Publicado en el Semanario Punto
Toluca, México 18 de abril, 2012
¿Qué está pasando en el mundo que la imagen de algunos poderosos está sencillamente cayendo? Al menos de este lado del charco, y concretamente en el país de la bota algo muy extraño está sucediendo.
Desde hace algunas semanas los medios italianos hablan de los políticos y nos informan de lo que muchos sospechábamos pero no podíamos comprobar: son una bola de deshonestos.
Y que conste que no me atreví a insultarlos u ofenderlos como se merecen los muy sinvergüenzas. Eso lo dejo a criterio de quien tenga la paciencia de leer estas líneas y desee conocer un poco acerca de la historia de estos muchachos que en Italia han hecho y deshecho sin miramientos.
Todo comenzó en marzo pasado, cuando el tesorero del partido de izquierda llamado “Margherita”, Luigi Lusi, fue descubierto y acusado de haber desviado 20 millones de euros, que eran recursos otorgados a su partido, para comprarse algunas propiedades.
Luego tocó el turno a la Liga del Norte, el famoso partido de derecha que se ha caracterizado por promover un movimiento que llama al gobierno central “Roma ladrona”, además de promover la xenofobia y pretender la separación del territorio norte del resto de Italia, entre otras lindezas.
Se da el caso que la Liga del Norte también hizo de las suyas y su administrador, Francesco Belsito, desvió cerca de seis millones de euros que habrían terminado en las cuentas personales de la esposa y los hijos del líder del partido, Umberto Bossi. El destino final de los dineros que el Estado daba a este partido habrían sido también inversiones en Tanzania y la compra de lingotes de oro y algunos diamantes.
¡Qué lindo! ¿Verdad? En pocas palabras, se está “descubriendo” que la clase política se despacha con la cuchara grande, y que los recursos que provienen de los impuestos de todos terminan simplemente en las manos de estos personajes ávidos, para complacer sus gustos y sus caprichos.
Estoy convencida que algo serio está pasando en Italia y que hay un interés particular que no alcanzo a comprender de dónde viene para que los políticos queden como lo peor de lo peor, como la desgracia más grande que podríamos soportar los ciudadanos.
Y efectivamente con todas las porquerías que se están descubriendo no tengo la mínima duda. Los políticos italianos aparecen como una clase (“casta”, la llaman por estos rumbos) que habría que eliminar. Al menos estos, que tienen décadas haciendo de las suyas.
Pero reflexionando sobre el asunto, me quedo pensando que es precisamente la presencia de los políticos la máxima expresión de la democracia. O así debería ser.
La democracia es el gobierno del pueblo, que ejerce su voluntad a través de sus representantes, ¿verdad? El problema es pensar cuál voluntad se puede ejercer a través de este tipo de personajes que se sirven de su posición para enriquecerse.
Yo no digo que los partidos políticos no tengan necesidad de recursos económicos para darse a conocer o promoverse. Lo que pienso es que en Italia y en todo el mundo los partidos deberían ser financiados por sus simpatizantes, por los que creen en ellos, por los que pretenden que sus representantes lleguen a gobernar.
No se vale -sobre todo en tiempos de crisis- que mientras los ciudadanos comunes y corrientes hacen saltos malabares para que les alcancen sus sueldos precarios, los políticos se dediquen a darse la gran vida utilizando recursos públicos.
Y estoy hablando de Italia, un país donde en este momento la situación es tan crítica que de acuerdo con las estadísticas más recientes, diariamente se suicida una persona por motivos económicos.
Es una vergüenza.
Pero lo que pasa por acá no creo que sea muy diferente de lo que en este momento está ocurriendo en México. Claro que no se están descubriendo casos patéticos de gente que con el dinero del partido se pone a comprar diamantes.
Lo que en cambio está ocurriendo es que estamos siendo testigos de un desperdicio vergonzoso de recursos en las campañas. Entre spots y espectaculares sin sentido y algunas extravagancias -como el ridículo muñeco llamado Ki-Ken- vemos de nuevo que literalmente se tiran a la basura millones de pesos, mientras hay millonjes de mexicanos que viven en la pobreza extrema.
Ya se sabe que hay “topes de campaña” y que los simpatizantes de los diferentes partidos pueden alegar que están dentro del marco legal y en todo su derecho de hacer lo que quieran con los recursos que les asignan.
Creo que es un problema que parte desde ahí. Nada de que “la democracia cuesta”. Eso debería terminarse. Los partidos políticos -insisto- deberían vivir de las aportaciones de sus simpatizantes, de los privados que quieran darles dinero.
