Publicado en el semanario Punto
Toluca, México, 11 de abril, 2012.
Y finalmente comenzaron las campañas de los candidatos a la presidencia de la república. Entre jefas, pejes y kilos de gel, la mera verdad es que lo último en que parecen estar pensando todos es en dar soluciones a los muchos problemas de los mexicanos.
Ni a cuál ir, sinceramente.
Hace algunas semanas, precisamente durante la llamada “veda electoral” que prohibía a los partidos cualquier actividad en busca del voto, tuve la oportunidad de estar en México. Debo decir que no obstante la prohibición de promover el voto, pude observar que la sociedad está realmente politizada.
Se hablaba de los candidatos a pesar de que en ese momento su presencia mediática era nula. Cierto, se les invocaba a la menor provocación. El problema es que la gran mayoría de las personas tenían una gran desesperanza.
El problema no es la falta de presencia de los aspirantes. Lo que es un problema sin duda alguna es la falta de propuestas y sobre todo, la ausencia total de credibilidad.
Ya viendo las cosas lo menos apasionadamente que se puede, a kilómetros de distancia, el panorama es desolador.
Por una parte, tenemos al candidato que se perfila como ganador, digamos lo que digamos sus muchos detractores. Enrique Peña representa todos los males que aquejaron a México durante setenta años de priísmo. Tiene todo lo peor de aquellos viejos tiempos y sobre todo, su manejo de imagen es ofensivo para la inteligencia de muchos. Sus spots parecen publicidad de Liverpool, del Palacio de Hierro o de Suburbia. Mucho ruido y pocas nueces.
Del otro lado, está la campaña menos efectiva de la historia. Josefina Vázquez Mota será muy mujer, muy jefa y muy lo que dice que es, pero también es una ineficiente que rodeándose de un equipo de gente tan incapaz como ella ha desperdiciado la primera semana de actividades mostrando lo peor que tiene. Pobrecita.
Y por ahí está también el Peje. ¡Ah, tan amoroso él! Es el candidato de los intelectuales, aunque algunos de ellos (como Carlos Fuentes y Denisse Dresser) ya dijeron que no han decidido votar por él.
En el caso del Peje, creo que es una lástima que todavía no quede muy claro si se finge bueno o es
medio atarantado.
Lo peor no es eso, sino pensar que también Andrés Manuel López Obrador tiene cola que le pisen, y que por ahí hay versiones que lo señalan como el presunto autor de la muerte de su proprio hermano. Hasta escalofrío se siente.
Es en la rumorología que uno encuentra las versiones más tenebrosas. Por una parte, está la muerte de la primera esposa de Peña Nieto. Parece ciencia ficción, pero seguramente más de uno sospecha cosas que no se atreve a decir.
También el amoroso Peje tiene su esqueleto en el armario y en la red circulan versiones terribles acerca de un par de crímenes que el hoy candidato habría cometido en sus años mozos.
De Josefina no he escuchado todavía historias tan terribles, pero seguramente basta saber que ha sido una de las diputadas más inútiles, improductivas y perezosas de la historia como para no confiar en lo que hará si llega a ser presidenta.
Por ahí hay un cuarto candidato, Gabriel Quadri de la Torre. Que levante la mano quien ya lo conocía antes de todo este huateque... ¿Nadie? Ahora que levante la mano quien le cree o quien tiene intenciones de votarlo... Sin comentarios.
Total: no hay para dónde hacerse.
A mí me da mucho gusto cuando mis amigos cercanos dicen que confían en el movimiento ciudadano “Morena” o que ponen sus esperanzas en la “república amorosa”. Pero con todo el respeto que merecen, creo que caen en el juego de los eternos optimistas, de los quijotes que se lanzan con todo contra los molinos de viento.
Hay quien cree todavía que existen personajes que buscan el poder con buenas intenciones. Siguen el liderazgo de quien les promete un cambio maravilloso, un mundo ideal en que todo será justo.
Ese es el punto: casi todas las personas que apoyan a las izquierdas son gente de buena voluntad. Lo difícil es pensar que de verdad AMLove pueda dar a México lo que el país necesita.
