Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
22 septiembre, 2010
Hace algunos días, durante el acto sucesivo a la entrega de su penúltimo informe de gobierno, Enrique Peña Nieto se lanzó con toda su fuerza contra las alianzas entre partidos durante los procesos electorales.
Entonces dijo que “la lucha del poder por el poder mediante la alianza de proyectos antagónicos que desvirtúan la democracia, son una amenaza tan grave para el país como las fuerzas criminales que atentan contra la estabilidad, la ley y el estado de derecho”.
Y no paró en esto su no rotundo a la posibilidad de que los partidos políticos unan sus fuerzas y con ello aumenten su capacidad de triunfo en las próximas elecciones del 2011.
En un alarde de poder, el mandatario mexiquense logró que los diputados de su partido hicieran que la Legislatura local aprobara en comisiones el dictamen por el cual se elimina a figura de las “candidaturas comunes”.
De esta manera, si el citado dictamen se aprueba en el pleno legislativo, el PAN y el PRD se pueden ir olvidando de materializar su idea de hacer un frente común para lograr la hazaña de derrotar al PRI y arrebatarle por primera vez en la historia la gubernatura del estado más poblado del país.
Por supuesto que los priístas nuevamente sacaron a relucir una enorme capacidad de imposición disfrazada de concertación. Simplemente usaron sus alianzas con el PVEM y Convergencia para eliminar otras potenciales alianzas. Aliados para que los otros no se puedan aliar. Paradojas de la política.
¿Qué es lo que realmente le incomoda de las alianzas, señor gobernador? ¿Es acaso un temor fundamentado de que sus enemigos le echen montón y que la gente -¡ah! esta gente inconsciente- se deje llevar y vote contra el partidazo?
Si usted está tan orgulloso del trabajo que ha hecho en el estado de México, si está convencido de que los ciudadanos lo estiman y aprecian todo el bien que ha derrochado con un montón de compromisos firmados y cumplidos, ¿qué más le da que los malosos se junten en alianzas bastardas, ilógicas y antinaturales?
¡Qué poca confianza tiene en sí mismo, señor Peña! Quién lo diría de una persona que emana seguridad en sí mismo como usted, que hasta se da el lujo de exhibir siempre su mejor ángulo y nos receta contínuamente su imagen de galanazo.
Lo veo un poquito desdibujado, gobernador. Y la verdad no se me hace que los panistas se puedan de veras unir con los perredistas para quitarle el súper hueso al PRI.
No creo que tengan la capacidad suficiente para ponerse de acuerdo y elegir entre todos sus gallos uno que pueda representar los intereses de la derecha y la izquierda juntas y no solo: dudo sinceramente que en el caso de que una alianza pudiera vencer, sea factible una justa y pacífica repartición del botín.
Sin embargo, el gobernador de la entidad ha decidido que es momento de curarse en salud. Nada de alianzas extrañas. No a las candidaturas comunes. Más vale que digan aquí corrió que aquí murió.
Y no me digan que Peña Nieto no tiene que ver con el asunto, porque en el caso remotísimo de que los diputados hubieran actuado por iniciativa propia, no habrían hecho otra cosa que seguir al pie de la letra la voluntad de su verdadero líder, que fue claro y simplemente comparó las alianzas ni más ni menos que con “fuerzas criminales.”
Pero ahora resulta que los legisladores se mandan solos. ¿Desde cuándo? Y nosotros los ciudadanos comunes seguramente somos tan inocentes que creemos sin una mínima duda que el Ejecutivo y el Legislativo son de veras harina de distintos costales.
“No es más que una posición estrictamente personal y es la representación social la que está acreditada en la Cámara de Diputados, y es la que tiene que hacer valer en razón del peso que tenga esa representación con los temas que mejor convengan para darle mayor transparencia y congruencia a la democracia de los mexiquenses”. Eso dijo Peña Nieto. Todo hecho bolas, como siempre que no trae apuntador, pero palabras más o palabras menos quiso simplemente lavarse las manos con un simple: “yo no fui”.
