Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
21 de abril, 2010
Una vez más me encuentro frente a una situación que me deja con la boca abierta y me permite comprobar que México (empezando por su gobierno) es ni más ni menos la cuna del surrealismo. Comencemos por el principio. Honestamente ni siquiera le di importancia a las declaraciones hechas hace algunos días por el cantante español Joaquín Sabina durante una conferencia de prensa efectuada en México.
Sabina sin duda es bueno en su trabajo, le reconozco algunas canciones magníficas, pero no me hace enloquecer y mucho menos lo considero un líder de opinión con un enorme peso.
Sin embargo, todo parece indicar que sus puntos de vista (que entre paréntesis son muy acertados) calaron hondo en el sentir de las autoridades nacionales.
El pasado 12 de abril, el cantautor español tuvo la ocurrencia de arrancarse con críticas como “enfrentarse al crimen organizado es una acción algo ingenua. Parece mentira que no supiera (el presidente Felipe Calderón) que la policía está completamente infiltrada en todo eso y parece mentira (sic) que esa guerra no la puede ganar él y no la puede ganar nadie”
Digamos que el cantante no descubrió el hilo negro ni el agua caliente. Es una situación que conocemos todos, y casi todos pensamos también que Calderón es... sí, llamémoslo ingenuo por no ser irrespetuosos, aunque francamente en mi pueblo les decimos de otra manera.
Además, Sabina tuvo la osadía de hablar de la necesidad de legalizar las drogas. “Con la legalización no se acaba la droga, pero sí se termina con la corrupción, muerte, los asesinatos y con la infiltración en el poder”. Otra declaración que compartimos muchos, y que resulta incómoda para otros, empecinados en negar la realidad.
Lo que me parece del todo fuera de lugar, inadecuado y obviamente también surreal, es que de inmediato aparecieran respuestas oficiales. Sí, oficiales.
Me parece casi ofensivo hacia los millones de mexicanos que el mismísimo secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, enviara una carta a Joaquín Sabina, en la que negó que el gobierno federal enfrente con ingenuidad al crimen organizado.
Y digo que es ofensivo porque las demandas de justicia, de seguridad pública y de acciones concretas, claras y efectivas del gobierno son contínuas y parten de los mismos mexicanos. ¿Cuándo se ha visto que el segundo de a bordo del gobierno nacional dirija siquiera una mirada,-ya no digamos una misiva- a los muchos compatriotas que son víctimas directa o indirectamente de la famosa guerra al narcotráfico?
Muy diligente, muy efectivo, muy accesible, el secretario Gómez Mont tuvo la delicadeza de explicar a un cantante extranjero -obviamente, en términos demagógicos y poco convincentes- que “la decisión de actuar contra del crimen organizado partió de un diagnostico que cada día muestra resultados mas contundentes, y avanza en el fortalecimiento de las instituciones de seguridad publica y el sistema de justicia, con el objetivo de que estas sean eficaces, transparentes y modernas"... bla, bla, bla.
Ajá. A ver si luego alguien explica lo que el brillante secretario quizo decir en su cesuda carta. Pero sobre todo, a ver quién nos dice por qué solamente seis días después de sus osadas declaraciones, Joaquín Sabina fue invitado ni más ni menos que a comer a Los Pinos.
Y no una comida cualquiera. Al parecer se trató de un huateque de esos que hacen época, al que asistieron Consuelo Salazar, directora del Conaculta; el ya mencionado Gómez Mont y el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero. Parte de la plana mayor en una fiestecita amenizada por el Mariachi de la Secretaría de Marina en la que al parecer hasta Felipe Calderón se puso a cantar.
Mientras a los que ya les dieron las diez y las once es a los otros, a los mexicanos que están cada vez más asustados y hartos de la famosa guerra al narcotráfico, pero que no tienen un micrófono ni mucho menos todos los medios de comunicación disponibles para decir lo que piensan.
Como siempre, las torpezas del gobierno federal se suceden. Porque sinceramente, es a todos los mexicanos a los que el presidente debería explicar lo que está haciendo, claramente, sin giros de palabras, sin discursos inútiles.
Es a los familiares de las víctimas inocentes de su guerra a quienes debería invitar a desayunar, a comer y a cenar a los Pinos, a ver si en todo ese tiempo los convence de que sus acciones son justas e inteligentes.
Y no creo que una reunión con esas personas terminaría precisamente con un tequilita y una cancioncita.
Ahora resulta que tiene ir a México un cantante extranjero a decir verdades tan grandes como una casa para que el gobierno trate de explicar lo inexplicable. Eso es surreal. Y vergonzoso.
A mí francamente también ya me dieron las diez... y las once, y la una y las dos... Y eso que estoy a miles de kilómetros de distancia, y en estos días aislada gracias a un impertinente volcán islandés de nombre impronunciable... Pero pienso en mis compatriotas y en mis seres queridos y en lo injusta y absurda que es la guerra que Calderón insiste en continuar...