Y más difícil todavía resulta creer que haya una mayoría de gente pensante capaz de llevar al triunfo un programa de gobierno interesante. Eso no se va a poder.
Me queda clara una sola cosa, los tres candidatos tienen bien definido su “mercado”. Para los tradicionalistas, los nostálgicos, los crédulos, los ignorantes, los asustados y los que tienen flojera de pensar, ahí está Enrique Peña con su Gaviota.
Las amas de casa desesperadas, los conservadores, las pseudofeministas, los persignados, los niños bien, los empresarios y los que creen en la guerra contra el narcotráfico es una solución, van con Josefina Vázquez Mota.
Los intelectuales, los progresistas, los idealistas, los indignados, siguen a López Obrador.
El problema es que los tres Méxicos diferentes que simpatizan por los distintos candidatos no tienen ninguna esperanza de que su vida mejore. Porque lo que se adivina así, visto con toda la frialdad posible, es que ninguno de los tres candidatos está en grado de cumplir sus promesas. Ni porque firme sus compromisos.
Lo que hace falta es un cambio profundo, una buena sacudida a las conciencias, una reestructuración total. Lo que hace falta es dejar de ver las mismas caras y abrir las puertas a nuevas posibilidades.
Por desgracia es practicamente imposible que ocurra. No ahora. Estamos en abril y mi puro sentido común me dice que de aquí a julio no van a cambiar mucho las cosas. El PRI volverá a Los Pinos y no hay mucho por hacer para evitarlo. Qué lástima que sea con un presidente que no tiene nada nuevo, bueno o interesante por ofrecer a una sociedad que está tan desesperada que prefiere ponerse en manos de quien hasta hace 12 años fue su verdugo antes que seguir viviendo en el miedo y la incerteza.
Y sinceramente, pensando bien las cosas, me atrevo a profetizar que el 1 de julio habrá un solo y condundente ganador: el abstencionismo, flanqueado por la desilusión y la incredulidad. ¿Apostamos?
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Mira, el cambio de conciencias que estas proponiendo no creo que sea una buena opción.
ResponderBorrarMi punto de vista se basa en lo siguiente: despues de 11 años metido en temas de ambiente y contaminación me he dado cuenta de que mucha gente está en contra de la contaminación, todo el mundo ama a los arboles, desprecia la venta de animales exoticos y está muy preocupada por las islas de basura en los oceanos y por el agujero de ozono
¿Qué hace la gente con toda esta conciencia? NADA.
Siguen comprando auto, celular y computadora nuevos cada vez que pueden, nunca llevan una bolsa de tela al supermercado, tiran papel y desperdician energía a lo pendejo y no son capaces de darse cuenta de lo irracional de su proceder.
¿Qué he visto que puede funcionar para solucionar algunos de los problemas del ambiente? La economía.
Loa supermercados cobran las bolsas de plastico, es un costo implicito en el costo de los productos. Si en el ticket aparecieran tres centavos por costo de producción de cada bolsa y otros 5 centavos para limpiar los oceanos, la gente empezaría a llevar sus bolsas de tela. Se trata de que la gente vea el costo.
La gente piensa que ahorra energía con un nuevo aparato (celular, computadora, refrigerador) porque es más eficiente en el uso de la energía. Ponles en la factura el costo de fabricar el aparato y el de reciclarlo cuando lo tiren y veremos si siguen comprando cada 6 meses. Aquí el problema es que la gente solo ve el costo de usar el aparato, no el de fabricarlo ni el de desecharlo.
Así que en cuestión de política yo veo lo mismo. Se necesita un cambio de economía. Esto no es posible porqué tendríamos que declararle la guerra a medio mundo, USA por delante, para cambiar nuestra estructura social.
Entonces ¿Cuál es la solución? No creo que exista solución social o de conciencia. Yo voto por la izquierda por la misma razón por la que los musulmanes van a La Meca, los judios a Jerusalem o los católicos mexicanos a la Basilica: no se trata de que funcione, es un dogma de fé.
Creo que el mayor acierto de Marx fué decir que la estructura social es la economía y qué sobre esta se basa toda sociedad.