Vamos pues, la iniciativa no tiene que ver con la voluntad del gobernador. Nada de eso. Es que los diputados de su partido simplemente se despertaron con la idea de que hay que combatir esa terrible amenaza llamada candidatura común.
Una amenaza tan seria, tan tremenda, que le quita el sueño a millones de personas, seguramente. La pesadilla de los mexicanos por patria y provincia ya no es la crisis económica, tampoco es la guerra contra el narco con las terribles consecuencias que todos conocemos.
No. El nuevo enemigo que hay que combatir es el candidato bastardo que obedece a la izquierda y a la derecha, que solamente busca el poder por el poder. Ni más ni menos.
Honestamente no creo que a la gente que trabaja, lucha y se esfuerza todos los días por mejorar su difícil condición le importe un soberano cacahuate si los panuchos se juntan con los del sol azteca para darle en la torre a los tricolores.
¿Es que no se han dado cuenta que la gente ya está harta y que sencillamente ya no le cree a nadie, pero lo que se dice a nadie?
Yo en su lugar me preocuparía más por reducir el presupuesto del inutilísimo IEEM y sobre todo por dejar de desperdiciar valiosos recursos económicos que sirven solamente para mantener en pie la farsa que cada seis años tenemos que soportar.
Parece que entre la clase gobernante nadie quiere ver que la gente tiene hambre de justicia social y que está harta de escuchar mentiras y de sufrir desilusiones.
No se dan cuenta de que la credibilidad gubernamental está por los suelos y que hay una seria posibilidad de que el nivel de abstencionismo sea alto y que gane quien gane nada le importará a la ciudadanía por la sencilla razón de que poco o nada cambiarán sus condiciones de vida.
Da pena ajena ver a los diputados exhibiendo mantas en el Congreso local, declarando a diestra y siniestra su defensa de la democracia, haciendo de todo porque las alianzas sean permitidas. Da vergüenza también que los priístas demuestren con tanto descaro que obedecen sin chistar las indicaciones de su idolatrado patroncito que a fin de cuentas fue quien los palomeó y los llevó a ocupar una curul.
La verdad es que los diputados de todos los partidos mejor se deberían poner a trabajar en serio, que para eso les pagan -y muy bien- los ciudadanos mexiquenses. Para eso sí deberían aliarse los legisladores, para hacer algo por su estado, que por desgracia y aunque se esfuercen por decir lo contrario, se les está desbaratando cada día.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Enrique Peña: el galán que México esperaba
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
08 septiembre, 2010
Finalmente estamos en el llamado mes de la patria. Los rituales propios de estas fechas comienzan. Se repiten los actos. No hay novedades. Las autoridades pretenden darnos algo más de lo que marca la tradición porque como sabemos, este es el año del Bicentenario y hay que festejar con mayor entusiasmo el inicio de la lucha por la independencia nacional.
En el territorio mexiquense, aparte de la celebración que involucra a todos los mexicanos, el gobierno estatal se luce para demostrar no solamente que trabaja sino que lo hace bien.
Lo sabemos todos. El gobernador Enrique Peña tiene serias intenciones de llegar a ser el nuevo presidente de México, resucitando con ello al partido que durante 70 años ejerció la que el escritor peruano Mario Vargas Llosa definió como “la dictadura perfecta”.
Los tiempos son adecuados para revivir las tradiciones, incluída aquella que señala que el quinto año de gestióno gubernamental en el territorio mexiquense marca el inicio informal de la carrera por la presidencia.
Por mucho tiempo el proceso de elección del gobernador mexiquense fue el “laboratorio político”, el termómetro que permitía al PRI nacional medir la temperatura y definir las estrategias para las elecciones federales del año sucesivo.
Y todo comenzaba precisamente con el penúltimo informe de gobierno de la entidad. Momento clave para demostrar a todos el reconocimiento de la ciudadanía y sobre todo de la clase política hacia el gobernador priísta mexiquense.
