martes, 12 de junio de 2012
El (totalmente distinto) proceso electoral.
Publicado en la revista quincenal Ganando Espacios.
Toluca, México
Hace algunos años el reportero de un diario nacional muy importante me dijo que los procesos electorales son “como los hoteles”, es decir, que una vez que has visto uno, has visto todos.
Con el pasar del tiempo me ocurrió. Llegué a aburrirme. Todo parecía un deja vu.
Campañas estereotipadas, propuestas poco innovadoras, acusaciones mutuas. Jornadas electorales con incidentes de todo tipo. Pleitos y pleitazos después de la elección. Fallos controversiales de las autoridades electorales. Todo terminaba en lo mismo: llegaban a ocupar el poder los mismos de siempre.
Mucho tiempo después me toca observar desde lejos, para ser precisa en otro continente, una nueva manera en que los ciudadanos mexicanos están viviendo el proceso electoral.
Definitivamente este 2012 se perfila como un verdadero parteagüas en la historia de la que podría llamarse neodemocracia mexicana.
Aún antes de que comenzara el proceso los hechos no eran los mismos de siempre. Cierto, también se dieron los clásicos dedazos y dos de los candidatos a la presidencia de la República llegaron a ser nominados gracias a que lo estuvieron buscando -velada o abiertamente- con años de anticipación.
Pero esta vez uno de ellos, el candidato que representa lo más absurdo de la tradición política mexicana, cometió un error garrafal cuando decidió presentarse en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara lanzándose como El Borras, sin la mínima preparación para el acontecimiento. Así de plano. Y se le hizo bolas el engrudo en modo tal que demostró muchas carencias frente a un pueblo mexicano que se convirtió en juez implacable y lo sentenció a ser conocido como un reverendo ignorante y cosas peores.
Entendámonos bien. No es que hace unos años los candidatos no hayan hecho de las suyas y no se hayan puesto en evidencia. Es que sencillamente en aquellos tiempos no existía la posibilidad de balconearlos en tiempo real y que muchas personas se enteraran de sus errores gracias a la maravilla llamada Internet.
Ese es el punto medular de estas elecciones, esa es la clave que nos obliga a dar otra lectura a lo que está sucediendo en México. Internet y sus redes sociales.
México es uno de los países donde Facebook y Twitter son medios de uso popular. Increíblemente ni los mismos candidatos dieron un gran valor a estos al inicio de sus campañas. Y sin embargo, tanto Facebook como Twitter se han convertido en amigos o enemigos de los candidatos. O mejor dicho: los usuarios, -el pueblo de la red- han pasado de espectadores a protagonistas.
Me atrevo a decir que por una vez, los ciudadanos están realmente participando en el proceso democrático y que su entusiasmo y curiosidad los está llevando a lo inimaginable: pensar, analizar y criticar para decidir su voto.
Cierto, hay que reconocer que en algunos momentos la situación es extrema y los entusiastas partidarios de uno u otro más que elegir a un candidato que será presidente de México parece que están apoyando a un equipo de futbol y que más que en las urnas, la contienda terminará en un estadio. Pero hasta eso es entendible desde el momento en que la naturaleza misma del mexicano es apasionada e intensa.Al fin y al cabo no podemos negar nuestro espíritu latino.
De ahí que tampoco me extraña que el principal movimiento surgido durante este proceso haya tenido su origen en una manifestación de inconformidad tan emotiva como la de los estudiantes de la Universidad Iberoamericana.
Porque efectivamente, todo empezó como un desahogo. “¡La Ibero no te quiere!” “¡Se ve, se siente, Enrique delincuente!” “¡Asesino!” y demás consignas fueron el principio de lo que ninguno de los cesudos analistas y mucho menos los comunes ciudadanos de a pie imaginamos que sería un grupo organizado y propositivo como #Yosoy132.
La llaman “La primavera mexicana”, recordando la primavera árabe que el año pasado hizo caer al dictador egipcio Mubarak y al libio Ghedaffi. Pero este movimiento tiene sus propias características y una naturaleza muy distinta.
El fundamento principal de los estudiantes mexicanos es la defensa sacrosanta del derecho que tenemos todos los ciudadanos a estar bien informados. Es la búsqueda de la democratización de los medios de comunicación en un país que por décadas ha sufrido un cínico bombardeo mediático que le ha impedido pensar, que ha bloqueado su conciencia crítica.
