejemplo cómo está funcionando la recién instalada legislatura mexiquense para darme cuenta de que tenemos motivos serios para preocuparnos. Pero ese asunto (el de la cámara) se merece un espacio aparte.
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