Ni el tiempo ni el arribo del Partido Acción Nacional a la presidencia de la República han cambiado la tradición. Ni siquiera cuando el Congreso local no contaba con la mayoría priísta y cambió el ritual. Por el contrario.
Todavía recuerdo aquel 1999, tiempo de tremenda efervescencia política, cuando César Camacho Quiroz, en una brillante interpretación legal decidió que era el momento de no seguir el juego de la oposición y en cambio demostrar todo el arrastre de su partidazo.
En aquellos tiempos, el entonces gobernador decidió hacer un verdadero desaire a los legisladores y simplemente envió por escrito a la Cámara de diputados su último informe, preparando después un verdadero espectáculo en la Plaza de los Mártires, donde envió su mensaje a la población mexiquense.
Luego Arturo Montiel en un alarde de pura demagogia instituyó la aburrida, costosa y populachera gira en que, dividiendo por zonas el territorio mexiquense, se hacía aclamar por los ciudadanos priístas que por supuesto acudían al llamado de su líder aunque en realidad tuvieran problemas para comprender lo que éste decía. Creo que muchos recordamos todavía los terribles problemas de dicción -y no solo- de Montiel que sin embargo, no le impidieron aspirar a ser el candidato presidencial.
En realidad el ritual de la lectura del informe es el mejor pretexto de nuestros gobernadores para sentirse adorados y demostrar que están satisfechos con el trabajo que desarrollan durante su gestión.
Nadie les quita el derecho de cacarear el huevo, claro que no. Lo triste es cuando exageran. Lo malo es cuando maquillan. Lo peor es cuando los gobernados les creen.
Esta vez, durante los días previos al informe, encontré en los diarios online el spot del Quinto informe de Enrique Peña Nieto. Seguramente las mil 400 personas de su club de fans de Facebook no van a estar de acuerdo conmigo, como tampoco lo van estar quienes trabajan para el gobierno mexiquense o para el PRI estatal y algunos periodistas complacientes.
Pero ejerzo mi derecho de libre expresión y digo con toda honestidad que aparte de pensar en lo que cuesta hacer un anuncio en el que se cuida que esté en su lugar hasta el último envaselinado cabello del gobernador, es triste ver cómo el discutible trabajo de un mandatario se promociona como si se tratara de la publicidad de un galán de televisión.
Mucho ruido y pocas nueces, pues. Un hombre en mangas de camisa que habla desde un automóvil a un interlocutor que nunca se ve. Un gobernante joven y atractivo. Un galanazo que arranca suspiros y habla de compromisos cumplidos. Más de una señora quisiera en casa un hombre tan cumplidor como Peña. Porque a fin de cuentas la publicidad del informe de Peña no es otra cosa que la promoción de un personaje de telenovela.
Y que conste que no lo digo por el besote de esos de final feliz que le dio a su prometida, la actriz Angélica Rivera al finalizar su informe.
Lo digo sencillamente porque salta a la vista que los atributos físicos del político en cuestión son el único punto fuerte que éste tiene para encantar a una población ignorante y asustada por la crisis y por la inseguridad.
Peña sin duda nació con suerte, entre pañales de seda hechos ni más ni menos que en Atlacomulco. Es un verdadero político de elevador. De otra manera no entiendo cómo un curriculum tan pobre puede ser la justificación para llevarlo a la presidencia de nuestro país: Peña pasó de puestos de menor relevancia a la secretaría de Administración durante la gestión de Arturo Montiel. De ahí dio el gran salto y se convirtió en diputado local, para pasar de golpe a ser precandidato, luego candidato y finalmente, flamante gobernador mexiquense.
Honestamente lo visto el cinco de septiembre fue un acto de egolatría más en el que lo único que resaltó fue la crítica abierta de Peña Nieto hacia la actuación del gobierno federal.