Obviamente a mí no me van a invitar a comer a Los Pinos, pero ni falta hace. No creo que con un mariachi, un tequila y una cantadita ridícula el presidente pueda convencerme de que está haciendo las cosas bien... Cosa que por cierto también ocurrió a Sabina, que comió, bebió y simplemente a Calderón no le creyó.
miércoles, 21 de abril de 2010
miércoles, 14 de abril de 2010
Elecciones regionales en Italia... un paso hacia la nueva dictadura?
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
14 de abril, 2010
Al momento de escribir estas líneas me doy cuenta de que podría haberlo hecho de la misma manera antes de que todo ocurriera, en una especie de artículo profético y sin lugar a dudas habría acertado.
Las elecciones regionales en Italia, que se efectuaron el domingo 28 y el lunes 29 de marzo han arrojado un resultado que sin ser una maga o una vidente, una servidora conocía ya: abstencionismo récord y triunfo de Berlusconi.
No se necesita ser un profundo conocedor de la política. Tampoco es necesario ser un analista cesudo de esos que descubren el hilo negro y llenan todos los espacios mediáticos para saber que los ciudadanos italianos están literalmente hartos de sus políticos de ínfima categoría y como lógica represalia han decidido sencillamente no participar en los comicios.
Lo malo es que entre el abstencionismo y la falta de confianza en una oposición tibia y complaciente, los italianos terminaron favoreciendo a su maravilloso y ejemplar premier, Silvio Berlusconi, y a la neo fascista Lega Nord.
De las 13 regiones italianas en las que celebraron comicios, la agrupación de centro-derecha del primer ministro triunfó en un total de seis, cuatro más que en las elecciones anteriores.
Lazio -que incluye la capital del país, Roma- y Piamonte, importante región del norte cuya capital es Turín son dos de las regiones donde la derecha Berlusconiana obtuvo triunfos más que significativos.
Además, las sureñas Campania -cuya capital es Nápoles- y Calabria favorecieron a la derecha, en unas elecciones donde la gran vencedora fue la apatía y donde los electores italianos manifestaron su profunda desilusión.
La participación ciudadana fue la más baja en los últimos quince años. Sólo un 64% de los 41 millones de italianos habilitados para votar pasaron por las urnas, un 8% menos que en las elecciones regionales del 2005.
Como en Francia, -donde hace un par de semanas los ciudadanos dieron un fuerte golpe a Nicolás Sarkosy- se impuso el abstencionismo también en Italia. La diferencia es que quienes allá acudieron a votar, prácticamente resucitaron al partido socialista, dejando al polémico gobernante con un palmo de narices, puesto que solamente una de las regiones del país Galo será gobernada por la derecha.
Ni hablar, Italia no siguió el ejemplo de sus vecinos y demostró con ello que es un país conservador que definitivamente no está apreniendo la lección y por el contrario, sigue dejando en manos de un solo hombre prácticamente todo el poder.
Ni los escándalos contínuos del último año han hecho cambiar el ánimo de los habitantes del país de la bota. En definitiva, no les importa si Berlusconi se ha convertido casi en un dictador que pretende a toda costa manejar a su antojo las conciencias y hasta modificar las leyes a su conveniencia.
Al final, le han permitido no solamente mantener las regiones donde su partido ya gobernaba, sino que además han ampliado su esfera de poder, dándole la posibilidad de que los representantes de su partido tengan en sus manos el destino de regiones tan importantes como Lazio y Piamonte.
Y es digno de mencionar lo ocurrido en Piamonte, donde la victoria de la derecha por una mínima diferencia tiene que ver con la presencia de un “tercero en discordia”, el llamado Movimiento Cinco Estrellas, promovido por el cómico de izquierda Beppe Grillo, que ha conquistado los votos suficientes como para quitarle puntos porcentuales a Mercedes Bresso, la candidata de la coalición que realmente estaba dando batalla a la derecha, representada por Roberto Cota, candidato de la Lega Nord.
El Piamonte ha sido el mejor ejemplo de que existe realmente el llamado “voto útil”, pues dar la preferencia a un mini partido ayudó indudablemente a la derecha a conquistar con un mínimo margen la presidencia de la Región.
Y en Campania sorprende ver que la candidata más votada de Italia ha sido la ministra Mara Carfagna, la ex vedette que ha llegado a ser la titular del Ministerio de la igualdad de oportunidades cuyo único mérito, aparte de la belleza física es ser una gran amiga del premier Berlusconi.
Ni hablar. Sinceramente uno se queda sin palabras cuando escucha el discurso triunfal de Berlusca que habla de que en estas elecciones “el amor ha vencido al odio y a la envidia”.
Personalmente no lo llamo amor. Pero dejo a los lectores las conclusiones que consideren pertinentes. No pienso que exista un país europeo más conservador que Italia. Tampoco pienso que el gobierno de Berlusconi esté llevando a mejorar las condiciones de vida de la mayoría.
