Publicado en el Semanario Punto de Toluca, México.
26 enero de 2009.
Esta semana mi pensamiento se dirige hacia la familia. ¡Ah, la familia! Cualquiera diría que no hay argumento más noble por tratar, que la sacrosanta familia es sin duda la base de la sociedad.
Claro, citar todos los lugares comunes acerca del tema es una forma sencilla de llenar y llenar espacio.Sin embargo, precisamente ha sido la familia el pretexto que la Iglesia Católica mexicana ha utilizado para intervenir una vez más en los asuntos del Estado.
Digo esto después que esta mañana leí detenidamente en la versión on line del diario La Jornada el resumen de un editorial publicado por Desde la Fe, órgano informativo de la Arquidiócesis de México, que condena a mis compañeros periodistas y los señala como “talibanes del laicismo”, mientras elogia al presidente Felipe Calderón porque se presentó a la inauguración del Sexto Encuentro Mundial de las Familias, celebrado en México hace algunos días.
Hoy he decidido tomar yo también el papel de “talibán del laicismo”. Con todo respeto hacia Desde la Fe, orgullosamente reafirmo mi exigencia de que el Estado mexicano siga siendo laico, sin importar las experiencias de formación ni la postura religiosa de nuestro presidente.
A mi sinceramente no me interesan las creencias de Felipe Calderón Hinojosa, debo decirlo con todo el corazón. No me importa si le enciende una veladora todos los días a su santo patrono, o si es guadalupano, o si cree en Juan Diego. No me interesa, como no debe interesarle a ninguno de los ciudadanos a los que gobierna.
Pero por favor, que sus creencias, respetables como las de cualquier otro ser humano, se las tenga para sí mismo, al menos mientras sea el presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Que haga todo en la intimidad, que no hable en nombre de sus gobernados diciendo que “extrañamos” a Benedicto XVI y sobre todo, por favor, que no se presente en calidad de Jefe de Estado en un acto que no fue otra cosa que una muestra más de la intolerancia y de la cerrazón de la Iglesia católica.
Y es que cuando un grupo de religiosos y religiosas se atreve por ejemplo a culpar a las mujeres de provocar las agresiones sexuales, entonces no hay mucho por decir. ¿En serio los clérigos están convencidos de que una violación es resultado de la “ropa provocativa” que visten las señoras?
Todo parece indicar que así es, al menos así lo expresaron durante el encuentro el arzobispo de Santo Domingo, el obispo auxiliar de Tegucigalpa y hasta una monja ecuatoriana, según refirió en su momento el diario El Universal.
“Las mujeres se exponen a violaciones, a que las usen, que las traten como un trapo viejo, porque desvaloran su persona y su dignidad”, según dijo el obispo auxiliar de Tegucigalpa, Darwin Rudy Andino. Me pregunto si el respeto hacia el sexo femenino no es más bien una cuestion de educación y si entonces todas las mujeres estamos obligadas a taparnos de los pies a la cabeza para no andar provocando a los pobrecitos hombres, que parece ser la Iglesia justifica plenamente sin exigirles que controlen sus instintos y se comporten como seres racionales.
Entonces digo yo, si el presidente de todos los mexicanos se presenta en un un acto donde se sostienen y mantienen todos los principios tradicionales y represivos, quiere decir que la mentalidad del hombre que nos gobierna va de la mano con todos los prejuicios que en el acto se validaron.
Y no es poco decir. Lo que me deja con el ojo cuadrado es que Desde la Fe critica a quienes no estamos de acuerdo con la presencia de Calderón en el encuentro de las católicas familias. De nosotros señala: “...lo menos que podemos decir es que su ignorancia es grotesca y se muestran incapaces de superar su complejo de inferioridad y de disimular sus odios y sus fobias que rayan en lo patológico; han mostrado que su corta inteligencia no les permite entender la libertad de una democracia y la pluralidad de nuestra cultura”
Pues sí, seguramente quienes no aprobamos que nuestro presidente se muestre tan abiertamente católico tenemos en común un odio y una fobia patológicos hacia cualquier forma de intolerancia, de cerrazón mental, de represión. Y por cierto, debo decir que es una paradoja que Desde la Fe hable de democracia y pluralidad, cuando el catolicismo no es precisamente cercano ninguno de esos conceptos.
Volviendo a Calderón, digamos que cometió el tremendo error de hablar de políticas públicas en un foro que no era el adecuado, como dando a entender muy entre líneas que sus decisiones respecto a la familia serán acordes con el modelo que a la Iglesia católica, apostólica y romana le gusta y eso honestamente no se vale.
Por que no se puede hablar de decisiones de Estado ni tampoco de “proteger a la familia con todo el poder” como lo hizo el presidente de México frente a un grupo de personas que simplemente se niegan a aceptar la realidad.
Si nos detenemos a analizar el mensaje del cardenal Norberto Rivera que sirvió como conclusión del Encuentro Mundial de las Familias, sabremos que los católicos se reunieron no para innovar, ni para escuchar otras posturas, ni mucho menos para abrir su mente hacia el desarrollo normal y natural de la sociedad.
No, su reunión sirvió solamente para que los católicos se dijeran a sí mismos que como siempre, tienen la verdad en la mano: “nos toca a nosotros volver a proponer el modelo familiar que sabemos que es el más completo, el más armonioso, el modelo que forma la comunidad de vida y amor que es el matrimonio y que se prolonga en los hijos como frutos naturales del primero de todos los valores”, dijo el cardenal Norberto Rivera, como colofón del encuentro.
Es decir, fuera cualquier otra manifestación, cero tolerancia. Lo único que cuenta y vale para los católicos es su propia concepción del mundo. Su verdad. Y ahí está nuestro presidente católico para sostenerlos. Me pregunto si cualquier otra Iglesia o cualquier otro grupo organizara un encuentro mundial de la familia, ahí estaría también Felipe Calderón para prometer, para sostener, para validar. Seguramente la respuesta es un rotundo no.
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