El mensaje del gobernador me sorprende, especialmente cuando habla de las alianzas entre la derecha y la izquierda contra el PRI. “la lucha del poder por el poder mediante la alianza de proyectos antagónicos que desvirtúan la democracia, son una amenaza tan grave para el país como las fuerzas criminales que atentan contra la estabilidad, la ley y el estado de derecho”.
Ya se le olvidaron los tiempos en que la lucha del poder por el poder consistía en poner a funcionar los peores mecanismos de fraude electoral. Intuyo que desde su punto de vista quienes por décadas mantuvieron un sistema abiertamente antidemocrático no se pueden llamar criminales.
Cierto que se necesita valor para comparar las escaramuzas políticas con la situación terrible que se vive en México. Como también se requiere descaro para decir ante miles de personas que “igualmente autoritario es caer en la tentación de usar a las instituciones públicas para fines particulares o partidistas”.
Francamente el espectáculo penoso con que inicia el mes de septiembre en el estado de México me deja una pésima impresión. Lo siento mucho, pero con todo respeto, creo que el problema no sería siquiera que el PRI regresara a los Pinos, sino más bien que lo hiciera representado por un candidato que funciona mejor como personaje de telenovela que como el gobernante que nuestro país merece y necesita.
08 septiembre, 2010
Finalmente estamos en el llamado mes de la patria. Los rituales propios de estas fechas comienzan. Se repiten los actos. No hay novedades. Las autoridades pretenden darnos algo más de lo que marca la tradición porque como sabemos, este es el año del Bicentenario y hay que festejar con mayor entusiasmo el inicio de la lucha por la independencia nacional.
En el territorio mexiquense, aparte de la celebración que involucra a todos los mexicanos, el gobierno estatal se luce para demostrar no solamente que trabaja sino que lo hace bien.
Lo sabemos todos. El gobernador Enrique Peña tiene serias intenciones de llegar a ser el nuevo presidente de México, resucitando con ello al partido que durante 70 años ejerció la que el escritor peruano Mario Vargas Llosa definió como “la dictadura perfecta”.
Los tiempos son adecuados para revivir las tradiciones, incluída aquella que señala que el quinto año de gestióno gubernamental en el territorio mexiquense marca el inicio informal de la carrera por la presidencia.
Por mucho tiempo el proceso de elección del gobernador mexiquense fue el “laboratorio político”, el termómetro que permitía al PRI nacional medir la temperatura y definir las estrategias para las elecciones federales del año sucesivo.
Y todo comenzaba precisamente con el penúltimo informe de gobierno de la entidad. Momento clave para demostrar a todos el reconocimiento de la ciudadanía y sobre todo de la clase política hacia el gobernador priísta mexiquense.
Ni el tiempo ni el arribo del Partido Acción Nacional a la presidencia de la República han cambiado la tradición. Ni siquiera cuando el Congreso local no contaba con la mayoría priísta y cambió el ritual. Por el contrario.
Todavía recuerdo aquel 1999, tiempo de tremenda efervescencia política, cuando César Camacho Quiroz, en una brillante interpretación legal decidió que era el momento de no seguir el juego de la oposición y en cambio demostrar todo el arrastre de su partidazo.
En aquellos tiempos, el entonces gobernador decidió hacer un verdadero desaire a los legisladores y simplemente envió por escrito a la Cámara de diputados su último informe, preparando después un verdadero espectáculo en la Plaza de los Mártires, donde envió su mensaje a la población mexiquense.
Luego Arturo Montiel en un alarde de pura demagogia instituyó la aburrida, costosa y populachera gira en que, dividiendo por zonas el territorio mexiquense, se hacía aclamar por los ciudadanos priístas que por supuesto acudían al llamado de su líder aunque en realidad tuvieran problemas para comprender lo que éste decía. Creo que muchos recordamos todavía los terribles problemas de dicción -y no solo- de Montiel que sin embargo, no le impidieron aspirar a ser el candidato presidencial.