Lo que creo es que hace falta una oposición fuerte y real que lleve a las urnas a la gente pensante. Hace falta una verdadera esperanza de cambio y movimiento, antes de que la bota itálica termine por revivir los tiempos de la dictadura.
14 de abril, 2010
Al momento de escribir estas líneas me doy cuenta de que podría haberlo hecho de la misma manera antes de que todo ocurriera, en una especie de artículo profético y sin lugar a dudas habría acertado.
Las elecciones regionales en Italia, que se efectuaron el domingo 28 y el lunes 29 de marzo han arrojado un resultado que sin ser una maga o una vidente, una servidora conocía ya: abstencionismo récord y triunfo de Berlusconi.
No se necesita ser un profundo conocedor de la política. Tampoco es necesario ser un analista cesudo de esos que descubren el hilo negro y llenan todos los espacios mediáticos para saber que los ciudadanos italianos están literalmente hartos de sus políticos de ínfima categoría y como lógica represalia han decidido sencillamente no participar en los comicios.
Lo malo es que entre el abstencionismo y la falta de confianza en una oposición tibia y complaciente, los italianos terminaron favoreciendo a su maravilloso y ejemplar premier, Silvio Berlusconi, y a la neo fascista Lega Nord.
De las 13 regiones italianas en las que celebraron comicios, la agrupación de centro-derecha del primer ministro triunfó en un total de seis, cuatro más que en las elecciones anteriores.
Lazio -que incluye la capital del país, Roma- y Piamonte, importante región del norte cuya capital es Turín son dos de las regiones donde la derecha Berlusconiana obtuvo triunfos más que significativos.
Además, las sureñas Campania -cuya capital es Nápoles- y Calabria favorecieron a la derecha, en unas elecciones donde la gran vencedora fue la apatía y donde los electores italianos manifestaron su profunda desilusión.
La participación ciudadana fue la más baja en los últimos quince años. Sólo un 64% de los 41 millones de italianos habilitados para votar pasaron por las urnas, un 8% menos que en las elecciones regionales del 2005.
Como en Francia, -donde hace un par de semanas los ciudadanos dieron un fuerte golpe a Nicolás Sarkosy- se impuso el abstencionismo también en Italia. La diferencia es que quienes allá acudieron a votar, prácticamente resucitaron al partido socialista, dejando al polémico gobernante con un palmo de narices, puesto que solamente una de las regiones del país Galo será gobernada por la derecha.
Ni hablar, Italia no siguió el ejemplo de sus vecinos y demostró con ello que es un país conservador que definitivamente no está apreniendo la lección y por el contrario, sigue dejando en manos de un solo hombre prácticamente todo el poder.
Ni los escándalos contínuos del último año han hecho cambiar el ánimo de los habitantes del país de la bota. En definitiva, no les importa si Berlusconi se ha convertido casi en un dictador que pretende a toda costa manejar a su antojo las conciencias y hasta modificar las leyes a su conveniencia.
Al final, le han permitido no solamente mantener las regiones donde su partido ya gobernaba, sino que además han ampliado su esfera de poder, dándole la posibilidad de que los representantes de su partido tengan en sus manos el destino de regiones tan importantes como Lazio y Piamonte.
Y es digno de mencionar lo ocurrido en Piamonte, donde la victoria de la derecha por una mínima diferencia tiene que ver con la presencia de un “tercero en discordia”, el llamado Movimiento Cinco Estrellas, promovido por el cómico de izquierda Beppe Grillo, que ha conquistado los votos suficientes como para quitarle puntos porcentuales a Mercedes Bresso, la candidata de la coalición que realmente estaba dando batalla a la derecha, representada por Roberto Cota, candidato de la Lega Nord.
El Piamonte ha sido el mejor ejemplo de que existe realmente el llamado “voto útil”, pues dar la preferencia a un mini partido ayudó indudablemente a la derecha a conquistar con un mínimo margen la presidencia de la Región.
Y en Campania sorprende ver que la candidata más votada de Italia ha sido la ministra Mara Carfagna, la ex vedette que ha llegado a ser la titular del Ministerio de la igualdad de oportunidades cuyo único mérito, aparte de la belleza física es ser una gran amiga del premier Berlusconi.
Ni hablar. Sinceramente uno se queda sin palabras cuando escucha el discurso triunfal de Berlusca que habla de que en estas elecciones “el amor ha vencido al odio y a la envidia”.
Personalmente no lo llamo amor. Pero dejo a los lectores las conclusiones que consideren pertinentes. No pienso que exista un país europeo más conservador que Italia. Tampoco pienso que el gobierno de Berlusconi esté llevando a mejorar las condiciones de vida de la mayoría.
Lo que creo es que hace falta una oposición fuerte y real que lleve a las urnas a la gente pensante. Hace falta una verdadera esperanza de cambio y movimiento, antes de que la bota itálica termine por revivir los tiempos de la dictadura.
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