Por muchos, muchos años México ha vivido de pan, telenovelas, futbol y lucha libre. Hasta en el momento en que los ciudadanos decidieron que era justo un “cambio” y que después de 70 años había que remover al partido en el poder, los medios de comunicación tuvieron un peso importantísimo y el PAN logró vender el producto chatarra más fraudulento de la historia: Vicente Fox.
Hasta en el “despertar” de los ciudadanos tuvieron que ver los medios. Sólo que parecíamos todos resignados a los designios de Televisa y Azteca. Y no sólo eso. Para quienes preferían informarse por otros canales quedaban los diarios donde también por pura tradición los pobres reporteros malpagados se han dedicado a contar los hechos a conveniencia de sus propietarios.
Nadie habría pensado que un medio de comunicación rebasaría a la televisión o a los diarios. No en la manera en que -como rebote de la globalización- está ocurriendo en México.
Internet o mejor dicho, las redes sociales, están pasando por el microscopio cada frase, cada gesto, cada acción de los candidatos a la presidencia.
Pero que quede claro que así como en su momento la televisión pudo maquillar, ocultar, agrandar o disminuir los hechos, de la misma forma Internet puede hacer lo mismo e influir en el desarrollo de los acontecimientos. Con la diferencia que las redes sociales no mantienen al espectador pasivo: lo movilizan, lo exhortan, lo convencen a la acción.
De ahí la importancia de cuidar que el proceso electoral sea transparente y legal. No es una casualidad que #Yosoy132 haya propuesto que sus integrantes participen como observadores electorales.
Los jóvenes que inicialmente formaron el movimiento y los adultos que paulatinamente se han adherido a éste no quieren que se repita un fraude electoral porque es muy alto el riesgo de que las movilizaciones de protesta lleguen a subir de tono.
Las autoridades lo saben. Los candidatos lo deben saber también. Pero lo más importante es que quienes hasta ahora han organizado movilizaciones sin precedentes estén conscientes de que el momento realmente importante será la jornada electoral.
Hasta ahora #Yosoy132 se ha hecho valer, los muchachos han conseguido ser escuchados, han manifestado un modo racional de protesta pocas veces visto. Ese es el motivo por el cual unas elecciones limpias y participativas darán un resultado acorde con las espectativas de los ciudadanos que de otra forma, esta vez no se quedarán callados y tampoco se limitarán a protestas y gritos que no pasen de eso.
Si hay un partido que se las sabe de todas todas en materia de fraude electoral, como contrapeso a éste hoy hay miles, si no es que millones de ciudadanos listos a defender su voluntad. Y hay Internet, y redes sociales que en cuestión de horas pueden movilizar a los inconformes.
Por el bien de todos, es importante que este proceso electoral sui generis termine bien. Que concluya de la mejor manera posible para todos. Que la buena voluntad de los jóvenes, su esperanza y sus buenas intenciones tengan la respuesta que ellos y todos los mexicanos merecemos. Que la democracia sea y se convierta en nuestra forma de vida a partir de esta estupenda primavera mexicana.
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Estoy de acuerdo en cualquier país es necesario tener certeza sobre las elecciones, por ello existe una iniciativa ciudadana y una web al respecto:
ResponderBorrarhttp://fotoxcasilla.mx/index.php
Pero la burra no era arisca, por eso existe otra iniciativa y su web:
http://www.contamos.org.mx/main
Lo que no entiendo es como hacer para que la gente que cobra como si gobernara lo entienda ¿Recuerdas a Hildebrando, la empresa del cuñado incomodo? Repite en el conteo de votos:
http://www.sinembargo.mx/opinion/11-06-2012/7476
Estoy orgulloso de que existan personas como el movimiento #Yosoy132, me gustaría que fueran más. Pero lamentablemente el orgullo y los movimientos ciudadanos no pueden hacer mucho contra el ejercito mexicano y su comandante supremo.
Y sí, estoy de acuerdo en que necesitamos que la primavera de 2012 sea muy diferente al otoño de 1968, pero no veo mucha diferencia entre el ahigasido y Díaz Ordaz.