En realidad el ritual de la lectura del informe es el mejor pretexto de nuestros gobernadores para sentirse adorados y demostrar que están satisfechos con el trabajo que desarrollan durante su gestión.
Nadie les quita el derecho de cacarear el huevo, claro que no. Lo triste es cuando exageran. Lo malo es cuando maquillan. Lo peor es cuando los gobernados les creen.
Esta vez, durante los días previos al informe, encontré en los diarios online el spot del Quinto informe de Enrique Peña Nieto. Seguramente las mil 400 personas de su club de fans de Facebook no van a estar de acuerdo conmigo, como tampoco lo van estar quienes trabajan para el gobierno mexiquense o para el PRI estatal y algunos periodistas complacientes.
Pero ejerzo mi derecho de libre expresión y digo con toda honestidad que aparte de pensar en lo que cuesta hacer un anuncio en el que se cuida que esté en su lugar hasta el último envaselinado cabello del gobernador, es triste ver cómo el discutible trabajo de un mandatario se promociona como si se tratara de la publicidad de un galán de televisión.
Mucho ruido y pocas nueces, pues. Un hombre en mangas de camisa que habla desde un automóvil a un interlocutor que nunca se ve. Un gobernante joven y atractivo. Un galanazo que arranca suspiros y habla de compromisos cumplidos. Más de una señora quisiera en casa un hombre tan cumplidor como Peña. Porque a fin de cuentas la publicidad del informe de Peña no es otra cosa que la promoción de un personaje de telenovela.
Y que conste que no lo digo por el besote de esos de final feliz que le dio a su prometida, la actriz Angélica Rivera al finalizar su informe.
Lo digo sencillamente porque salta a la vista que los atributos físicos del político en cuestión son el único punto fuerte que éste tiene para encantar a una población ignorante y asustada por la crisis y por la inseguridad.
Peña sin duda nació con suerte, entre pañales de seda hechos ni más ni menos que en Atlacomulco. Es un verdadero político de elevador. De otra manera no entiendo cómo un curriculum tan pobre puede ser la justificación para llevarlo a la presidencia de nuestro país: Peña pasó de puestos de menor relevancia a la secretaría de Administración durante la gestión de Arturo Montiel. De ahí dio el gran salto y se convirtió en diputado local, para pasar de golpe a ser precandidato, luego candidato y finalmente, flamante gobernador mexiquense.
Honestamente lo visto el cinco de septiembre fue un acto de egolatría más en el que lo único que resaltó fue la crítica abierta de Peña Nieto hacia la actuación del gobierno federal.
El mensaje del gobernador me sorprende, especialmente cuando habla de las alianzas entre la derecha y la izquierda contra el PRI. “la lucha del poder por el poder mediante la alianza de proyectos antagónicos que desvirtúan la democracia, son una amenaza tan grave para el país como las fuerzas criminales que atentan contra la estabilidad, la ley y el estado de derecho”.
Ya se le olvidaron los tiempos en que la lucha del poder por el poder consistía en poner a funcionar los peores mecanismos de fraude electoral. Intuyo que desde su punto de vista quienes por décadas mantuvieron un sistema abiertamente antidemocrático no se pueden llamar criminales.
Cierto que se necesita valor para comparar las escaramuzas políticas con la situación terrible que se vive en México. Como también se requiere descaro para decir ante miles de personas que “igualmente autoritario es caer en la tentación de usar a las instituciones públicas para fines particulares o partidistas”.
Francamente el espectáculo penoso con que inicia el mes de septiembre en el estado de México me deja una pésima impresión. Lo siento mucho, pero con todo respeto, creo que el problema no sería siquiera que el PRI regresara a los Pinos, sino más bien que lo hiciera representado por un candidato que funciona mejor como personaje de telenovela que como el gobernante que nuestro país merece y necesita.
viernes, 3 de septiembre de 2010
Islam: enemigo o amigo a conveniencia
Publicado en el Semanario Punto. Toluca, México.