Esto con todos los riesgos que significa recibir dinero y con ello crear compromisos, en el caso de que los financiadores de los partidos se quieran pasar de listos. Pero sería siempre más decente que seguir recibiendo recursos públicos para terminar de todas maneras obedeciendo a los intereses de unos cuantos.
Como inicié, termino: hay una mínima credibilidad hacia los políticos en Italia. Me parece que también en México. Y hay también en ambos países un movimiento creciente de ciudadanos que buscan mejorar la situación.
El Italia, el Movimiento Cinco Estrellas, encabezado por un cómico, Beppe Grillo. El individuo dice que es necesario iniciar “un proceso público” contra los partidos. Y está buscando contender en las elecciones a través de listas de ciudadanos.
En México está el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) que está tratando de articular movimientos sociales con una proyección política. Por el momento apoyan a Andrés Manuel López Obrador.
Personalmente considero que los ciudadanos conscientes y responsables se están preocupando por la situación, pero mantengo mis reservas acerca de sus acciones. Hay que observar el desarrollo de los hechos y dar a los movimientos ciudadanos el beneficio de la duda. Con una sola reserva: que hay que considerar que la conseja popular no se equivoca y francamente es muy cierto que “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”. Al tiempo.
miércoles, 18 de abril de 2012
miércoles, 11 de abril de 2012
Falta de propuestas y credibilidad
Publicado en el semanario Punto
Toluca, México, 11 de abril, 2012.
Y finalmente comenzaron las campañas de los candidatos a la presidencia de la república. Entre jefas, pejes y kilos de gel, la mera verdad es que lo último en que parecen estar pensando todos es en dar soluciones a los muchos problemas de los mexicanos.
Ni a cuál ir, sinceramente.
Hace algunas semanas, precisamente durante la llamada “veda electoral” que prohibía a los partidos cualquier actividad en busca del voto, tuve la oportunidad de estar en México. Debo decir que no obstante la prohibición de promover el voto, pude observar que la sociedad está realmente politizada.
Se hablaba de los candidatos a pesar de que en ese momento su presencia mediática era nula. Cierto, se les invocaba a la menor provocación. El problema es que la gran mayoría de las personas tenían una gran desesperanza.
El problema no es la falta de presencia de los aspirantes. Lo que es un problema sin duda alguna es la falta de propuestas y sobre todo, la ausencia total de credibilidad.
Ya viendo las cosas lo menos apasionadamente que se puede, a kilómetros de distancia, el panorama es desolador.
Por una parte, tenemos al candidato que se perfila como ganador, digamos lo que digamos sus muchos detractores. Enrique Peña representa todos los males que aquejaron a México durante setenta años de priísmo. Tiene todo lo peor de aquellos viejos tiempos y sobre todo, su manejo de imagen es ofensivo para la inteligencia de muchos. Sus spots parecen publicidad de Liverpool, del Palacio de Hierro o de Suburbia. Mucho ruido y pocas nueces.
Del otro lado, está la campaña menos efectiva de la historia. Josefina Vázquez Mota será muy mujer, muy jefa y muy lo que dice que es, pero también es una ineficiente que rodeándose de un equipo de gente tan incapaz como ella ha desperdiciado la primera semana de actividades mostrando lo peor que tiene. Pobrecita.
Y por ahí está también el Peje. ¡Ah, tan amoroso él! Es el candidato de los intelectuales, aunque algunos de ellos (como Carlos Fuentes y Denisse Dresser) ya dijeron que no han decidido votar por él.
En el caso del Peje, creo que es una lástima que todavía no quede muy claro si se finge bueno o es
medio atarantado.
Lo peor no es eso, sino pensar que también Andrés Manuel López Obrador tiene cola que le pisen, y que por ahí hay versiones que lo señalan como el presunto autor de la muerte de su proprio hermano. Hasta escalofrío se siente.
Es en la rumorología que uno encuentra las versiones más tenebrosas. Por una parte, está la muerte de la primera esposa de Peña Nieto. Parece ciencia ficción, pero seguramente más de uno sospecha cosas que no se atreve a decir.
También el amoroso Peje tiene su esqueleto en el armario y en la red circulan versiones terribles acerca de un par de crímenes que el hoy candidato habría cometido en sus años mozos.
De Josefina no he escuchado todavía historias tan terribles, pero seguramente basta saber que ha sido una de las diputadas más inútiles, improductivas y perezosas de la historia como para no confiar en lo que hará si llega a ser presidenta.
