Publicado en el semanario Punto
06 de febrero, 2012
Toluca, México
Esta semana no puedo evitar hablar de la oficialización de la candidatura de Josefina Vázquez Mota a la presidencia de la República. Es preocupante.
Seguramente habrá algunas mujeres que podrán decir que soy poco solidaria y hasta antifeminista. Puede ser. Pero no comparto la idea de que la virtual candidata panista se merezca ser presidenta solamente porque es mujer.
Me suena forzado. Es como decir que su condición de fémina le da ventaja porque representa a una parte marginada de la población que podría, en el caso de una victoria, dar a todo el género una especie de recompensa.
Postular a Vázquez Mota es una buen movimiento de Acción Nacional. Una estrategia inteligente ante la inminente propuesta del priísta Enrique Peña Nieto que, ni duda cabe, desde el inicio de su promoción despiadada apuntó hacia el electorado femenil.
Es bien sabido que las mujeres son un sector importante, simplemente por una cuestión de números. Y ahora resulta que los panistas han cambiado tanto que ya se les olvidaron los tiempos en que su Jefe, Diego Fernández de Cevallos, siendo senador de la República, no tenía empacho en decir “el viejerío a su casa”, dejando clara la postura de su partido.
Pero con los tiempos que corren, hay que echar mano de todo lo que se pueda con tal de no perder la silla presidencial. Hasta candidatear a una mujer, contradiciendo los elementales principios del partido más conservador de México.
Reconozcamos que en nuestro país no estamos acostumbrados a que manden las mujeres. O al menos, no es bien visto que lo hagan a la luz del sol. Tan es así que precisamente Josefina Vázquez Mota fue la primera secretaria de Desarrollo Social, la primera de Educación y también la primera coordinadora de bancada de su partido en la Legislatura.
Si observamos con atención la historia mexicana, las mujeres en la política brillan por su ausencia. Todavía recuerdo la primera vez que una mujer ocupó un cargo en el gabinete federal. Rosa Luz Alegría llegó a ser secretaria de Turismo. Era al inicio de los años 80. Y sinceramente, no hay que olvidar que corrían voces de que el cargo lo había obtenido no por su talento, sino por una relación sentimental con el entonces presidente José López Portillo.
Me viene a la memoria la primera gobernadora electa en nuestro país. Se llamaba Griselda Álvarez y ganó las elecciones en Colima, en el lejano 1979.
Probablemente los nombres se quedaron muy grabados en mi mente porque en aquellos tiempos yo era una niña y me parecía extraño ver en las noticias a aquellas dos señoras entre tantos hombres. No se usaba, para qué decir mentiras. Las mujeres estaban en su casa, o en todo caso, desempeñaban labores que nada tenían que ver con la política.
Será porque tradicionalmente el papel de las féminas mexicanas está en segundo plano. Recordemos los tiempos de la Revolución mexicana y las miles de Adelitas que si bien dieron batalla nunca tuvieron un verdadero reconocimiento y mucho menos llegaron a ocupar un lugar en la vida pública nacional.
Recordemos que en nuestro idioma hablar de un “hombre público” es hacer referencia a un estadista o a un político, mientras que una “mujer pública” es simplemente una prostituta. Pensemos en la frase “mujer que sabe latín, ni tiene marido ni tiene buen fin”.
No estamos acostumbrados a ver mujeres en el poder. Es la triste realidad.
Tenemos en nuestra historia pocos personajes femeninos reconocidos. Me vienen a la memoria solamente dos: Sor Juana Inés de la Cruz y Josefa Ortíz de Domínguez, ambas consideradas personajes menores.
Lo dicho: no somos un país donde a las mujeres se les reconozca talento. Al menos no en política.
Sin embargo, que el PAN postule una candidata me parece una idea interesante y como ya dije, inteligente porque obedece a sus intereses en un momento crítico en que Peña Nieto es el rival que se han propuesto derrotar.
Digamos que el PAN nos propone otra vez el cambio. Los mexicanos, ya se sabe, tenemos poca memoria y seguramente muchos no se detendrán a pensar que ya una vez los blanquiazules nos engañaron, vendiéndonos el concepto de transformación y dejando a muchos con rabia y desilusión, después de un sexenio desastroso en que presenciamos impotentes la incompetencia de Vicente Fox.
Y el cambio siguió con Felipe Calderón, quien aparentemente llegó a la presidencia gracias a la intervención de su predecesor, que hizo uso de todas las artimañas que por años criticó a los priístas.
Un nuevo sexenio que ha costado miles de vidas gracias a una guerra contra el narcotráfico que parece no tener fin.
Ahora la virtual candidata Josefina Vázquez Mota al parecer tiene las ideas muy claras: “Si soy la abanderada del Partido Acción Nacional (PAN), por supuesto, no daré tregua ni amnistía ni espacio alguno al crimen organizado. No tengo duda que gracias a lo que el Presidente Calderón ha hecho hoy podemos transitar a una fase para fortalecer las instituciones", expresó durante la campaña al interior de su partido.
Por eso reitero que la candidatura de Vázquez Mota es preocupante. Porque propone más de lo mismo, más de esa inútil y sanguinaria guerra que ha hundido al país en el terror y que la panista al parecer tampoco tiene muy claro cómo debe continuar.
No importa si se trata de una mujer. Es siempre una representante de la derecha conservadora mexicana, y es parte del sistema que simplemente no ha funcionado.
Lo peor del asunto es escuchar que en su primer discurso como virtual candidata, la panista afirmó que su objetivo es “derrotar a Enrique Peña Nieto y su partido, porque representan el autoritarismo y el regreso a la corrupción y a la impunidad como sistema”.
Si su primera opción es esa, y si sus seguidores se limitan a decir que quieren “faldas y no gel”, entonces debemos prepararnos para vivir una campaña de acusaciones y no de propuestas.
Sinceramente el planteamiento de que Vázquez Mota se merece llegar a la presidencia porque es tiempo de que México tenga una mujer al frente del Ejecutivo, me parece carente de fundamentos.
Debo decir que personalmente me gustaría ver un presidente a la altura de las circunstancias, capaz de administrar, negociar, debatir, actuar y mejorar a mi país, sin importar a qué género pertenece.
El problema verdadero es que a estas alturas del partido, ninguno de los candidatos parece cumplir con los requisitos.
Francamente lo que se vislumbra es que nos va a tocar elegir al menos peor, si es que existe.
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No, no se trata solo de que sea mujer.
ResponderBorrarSe trata de que los panistas no quieren apoyar a Creel, se trata de que Cordero perdió antes propios y extraños con aquello de vivir con $6000.
Tambien se trata de la experiencia de Josefina en el fraude electoral de 2006.
Y sobre todo, se trata de mantener la cultura machista del PAN. En el probable caso de que pierda siempre podran decir "¿Ven? Por eso decimos que el viejerio se debe ir a su casa".
No se trata solo de que sea mujer, se trata de mandar a una mujer a donde no quiere ir ningún hombre de su partido. A la derrota electoral más anunciada de los últimos 30 años.