31 agosto, 2010
Cuando esta semana comencé a revisar la información cotidiana, mi atención se desvió hacia un par de hechos que aparentemente no tendrían relación entre sí, pero que me llevaron a reflexionar seriamente.
Por una parte, me encontré con la intransigencia del alcalde de una población del norte de Italia. Marco Colombo, gobernante del municipio de Sesto Calende, provincia de Varese, quien pertenece al partido de extrema derecha de Italia, la Liga del Norte, (Lega nord) señaló al periódico on line varesenews.it que los musulmanes no podrán reunirse para celebrar sus ritos religiosos semanales mientras él esté al frente del gobierno municipal.
De esta forma, ha prohibido que los miembros de la comunidad islámica hagan la oración colectiva que su religión les impone realizar los viernes. Los musulmanes solicitaron se les permitiera utilizar un campo deportivo para reunirse. Sin embargo el edil decidió negárselos con el pretexto de que la unidad deportiva no es un sitio idóneo para rezar. Simplemente decidió,, pasando por alto que la libertad de culto es un principio que debe prevalecer en Italia, que los ciudadanos pueden orar todo lo que quieran, pero cada quién en su propia casa.
Y es que la intolerancia hacia el islam en este país, especialmente en algunas regiones, es evidente. La ignorancia sumada a un contínuo bombardeo mediático ha hecho pensar a muchos ciudadanos del país de la bota que quienes profesan el islamismo son necesariamente fundamentalistas y que además representan un peligro potencial porque tienen casi siempre relación con el terrorismo.
De ahí que en algunas localidades, especialmente en aquellas donde gobierna la Liga del Norte, sea evidente el rechazo hacia los migrantes que de alguna manera desean mantener su cultura y quieren seguir viviendo su religión, tal vez pensando que un país democrático y de primer mundo les ofrece sin condiciones la libertad de profesar la religión que mejor les acomode.
El gran problema es que pertenecen a una minoría que no es bien vista... Al menos no en todos los casos.
Porque para mi sorpresa, un día después de haber leído la información que acabo de comentar, me encontré con que en Roma se esperaba la visita de Muammar al-Gaddafi, el controvertido líder de la República Árabe de Libia.
El dirigente libio se presentó en Italia como siempre rodeado de excentricidades. Para empezar, fue montada en la embajada de Libia en Roma una tienda beduina donde Gaddafi pernoctaría, además de que antes de su llegada entraron en el país treinta caballos pura sangre que pertenecen a los caballeros berebere, que realizarían una exhibición ecuestre ante las autoridades y empresarios italianos.
Pero lo mejor de todo fue que Gaddafi demostró que la tolerancia tiene un precio. Días antes de su llegada, los organizadores de la visita se dieron a la tarea de “reclutar” 500 edecanes ante las cuales el líder realizó una abierta prédica a favor del islam.
Lo que el libio hizo fue ofrecer una conferencia acerca del Corán ante las jóvenes a quienes dijo que “el islam tiene que convertirse en la religión de Europa.” Señaló además que las mujeres musulmanas tienen mayor libertad y mayor respeto que las europeas e invitó a las chicas a convertirse.
Claramente el escándalo se desató inmediatamente, sobre todo después de que Gedaffi exigió a la unión europea que su país reciba anualmente cinco mil millones de dólares para poder combatir la onda de inmigrantes africanos clandestinos que se embarcan en Libia con destino a las costas italianas y desde ahí invaden el continente europeo, con las consecuencias sociales y económicas que esto implica.
Lo sorprendente es pensar que Gadaffi haya podido hacer declaraciones tan serias y que además se haya dado el lujo de proponer una “Europa islámica” precisamente en el país en cuyo territorio se encuentra la sede del Vaticano.
Simplemente Gadaffi vino a presentar su show sin temor alguno, porque fue avalado por el presidente del consejo, Silvio Berlusconi, quien defendió a capa y espada la amistad entre Italia y Libia y minimizó las extravagancias de su invitado diciendo que se trata de “puro folklore”.