Por ahí hay un cuarto candidato, Gabriel Quadri de la Torre. Que levante la mano quien ya lo conocía antes de todo este huateque... ¿Nadie? Ahora que levante la mano quien le cree o quien tiene intenciones de votarlo... Sin comentarios.
Total: no hay para dónde hacerse.
A mí me da mucho gusto cuando mis amigos cercanos dicen que confían en el movimiento ciudadano “Morena” o que ponen sus esperanzas en la “república amorosa”. Pero con todo el respeto que merecen, creo que caen en el juego de los eternos optimistas, de los quijotes que se lanzan con todo contra los molinos de viento.
Hay quien cree todavía que existen personajes que buscan el poder con buenas intenciones. Siguen el liderazgo de quien les promete un cambio maravilloso, un mundo ideal en que todo será justo.
Ese es el punto: casi todas las personas que apoyan a las izquierdas son gente de buena voluntad. Lo difícil es pensar que de verdad AMLove pueda dar a México lo que el país necesita.
Y más difícil todavía resulta creer que haya una mayoría de gente pensante capaz de llevar al triunfo un programa de gobierno interesante. Eso no se va a poder.
Me queda clara una sola cosa, los tres candidatos tienen bien definido su “mercado”. Para los tradicionalistas, los nostálgicos, los crédulos, los ignorantes, los asustados y los que tienen flojera de pensar, ahí está Enrique Peña con su Gaviota.
Las amas de casa desesperadas, los conservadores, las pseudofeministas, los persignados, los niños bien, los empresarios y los que creen en la guerra contra el narcotráfico es una solución, van con Josefina Vázquez Mota.
Los intelectuales, los progresistas, los idealistas, los indignados, siguen a López Obrador.
El problema es que los tres Méxicos diferentes que simpatizan por los distintos candidatos no tienen ninguna esperanza de que su vida mejore. Porque lo que se adivina así, visto con toda la frialdad posible, es que ninguno de los tres candidatos está en grado de cumplir sus promesas. Ni porque firme sus compromisos.
Lo que hace falta es un cambio profundo, una buena sacudida a las conciencias, una reestructuración total. Lo que hace falta es dejar de ver las mismas caras y abrir las puertas a nuevas posibilidades.
Por desgracia es practicamente imposible que ocurra. No ahora. Estamos en abril y mi puro sentido común me dice que de aquí a julio no van a cambiar mucho las cosas. El PRI volverá a Los Pinos y no hay mucho por hacer para evitarlo. Qué lástima que sea con un presidente que no tiene nada nuevo, bueno o interesante por ofrecer a una sociedad que está tan desesperada que prefiere ponerse en manos de quien hasta hace 12 años fue su verdugo antes que seguir viviendo en el miedo y la incerteza.
Y sinceramente, pensando bien las cosas, me atrevo a profetizar que el 1 de julio habrá un solo y condundente ganador: el abstencionismo, flanqueado por la desilusión y la incredulidad. ¿Apostamos?
Toluca, México, 11 de abril, 2012.
Y finalmente comenzaron las campañas de los candidatos a la presidencia de la república. Entre jefas, pejes y kilos de gel, la mera verdad es que lo último en que parecen estar pensando todos es en dar soluciones a los muchos problemas de los mexicanos.
Ni a cuál ir, sinceramente.
Hace algunas semanas, precisamente durante la llamada “veda electoral” que prohibía a los partidos cualquier actividad en busca del voto, tuve la oportunidad de estar en México. Debo decir que no obstante la prohibición de promover el voto, pude observar que la sociedad está realmente politizada.
Se hablaba de los candidatos a pesar de que en ese momento su presencia mediática era nula. Cierto, se les invocaba a la menor provocación. El problema es que la gran mayoría de las personas tenían una gran desesperanza.
El problema no es la falta de presencia de los aspirantes. Lo que es un problema sin duda alguna es la falta de propuestas y sobre todo, la ausencia total de credibilidad.
Ya viendo las cosas lo menos apasionadamente que se puede, a kilómetros de distancia, el panorama es desolador.
Por una parte, tenemos al candidato que se perfila como ganador, digamos lo que digamos sus muchos detractores. Enrique Peña representa todos los males que aquejaron a México durante setenta años de priísmo. Tiene todo lo peor de aquellos viejos tiempos y sobre todo, su manejo de imagen es ofensivo para la inteligencia de muchos. Sus spots parecen publicidad de Liverpool, del Palacio de Hierro o de Suburbia. Mucho ruido y pocas nueces.
Del otro lado, está la campaña menos efectiva de la historia. Josefina Vázquez Mota será muy mujer, muy jefa y muy lo que dice que es, pero también es una ineficiente que rodeándose de un equipo de gente tan incapaz como ella ha desperdiciado la primera semana de actividades mostrando lo peor que tiene. Pobrecita.
Y por ahí está también el Peje. ¡Ah, tan amoroso él! Es el candidato de los intelectuales, aunque algunos de ellos (como Carlos Fuentes y Denisse Dresser) ya dijeron que no han decidido votar por él.
En el caso del Peje, creo que es una lástima que todavía no quede muy claro si se finge bueno o es
medio atarantado.
Lo peor no es eso, sino pensar que también Andrés Manuel López Obrador tiene cola que le pisen, y que por ahí hay versiones que lo señalan como el presunto autor de la muerte de su proprio hermano. Hasta escalofrío se siente.
Es en la rumorología que uno encuentra las versiones más tenebrosas. Por una parte, está la muerte de la primera esposa de Peña Nieto. Parece ciencia ficción, pero seguramente más de uno sospecha cosas que no se atreve a decir.
También el amoroso Peje tiene su esqueleto en el armario y en la red circulan versiones terribles acerca de un par de crímenes que el hoy candidato habría cometido en sus años mozos.
De Josefina no he escuchado todavía historias tan terribles, pero seguramente basta saber que ha sido una de las diputadas más inútiles, improductivas y perezosas de la historia como para no confiar en lo que hará si llega a ser presidenta.
Por ahí hay un cuarto candidato, Gabriel Quadri de la Torre. Que levante la mano quien ya lo conocía antes de todo este huateque... ¿Nadie? Ahora que levante la mano quien le cree o quien tiene intenciones de votarlo... Sin comentarios.
Total: no hay para dónde hacerse.
A mí me da mucho gusto cuando mis amigos cercanos dicen que confían en el movimiento ciudadano “Morena” o que ponen sus esperanzas en la “república amorosa”. Pero con todo el respeto que merecen, creo que caen en el juego de los eternos optimistas, de los quijotes que se lanzan con todo contra los molinos de viento.
Hay quien cree todavía que existen personajes que buscan el poder con buenas intenciones. Siguen el liderazgo de quien les promete un cambio maravilloso, un mundo ideal en que todo será justo.
Ese es el punto: casi todas las personas que apoyan a las izquierdas son gente de buena voluntad. Lo difícil es pensar que de verdad AMLove pueda dar a México lo que el país necesita.
Y más difícil todavía resulta creer que haya una mayoría de gente pensante capaz de llevar al triunfo un programa de gobierno interesante. Eso no se va a poder.
Me queda clara una sola cosa, los tres candidatos tienen bien definido su “mercado”. Para los tradicionalistas, los nostálgicos, los crédulos, los ignorantes, los asustados y los que tienen flojera de pensar, ahí está Enrique Peña con su Gaviota.
Las amas de casa desesperadas, los conservadores, las pseudofeministas, los persignados, los niños bien, los empresarios y los que creen en la guerra contra el narcotráfico es una solución, van con Josefina Vázquez Mota.
Los intelectuales, los progresistas, los idealistas, los indignados, siguen a López Obrador.
El problema es que los tres Méxicos diferentes que simpatizan por los distintos candidatos no tienen ninguna esperanza de que su vida mejore. Porque lo que se adivina así, visto con toda la frialdad posible, es que ninguno de los tres candidatos está en grado de cumplir sus promesas. Ni porque firme sus compromisos.
Lo que hace falta es un cambio profundo, una buena sacudida a las conciencias, una reestructuración total. Lo que hace falta es dejar de ver las mismas caras y abrir las puertas a nuevas posibilidades.
Por desgracia es practicamente imposible que ocurra. No ahora. Estamos en abril y mi puro sentido común me dice que de aquí a julio no van a cambiar mucho las cosas. El PRI volverá a Los Pinos y no hay mucho por hacer para evitarlo. Qué lástima que sea con un presidente que no tiene nada nuevo, bueno o interesante por ofrecer a una sociedad que está tan desesperada que prefiere ponerse en manos de quien hasta hace 12 años fue su verdugo antes que seguir viviendo en el miedo y la incerteza.
Y sinceramente, pensando bien las cosas, me atrevo a profetizar que el 1 de julio habrá un solo y condundente ganador: el abstencionismo, flanqueado por la desilusión y la incredulidad. ¿Apostamos?
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