Efectivamente, Gadaffi puede si así lo desea no solamente rezar en público, sino además predicar su religión y buscar la conversión de las jóvenes italianas. Esto, a diferencia de los pobres inmigrantes de Sesto Calende, que no pueden siquiera reunirse para orar.
¿Será porque a diferencia de los musulmanes comunes, Gaddafi es entre otras cosas accionista de Unicredit, una de los principales bancos de Europa y de Enel, la empresa energética más importante de Italia? ¿Será también porque uno de los principales recursos de Libia es el gas natural, que interesa sobremanera a los países de occidente, al grado de soportar cualquier cantidad de extravagancias que vengan de parte de su líder revolucionario?
Posiblemente un musulmán como Gaddafi no inspira miedo ni desconfianza a los 800 importantes políticos y empresarios que el martes pasado se reunieron con él.
Y sobre todo, es ya evidente que en Italia, por encima de cualquier credo antiguo, más allá de la Biblia o el Corán hay una nueva religión que cada día cobra mayor fuerza: la que venera el poder económico por encima de todo.
Quien tiene las posibilidades de hacer negocio es de repente bien recibido sin que nadie haga una pregunta ni ponga la mínima objeción.
Es vergonzoso, sin duda descepcionante que un país de primer mundo, donde deberían prevalecer los principios de la democracia, se discrimine y reprima a algunos y se privilegie a otros porque representan la posibilidad de realizar negocios jugosos e importantes.
Lo ocurrido en los últimos días es la muestra más clara de cómo los intereses económicos hacen ignorar la “incomodidad” de un personaje que no tiene uno de los mejores historiales y que sin embargo, es llamado y reconocido como “líder revolucionario” por un Estado donde por otra parte se cierran las mínimas posibilidades de libertad a un grupo de personas que buscan simplemente mantener su identidad religiosa y cultural. Pura hipocresía, pura conveniencia. Ni hablar. Es el mundo en el que hoy nos toca vivir.
31 agosto, 2010
Cuando esta semana comencé a revisar la información cotidiana, mi atención se desvió hacia un par de hechos que aparentemente no tendrían relación entre sí, pero que me llevaron a reflexionar seriamente.
Por una parte, me encontré con la intransigencia del alcalde de una población del norte de Italia. Marco Colombo, gobernante del municipio de Sesto Calende, provincia de Varese, quien pertenece al partido de extrema derecha de Italia, la Liga del Norte, (Lega nord) señaló al periódico on line varesenews.it que los musulmanes no podrán reunirse para celebrar sus ritos religiosos semanales mientras él esté al frente del gobierno municipal.
De esta forma, ha prohibido que los miembros de la comunidad islámica hagan la oración colectiva que su religión les impone realizar los viernes. Los musulmanes solicitaron se les permitiera utilizar un campo deportivo para reunirse. Sin embargo el edil decidió negárselos con el pretexto de que la unidad deportiva no es un sitio idóneo para rezar. Simplemente decidió,, pasando por alto que la libertad de culto es un principio que debe prevalecer en Italia, que los ciudadanos pueden orar todo lo que quieran, pero cada quién en su propia casa.
Y es que la intolerancia hacia el islam en este país, especialmente en algunas regiones, es evidente. La ignorancia sumada a un contínuo bombardeo mediático ha hecho pensar a muchos ciudadanos del país de la bota que quienes profesan el islamismo son necesariamente fundamentalistas y que además representan un peligro potencial porque tienen casi siempre relación con el terrorismo.
De ahí que en algunas localidades, especialmente en aquellas donde gobierna la Liga del Norte, sea evidente el rechazo hacia los migrantes que de alguna manera desean mantener su cultura y quieren seguir viviendo su religión, tal vez pensando que un país democrático y de primer mundo les ofrece sin condiciones la libertad de profesar la religión que mejor les acomode.
El gran problema es que pertenecen a una minoría que no es bien vista... Al menos no en todos los casos.
Porque para mi sorpresa, un día después de haber leído la información que acabo de comentar, me encontré con que en Roma se esperaba la visita de Muammar al-Gaddafi, el controvertido líder de la República Árabe de Libia.
El dirigente libio se presentó en Italia como siempre rodeado de excentricidades. Para empezar, fue montada en la embajada de Libia en Roma una tienda beduina donde Gaddafi pernoctaría, además de que antes de su llegada entraron en el país treinta caballos pura sangre que pertenecen a los caballeros berebere, que realizarían una exhibición ecuestre ante las autoridades y empresarios italianos.
Pero lo mejor de todo fue que Gaddafi demostró que la tolerancia tiene un precio. Días antes de su llegada, los organizadores de la visita se dieron a la tarea de “reclutar” 500 edecanes ante las cuales el líder realizó una abierta prédica a favor del islam.
Lo que el libio hizo fue ofrecer una conferencia acerca del Corán ante las jóvenes a quienes dijo que “el islam tiene que convertirse en la religión de Europa.” Señaló además que las mujeres musulmanas tienen mayor libertad y mayor respeto que las europeas e invitó a las chicas a convertirse.
Claramente el escándalo se desató inmediatamente, sobre todo después de que Gedaffi exigió a la unión europea que su país reciba anualmente cinco mil millones de dólares para poder combatir la onda de inmigrantes africanos clandestinos que se embarcan en Libia con destino a las costas italianas y desde ahí invaden el continente europeo, con las consecuencias sociales y económicas que esto implica.
Lo sorprendente es pensar que Gadaffi haya podido hacer declaraciones tan serias y que además se haya dado el lujo de proponer una “Europa islámica” precisamente en el país en cuyo territorio se encuentra la sede del Vaticano.
Simplemente Gadaffi vino a presentar su show sin temor alguno, porque fue avalado por el presidente del consejo, Silvio Berlusconi, quien defendió a capa y espada la amistad entre Italia y Libia y minimizó las extravagancias de su invitado diciendo que se trata de “puro folklore”.
Efectivamente, Gadaffi puede si así lo desea no solamente rezar en público, sino además predicar su religión y buscar la conversión de las jóvenes italianas. Esto, a diferencia de los pobres inmigrantes de Sesto Calende, que no pueden siquiera reunirse para orar.
¿Será porque a diferencia de los musulmanes comunes, Gaddafi es entre otras cosas accionista de Unicredit, una de los principales bancos de Europa y de Enel, la empresa energética más importante de Italia? ¿Será también porque uno de los principales recursos de Libia es el gas natural, que interesa sobremanera a los países de occidente, al grado de soportar cualquier cantidad de extravagancias que vengan de parte de su líder revolucionario?
Posiblemente un musulmán como Gaddafi no inspira miedo ni desconfianza a los 800 importantes políticos y empresarios que el martes pasado se reunieron con él.
Y sobre todo, es ya evidente que en Italia, por encima de cualquier credo antiguo, más allá de la Biblia o el Corán hay una nueva religión que cada día cobra mayor fuerza: la que venera el poder económico por encima de todo.
Quien tiene las posibilidades de hacer negocio es de repente bien recibido sin que nadie haga una pregunta ni ponga la mínima objeción.
Es vergonzoso, sin duda descepcionante que un país de primer mundo, donde deberían prevalecer los principios de la democracia, se discrimine y reprima a algunos y se privilegie a otros porque representan la posibilidad de realizar negocios jugosos e importantes.
Lo ocurrido en los últimos días es la muestra más clara de cómo los intereses económicos hacen ignorar la “incomodidad” de un personaje que no tiene uno de los mejores historiales y que sin embargo, es llamado y reconocido como “líder revolucionario” por un Estado donde por otra parte se cierran las mínimas posibilidades de libertad a un grupo de personas que buscan simplemente mantener su identidad religiosa y cultural. Pura hipocresía, pura conveniencia. Ni hablar. Es el mundo en el que hoy nos toca vivir.
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